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4. La primera cita-no-cita.

Después de una charla reconfortante con Mandy, decido bajar a cenar. Mi papá y mi abuela me miran muy sorprendidos al ver que ando feliz y rebosante.

-¿Fue un buen día, campeón? -inquiere mi papá.

-Supongo que sí, hoy vino su amigo a pasar la tarde con nosotros -le respondió mi abuela.

Yo me sonrojo de recordar lo que pasó aquella tarde.

-Parece que es un buen chico, ¿de dónde lo conoces?

-De-de la escuela, es mi nuevo compañero, estamos juntos en el equipo de biología y matemáticas.

-Sí, es el nieto de mi amiga Claire Miller. Es todo un ángel ese chico.

Mi hermana que andaba en lo suyo, soltó sus cubiertos y me miró sorprendida.

-¿David Miller? ¿El capitán del equipo de fútbol? ¿Desde cuándo eres su amigo?

-Desde que lo transfirieron a mi grupo. Y es más, el viernes saldremos... Como amigos, quiere hacer una salida entre Mandy, él y yo.

Cleo no termina de creer en lo que escuchó y a partir de ese momento, todo se vuelve incómodamente silencioso.

Después de terminar de cenar, me voy a lavar los dientes, y es cuando comienza el interrogatorio.

-¿Cómo está eso de que Miller y tú van a salir juntos? -Cleo me atropella en el baño.

-Oye, está ocupado -le digo.

-No te hagas, respóndeme William.

La miro enojado y trato de apartarla para salir del baño.

-No confío en él, Will, es todo.

-Sabes bien que fue el único de todos en ese maldito colegio en ayudarme, te conté de aquello el día que los del equipo de fútbol me estaban acosando, y...

-¿Esto tiene que ver con el hecho de que te gusta?

Enmudecí. No sé qué decirle. En parte es verdad, pero también sé que es una buena persona, independientemente de lo que siento.

-David es diferente, no sé cuántas veces he tenido que repetirlo ya -salgo enojado del baño.

No puedo dejar de lado que las palabras de Amanda y Cleo me lastiman, pero en parte tienen razón. Tal vez mi corazón está nublando mi visión con David, pero lo escuché de sus propias palabras, le importo.

Ya en mi cama, recapitulo todo lo que pasó ese día. Sonrió y me quedo dormido, soñando cosas bellas entre mi príncipe azul y yo, sin importarme nada más. Al menos en mis sueños quiero ser feliz con él.

*************

El resto de la semana, la escuela pasó normal, a excepción de que David anduvo muy encimoso, me estuvo haciendo bromas y abrazándome de lado. Mandy incluso nos dijo que nos veíamos muy melosos.

Eso, debo admitir, se oía bastante bien, sabiendo que se refería al chico de mi sueños y a mí, juntos en una oración. ¿Se oye bien, no?

Después de clases, ella y yo corrimos a mi casa para elegir la ropa que usaría para llevar a mi cita no-romántica con David.

Bueno, salida de amigos, puesto que también Mandy vendría con nosotros. Pero me gustaba llamarla cita. En la escuela, él la invitó oficialmente con nosotros y aceptó encantada.

-Te queda bien este suéter, deberías usarlo -dice Mandy a la vez que pone enfrente el suéter negro que me queda súper entallado.

Mi príncipe no se cansó de recordarnos a Mandy y a mí que planeáramos bien a dónde ir y que él nos invitaría todo lo que quisiéramos, que era una manera de agradecernos el haber hecho nuevos amigos.

Después de media hora, unos jeans, mis botas cafés y una sudadera multicolor, el atuendo de la salida estaba listo.

Al día siguiente, al salir de clases, mi amiga y yo nos fuimos de compras. Ahora era su turno para elegir su atuendo que usaría. No tardamos mucho, puesto que un bonito vestido azul de manga larga y una diadema con un moño azul casi del mismo tono que su vestido fueron lo que eligió.

Después de eso, nos fuimos caminando a comer algo, me estaba muriendo de hambre y hablando y fantaseando en qué este era el comienzo de mi relación con David, claro, todo quedando en cuentos de hadas dentro de mi cabeza.

Por fin llegó el viernes, y veanme aquí, a punto de desmayarme de los nervios. Mandy trajo su ropa a mi casa y se vistió aquí, para que Miller nos lleve juntos. Frente al espejo, me estoy dando mis últimos retoques. Peino mi cabello y me quito mis lentes. Aunque no veo nada, puedo deducir que luzco un poco mejor.

-Si así David no cae rendido a tus pies, entonces no sé qué lo hará -me dice mi amiga, quién me mira un poco sonriente.

-Un milagro, eso necesito -le respondo.

Se escucha el sonido del claxon de Miller desde afuera. Muy puntual, cuatro en punto.

Mandy y yo sonreímos y nos abrazamos. Bajamos las escaleras y nos despedimos de mi abuela y veo a Cleo, quién me mira un tanto preocupada.

Salimos y vemos a Miller afuera de su deportivo, vistiendo una camisa sin mangas rosada, abierta hasta el pecho, dejando ver parte de sus musculosos pectorales, también un pantalón de mezclilla y converse azules.

Al vernos, nos sonríe, saluda primero a Mandy con un beso en la mejilla y al estirarle yo la mano, la toma y me jala hacía él, dándome un beso también en la mejilla y un abrazo muy fuerte que le correspondo.

¿Así se siente el paraíso? Sin duda alguna.

Después de eso, nos abre las puertas del deportivo para que entremos, como todo un caballero. Luego entra él y enciende su auto para arrancar.

-Entonces, ¿cuál es nuestra primera parada?

-Primero a comer algo, no almorzamos para ir hoy, así que primero hay que ir a llenar tanques -exclama Mandy.

-Bueno, entonces sé a dónde ir para eso, si ustedes quieren, claro.

Mi amiga y yo aceptamos. Vemos a mi príncipe sonreír y el conduce hasta llegar a una pizzería del Little Italy. Ya ahí, nos bajamos y entramos, David que parece estar familiarizado con el lugar, pide la carta y nos da unas sugerencias. Ya que Mandy y yo no sabemos, nos dejamos guiar por él.

Pasado un rato, nos llevan dos pizzas napolitanas que se veían bastante buenas y sabían aún más. Al parecer, mi amor también tiene buenos gustos. Después que Mandy se devorara casi toda una pizza ella sola y soltara el eructo más ruidoso que jamás haya escuchado, salimos del lugar y nos subimos de nuevo al auto.

-Creo que se ha convertido en mi nuevo sitio de comida favorito. Vendremos aquí más seguido -sonríe Mandy.

-Claro, si tienes para pagar los tres autobuses que te tomaría para llegar acá -me burlo de ella.

-¿Segunda parada? -inquiere Dave.

Esta vez elijo yo. Ya que, tengo entendido que a mí príncipe le gusta el arte, decido que vayamos al Museo de Arte Moderno de la ciudad.

Amanda me mira con ojos de aburrimiento, sin embargo, David me mira muy entusiasmado.

-Me parece perfecto -dice él y arranca el auto.

Pasado un rato, nos hallamos frente al museo. Bajamos del auto y caminamos hacia ahí.

Ya dentro, observamos cada una de las galerías del lugar. Todo el arte es moderno, así que hay de todo, desde surrealismo hasta arte más... Simple.

Mandy no parece tan entusiasmada, camina con tanta flojera que me la contagia, a mí me agrada mucho visitar museos pero solo cuando incluyen esas visitas guiadas dónde te explican todo, soy más auditivo. Sin embargo, David parece que lo está disfrutando mucho.

-¿Te gusta este lugar, verdad? -le pregunto a mi príncipe.

-Es muy interesante, me gusta todo lo que tenga que ver con arte.

El brillo en sus ojos que tiene cuando me dice eso es bastante tierno. ¡Diablos! Tengo unas ganas inmensas de abrazarlo, y estoy en serio luchando con mis pensamientos para no hacerlo.

-¿Es porque te gusta dibujar, verdad?

David me mira. Me voy a desmayar, o a vomitar, lo primero que ocurra.

-Algo así, mi mamá me regaló siendo un niño, muchos libros de la historia del arte y me mostraba películas de documentales sobre este. Desde entonces que tengo una pasión enorme hacia este ámbito.

Mandy se para a mi lado y me abraza.

-Entonces eres igual a este loco, le encanta la música y no es por nada, pero toca la guitarra y el bajo de puta madre, y le van de maravilla las canciones de amor... -le doy un codazo para que se calle. A veces Mandy puede ser muy indiscreta.

Mi príncipe sonríe.

-Me gustaría que un día de estos tocaras una canción para mí.

¡No me hables en ese tono tan lindo, David Miller! ¡Me derrito de escucharte!

Veo a mi amiga con una sonrisa de oreja a oreja y yo... Yo me pongo rojo al instante y me doy al vuelta.

Me va a dar un ataque al corazón de todo lo que estoy viviendo ahora.

Después de un rato, salimos del museo con un montón de recuerditos de la tienda, David se compró una libreta para dibujos con una portada muy bonita, mientras Mandy lleva postales de pinturas y yo, un llavero muy pintoresco.

Justo cuando vamos saliendo, un chico en patineta pasa a mi lado y me empuja, haciendo que tire el llavero un poco lejos.

-¡Auch!

El chico parece notarlo y se detiene, dándose la vuelta y tomando mi llavero para devolverlo.

-Perdona, quería esquivarte pero no me salió -exclama el chico con una voz gruesa y bastante intimidante, que a mí me pone muy nervioso-. Creo que esto es tuyo.

Lo miro a la cara. Es de cabello rubio oscuro, piel blanca con algunas pecas. Sus ojos... ¡Dios! Negros y oscuros como ébano. Nunca había visto unos ojos así, daban miedo pero eran bastante hermosos. Claro, no tanto como los ojos celestes de mi príncipe. Veo que es más alto que yo y un poco más corpulento. Es un chico bastante guapo, he de admitirlo, y más con esos ojazos.

El chico me estira la mano con el llavero y lo tomo, me sonríe.

¡Oh vaya! ¡También tiene una bonita sonrisa!

-¿Estás bien? -escucho la voz de David acercándose a mí.

El chico me sonríe de nuevo y se sube en su skate y se va.

Mi corazón late fuerte ante eso... Espera, ¡¿qué?! ¡¿Cómo es eso posible?!

David se acerca hacia mí y me agarra del brazo dulcemente. Otra taquicardia me está invadiendo y lo único que quiero es salir de ahí.

Ya en el auto, en el asiento de atrás, empiezo a recordar el rostro del chico y mi corazón se alborota. William ¿qué te está pasando?

El resto de la tarde pasa normal, vamos al cine a ver una película pero es que yo ya no pongo atención en nada, mi mente sólo está ocupada por el joven de la patineta.

Sin darme cuenta, estoy con la cabeza recostada en el hombro de David, y cuando me lo noto, me quito, y él me abraza de lado. Vuelvo a sentir otra taquicardia. De no ser porque sé que David me las produce, pensaría que tengo algún problema en el corazón.

Y de nuevo, la imagen de David se desvanece de mi mente y aparece la del chico.

En serio, ¿qué me está pasando?

¿Me habrá gustado el chico? ¿Atraído? Bueno, será mejor que salga de mi mente porque ahí solo debe de estar mi príncipe azul, y que solo tengo ojos para él, más ahora que lo puedo tener cerca como mi... Cómo mi amigo.

Okey, lo admito que eso duele, un poco.

Ya después de salir del cine, David nos lleva a nuestras casas, Primero deja a Amanda en la suya y después me lleva a la mía.

-Servido -me dice mi chico-. Espero que te haya gustado la salida, a mí me encantó.

Nos miramos a los ojos y observo sus labios. Son tan besables en ese tono rosa, el cual muestra sus dientes blancos.

Sin darme cuenta, el tiempo parece haberse detenido. David y yo nos miramos a los ojos y a nuestras bocas. Cada vez más pegados uno del otro, empezamos a acercarnos hasta que a milímetros uno del otro...

-¡Llegaron! ¿Qué tal se la pasaron?

Mi abuela abrió la puerta antes de que... No importa.

Mi chico la saluda y yo sólo le doy un apretón de manos y un tembloroso "adiós" para ir directo a mi cuarto.

Este fue el día de las emociones extremas.

Me quito todo y me acuesto sin siquiera cenar. Creo que ya estoy bastante cansado de sentir muchas cosas y de que se me altere bastante el corazón.

**********

El fin de semana pasó rápido. En el chat grupal que hicimos entre Mandy, Dave y yo, los mensajes no pararon. La mayoría eran de Mandy contando que su mamá la traía haciendo el quehacer de su casa, algo que ella detesta. David solía hacer unos comentarios graciosos y yo no solía hablar mucho.

También tenía unos mensajes en privado de mi príncipe preguntándome cómo estaba mi día y cosas así, pero la verdad no respondía tanto. Aún tengo presente ese casi-beso que puedo asegurar que no iba a ser beso sino otra cosa pero que mi mente está empeñada en creer que era un beso.

Algo que tampoco me pude sacar de la cabeza durante esos días fue al chico de la patineta en el museo. Y eso me está preocupando un poco.

El lunes llegó y yo ya estoy en la escuela. Mandy llega después de mí y pasados unos minutos, llega Miller. Solo le sonrió y decido voltear a otro lado.

Brenington llega al salón y comienza a dar su clase. Pasados unos minutos entre aburrimiento y tomar notas, alguien toca la puerta.

El profesor abre la puerta y lo que pasa después parece tan irreal que me es imposible creer lo que mis ojos ven.

El chico le da un papel al profesor y este lo deja pasar.

-Bueno chicos, parece que hoy se integra alguien a su clase -dice el maestro-. Denle la bienvenida a su nuevo compañero, Erick....

-Lindberg, señor. Erick Lindberg -dice el chico al mismo tiempo en que me mira y me sonríe.

El chico de la patineta, frente a mí y con esa sonrisa tan preciosa.

William... Estás en graves problemas.

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