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Secuestro

Alice
Aún me siento nerviosa por lo que sucedió en aquel restaurante.La preocupación me invade ya que mi hermano y Bruno se han quedado solos con esos hombres y aún no se que ha pasado con Alexia que salió disparada del coche para tomar el arma de Dylan.
—Cris por favor salgamos de aquí—dije casi sin poder hablar conteniendo aún más las lágrimas.
Solo miro a mi alrededor deseando que todo termine lo más pronto posible, deseo llegar e imaginar q todo fue una horrible pesadilla.
El auto se detiene de un tirón dando un gran giro y provocando los gritos de todos por no entender que sucede. De repente pensé que había sido un accidente ya que Cris estaba muy nervioso y conducía a gran velocidad. Solo pasaron unos segundos cuando escuché una voz familiar.
—Baja del coche ahora o créeme que volarán por los aires los tres.—gritó el hombre al cual no pude distinguir ya que llevaba un pasamontañas.
—Ya, ya voy pero no me toque por favor—alcancé a decir con solo un pequeño hilo de voz.
—Ahora solo saldrá la rubia, y ustedes dos pondrán en marcha el coche sin mirar atrás y olvidando lo que acaba de suceder aquí.Si intentan algo estúpido les vuelo los sesos.—Repitió el enmascarado sin que le temblara la voz.
—Alice te prometo que te ayudaremos—gritó Victoria con una voz casi imperseptible debido a los soyosos.
Al ver que Cris se alejaba en el auto sentí que moriría en mano de esos malditos hombres solo quería que esto acabara de una vez.
—Entra al auto—gritó el hombre mientras me empujaba a una camioneta negra.
Yo seguía sin entender que sucedía, solo entrar al vehículo y un terrible olor invadió mi nariz.
—¿Qué pasa? ¿A dónde me llevan? Déjenme ir  —hablé desesperada
—Aquí las preguntas las hacemos nosotros muñeca.—respondió uno de los matones.
—¡No! Déjenme por favor déjenme ir se los suplico no me hagan daño.—grité entre soyosos y desesperación.
—Te sugiero que te calles preciosa—dijo esto mientras me ataba las manos y me amordazaba.
—Ahora no verás nada más —habló otro de los secuestradores mientras me tapaba la cabeza con una capucha.
No sé cuánto tiempo estuvimos exactamente en aquel horrible coche, pero calculo que fueron aproximadamente dos horas de camino.El auto se detuvo, me bajaron a empujones y estando en el suelo me quitaron la capucha. Me han llevado a una cabaña en el bosque no tengo idea de que lugar es este.
Los sicarios seguían con sus pasamontañas así que seguía sin ver sus rostros pero había uno de ellos que su voz me seguía pareciendo familiar. Seguro era alguien que solía visitar a mi padre para uno de sus negocios—pensé.
La cabaña era bastante grande me acompañaban dos de los hombres, los cuales me indicaban hacía dónde tenía que dirigirme. Subimos unas escaleras de madera hasta la segunda planta, seguimos por un extenso pasillo hasta llegar a una de las habitaciones del fondo. Al abrir la puerta pude ver qué para mí sorpresa estaba completamente vacía solo había una manta en el piso .De un tirón me hicieron entrar en esta, de manera que me estampé contra el suelo frío y duro. Solo uno de los hombres entró conmigo, los demás salieron y cerraron la puerta dándole a él la llave de la misma.
— Siéntete—dijo aquella voz.
Me quedé pegada a la pared sin obedecer lo que me pedía aquel sujeto.
—Siéntate te he dicho, a caso eres sorda.—repitió la maldita voz.
—Por favor no me lastimes.—alcancé a decir
—Si cumples mis órdenes y no haces nada estúpido.—dijo apretando sus manos justo delante de él.
—Quítame esto de las manos te lo pido, aprieta demasiado.
—Está bien lo haré.
Se acercó a mi para cortar el nudo que había en mis muñecas cuando un fuerte golpe lo detuvo justo después de cortarlas. Era mi oportunidad de saber de quién era aquella voz familiar .No lo pensé y con una de las manos quité su máscara.
Oh no por Dios no puede ser él, no él.
—Pero que has hecho  imbécil , te ha visto—dijo el hombre que a acaba de entrar.
—Yo, yo no pensé—divagó en su respuesta
Me miró a los ojos, y se marchó. Yo no entendía que sucedía como él había Sido capaz de hacerme algo así.La última persona que yo podía imaginarme era justo la que se acababa de marchar por esa puerta dejándome a solas con su maldito jefe.
—Ahora tú rubia llamarás a tu hermano.—dijo el mismo hombre que había visto antes en el restaurante , era el único de ellos que andaba sin pasamontañas.

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