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Para Maggie8317 (AO3)
Era pasado de medianoche, y de nuevo estaba sola en su cabaña, tenía poco más de un mes que despertaba en la noche completamente sola... Nada había resultado como se lo imaginó cuando regresó al Sengoku tras tres años de ausencia, a los pocos meses de su regreso Inuyasha le había pedido matrimonio y, en ese momento, estaba más que feliz de aceptar pero ahora si se lo preguntaban quizá habría dicho que no, el amor y la devoción que Inuyasha le había profesado se acabó poco más del año y todos sus días comenzaron a ser infelices, para estas alturas ella imaginaba que podría tener un hijo nacido del amor que se tenían ella e Inuyasha desgraciadamente aquí estaba con solo un hijo adoptivo que, amaba demasiado, pero se sentía incompleta...
Kagome era, si no es que la única, mujer despreocupada en todo Edo, prefería la felicidad de los demás antes que la suya, pero se estaba dando cuenta que eso le estaba costando factura, los aldeanos comenzaban a hablar haciendo suposiciones sobre su soledad puesto que día a día Inuyasha se veía menos con ella, eso la molestaba.
Sin embargo, ella no quería pensar mal de su marido, pero eso la hacía sentir miserable y sola, ella lo único que quería era sentirse amada.
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Era muy entrada la noche cuando decidió fugarse de su casa, dejando a su esposa sola.
No era algo personal en contra de su esposa, solo que al paso del tiempo el sentimiento que creyó era amor resultó ser solo cariño, se dio cuenta demasiado tarde que no amaba a Kagome, pero temía lastimarla, ella no se merecía eso.
Simplemente decidió que lo mejor que podía hacer era irse alejando poco a poco y quizá desaparecer, al final solo estaban unidos por las leyes humanas, nunca se había atrevido a aparearse en la cultura yōkai, eso era más permanente.
Simplemente comenzó a viajar, sin rumbo, solo viajaba, todo comenzó de noche, pero después comenzó a ausentarse días, y ahí fue cuando se topó nuevamente con la tribu de lobos de Koga que lo estaban siguiendo en busca de ayuda, una vez más, pero no esperó a que le explicaran, simplemente corrió antes.
Cuando llegó grande fue su sorpresa al ver a Koga convertido en lobo, algo que nunca había visto desde que lo conocía.
Ahí comenzó todo.
En la lucha por obligarlo a cambiar de forma, descubrió muchas cosas sobre el lobo, pasaron días antes de lograr que Koga se sometiera a él, y cuando lo hizo se encontró extrañamente atraído, todo en el lobo había hecho despertar una parte de él que creía que por ser medio demonio no tenía: su bestia.
Para él fue algo nuevo, algo que nunca había experimentado, y le había gustado. Lo hacía sentir vivo.
Una vez que todo regreso a la normalidad con el lobo él fue proclamado alfa de su manada y no importaba lo mucho que se negara no tenía escapatoria, eran las reglas yōkai.
Lo único que lo detenía a aceptar el quedarse en el norte junto a Koga era Kagome, no podía hacerla sufrir más.
Quizá si se separaban estaría mejor, pero a diferencia de la época de ella, aquí era mal visto que una mujer fuera dejada, nadie las quería.
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Había llegado al pueblo hacia unas horas antes de que se escondiera el sol, estaba visitando a Rin, y en secreto también la veía a ella.
Al principio había intentado ignorar lo que su bestia quería, le había costado mucho aceptar que sentía algo por ella.
Al principio cuando desapareció justo al terminar su batalla creyó que no tendría que preocuparse más por ello pues nunca la vería de nuevo, pero tres años más tarde regreso y con ella también el dolor de verla en los brazos de su medio hermano.
Pero ahora aquí estaba vagando por el espeso bosque más allá de medianoche cuando la vio salir del calor se su cabaña, su olor estaba manchado por la tristeza.
Eso le molesto.
Decidió poner fin y se aproximó a ella.
— Sacerdotisa. – la llamo.
— Sesshomaru. – respondió con una ligera reverencia con su cabeza.
— ¿Por qué estás triste?
Ella bajo su mirada y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.
Sin decir palabras en la tomo entre sus brazos para consolarla.
Ella lloro en sus brazos por bastante tiempo.
— Gracias Sesshomaru. – le miro aún entre sus brazos y le dedico una pequeña sonrisa.
— Siempre estaré para ti Kagome. – fue una promesa.
Ella enterró su rostro nuevamente en su pecho mientras murmuraba — ¿Por qué no me enamoré de ti?
Ante esas palabras el apretó más su abrazo enterrando su rostro entre el negro valle de su cabello inhalando su aroma, dándose cuenta de que ella no estaba emparejada.
Cuando ella se tranquilizó, empezaron a caminar tomados de la mano hacia su cabaña.
Estaban sentados, esperando a la tetera silbar indicando que el agua estaba lista para el té.
— ¿Qué te preocupa sacerdotisa? – se aventuró a preguntar.
— Creo que Inuyasha ya no me ama, y para ser sincera, eso en lugar de causarme dolor me da tranquilidad ¿Qué clase de esposa soy?
— ¿Qué te hace pensar eso? Mi medio hermano haría cualquier cosa por ti. – intentó calmarla.
— No lo entiendes, hace más de un mes que esta dejó de ser su casa, él ya no pasa tiempo aquí conmigo, a veces parece que viene de visita.
— Entonces deberías anular tu unión con él. – sugirió.
— Ese es el problema, ¿Qué tal que solo esté exagerando las cosas? ¿y si me equivoco? ¿Qué dirá el pueblo de mi cuando decida dejar a tu hermano?
— Kagome, — tomo sus manos— deja todo y ven a vivir conmigo. – soltó sin más y después un inmenso silenció los rodeos.
— ¿Y qué haría ahí? Estaré igual sola, sin nada, sin esposo, sin hijos. – el llanto volvió a inundarla.
Lentamente levantó su mano para tomar su barbilla y deslizar su pulgar por su pómulo obligándola a verlo.
— No puedo prometerte todo, pero si diré que por amor nunca vas a sufrir. – y con esas palabras se aproximó a ella para robarle un beso.
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— Cara de perro ¿A dónde vas? – preguntó Koga cerrando la única salida de la cueva.
— ¡Donde crees aliento de lobo! — gritó mientras lo apartaba del camino con su brazo—, voy a ver a mi esposa, estoy seguro de que ella querrá una explicación sobre mi ausencia.
— Solo dile la verdad, tú y yo somos almas gemelas y ella lo entenderá.
— ¡Estás demente! ¿Cómo voy a decirle a mi esposa que me aparee contigo si se supone que estoy casado con ella?
— Estás complicando todo Yasha, Kagome es una buena mujer y estoy seguro de que ella entenderá.
Inuyasha salió de la cueva sin decir ni una palabra más.
Una cosa era segura: tenía que hablar con Kagome... pero ¿Cómo?
Grande fue su sorpresa cuando llegó a casa y no encontró a Kagome, pero si el olor de su hermano.
¿Será que ella y Sesshomaru? Inmediatamente descartó la idea de la cabeza no creía capaz a Kagome de hacer esas cosas, era demasiado buena.
Caminó por la casa hasta su dormitorio y ahí sobre su futón encontró un pergamino.
Inuyasha sé que cuando encuentres esto yo estaré lejos, gracias por todo lo bueno y lo malo que pasamos juntos, espero volver a encontrarnos en un futuro, te dejó libre, encuentra tu felicidad.
Con amor Kagome.
Al terminar de leer se le hizo un nudo en la garganta ¿Qué había hecho?
Cuando regresó con Koga esa misma noche le contó todo mientras lloraba, por segunda vez en su vida estaba llorando.
Pero ahora estaba donde debería estar y esperaba que ella también encontrara la alegría en un nuevo matrimonio.
Buena suerte donde quiera que este Kagome. -habló al cielo nocturno lleno de estrellas.
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