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Capítulo 1

—Hola mi amor, ¿cómo estás? Me alegro, yo estoy tratando de vivir sin ti, pero es muy difícil, extrañándote a cada momento, cada vez más amor, aunque han pasado tres años, todavía me pregunto por qué

Esta conversación la tuvo Aurelio frente a la tumba de Julieta en el cementerio del valle, hacía tres años había muerto en un grave accidente de auto que también se llevó la luz de los ojos del botánico, había quedado ciego, existía la posibilidad de que recuperara la vista con una cirugía, pero al enterarse de la muerte de su Julieta decidió quedarse así, en la oscuridad, que creía su justo castigo, Aurelio se sentía culpable por la muerte de Julieta, pues él tuvo la idea de ese viaje donde celebraban sus cinco años juntos, lo último que vio fue a su amada sonriéndole segundos antes del choque y conservaba esa imagen como una penitencia.

—Ay mi amor, perdóname te lo suplico –dijo Aurelio hincándose mientras lloraba cubriendo su rostro con sus manos

—Papá, no digas eso –dijo Emma sentada a su lado –tú no tienes la culpa de lo que pasó

—Claro que sí Emma y siempre voy a sentirme culpable porque por mi culpa Julieta está enterrada aquí, yo la maté y nada me hará cambiar de opinión

Emma estaba preocupada por su padre, deseaba ayudarlo, curar esa herida que tenía en su corazón pero la única capaz de curarlo ya no estaba ahí y jamás volvería por desgracia, Aurelio recordaba muy bien esa noche como si hubiera ocurrido el día anterior.

Flashback on

—Ay lo pasé muy bien contigo como siempre mi amor –le dijo Julieta –si hace cinco años alguien me hubiera dicho que me enamoraría de uno de mis deudores lo habría denunciado por estar demente

—Qué drástica

—Sabes cómo era, la implacable Reina del Café

—Lo sé, alguien que necesitaba amor, comprensión y ser curada por cierto botánico

—Con nuestra historia, me di cuenta de que nadie sabe lo que es nunca

—¿De qué hablas?

—Antes de venir al Valle del Café, me confesé, descargué mi amargura y el padre dijo que no tenía que enfrentar ese dolor sola, yo le contesté que Camilo no podía saber nada sobre el dolor que su padre me había causado, pero él dijo sobre la posibilidad de un nuevo amor, le contesté que ni lo pensara, pues no necesitaba ningún hombre a mi lado y que debía seguir así, pero te conocí y todo cambió

—No pudiste resistir a mis encantos

—Presumido, pero sí, siempre te agradeceré por eso mi amor y le agradezco a Dios por haberte puesto en mi camino

—No tienes nada que agradecer –dijo viéndola –ver esa sonrisa en tu cara es mi recompensa y como te dije antes: gracias por creer en la felicidad que te prometí

Julieta sonrió y volvió a ver al frente, donde su sonrisa se desvaneció y gritó

—¡Cuidado!

Aurelio puso sus ojos en la carretera donde vio la luz de otro carro que iba directo hacia ellos, rápidamente trató de evitar el impacto, pero perdió el control y se estrellaron contra un árbol, él perdió la consciencia, los llevaron al hospital, donde horas después supo descubrió que estaba ciego y le dieron la peor noticia de su vida, Julieta había muerto.

—Emma donde está Julieta

—Papá, por favor cálmate y descansa

—No me pidas eso, les he preguntado a Rómulo y a dos enfermeras y me contestan con evasivas, que la traerán pero regresan con la noticia de que aún no puede venir, dime de una vez por todas ¿qué pasó con Julieta? ¿dónde está mi esposa?

—Papá, calma

—Te dije que no me pidieras eso, dime qué pasó

—Está bien, ambos llegaron mal heridos en especial ella, hicieron todo a su alcance pero...

—¿Pero qué?

—Lo lamento papá, doña Julieta murió

—No, no es cierto, Emma dime que es mentira

—Ojalá pudiera pero no, Camilo fue a reconocer el cuerpo, su rostro estaba muy golpeado pero era su ropa

—No –dijo gritando mientras lloraba–Julieta no puede estar muerta no

Aurelio se desesperó y perdió el control tanto que debieron llamar al médico para tranquilizarlo y él le suministró un sedante, horas después despertó como no veía preguntó si había alguien en la habitación, Emma contestó.

-Hija, ¿es verdad que Julieta...

-Sí papá, cuesta creerlo pero, es cierto

De inmediato, él soltó las lágrimas y lloró abrazado a su hija

Flashback off

—Son 2 reales señor Camilo, doña Jane, a doña Julieta le encantarán

—Gracias hasta pronto –dijo Camilo

La muerte de la reina del café había marcado la vida de los habitantes del valle, en especial la de Aurelio y Camilo, no podía creer que su madre ya no estuviera, ahora que se estaban llevando mejor y con el nacimiento de su hijo, Julieta era una abuela tan abnegada y cariñosa con el pequeño Charles, que Camilo lo sentía injusto, él no recordaba a su abuela materna y esperaba que su hijo lo experimentara pero por desgracia no sería así y la historia de su niñez se repetiría no lo creía justo, nada justo.

—Han pasado tres años y todavía no puedo creerlo –le dijo Camilo a Jane mientras salían de la florería donde habían ido para comprar flores y llevarlas al cementerio más tarde

—Lo sé mi amor, nadie puede creerlo, todos extrañamos a doña Julieta, dejó una gran huella en todos lo que la conocemos

—A veces cuando estoy en la oficina pienso que se abrirá la puerta y aparecerá con su cabello suelto y sus vestidos coloridos, pero sé que no sucederá o llegar a casa y verla arreglando las rosas que tanto amaba y me duele, ¿por qué se murió Jane?

—Nadie lo sabe, los designios de Dios son inescrutables, si decidió llevársela nada podemos hacer

—Pero no es justo Jane, ella merecía vivir y más ahora que por fin había superado su trauma y vivíamos felices

—La muerte existe, pero lo recordamos cuando nos afecta

—Quienes han sufrido, más son los niños y Aurelio, se culpa por la muerte de mi madre pero es inocente

—Lo sabemos, pero él insiste en que la culpa es suya y no cambiará de opinión créeme, lo conozco más que tú

—Lo único que puedo sentir por Aurelio es agradecimiento porque gracias a él mi mamá recuperó su alegría, debo ayudarlo de alguna forma, mi madre me enseñó que debemos luchar por quienes queremos, hablaré con Emma para que nos pongamos de acuerdo para ayudar a Aurelio

—Ya llegamos papá –dijo Emma cuando estuvieron en el cuarto del botánico en la hacienda Bittencourt

—Gracias hija, ahora vete, déjame solo

—¿Seguro?

—Sí

—¿No quieres que te lleve hasta la cama?

—Tranquila, sé cuántos pasos son, descuida mi amor

—Está bien papá, si necesitas algo ahí estamos

—Lo sé, gracias Emma

En cuanto Emma se fue, Aurelio dirigió sus pasos, no a la cama sino al tocador de Julieta, con sus dedos buscó el perfume que ella siempre usaba, cuando lo encontró roció un poco y pudo sentir el olor de su amada, al menos por unos instantes, para sentirla más cerca, evocó la imagen de Julieta en su memoria, pudo verla, sus ojos, su sonrisa, su pelo, era tan hermosa y por milésima vez en ese día lloró.

—Te extraño tanto Julieta, otra vez perdóname

—Estoy angustiada por mi padre Ernesto –le dijo a su marido cuando se reunió con él en el comedor, desde que sucedió esa desgracia Emma fue a vivir a la mansión Bettancourt para cuidar mejor a su padre –lleva tres años así deprimido de su cuarto al cementerio

—Perdió al amor de su vida baronesita, no puedes culparlo, yo estaría como el señor Aurelio, si te perdiera

—¿En serio?

—Sí, seguiría viviendo por Afranio y Catarina pero estaría apagado sin ti

—Todo estaba tan bien Ernesto, al fin estábamos felices, él vivía enamorado de ella

—Y era recíproco –dijo Ernesto

—Sí

—Es solo un recordatorio de que la felicidad no es eterna Emma

—Pero es injusto Ernesto, daría todo para que doña Julieta estuviera aquí y él volviera a ser feliz

—No podemos hacer nada baronesita, solo podemos recordar a doña Julieta con una sonrisa y ser mejores –dijo abrazándola

Emma lloró en sus brazos, esa situación dolía mucho, debía hacer algo para ayudar a su padre y sacarlo adelante, ¿pero cómo?

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