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🎶 Capítulo 4 🎶

— Dek-... No, Izuku hay algo que tengo que decirte...

El peliverde sintió una pequeña punzada en su corazón que lo hizo borrar su sonrisa poco a poco.
Bakugo nunca le hablaba por su nombre y al ver qué se notaba considerablemente nervioso y apenado lo hizo pensar lo peor.

¿T-te vas a morir? ¿Tienes alguna enfermedad terminal? ¿Mamá? ¿Mamá Mitsuki?  — preguntó al borde de las lágrimas

— ¿Que? ¡No idiota!... — carraspeo su garganta — E-es otra cosa... Pero vamos a mi habitación, no quiero que el entrar a tu habitación sea un recuerdo amargo.

El pecoso tomó en sus manos un peluche que había estado con el desde que tenía memoria y ese peluche era su lugar seguro.

Salieron de la habitación del pecoso para subir al siguiente piso de la enorme casa donde estaba la habitación del rubio.

Claramente había un letrero que decía "si entras te mataré" y en esta ocasión permitió primero el paso al peliverde que se notaba nervioso y hacía un esfuerzo por no soltar feromonas impregnadas en miedo.

Tomaron asiento en silencio sintiéndose incómodos. El rubio no sabía cómo iniciar la conversación y el peliverde esperaba alguna señal divina para lanzarse de la ventana y no vivir ese momento.

— Yo... — habló Katsuki llamando la atención del peliverde — No se cómo decirte eso y no sé cómo tratar con los putos sentimientos de otra persona a la que voy a lastimar pero es necesario que lo sepas.

K-Kacchan... ¿Q-que pasa?

— Aprovecho que pelos de mierda fue al supermercado para decirte esto.

¿Que tiene que ver Kiri en esto? — preguntó soltando su primer lágrima.

El rubio chasqueo la lengua y murmuró "por eso no debí de acercarme a ese imbecil"

— Lo diré de golpe y puedes golpearme, maldecirme y hasta aventarme por la ventana pero bien... Aquí voy — suspiró antes de mirar al pecoso totalmente serio y directo a los ojos — Kirishima y yo estamos saliendo.

El sonido de algo quebrandose resonó en los oídos de Midoriya... Era su corazón, su hermano y su... Y Kirishima lo habían roto en tan solo esas palabras. No supo cómo reaccionar y solo se puso a reír a carcajadas, llorando con fuerza, escuchando como Bakugo le pedía que se calmara y escuchará.

Midoriya puso una mano frente al rubio pidiendo que guardara silencio y por primera vez, Bakugo sintió la desepción que le transmitían los enormes ojos verdes de su hermano.

Entiendo, gracias por decirlo, Me voy.

Bakugo intentó agarrar el brazo de Midoriya pero solo pudo recibir un manotazo impidiendo que lo tocará.

Bakugo, no me vuelvas a tocar en tu vida.

El rubio se quedó estático en su lugar, sobando un poco su mano después del golpe de su hermano y estuvo a punto de hablar cuando abrieron la puerta.

— Blasty, no vas a creer... — la sonrisa de Kirishima se borró en cuanto vió a Midoriya con el ceño fruncido a poco de plantarle una cachetada. — P-peque... p-pense que estabas en tu habitación.

Midoriya bufó molesto y empujó a Kirishima saliendo de la habitación del rubio.

— ¿Izu? ¿Todo bien, cariño?

— Se lo dije, te dije que si no lo decías tú, lo haría yo.

El pecoso con las mejillas empapadas de lágrimas bajo rápidamente las escaleras para correr a la entrada y ponerse sus botas rojas.

— ¡Izuku! — llamaron al unísono Kirishima y Bakugo al ver qué el peliverde iba cerrando la puerta

¡No me sigan!, Si pregunta mamá díganle que pasaré la noche en casa de una amiga.

— I-Izu... Y-yo... — Kirishima quiso tomar la mano del peliverde.

¡No me toques!... — suspiró con cansancio y volteó a ver a ambos chicos que mantenían su cabeza gacha — Estoy muy decepcionado de ustedes... Más de ti, Kac- Bakugo... Sabía que me odiabas pero no pensé que al punto de lastimarme así

— Izuku... Yo no-

¡Cállate!... Cállate y no me dirijas la palabra... No quiero escucharte. — Midoriya azomó su rostro un poco más — Kirishima... ¿Por eso no querías marcarme?... Tu olor era diferente pero pensé que solo era mi tonta imaginación... Ya veo que no.

Finalmente cerró la puerta y salió corriendo hasta que sus piernas cedieron al cansancio cayendo de rodillas sobre el pavimento.

La tormenta no cesaba y solo pudo dejar que sus lágrimas bajaran hasta hacerse uno con la lluvia que caía del suelo pareciendo que llorara con el por la decepción.

El frío de la noche no le hacía justicia al frío que sentía dentro suyo, aquella calidez que sentía cada vez que Kirishima lo abrazaba o Bakugo lo regañaba por qué era un llorón... Ya no estaba, no quería saber más de ese par pero por ahora desgracia, uno era su hermanastro y el otro su manager. No podía despedirlo, no tenía corazón para dejarlo a su suerte aunque bien se lo merecia.

"Maldito corazón de pollo" pensó Midoriya

Se sentó en una banquita que era refugiada por un techo y simplemente dejo que sus sentimientos salieran en cuestión de segundos... No le prestó atención a los flash que cada vez se hacían más y personas hablaban sin sentido... Hasta que escucho el ruido de un claxon.

30 minutos antes

Parece que la lluvia no va a ceder. — habló un bicolor para sí mismo ya que se encontraba en la puerta de la casa de sus padres dispuesto a salir.

— ¿Por qué no te quedas Shōto? — preguntó amablemente la señora Todoroki.

Me gustaría, pero debo alimentar a Migth JR... No le dejé comida y debe ya haber matado a un peluche con el rostro de Deku. — suspiró sin ganas antes de abrir la puerta sintiendo el aire frío de la noche, sumándole la tormenta que parecía no tener ganas de terminar.

— Enano — habló su hermano mayor llamando su atención — Llévate mi coche, solo no lo choques y tráelo mañana temprano debo ir a ver a Keigo.

Las llaves del auto de su hermano fueron lanzadas al bicolor que poco y se lanza a abrazar a su hermano por prestarse su "princesa" (el nombre se su coche)

Se despidió de su familia y corrió hasta el coche de su hermano donde no tardó en entrar y tirar medio coche por la ventana por la cantidad tan descomunal de basura de papitas, dulces, refresco, cerveza y paquetitos que prefirió no tomarlos con la mano directamente si no que uso un plástico para tirar cada paquetito que desprendía un olor no muy agradable.

Tuvo que abrir las ventanas y encender el aire acondicionado para que se logrará ir el olor.

Puso su play list favorita de My Hero Academia y comenzó a cantar sin importarle que cada auto del tráfico le escuchará y no es como que desafinara así que el espectáculo que daba no daba del todo vergüenza.

Decidió pasar por un nuevo libro que encontró en internet y paso a la biblioteca aunque antes de llegar a dicho establecimiento, una aglomeración de personas había en la esquina tomando fotos a quien sabe que desde quien sabe cuánto tiempo pero para contarle el chisme a Momo decidió acercarse hasta que llegara a escuchar lo que gritaban los periodistas.

— ¿Fue una desilusión amorosa?

— ¿Te corrieron de tu casa?

— ¿Algo que quisieras decir para tus fans que te observan en vivo?

¿Fans?... Se acercó un poco más hasta escuchar el nombre que gritaban todas las personas.

— ¡Deku! ¿¡Qué es lo que ocurrió!?

"¿Deku?" Pensó hasta que cayó en cuenta de quién era la persona que estaba siendo atacado — ¡Deku! — gritó pero sus gritos se perdían entre la mutitud.

Tocó el claxon un par de veces y hasta hizo que los paparazzi lo insultaran por el ruido que hacía pero al ver qué desde algún punto de las personas se comenzaba a mover dejando pasar al pecoso. Bajó de su auto y se quitó su gabardina para ponerla sobre la cabeza del pecoso.

¿Q-quien? — habló el pecoso con un tono atropellado

Soy Todoroki, tu profesor... Solo camina.

El pecoso afianzó su agarre al profesor y solo podía escuchar las preguntas que ahora eran dirigidas al bicolor. Iba a abogar pero al ver qué el coche era arrancado, las palabras quedaron en su boca.

La música que conocía de derecho a revés fue apagada metiéndose en un absoluto silencio.
Ninguno decía nada, únicamente se escuchaba como poco a poco el ruido de la mutitud era menos bulliciosa.

En algún punto, sintió que el coche se detuvo y alzó su rostro viendo a través de la ventana.

Midoriya... — llamó la atención del pecoso — Amm... ¿Estás bien? ¿No te hicieron nada? — preguntó el profesor rascando su nuca sintiéndose avergonzado.

No ... — murmuró muy quedito el pecoso sintiendo como el nudo de su garganta le impedía hablar.

Bien... Amm... No deberías andar en la calle tu solo... Pudo haberte pasado algo.

Silencio. Todoroki no era el mejor sacando conversación y solo pudo estirarse para alcanzar una bolsa donde traía un pedazo de pastel de chocolate que su mamá le había dado esa misma noche.

Toma — ofreció el trozo de pastel siendo recibido con un casi inaudible gracias. — Te llevaré a casa. ¿Dónde vi-

¡No!... No quiero ir.

El bicolor no supo que decir y se rascó su nuca algo nervioso.

¿Alguien a quien puedas hablarle?

Sí... A... — guardó silencio de inmediato para después bajar su cabeza — No... A nadie... Dejé mi celular en casa.

Midoriya, ¿A dónde te llevo?... No voy a dejarte en la calle.

Nuevamente silencio. El coche se encontraba aparcado en alguna calle de la ciudad y lo único que se escuchaba era el estruendo de la tormenta.

Todoroki-sensei...

Solo dime Todoroki o Shōto, solo soy tu profesor en la escuela. 

Todoroki-san... ¿Puedo pasar la noche en su casa?

¿Qué?

Todoroki sintió un sin fin de emociones subirse por su garganta al punto de querer vomitar arcoiris.

Se que no es correcto, pero solo por esta noche... No quiero regresar a mi casa, y no tengo un amigo con el que pueda ir.

Shōto siguió en silencio agradeciendo que era de noche ya que si no vería la sonrisa mal formada que tenía en su rostro. ¡Midoriya estaba pidiendo dormir en su casa!... Pero...

Está bien... Solo debo hacer pasar por algo para cenar, espera aquí y no abras el coche por nada del mundo.

Muchas gracias.

El Alfa le restó importancia y salió de su automóvil para entrar casi corriendo al supermercado que estaba cruzando la calle y en lo que escogía algo para cenar marcó el número de sus emergencias.

En la llamada:

— ¿Todoroki-san?... Son las-

Momo no hay tiempo, tengo una situación de código rojo... ¡No! ¡Código vino! ¡Negro!, Ve a mi departamento en este mismo instante y guarda todo en el armario del sótano... Que no haya nada a la vista de Midoriya, borra mi historial de mi computadora y cambia todos los fondos de pantalla de cualquier aparato electrónico que encuentres.

— Oh WOW... tranquilo que no te entendí, ya estoy dentro de tu departamento ¿Por qué quieres que haga eso?

Vas a matarme si te digo la razón pero todo tiene una explicación.

La escucho bufar a través de la llamada.

— De acuerdo pero debes contarme todo, sin perder ni un solo detalle ¿Se acuerdo? Y debes comprarme el vestido que vimos en el aparador la otra vez.

Momo... ¿Te he dicho que eres el amor de mi vida en amiga?

— Sí, pero es bueno saberlo nuevamente... Te cuelgo, supongo que debo de apurarme.

Te cuento mañana.

Fin de la llamada.

Todoroki apresuró sus compras y salió del establecimiento donde estaba Midoriya en el coche viendo... Su celular.

Suspiró y volvió a entrar al coche sorprendiendo al menor que le dedicó una sonrisa nerviosa al ser pillado viendo su celular. Pero no tenía derecho de meterse en su vida privada así que solo le resto importancia.

Siguieron el camino entre vagas platicas que se dedicaron completamente a la escuela.

Al llegar al edificio, Todoroki rogó hasta al mismísimo Quetzalcoatl que Momo haya tenido tiempo suficiente para terminar de guardar todo. ¡Hasta se fue por el camino largo!

Lamento mucho el desorden... No esperaba visitas — dijo el heterocromatico girando el picaporte de su puerta con el corazón en la mano.

No hay problema, lamento la intromisión. — dijo el peliverde viendo el completamente normal departamento de un soltero de una persona menor a treinta años y pulcramente limpio.

El bicolor soltó un suspiro de alivio al ver qué todo se notaba en orden pero un ruido proveniente del sótano lo hizo maldecir en silencio.

Podría ser el gato... Ammm... Te prestaré ropa para que puedas descansar y arriba está mi habitación... Dormirás ahí.

¡Yo puedo dormir perfectamente en el sillón!

"¡Jamás!, Antes muerto que dejarte dormir en mi viejo sillón" — Insisto, duerme en mi habitación solo deja pongo estás cosas en la cocina y de dirijo a la recámara.

Muchas gracias, Todoroki-sen... Todoroki-san... 

El bicolor le dedicó una ligera sonrisa antes de entrar a la cocina.

—No hay de que Midoriya, siéntete como en casa

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