Amber.

No me gustaba la idea de que la mamá de Valen esté de nuevo cerca de Chris, tenía mucho miedo de que él me deje por ella. Y verdaderamente lo entiendo, yo no podría competir con esa mujer, ella es mucho más hermosa y más fina que yo.

— Bien, lo intenté. — Romina salió de la habitación.

— Te dije que no iba a querer hablar. — Chris estaba bien serio y con los brazos cruzados.

— A ti también te dejo mí número, por si quieres buscarme. — ella le dejó una tarjeta con su número.

— No hará falta. — hablé yo. Ambos me quedaron viendo. — Digo, ya le dejaste una a Valen, no hace falta que dejes otra. —sonreí falsamente.

— De acuerdo. — me sonrió ella de la misma forma que lo hice yo.

Ella saludó a Chris y se fue. Sinceramente me daba mala espina esto, tenía mucho terror de perderlo para siempre.

—¿Estás bien? — me preguntó él.

— Eh, si. — mentí. — Chris, — él se dió vuelta y me miró con una sonrisa en su rostro. —¿Tú me amas? — se me acercó con una sonrisa y me abrazó.

—¿Que es esa pregunta? — depositó un beso en mis labios. — Claro que te amo. — lo abracé por el cuello. — ¿Por qué me preguntas esto? Si sabes lo que significas para mí.

— Quería escucharlo, nada más. — le sonreí por último.

Me adentré a la habitación de Valentina, ella seguía acostada. Odiaba verla así, se suponía que sería el mejor día de su vida, se suponía que festejaría su fiesta de 18, pero no, está ahí tirada, triste. Por culpa de aquella mujer que le arruinó la noche.

— Valen, — me senté a su lado. — vayamos a la fiesta, olvídate de lo que acaba de pasar y pasemos la noche bailando y festejando tu fiesta que tanto deseabas.

— Esa mujer me arruinó la vida, y la noche también. ¿Cómo quieres que me divierta sabiendo que esa mina anda cerca?

— Ella ya se fue, vamos. — hice una cara graciosa, ella me miró y se le formó una sonrisa en su rostro.

— Está bien, solo lo hago porque estuviste horas decorando y preparando todo para esta noche.

Agarré su mano y salimos, Chris nos miró con una sonrisa y me guiñó un ojo.

— Diviértete. — él besó la cabeza de Valen.

Y así pasamos la noche, bailando y bebiendo. Chris estaba en una punta mirándome y riéndose de los pasos graciosos que hacía. De vez en cuando miraba a Valen y se ponía triste, eso parecía. Algo le pasaba, y supongo que tenía que ver con la visita de la madre de Valentina.

No podía dejar de pensar en eso, Chris la miraba de una forma especial, como si siguiera enamorado de ella, y juro que lo entiendo, yo no le llego ni a los talones a esa mujer.

En un momento Erick quedó bailando con Valen y yo me acerqué a Chris.

— ¿Por qué no bailas? — le pregunté sentándome arriba suyo.

— No soy muy bueno bailando. — me dijo con una sonrisa.

— ¿Y en qué eres bueno? — enrrolle mis brazos en su nuca y me acerqué a sus labios devorandolos.

— No se, me dijeron que soy muy bueno en la cama, ¿Quieres probarme? — dijo divertido, yo golpeé su brazo. Ambos reímos.

— Siento que estás raro desde que vino la mamá de Valen, ¿Me quieres contar? — él negó.

— No pasó nada. — me dió un pequeño beso en mis labios. — ¿Sabes? Si sigues apuntando tu hermoso escote a mis ojos, juro que te hago mía en este momento sin importarme nada. — mis mejillas subieron de color. — Hace horas que me muero por llevarte a mí cama.

— Entonces, ¿Que esperas? — sonreí picarona.

Me agarró en sus brazos y con cuidado subió las escaleras conmigo encima.

—¿Dónde van? — preguntó Erick.

— Nos quedó pendiente algo, ustedes diviertanse, — ya estábamos cerca de su habitación. —¡Pero no más de la cuenta! — Chris gritó desde arriba.

Entramos al cuarto sin parar de besarnos, me colocó en la cama delicadamente. Él empezó a deshacerse de su camisa sin alejarse de mí.

Colocó sus manos por mí espalda bajando el cierre del vestido, minutos después ya nos habíamos desecho de aquel vestido rojo que tanto lo volvió loco durante la fiesta.

—Me encantas. — me besó apasionadamente.