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Capítulo único

Amor, Impacto y Dominó

Y entonces se dio aquel estruendo, un impacto tan sonoro que remeció las paredes y las ventanas del edificio que teníamos al lado. Similar a un cañón... no, similar a la caída de un meteoro en tierra firme. Un sonido con un eco tan distinguible a la distancia, no me sorprendería si la gente que vive en las montañas lograron sentirlo casi al mismo tiempo.


El epicentro de aquel fenómeno fue mi rostro, causado por las manos que más anhelo tomar. Uno al confesar su amor imagina muchos escenarios, muchas posibles respuestas, sin embargo, su reacción fue la que menos esperaba que ocurriera. "¿Por qué el golpe? ¿Por qué llora?" fueron las preguntas que fueron apareciendo una a una a medida que recuperaba la conciencia en mí mismo.


—¿Por qué? —me preguntó ella mientras se sobaba la mano, la cual resultó lastimada tras su propio impulso— ¿Por qué dices eso ahora, justo ahora? ¿Por qué siempre eres así de impertinente?


Caí en cuenta entonces que no tuve del todo en cuenta sus sentimientos, que efectivamente había elegido un mal momento para mi arrebato de sinceridad. ¿Cómo enfrentar una batalla perdida desde el primer disparo?


—Lo sien... —empecé a decir con voz temblorosa.

—¡¿Cómo puedes decir eso?! —interrumpió gritándome mientras se limpiaba las lágrimas con las mangas de su chompa— ¿Cómo puedes afirmar eso después de lo que te acabo de contar, de cómo he estado apenas unos minutos?


Tenía razón, no suelo tomar riesgos ni cometer este tipo de impulsos a menudo, pero la presión en el pecho superó mi propia fuerza de voluntad. Creo que llegué al límite que me prometí jamás cruzar y que me esforzaría en ocultar. No era la primera vez que ella me contaba una situación similar y, como el buen amigo que he buscado ser, siempre he querido ser ese apoyo incondicional que necesitaba. ¿Qué hubo de diferente esa vez? Eran las mismas lágrimas de las otras veces, las mismas palabras, las mismas excusas del inútil de su novio.


—Eres un egoísta... —dijo ella calmándose.

—- No lo hice con mala intención, lo sabes.

—No puedo, sabes cómo me siento, sabes cómo soy. —se tomó una pausa para respirar, hacía mucho ruido— Si no he sido una buena persona para él, menos lo he sido contigo —reanudó.

—¿Qué dices? Siempre has sido amable conmigo, nos hemos apoyado mutuamente en todo momento...

—- ¿Cómo amigos verdad? —volvió a interrumpir.

—Si —respondí por inercia.

—¿Nunca te has preguntado por qué prefiero llamarte "amigo" en vez de usar tu nombre?

—Pues... no, no me había percatado.


Esa fue la primera mentira que me atreví a decirle, sí lo había notado y había llegado incluso a odiar esa palabra que resonaba en mi mente cada vez que pensaba en ella. Me bastó las primeras dos veces para comprender el mensaje, pero la repetición se hizo rutina y terminé acostumbrándome. Me engañé tantas veces diciéndome que lo hacía por reconocimiento a mis acciones. No estaba decepcionado, me sentí aliviado.


—Sí, me cuesta creer que no lo notaras —dijo ella tajantemente— pero aun así yo no soy...

—¿Una buena persona? —me tocó interrumpir— ¿Quién lo es realmente? Yo no soy un santo tampoco, he disfrutado las venganzas que le hacías a tu novio, hacerle daño, como esa vez que me tomaste del brazo inesperadamente para ponerlo celoso o aquella en la que fuimos a tomar a sus espaldas la segunda vez que te lastimó. Nunca esperé nada porque sabía cómo te sentías en esas ocasiones, sin embargo, he estado enamorado de ti por tanto tiempo que he aprendido a valorar las pequeñas muestras de cariño que me dabas. Convénceme de la falsedad de tus actos, pero no me pidas que te deje de querer de un momento a otro.

—No sé qué responderte.

—- No te he pedido una respuesta y agradecería que no me digas nada a menos que realmente lo sientas. Ya imaginé todo lo que me podrías decir muchísimas veces, incluso la bofetada, no pensaba declararme hoy, pero hubo algo que me impulsó a hacerlo.


Esa fue la segunda mentira. Declararse a una persona requiere de mucha preparación y acumulación de un valor que quizás nunca hemos demostrado anteriormente. Yo lo había hecho por impulso y pese a ello quería una respuesta, que al menos luego de tanta confesión mutua me dijera que algo de verdad hubo en nuestra llamada amistad, que reflexionaría sobre su relación, unas gracias tal vez. No debí decir nada, pero ya lo hecho, hecho estaba.


—- No te preocupes —comencé a decir— no quiero darte más problemas de los que ya tienes. Lo de tu novio estoy seguro que se solucionará pronto, como siempre.

—A veces pienso que merezco estar con alguien como él.

—Pero ¿lo quieres?


Noté su intención de asentir con la cabeza, pero se detuvo a medio camino. En todo este momento que hablábamos de él ella evitaba mirarme directamente. Sus ojos estaban enrojecidos por las lágrimas derramadas y por un instante sentí que ya no estaba enojada conmigo.


—Querer a alguien es una decisión —reanudé— tiene como base los sentimientos, pero es una decisión al final. Yo decidí hacerlo a pesar de todo lo que tenía en contra y estoy asumiendo las consecuencias de ello. Solo quería que supieras lo que siento y lamento que haya sido de esta forma.


A este punto quería llorar también, aquella era quizás la última conversación que tendría con mi amada antes de separar nuestros caminos por un impulso. Sentí que le estaba reprochando demasiado y que alejarme sería lo mejor. Por su paz mental, por la mía, dolería por todos los años juntos, pero era necesario.


—- Hace rato pregunté ¿Quién es una buena persona realmente? —seguí diciendo— Creo que una mejor pregunta sería ¿Quiénes somos para decir que alguien es bueno o malo, incluso refiriéndonos a nosotros mismos? ¿Merecer a alguien? ¿Realmente crees eso? Toma mi último consejo si así lo prefieres...

—¿Último? —preguntó ella sorprendida, en voz baja.

— ...piensa mucho en lo que quieres para ti, con él o sin él puedo asegurar que el mundo no acabará, pero todo depende de ti.

—- ¿Y tú? —me cuestionó, mirándome fijo por primera vez.

—Haré lo mismo —le dije con una sonrisa un poco forzada— Siempre te desearé lo mejor y lo sabes.


No estaba mintiendo, siempre le he deseado lo mejor, aunque no fuera conmigo a su lado. Sin darme cuenta ya me había despedido e instintivamente di media vuelta y emprendí mi camino a casa. No lo mencioné antes, pero todo lo que estoy contando ocurrió en el techo de la casa de un amigo en común, era de noche, no había luna al parecer y por las luces propias de la ciudad apenas si podíamos distinguir las estrellas. Bajo nosotros se llevaba a cabo una gran fiesta entre compañeros de trabajo y universidad del dueño, nosotros pertenecíamos al segundo grupo incluyendo al novio quien fue uno de los últimos en integrarse a nosotros en los últimos ciclos.


Llegué a la fiesta y busqué al dueño de casa, le agradecí sus atenciones y me disculpé ya que me retiraba muy temprano. A lo lejos estaba el susodicho con una chica que recién conocimos esa noche entre otros conocidos, él también se había llevado una bofetada gratis esa noche, pero estoy seguro que la que yo recibí fue más fuerte. Fue en ese instante en que noté el dolor, en que noté el calor del golpe y que mi mejilla había enrojecido. Él seguramente estaba acostumbrado a esos impactos, aún esbozaba una sonrisa de oreja a oreja como el primer minuto que llegamos aquí. Nada había pasado para él y no sería yo quien iba a iniciar un pleito en propiedad ajena.


Ya en la calle, noté que comenzaba a lloviznar, era invierno después de todo. Tenía mucho en qué pensar. Miré hacía el techo donde había estado momentos antes, pero ella no estaba ahí. Seguramente pasaría lo mismo que otras veces, ella rogaría, él pondría nuevas condiciones y todos estarían felices hasta que se aburra de nuevo. Ya no podía ver eso nunca más.


Esperé un taxi en una esquina, todos pasaban de largo, supongo que pensaban que estaba ebrio o algo así. Por lo general a estas horas de la madrugada del domingo es común encontrar a gente de mi edad saliendo de fiestas, bares y discotecas. Lo "normal" era hacerlo en grupo. Yo había llegado con uno, pero tras lo ocurrido preferí adelantarme sin despedirme. En eso iba cuando sentí que una lata vacía golpeo mi espalda. Voltee y ahí estaba ella nuevamente, agitada, había corrido para alcanzarme.


—¡Chris! ¡espera!— me dijo ella mientras trataba de recuperar el aliento.

—¿Qué haces Winnie? —respondí intentando ocultar mi sorpresa— Creí que todo estaba claro.


Se acercó con pasos muy marcados, me tomó del cuello de la camisa, aún respiraba fuertemente, a diferencia de antes ahora buscaba mirarme fijamente y yo buscaba serle esquivo.


—Perdón —dijo susurrando.

—- ¿Eh? —respondí de inmediato, no la había escuchado del todo.

—- ¡Perdón, perdón ¿sí?! —acotó gritando— Perdón por todo lo que dije hace unos momentos, no quise... solo no te vayas así hablando de "últimos consejos" por favor —me soltó finalmente.

—Después de lo dicho no creo que podamos hablarnos como antes.

—Eso lo decidimos nosotros.

—Pero tú me...

—No lo repitas —intercedió determinada— he tomado una decisión. Cállate y escucha.


Hizo un gesto para acercarme y así poder hablarme al oído. Fueron solo dos frases las que dijo tímidamente, las cuales de inmediato nos puso completamente sonrojados. Ni bien lo dijo, casi golpeándome, me apartó a un lado.


—Wi... Winnie, ¿Qué... ¿Qué acabas de decir? —No podía salir de mi asombro, no me nacían las palabras completas y tartamudeaba mucho.

—¡Cállate, cállate, cállate, Chris! —repetía ella mientras se tomaba las mejillas— Volveré a la fiesta y hablaremos de ello el lunes ¿Sí?

—De... acuerdo...


Tal como vino, tal cual se fue. Por lo que me dijo no podía intuir qué iba a pasar, pero algo era seguro: No iba a dormir esa noche. De camino a casa no podía dejar de mirar el cielo, ligeramente despejado pese a la llovizna, era una vista solitaria sin la luna allí, pero sabía que pronto habría una luna nueva.


Unas horas después ya me encontraba en mi habitación, me dio flojera cambiarme y quedé echado mirando al techo, recordando cada detalle de lo ocurrido. Vino entonces a mi memoria los primeros meses que estuvieron juntos, cuando el tipo aquel se pintaba como un buen chico y enamoraba a Winnie fuera de mi campo de visión. Él sabía que éramos amigos y solía hablarme para pedir consejos de cómo tratar con ella. Me negué las primeras veces, pero con el paso del tiempo la veía tan feliz que simplemente no podía negar la realidad. Ella nunca se enteró de mi intervención. Definitivamente esa noche no dormí por el cargo de conciencia que tanto el recuerdo y la frase dicha me dejaron.


"Terminaré con él ¿Prometes hacerte responsable?"


Me di cuenta que he sido responsable desde el inicio, sin embargo, el pasado no puede cambiarse. No me ha aceptado como su pareja ni nada, ¿Cómo puedo hacerme más responsable de lo que soy? ¿En qué embrollo me he metido? Tengo mi celular en la mano, son las 5 de la mañana y ya tengo 12 llamadas perdidas del tipo aquel. Esperemos que todo se aclare el lunes.


FIN

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