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Capítulo 11

Camilo consiguió a Mariko para que revisara a Julieta, con el pretexto de que un visitante de la hacienda había sufrido un percance, cumpliendo con su deber, la doctora tomó su maleta y siguió al Príncipe del Café a la hacienda Oro Verde, una vez ahí, entre todos le contaron la historia

—Vaya, lo que me cuentan es increíble –dijo cuando terminaron el relato

—Sí Mariko, nosotros no podíamos creerlo cuando la vimos –dijo Elisabetta –imagínate, entre Jane, Emma y yo preparamos su cuerpo para el entierro

—Lo recuerdo, fue un día horrible para todo el valle, en especial para el señor Aurelio, por cierto, ¿él lo sabe?

—Sí, de hecho está con ella ahora, justo después de su reunión fue que se desmayó –relató Emma

—Debe ser emocional entonces –sugirió la doctora -¿Puedo verla?

Emma llevó a Mariko al cuarto donde Julieta hablaba con Aurelio, cuando se abrió la puerta, Julieta se encogió en la cama, mientras Mariko permaneció inmóvil, nunca había vivido una situación semejante, en serio era ella, si no supiera creería que estaba viendo un fantasma

—Buenos días señor Aurelio, doña Julieta –dijo en cuanto pudo hablar

—Hola Mariko –saludó Aurelio

—¿Mariko? –preguntó Julieta confusa

—Sí, soy la doctora Mariko doña Julieta

—¿Una doctora mujer? –preguntó Julieta sonriendo admirada

—Ya hay algunas

—Julieta, ¿no puedes recordar a Mariko? –preguntó Aurelio

—No, es la primera vez que la veo, ¿la conozco?

—Sí, llegué al valle en la misma época que usted y luego usted nos ayudó a los doctores Rómulo y Jonathan, en compañía de Ernesto a construir el hospital de valle

—¿De verdad?

—Sí, el señor Aurelio y Emma pueden confirmar lo que estoy diciendo

—Has ayudado a todo el valle desde que llegaste mi amor, eres una mujer fuerte y decidida –dijo Aurelio

—Ojalá pudiera recordar algo de lo que me dicen pero no puedo –dijo Julieta frustrada –es como si me estuvieran hablando de otra persona

—Lo importante es que no se desespere, no le hace bien, me contaron que se desmayó y quisiera revisarla, ¿puedo?

—No, ya estoy acostumbrada a que me revisen doctores y enfermeros –respondió sonriendo

—Perfecto, debo pedirles que salgan

—¿No pueden quedarse? –preguntó Julieta

—Bueno está bien, como quiera, solo necesito un poco de espacio

Después de revisarla, Mariko confirmó que el desmayo por una carga emocional, por eso recetó un té, el cual fue preparado de inmediato, después de tomarlo, Julieta se durmió y la dejaron descansar.

—Dime la verdad Mariko, ¿Julieta está bien? –le preguntó Aurelio cuando bajaron a la sala

—Sí señor Aurelio, solo necesita descansar

—Pero, ¿y su memoria? ¿Podrá recuperarla?

—No sabría decirle, el campo de la memoria aún es nuevo para nosotros, recomiendo que la lleven al hospital y se comuniquen con quien la atendió –recomendó Mariko

—Ya tenía pensado escribir al instituto en Santa Catarina para que nos informen –dijo Camilo

—Háganlo y pidan su historia médica para saber cómo proceder y si me necesitan no duden en llamarme

—¿Podríamos hacer algo para que recupere la memoria? Es que estoy desesperado porque no me recuerda

—Podrían contarle cosas para estimular su mente, es lo recomendable en estos casos, que conviva con todos, pero poco a poco porque demasiada información junta puede hacerle daño, ¿sí?

—Está bien

—Mariko, quisiera que no le digas a nadie que viste a mi mamá aquí, al menos por ahora

—Por supuesto, de mi boca no saldrá una palabra, con permiso –dicho esto salió

—Mientras Julieta duerme, ¿podrían contarme cómo fue que la encontraron? –preguntó Aurelio después de que Emma lo ayudara a sentarse en la sala

—Ya habíamos recorrido todo Brasil, solo nos faltaba Santa Catarina, fuimos a un instituto para discapacitados y nos hablaron de Victoria San Magno, una paciente nos dieron su dirección y cuál no sería nuestra sorpresa al ver que era doña Julieta –explicó Elisabetta

—¿Qué hacía Julieta en un instituto para discapacitados? –preguntó Aurelio

—Es que además de perder la memoria, también quedó inválida

—Dios mío

—Estuvo un año recibiendo tratamiento y pudo volver a caminar, en los dos años restantes vivió en la pensión donde la encontramos dedicándose a pintar

—No la imagino pintando, mucho menos viviendo en una pensión, aparte de los negocios, las rosas y leer, su pasatiempo era el piano, recuerdo cuando le enseñó a Tenoria, fue una buena maestra

—Sí, recuerdo verlas sentadas al piano –dijo Camilo sonriendo

—Ojalá tu madre pudiera recordarlo –dijo Aurelio con un suspiro

—Pues debe volver a la mansión para que sea más fácil –opinó Elisabetta

—Ella no volverá a la mansión

—¿Por qué lo dices? –preguntó Emma

—Antes de que llegaras con Mariko hablamos al respecto

Flashback on

—Pues sí, esa es la historia, lo que se suponía una pérdida de pertenencias resultó ser algo más grande

—Cuando esa chica Elisabetta me mostró la foto de Victoria me asombré porque no tenía idea de que hubiera alguien igual a mí

—Eso es imposible, nadie puede ser igual a ti, porque eres única mi amor y jamás te cambiaría –dijo tomando sus manos –ay todavía no puedo creer que estés aquí

—Te creo, en estos instantes me lo has demostrado y que me amas–dijo sonriendo

—Porque lo único que he hecho fue amarte todos los días, imagino que estás muy linda con esos ojos castaños, esa sonrisa tan hermosa que tienes y ese cabello suelto que te deja aún más linda de lo que eres

—¿Estás seguro de que no puedes verme?

—Sí, muy seguro, ¿por qué?

—Porque me estás describiendo como soy, ¿cómo lo haces?

—Recuerdo cada uno de los rasgos de tu cara mi amor –dijo acariciando su mejilla –y a ti te sucede lo mismo porque me pintaste, no desaparecí por completo de tu memoria

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Las que quieras

—¿Era una buena esposa?

—La mejor, fuimos muy felices, no, somos porque no ha terminado, tú estás viva Julieta y es como si yo también volviera a vivir, lo único que lamento es esta oscuridad

—¿No te importa que no recuerde?

—No, me duele sí, que me trates con indiferencia pero por primera vez en tres años vuelvo a ser yo

Julieta estaba conmovida por la actitud de Aurelio, se veía que la amaba mucho la respetaba, quedarse ciego para pagar una culpa que sentía, no cualquiera lo hacía

—Julieta, quisiera hacerte una petición

—¿Cuál?

—Que vengas conmigo a la mansión Cavalcante, no te estoy pidiendo que volvamos a vivir como pareja solo bajo el mismo techo

—Yo no sé si podría, no me siento preparada para irme contigo, talvez nunca lo esté

—Te esperé tres años puedo esperar un poco más

—¿Y si no sucede? ¿Y si nunca estuviera preparada?

—Como te dije la vez que me lo dijiste me siento feliz con lo que tengo porque me conformo con tus besos, tu olor y esa mirada que me hace querer ser un mejor hombre todos los días

—¿Yo dije eso?

—Sí, en esa época no estabas muy segura de nuestra relación, fuiste abriéndote poco a poco y pasará lo mismo ahora, si no quieres lo entiendo solo quiero que sepas que cuando estés lista aquí voy a estar

Flashback off

—Pero, ¿por qué no quiere ir? –preguntó Emma -¿qué debe esperar?

—No está lista para ir a vivir aquí, al menos por ahora, debemos darle tiempo y comprenderla, estuvo tres años sola, sin memoria, es normal que actúe así no nos conoce

—Yo pensé que sí aceptaría –dijo Camilo

—También yo, pero debemos respetar sus deseos –opinó Aurelio con resignación

—¿Ahora qué piensas hacer? –preguntó Emma

—Luchar por Julieta como lo hice antes, hacer que vuelva a enamorarse de mí y para eso necesito hacer algo

—¿Qué?

—Recuperar la vista, Emma, ¿podrías pedirle una cita a Rómulo?

—Por supuesto papá –dijo ella con una sonrisa –mañana mismo voy a pedirla

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