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????┆Capítulo 22

Estaba profundamente dormido abrazando a Jimin, cuando Jungkook sintió que algo rozaba su mejilla y su barbilla. Con cuidado de no moverse bruscamente abrió los ojos para ver de lo que se trataba y se llevó una sorpresa al ver que su esposo estaba despierto y lo veía con devoción y cariño. No vio rastros de lágrimas manchando su angelical rostro.

- Cariño... - el mayor iba a decir algo pero Jimin colocó un dedo sobre sus labios impidiéndole hablar.

- Golpeaste a Kangyoon ¿Cierto? - preguntó el menor mirándolo a los ojos. Jungkook asintió con la cabeza sosteniendo la mirada de su amado niño - Lo llevaron a prisión ¿No es así? - Jimin volvió a preguntar y obtuvo la misma respuesta.

Jimin solo movió su cabeza de arriba abajo como aprobando la contestación de Jungkook. Luego, bajó la mirada quedándose en completo silencio. Jungkook se sentía muy mal al ver la triste expresión de su esposo pero éste seguía cubriendo sus labios con su dedo y entendió que el menor no quería que dijera una sola palabra. Al menos no de momento.

Después de varios minutos en absoluto mutismo, Jimin despejó la boca de Jungkook y se acurrucó en sus brazos jalando la sábana para cubrir ambos cuerpos. El mayor prefirió permanecer en silencio en espera de que Jimin dijera algo más, sabía que el esposo tenía mucho que decir pero le daría el tiempo que fuera neceario para que hablara cuando así lo quisiera.

- Nunca te había visto tan enojado - susurró Jimin con una voz mucho más relajada mientras paseaba su dedo índice sobre el torso de Jungkook - tampoco te había visto golpear a alguien - añadió - ¿Lo hiciste por mí? -

- Tengo un lado oscuro y suelo sacarlo a relucir si alguien me lastima - respondió Jungkook con calma - no podía permitir que ese hombre siguiera haciéndote daño, ya suficiente dolor te ha causado y tu dolor es el mío también -

Nuevamente se hizo un silencio. Jimin no dejaba de acariciar el cuerpo de su marido y éste, de alguna manera sabía que la conversación no había finalizado aún.

- Mi madre se atrevió a defenderlo - dijo Jimin con la misma tranquilidad alertando un poco a Jungkook, él esperaba que Jimin mostrara una actitud de temerosa o depresiva, sin embargo su esposo hablaba de manera calmada, tal vez intentando procesar todo lo que había pasado la tarde anterior - ella corrió a su lado antes de ver cómo me encontraba yo ¿Puedes creerlo? -

- Cariño... - Jungkook lo abrazó más a su cuerpo con la intención de consolarlo, no obstante se sorprendió al escuchar una suave risita por parte de su marido - ¿minnie? -

- Pero tú corriste a defenderme, te zafaste de los policías y golpeaste a Kangyoon con tus puños - de pronto el menor se incorporó y miró a Jungkook con admiración, como si estuviera delante de su súper héroe favorito - tuve miedo de tenerlo frente a frente y cuando pensé que me iba a golpear, todos los recuerdos de esa noche vinieron a mi mente pero cuando te vi golpearlo supe que yo estaba a salvo, que Kangyoon no me iba a hacer nada malo otra vez y entonces pude llorar... - hizo una pausa para limpiarse todas lágrimas que traviesamente bañaban sus mejillas - lloré sacando todo el dolor por fin, ya no queda nada de angustia en mi corazón, has borrado toda mi tragedia con tu amor y con tu protección, te amo muchísimo Jeon Jungkook-

- Mi amor... - Jungkook también se incorporó y tomó el rostro del menor entre sus manos.

- ¿Está mal que desee que Kangyoon jamás salga de prisión? - preguntó de pronto el menor.

- Absolutamente no - contestó Jungkook.

- No quiero que salga nunca de ese lugar, jamás podré perdonarlo, y no quiero que dañe a alguien más haciéndole lo mismo que me hizo a mí, no dejes que salga nunca de ahí por favor - suplicó mirándolo a los ojos.

- No te preocupes por eso - aseguró el mayor - me encargaré de él mi bello ángel - besó su frente y lo abrazó para recostarlo nuevamente sobre su pecho - ahora vamos a dormir, necesitamos descansar del viaje que tuvimos -

- Te amo - susurró el menor acomodándose con la mitad de su cuerpo encima de su esposo.

- Te amo mi amor, dulces sueños -

***

A la mañana siguiente Jungkook había bajado un poco apresurado hacia el comedor. Jimin no estaba en la cama cuando él despertó, y recordaba el atuendo que su joven marido solía usar a la hora de preparar el desayuno durante su instancia en la cabaña, por lo que quería cerciorarse que realmente había cumplido su palabra de no presentarse así en la cocina de la mansión.

- ¡Vaya Jimin! - Jungkook escuchó el silbido de su amigo antes de llegar a la cocina - mira nada más todo lo que tenías bien escondidito, eh - el corazón de Jungkook se detuvo al igual que su cuerpo al escuchar aquellas palabras. Sin embargo, se obligó a reaccionar con rapidez.

- ¡No lo toques! - entró Jungkook gritando a la cocina.

En el acto, Namjoon se quedó inmóvil en su lugar con un pastelillo a pocos centímetros de entrar a su boca. Jimin y Taehyung observaron a Jungkook confundidos por el extraño comportamiento que estaba mostrando y éste se sintió avergonzado por haber imaginado otra escena en su mente tras escuchar las palabras de su amigo. ¿De verdad había dudado de Namjoon?

- Amigo, Jimin hizo más pastelillos, no te preocupes - Namjoon por fin se metió a la boca el pintoresco postre y gimió al descubrir su exquisito sabor - ¡Esto está delicioso! - pronunció aunque apenas se le entendía debido a que hablaba con la boca llena.

Jimin comprendió al instante de que se trataba aquella actitud en su marido. Dejó lo que estaba haciendo y tomó el bocadillo que había hecho especialmente para él. Fresas. Las favoritas de su amado esposo. Caminó hasta él y le dio a probar aquel postre. Jungkook lo mordió e inmediatamente se hizo adicto a su sabor, era el postre de fresas más delicioso que había probado en su vida.

- Mi cuerpo está bien "escondido" - le susurró para que ni Namjoon ni Taehyung lo escucharan - pero a lo que se refería Namjoon, es a mis habilidades como repostero - le aclaró para después depositar un beso en su nariz.

- Yo... - Jungkook no sabía que decir, se sentía avergonzado y no quería que Jimin pensara mal de él. Ya le había comentado que era un poco... posesivo, pero no quería que lo viera como un iracundo celópata.

- Tú eres muy celoso amor mío - lo interrumpió Jimin - ahora, vayamos al comedor para desayunar, Namjoon me dijo que tú y él tendrán que ir a la comisaría -

- En cuanto antes terminemos el asunto de Kangyoon mejor - comentó Jungkook - ¿Tú cómo estás cariño? - preguntó acariciando su mejilla.

- Yo estoy feliz - afirmó Jimin- muero de hambre en realidad pero quería esperarte -

- Vamos - Jungkook lo llevó sujeto de la cintura - no puedo permitir que mi dulce omega pase hambre - Jimin emitió una risita juguetona ante ese comentario.

- ¡Dios! - bufó Namjoon - juro que ustedes son los esposos más cursis que he conocido en toda mi vida, de Jimin es predecible, pero tú Kook... -

- Cállate o no desayunaras con nosotros - amenazó Jungkook.

- Lo siento amigo, pero el otro señor de la casa fue el que invitó a comer y como se ven las cosas por aquí, él - dijo señalando a Jimin - es el que manda -

Jungkook cero, Namjoon uno.

***

Las mazmorras en Inglaterra eran el último lugar que alguien quisiese visitar. Por fuera podrían parecer fastuosos castillos, pero por dentro, las condiciones eran verdaderamente deplorables. Cada piso del edificio estaba repleto de celdas de dos por dos en donde no había más que una pequeñísima "cama" de cemento.

Ninguna celda contaba con lámparas de gas y la única luz que las iluminaba era la que emitían las lámparas de los pasillos y la que se lograba filtrar por las reducidas ventanas que tenían cada una de ellas. Al haber pocos carceleros, no todos los prisioneros tenían la oportunidad de acudir a los cuartos especiales para hacer sus necesidades que no eran más que habitaciones con agujeros en el piso en donde los desechos humanos se acumulaban y que por las noches, los reclusos más problemáticos, tenían que limpiar. Y claro, si un reo ensuciaba su celda, él mismo tendría que limpiar.

En cuanto a la comida, solo se les daba dos veces por día, en la mañana y en la noche. Sin embargo para que esto fuera así, la familia del prisionero debía hacerse cargo de los gastos, en caso de no pagar la manutención, únicamente les arrojaban un trozo de pan duro y medio vaso de agua al día.

El clima también era extremo. En verano el abrumador calor no daba tregua y los malos olores eran mucho más intensos, y en durante el invierno, el frío ocasionada que varios murieran congelados debido a las bajas temperaturas.

Ciertamente Jungkook nunca había estado en un lugar así. A donde girara su vista solo podía apreciar miseria, penuria y desdicha. No había manera alguna de que las personas que estaban presas ahí sobrevivieran mucho tiempo, ni siquiera algunos pocos reos privilegiados como Kangyoon, que al ser un miembro de la realeza le habían dado ciertas consideraciones. Aunque eso iba a cambiar muy pronto.

- Cuando salga de aquí borraré esa estúpida sonrisa de la cara de anciano decrépito que tienes - escupió Kangyoon cuando vio a Jungkook parado frente a los barrotes que fungían como la puerta de aquel calabozo.

- ¿No crees que es muy... ingenuo de tu parte pensar que saldrás de aquí? - ciertamente Jungkook estaba sonriendo, pero no era un gesto para nada amistoso.

Namjoon, como el excelente abogado que era, había logrado obtener el permiso para que Jungkook pudiera "visitar" a Kangyoon en su celda, no sin antes conseguir también la cadena perpetua en contra de ese hombre. Un par de llamadas a las personas correctas y el acta matrimonial de Jungkook y Jimin respaldada por la realeza alemana bastaron para que la misma reina dictara ejemplar castigo para un sobrino muy muy muy lejano, el cual además, era un hijo nacido de una infidelidad. Era un bastardo.

- En cuanto la reina sepa de esta injusticia, tú serás él que ocupe mi lugar - amenazó el joven que estaba encadenado de manos y pies a una de las paredes de la celda.

Jungkook tronó sus dedos e inmediatamente un celador de acercó a abrir la celda. En ese instante el cuerpo de Kangyoonse tensó, pues nada más ver la imponente figura del mayor adentrándose a su calabozo lo intimidaba lo suficiente como para borrar el semblante soberbio de su rostro.

- ¿Sabes qué lugar estoy ocupando en estos momentos? - preguntó Jungkook con aires de victoria. Kangyoon no respondió y solo se limitó a mirarlo a los ojos con desprecio - soy el esposo de Jimin- respondió a su propia pregunta - un lugar que quizás, si hubieras sido un poco más listo podrías haber tenido -

- Fui el primero en poseer su cuerpo - replicó Kangyoon jactándose de aquel suceso - yo lo probé primero y quieres que te diga algo - hizo una pausa para volver a reírse con malicia - su culito virgen apretaba deliciosamente mi verga - aquel comentario había sido lanzado con la única intención de perturbar a Jungkook, pero éste no iba a caer en el infantil juego de aquel bastardo.

Jungkook volvió a sonreír altaneramente. Sin embargo, sin que el otro lo esperara le dio un puñetazo en el estómago sofocándolo en el proceso. Luego se limpió el puño y guardó sus manos en los bolsillos del pantalón.

- Estúpido - escupió Jungkook cerca de sus pies - Fuiste el primero ¿Y qué? - se burló del hombre que tenía la cabeza baja debido al dolor del golpe que había recibido - ahora está conmigo, y yo seré el último -

Maldito... - dijo Kangyoon como pudo debido al esfuerzo que le causaba hablar.

- ¿Cómo dice aquel refrán popular...? - Jungkook soltó la pregunta al aire sin la esperanza de que el otro respondiera así que después de unos segundos el mismo recitó dicho proverbio - ah sí, "los últimos siempre serán los primeros"... - volvió a golpear a Kangyoon en el estómago ocasionando esta vez que el hombre escupiera sangre. Sin embargo, eso era poco a comparación de lo que le esperaba en aquella prisión.

- Y ya que nos pusimos filosóficos mi querido Kangyoon, ¿Conoces la ley de talión? - preguntó Jungkook sin embargo al no obtener respuesta se acercó al joven y lo tomó del cabello para que lo mirase a los ojos - responde imbécil - susurró con molestia.

- No... - al escucharlo, Jungkook soltó violentamente la cabeza del muchacho provocándole más dolor.

- Es inaceptable que alguien con sangre real no conozca esos preceptos - dijo el mayor con burla - sin embargo, creo que es más probable que por tu... crianza, hayas escuchado la frase "ojo por ojo y diente por diente" ¿No? -

¿Quién no iba a conocer aquella expresión que se refería a la venganza? Decir aquello era lo mismo que señalar que se iba a hacer el mismo daño que se había recibido. Toda la maldad que se haga, debe ser devuelta de la misma forma. El refrán no era más que la justicia retribuida en la cual el hombre aplicaba la ley en sus propias manos siendo equitativa y recíproca al crimen cometido.

- Pero sabes, a mí me gusta más la frase que dice "el que a hierro mata, a hierro muere" - indicó Jungkook sin dejar de reír.

- ¿Qué... qué es... lo que... piensas hacerme? - cuestionó Kangyoon bastante adolorido.

- Yo nada - respondió el mayor acercándose a él - pero le has hecho mucho daño a mi esposo, y es hora de que la vida te ponga en una situación equivalente - Jungkook le dio una pequeña palmada en la mejilla a Kangyoon y se giró para salir de aquella celda.

Estando fuera, Jungkook volteó su vista y observó al malherido muchacho por sobre su hombro. Sonrío. No era vengativo, pero con Kangyoon haría una excepción. Sacó de su gabardina dos bolsas con monedas y se las entregó a dos hombres que ya lo esperaban afuera y que también cumplían una larga condena ahí.

- Que lo disfrutes - dijo Jungkook y se marchó el lugar.

Los hombres que obtuvieron el dinero por parte de Jungkook entraron a la celda y el carcelero volvió a cerrarla con los tres hombres dentro. Si Kangyoon había disfrutado abusando de Jimin, entonces Jungkook, para devolverle el favor, se había encargado de conseguirle, no uno, sino dos hombres que ahora lo harían disfrutar a él.

Con el desgarrador gritó de Kangyoon, Jungkook se fue alejando por los pasillos. Todo había terminado ya no volvería a aparecer en sus vidas y muy probablemente jamás volverían a saber de él. Jeon Jungkook se consideraba un buen hombre, pero si alguien se atrevía a dañar a la persona que más amaba en el mundo entonces que esa persona se atendría a las consecuencias, pues no descansaría hasta hacerla pagar con la misma moneda.

- ¿Todo bien? - preguntó Namjoon cuando su amigo salió del área de las celdas.

- Todo perfecto - contestó Jungkook con una sonrisa y ambos salieron del lugar.

***

Jimin estaba en el despacho de Jungkook metiendo los libros que su marido solía leerle en cajas. Ya estaban con los preparativos de la mudanza y él no podía estar más feliz por ello. A pesar de saber que Jungkook había ido a la prisión para tratar el tema de Kangyoon, él se sentía tranquilo. Ya no sentía dolor al recordar su trágico pasado con aquel hombre que abusó de él, y aunque jamás lo olvidaría, podía ahora quitar esos tristes recuerdos de su mente y pensar en el presente y el futuro que tenía por delante con Jungkook.

Su esposo lo había ayudado a superar su propio auto-desprecio. Ya no se sentía indigno de él, por el contrario, estaba orgullo de ser su marido y se encargaría de hacerlo feliz por el resto de su vida.

- Joven Jimin, un hombre ha entrado a la mansión e insiste en hablar con usted - Jieun había entrado al despacho sin tocar la puerta completamente asustada. Temía que el hombre fuera a lastimarlo - Taehyung lo detuvo en el recibidor, pero me temo que no pueda retenerlo por mucho tiempo -

- ¿Sabes de quién se trata? - preguntó el menor acercándose a la preocupada mujer.

- Dice que ser su hermano - contestó la mujer.

- Seokjin... -

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