Capítulo 1
Nos situamos en la ciudad de Nueva York, en Brooklyn. Una joven española había llegado a la ciudad ese mismo día. Sin embargo, en vez de estar emocionada, estaba triste y enfadada debido a que tuvo que dejar atrás la vida que había hecho en Tenerife, isla en la que se crió la joven, donde tenía a sus amigas y a su novio.
—Joder, ojalá no hubiéramos tenido que dejar esa casa de mierda —pensó la joven, mirando por su ventana.
—Chacho, cuando llegamos que quiero dormir que en el puto avión no pude —se quejó su hermano, Aday.
—Qué te hemos dicho tu madre y yo sobre las palabrotas? —Le reprendió el padre de ambos, harto del vocabulario de su hijo.
—Chos, viejo, cálmate, que tampoco es para tanto —ante esas palabras el mayor soltó un suspiro pesado.
—Ya falta poco para llegar, estamos a 5 minutos.
En aquel momento, a Gara le llegó un mensaje de su novio, Javier.
<Ey bb
<Q tal?
Hola amor, yo estoy bien y tú?>
<Aquí aburrido
<Extrañando tenerte tumbada en mi pecho
Aquel mensaje hizo que la joven sonriera ligeramente
Yo también te extraño mucho 🥺❤️>
<Te parece si mñn hablamos?
<Q aquí todavía es de madrugada
Ok, hasta mñn 😘>
<Hasta mñn, mi reina 😘👑✨
Para ella, Javier era su mundo, siempre había estado cuando le había necesitado, y siempre fue muy atento con ella, pero Gara tenía miedo de que ahora que estaban lejos, Javier le terminara por otra.
Gara guardó el móvil y se puso a ayudar con la mudanza cuando las cosas llegaron, con tal de no pensar que Javier le podría ser infiel. Cuando terminó de colocar sus cosas, se echó en su cama e intentó dormir, debido a la hora que era y a que había sido un largo viaje.
A la mañana siguiente, la joven fue despertada por la alarma de su móvil.
—Mierda, que hay clase, lo había olvidado —murmuró la joven estirándose y levantándose de la cama sin muchas ganas.
Gara fue al baño a lavarse la cara y a hacer sus necesidades. Después, se vistió y se peinó el pelo ya que estaba engrifado, y ya vestida y peinada, fue a desayunar su bol con cereales, el cual miró con desgana, iba a echar mucho de menos desayunar cada mañana una buena leche calentita con gofio.
La joven cogió la guagua y se fue al instituto, pero lo que no se esperaba es que nada más entrar, un grupo de chicas se acercara a ella y la rodearan.
—Hola, ¿tú eres la nueva? —Preguntó Stephanie, la que tenía pinta de ser la líder del grupo.
—Hola, sí, supongo que sí —Respondió nuestra protagonista.
—¿Cómo te llamas? —Bianca, una chica rubia de ojos azules, fue quien preguntó esta vez.
—Gara.
—¡Que bonito nombre! —Esas palabras fueron provenientes de Samantha, una chica con el pelo ondulado y largo de color castaño claro.
—Tienes un pelo súper bonito —dijo Olivia, una chica morena de pelo rizado.
—Oye, una preguntita guapa, tú no serás latina, ¿no? —Preguntó Stephanie con algo de desprecio, se notaba que los latinos no eran muy aceptados en el instituto.
—No —esa respuesta pareció aliviar a las chicas— soy de las Islas Canarias.
—¿Eso en dónde queda por casualidad? —Preguntó Olivia.
—Son unas Islas en el Atlántico al lado de Marruecos, pero que pertenecen a España.
—Ahh, vale, creo que ya sé cuáles son —respondió Stephanie— yo fui allí este verano a pasar parte de las vacaciones. Son unas Islas muy bonitas.
—Me alegro que te gustasen.
En ese momento, el timbre sonó, por lo que todos se iban a sus respectivas clases, excepto los populares, los cuales siempre se saltaban la primera hora y, algunos días, también la segunda e incluso la tercera. Por ello, las chicas arrastraron a Gara con el resto del grupo y la presentaron.
—¡Chicos! ¡Escuchad! —Gritó Stephanie, lo que hizo que los chicos la miraran.– Esta es la nueva, Gara
—La verdad es que es pequeñita —respondió Paul con una sonrisa.
—Joder, Paul, no es culpa nuestra que tú midas 74,8 pulgadas —protestó Bianca, ya harta de que Paul siempre se pusiera así. Debido a esta protesta, Paul solo se rió, le hacía gracia ver cómo decían siempre lo alto que era.
Después de la pequeña discusión, apareció Andrew, el capitán del equipo de fútbol. Todos en el instituto le respetaban y, por si fuera poco, tenía a un montón de chicas locas por él, pero él las rechazaba a todas. Andrew saludó a los chicos y cuando vio a Gara se quedó mirándola embobado unos segundos antes de mirarle con su sonrisa encantadora y saludarla con un movimiento de cabeza. Cuando Paul hizo eso, las chicas se llevaron a Gara con ellas y todas se fueron al baño.
—¡No me lo puedo creer! ¿Viste cómo te miró cuando te vio? —Dijo Stephanie emocionada.
—Sí, me miró serio, ¿qué hay de malo en eso? —Respondió Gara.
—¡Venga ya! ¡Te miró como un idiota enamorado! —Gritó con ilusión Samantha.
—Da igual, yo tengo novio y no quiero serle infiel —dijo Gara sin estar muy convencida de salir con Andrew.
Venga, guapa, ¿cómo sabes que él también te será fiel? Preguntó Olivia, sujetando las manos de Gara entre las suyas.
Gara sacó su móvil y entró a su Instagram. Tenía pensado ir a las destacadas que tiene su novio con ella, pero vio que este había publicado una historia y cuando se metió y vio la imagen y el texto, sintió como su mundo se venía abajo. Javier había publicado una foto en la que aparecía besándose con otra chica y puso un texto que decía "Al fin podemos estar juntos sin ser juzgados mi vida 🥰👑✨". A Gara se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas mientras se tapaba la boca con la mano, sin poder creérselo. Cuando las chicas vieron la razón de por qué estaba así, abrazaron a Gara y la consolaron.
—Ey, ya está, ese capullo no se merece estar con una chica tan maravillosa como tú —murmuró Samantha mientras le acariciaba el pelo.
—¿Por qué? ¿Qué hice mal? —Se preguntó Gara completamente destrozada.
—Tú no hiciste nada mal, es él quien decidió perderte, no sufras por él —respondió Olivia, la cual le acariciaba el brazo.
Después de un rato, decidieron salir para ir ya a clases. A Gara le tocó sentarse al lado de Andrew en clase, por lo que estuvieron hablando todo el rato.
—¿Oye, que pasó en el baño? Cuando salieron te noté como decaída —preguntó Andrew con un toque de preocupación, a lo que Gara suspiró.
—Me enteré de que mi novio me ha estado siendo infiel y por algunos mensajes que me llevan mandando desde que empezó la clase me da que se inventó un rumor para que me vieran como la mala —murmuró con la mirada puesta en su mesa.
—Joder, lo siento, no te lo merecías.
—Tranquilo, no tienes que disculparte.
—Ya, pero te juro que no entiendo a esa clase de gente, te hacen sentir en la cima del mundo para luego hundirte con celos e infidelidades y la mayoría tienden a contarle a los demás una versión completamente distinta para que todos te vean como la persona mala.
Después de eso, estuvieron callados. Gara se quedó atendiendo y Andrew estuvo mirando a Gara un rato disimuladamente.
—Joder, no me creo que le hayan destrozado el corazón una piba tan buena y divertida —pensó el joven.
—A ver, vamos a comprobar que tal llevan las culturas y situaciones geográficas de otros países —cuando todos los jóvenes escucharon esas palabras del profesor, se asustaron, excepto Gara y los nerds.— ¿en qué país está situada la ciudad del amor y cuál es su más conocido monumento?
—Francia, profesor —respondió Alex, uno de los más raritos de la clase— y su monumento más conocido es la Torre Eiffel.
—Muy bien, Alex, ¿y con qué países hace frontera Francia? —Alex se quedó trabado y, antes de que otro respondiera, Gara habló.
—Hace frontera con España y Andorra al Sur, con Mónaco, Italia y Suiza al Este, y al Norte con Alemania y Luxemburgo— cuando respondió con tanta facilidad, los populares le aplaudieron, ya tenían con qué entretenerse en la hora del descanso.
—Vaya, impresionante, señorita —dijo el profesor sorprendido— por cierto, ¿usted de dónde es?
—De Canarias.
—Al menos tendré alguien en mi clase que empieza ya teniendo unos conocimientos básicos —dijo con orgullo, a lo que Gara no pudo evitar soltar una pequeña risa.
Más tarde, en el descanso del recreo, los populares estaban en los pasillos, excepto Andrew y Gara, que se habían ido a caminar por el instituto mientras hablaban animadamente.
—En serio, me dio una risa cuando el nerd ese no supo que responder y respondiste tú —dijo riéndose, a lo que Gara también se rió— por cierto, ¿te importaría darme tu ig? Es que yo el WhatsApp solo lo uso con mi familia y además así te añado al grupo que tenemos.
—Ok —respondió Gara sacando su móvil y entrando en Instagram. Andrew buscó el perfil de Gara en su móvil y cuando lo encontró le dio a follow y Gara le siguió de vuelta.
—Seguro que sabrá para lo que quería su ig realmente, pero al menos me lo dio —pensó el joven mientras miraba a Gara con una sonrisa.
Ambos siguieron caminando juntos hasta que sonó el timbre. Gara estuvo a punto de irse a clases, pero Andrew le agarró del brazo.
Todavía no, que quiero mostrarte un lugar que solo conozco yo dijo con una sonrisa, llevándola a la azotea. Cuando llegaron, Gara se quedó impresionada.
—Chos, que guapo está este lugar —murmuró maravillada.
—Pero no es tan hermoso como la chica que tengo delante —pensó el joven antes de hablar— sabía que te gustaría.
—¿Pero en serio nadie conoce este lugar?
—No, solo los de la limpieza y el director, con los que he hecho un trato para que no digan a nadie que me suelo meter aquí. De hecho, el trato tuve que hacer con el director fue prometerle que no subiría para fumar, así es como llegué a superar en parte la adicción.
Gara se acercó a la barandilla y se apoyó en ella, apreciando las vistas. Andrew se puso al lado de ella y la miró con cierta ternura. Pensó en pasar sus manos por el lacio cabello de Gara, pero se quitó esa idea, no quería mostrar de manera tan obvia que se había enamorado de ella, aunque la hubiera conocido ese mismo día.
Cuando Gara llegó a casa, todavía seguía pensando en lo de Javier, y su hermano pudo notarlo.
—Ey enana, qué pasó? Te noto decaída.
—Javier —ese nombre fue suficiente como para que la expresión de Aday se transformara en una de puro enojo y abrazó a su hermana pequeña. Gara le devolvió el abrazo y empezó a llorar en el pecho del mayor.
—Shh, tranquila, él no te merecía —murmuró suavemente, con intención de hacer sentir mejor a su hermanita.
—Por qué me tuvo que pasar esto a mí? —Balbuceó Gara entre sollozos.
—Shhh, no te preocupes, si quieres vamos a mi habitación y me lo explicas un poco mejor —la joven solo asintió.
Ambos se fueron a la habitación del mayor y Aday se sentó en la cama, con Gara en su regazo.
—A ver, dime qué te hizo ahora ese capullo —dijo Aday tratando de mantenerse tranquilo, pero en la voz se notaba que estaba muy enfadado con Javier y preocupado por su hermanita.
—M-me fue infiel otra vez.
—Joder... —Murmuró Aday molesto— ¿y tienes pruebas?
Gara sacó su móvil, entró al Instagram y le enseñó la historia de Javier que ella misma había visto. Al ver eso Aday simplemente le agarró el móvil y lo puso lejos de su alcance, no quería que estuviera viendo eso constantemente.
—Voy a matar a ese pollaboba... —Murmuró el mayor, demasiado preocupado por su hermana pequeña— no te acerques a él, no le hables, entiendo que pueda ser difícil, pero tienes que salir de esa relación.
—Pero —la joven intentó hablar, pero su hermano le interrumpió.
—Ni pero ni pera, por qué siempre te haces daño de esa forma? Ya no quiero que sufras, nunca más, no pienso dejar que te sigan viendo cómo una marioneta a la que manipular. No lo soporto, por culpa de unos cuantos desgraciados ahora eres una chica tímida, callada y desconfiada, no se compara a la niña radiante que conocí. Por favor, no quiero que acabes haciendo algo aún peor si sigues así, porfa, te lo pido por favor —Aday estaba demasiado preocupado por ella, porque aunque ahora pareciera estar mejor, era solo debido al psicólogo que estuvo pagando Aday por Gara a escondidas de incluso sus propios padres, los cuales pensaban que al psicólogo solo iban personas locas— por favor, no le perdones, no se lo merece.
Aquellas palabras habían hecho que Gara se pusiera a pensar, ella sabía que su hermano solo le insistía con eso por todo lo que sufrió ella a escondidas de todos.
—Entiendo que estés preocupado, pero estoy bien.
—No, no estás bien y lo sabes. Solo quiero que no sufras, ya has sufrido bastante con la edad que tienes —dijo mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Ante esto, Gara le abrazó, sabiendo que su hermano también necesitaba un abrazo tanto como ella. Aday soltó un suspiro entrecortado y se pasaron así un buen rato, hasta que Aday se dió cuenta de que Gara se había quedado dormida.
—Descansa, mi enana favorita —murmuró antes de darle un beso en el pelo e intentar dormir él también.
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