2. Empiezan los cambios
Creo que pensar en voz alta no fue la mejor opción.
Después de salir de mi trance miro alrededor y todos tienen la cara de asco conmigo, principalmente los hombres. Las chicas son más de... ¿Celos?
—Bien jovencito, toma asiento —le indica el profesor.
Para aumentar la presión entre David y yo, el único asiento disponible es a mi derecha, ya que el izquierdo lo ocupa Mandy. El sr. Brenington sigue con su clase mientras yo no hago nada más que estar nervioso... Digo... ¡Tengo al chico más hermoso de todo este colegio sentado a mi lado! ¿Y quieren que le ponga atención a la clase? Bah...
—Deja de moverte, carajo —la débil voz de mi mejor amiga me saca de mis pensamientos.
Pero es verdad, suelo moverme mucho mientras pienso, aunque el profesor no se ha dado cuenta alguien más sí... Los celestes ojos de David me observan de reojo y al notar que lo pillé los desvía con nerviosismo. De seguro piensa ya que soy raro.
El resto de la clase de Brenington es un poco aburrida. Al parecer lo único bueno de él es su galanura, y de ahí en fuera nada... Ya al terminar se retira y nos deja a nuestra suerte por unos minutos. Todos aprovechan y sacan sus teléfonos para hablar o revisar sus redes sociales. Mandy y yo sin embargo empezamos a charlar sobre cosas triviales. Pero al parecer desde ese momento ya no seremos sólo dos...
—Ho-hola... —escucho esa voz y me congelo.
Me giro lentamente y lo veo, sonriente... ¡Diablos! ¡Debo haber muerto y estar en el paraíso! O tal vez no... Miro a los demás y las caras de sorpresa le ganan a la mía y no es para más. Digo, el capitán del equipo de fútbol americano, el aclamado por las chicas y uno de los más "populares" de este mugre colegio hablando con los marginados. Ni Dios se la cree...
—¡Hola! —responde Mandy cortando la tensión.
—¿Puedo unirme a ustedes?
Es increíble lo que escucho...
—¡Déjalos, Miller! ¡Ven con nosotros o se te va a pegar lo marica!
El salón entero estalla en risas, lo cual hace que sólo enrojezca de la ira.
—Si, no te juntes con el maricón... Es tan puto que no se le para ni con la zorra de Johnson —escucho a Graham. Mandy se pone completamente roja de la vergüenza y sus ojos se humedecen. Ese gordo me va a oir, pero...
—¡¿Qué dijiste, cabrón?! —el tono de David es... Aterrador.
Lo siguiente que veo es a Graham borrar su estúpida sonrisa del rostro. El salón se queda en completo silencio después de oír a Miller. Miro hacia su rostro y lo encuentro totalmente serio, voltea hacia el gordo y éste palidece. Al parecer mi chico adorado impone cierto... ¿Como decirlo? ¿Respeto? ¿Miedo tal vez?
—No quiero volver a escuchar ningún comentario de ese tipo hacia ella, ¿de acuerdo?
Todos se ponen serios. Por supuesto nadie se esperaba que el todopoderoso capitán del equipo se pusiera del lado de los "marginados".
—¡¿Quedó claro?! —todos asienten al oír el casi grito de mi belleza de ojos azules.
Acto seguido se gira a nosotros y cambia su ceño fruncido por una leve sonrisa y una mirada tierna.
—Gracias pero.... No tenías que hacerlo.
—Por supuesto que sí, ofendieron a Mandy y no iba a permitirlo, mucho menos viniendo de un imbécil como Robert.
Mi amiga y yo nos miramos. Todo esto parecía un sueño... O más bien una pesadilla medio pintada. Miller acomoda su silla junto a nosotros y comienza a platicar. ¿Cómo es? Incómodo, sobre todo porque tenemos las miradas de todos encima, pero algo bueno salió de esto... Pude acercarme a mi chico y ni siquiera lo había planeado. Unos minutos después el otro profesor aparece y Miller vuelve a su lugar. El resto de las clases continúan hasta que suena el timbre de salida. Tomo mis cosas y salgo junto con Mandy a la salida.
—¿No es bastante raro? —pregunta por lo bajo.
—¿Qué cosa?
—¿Qué cosa? ¡Miller nos defendió de esos idiotas! —eleva su tono de voz.
—¡Shh! Habla bajito... No lo sé, pero admítelo... Ha sido tan...
—¿Extraño? Si, igual pienso así... No me malinterpretes Will, pero no confío en su "buena voluntad". Además es el más popular de aquí. ¿Tú crees que a estas alturas no sabe quiénes somos si hemos sido la comidilla del instituto desde hace tiempo?
Por supuesto que de mí sabe bien.
—Si lo sabe entonces dime, ¿por qué lo hizo? Nadie con una buena reputación como él se arriesgaría por defender a unos marginados que todos aquí detestan y mucho menos a echarse gente en contra siendo de ellos de quien vive, quiénes le dan su popularidad. Puede que él sea diferente. Que él sea bueno.
—No te ofendas Will, pero tú lo ves con ojos de amor, es obvio que pienses así y te hagas fantasías de ese tipo, pero la realidad es otra...
—¿Y si no es así? ¿Y si es totalmente diferente?
Me niego a pensar que lo haga de mala fe... Lo conozco de entre todos los estúpidos del equipo y puedo notar que es diferente... Muy diferente al resto. Es listo, muy amable y muy tierno... Es el único del equipo que jamás me dijo algo hiriente. Es más, él mismo me defendió una tarde en que el equipo se reunió en los baños para humillarme.
—¡Dejenlo en paz! —le gritó a los demás al mismo tiempo en que los empujaba.
Yo estaba tirado en el suelo cubriendome la cabeza mientras los demás me mojaban con botellas de agua y se reían mientras me decían cosas horribles.
Mi ropa estaba empapada de agua y de mis lágrimas. Sólo quería desaparecer del mundo.
Los chicos se fueron y David se quedó para ayudarme a levantarme.
—¿Estás bien? ¿Te lastimaron? —David lucía muy preocupado... Incluso así se veía bastante guapo, me agarró de las manos y después acarició mi mejilla.
Yo negué con mi cabeza, no dejaba de llorar mientras él se sacaba su suéter y con este mismo me comenzaba a secar. Asustado aún de lo que pasó, salí corriendo del lugar, aunque todavía pude escuchar su voz llamándome...
—¡Will! ¡Will!
Pero sólo quería correr, y que esa pesadilla terminara...
Si de por sí me gustaba, esa acción hizo que me gustara aún más. Miller fue la única persona, además de Mandy, que me mostró compasión durante ese amargo periodo. Y eso es algo que jamás olvidaré.
—¿Estás bien? —me pregunta Mandy.
Suspiro. Hay algo en todo esto que me dice que hay muchas cosas que están por cambiar.
*******************
Ya pasaron dos semanas y todo sigue igual... Bueno, a excepción de una cosa.
Desde el incidente con David, nadie de mi grupo me ha molestado de nuevo. Todos pasan de largo o simplemente hacen como que no existo. Creo que es bueno, aunque no deja de ser extraño.
Mi príncipe se ha hecho buen amigo de nosotros. Llevamos almorzando juntos desde el segundo día en vez de ir a dónde sus amigos del equipo. Una vez los escuché llamándolo pero rechazó su invitación y se fue directo a dónde nosotros. Los tres somos equipo de trabajo, y la verdad no tenía ni la más remota idea en que mi príncipe de verdad fuera tan inteligente. Creo que el título de nerd se lo queda él, pues incluso yo que soy el dios de las matemáticas (y por supuesto que lo estoy presumiendo) me ha costado un poco entender lo que él ha captado a la primera y sin dudas.
¿Puede ser más perfecto? Imposible.
Por suerte las clases han terminado, y ahora vamos en el pasillo hablando del proyecto de biología.
Siento una mano tocar mi hombro por atrás y pensando en que es algún idiota que me hará algo la aparto con violencia.
—Espera, soy yo... —Dios... Esa voz me derrite siempre que la oigo.
—Hey, ¿qué tal? —escucho a mi amiga.
De nuevo me trabo y no logro articular palabra alguna. ¿Qué tiene este chico para ponerme así? Oh si... Hermosura y una actitud de príncipe de cuentos. Y yo como la princesa en apuros.
—Se me escaparon. Pensaba irme con ustedes pero salieron rápido y no los veía por ningún lado. Sí que caminan rápido —una leve risilla sale de su bella boca.
No tardan en aparecer las miradas de sorpresa y asombro. Era de esperarse estando en medio del pasillo principal lleno de gente.
—Pues sí... Algo —lo único que logro decir.
Sin más, salimos y noto que se ha nublado. Presiento que lloverá y sabiendo que papá no vendrá por nosotros pienso en despedirme de los chicos para tomar un bus hacia mi casa.
—Vengan, yo los llevo —dice Miller haciendo que me de un pequeño infarto de emoción.
—Gracias pero... Vivimos en polos opuestos de la ciudad, te tardarías más y gastarías...
—No es problema, siempre y cuando me digan en dónde viven.
A estas alturas pienso que estoy soñando. Digo, no es posible todo eso que oigo y veo. Sí, es sólo un sueño... O tal vez no...
—Yo vivo al sur, cerca del aeropuerto —declaró mi amiga mientras los bellos celestes de Miller se posaban en mi.
—Yo cerca del parque Golden Gate.
—Perfecto, primero dejemos a Mandy y después te llevo a tu casa, también vivo cerca de ese parque.
Oh, diablos... Todo el camino de regreso con él... A solas... ¡Dios, mátame!
—Vaya, que preciosidad... —la boca de mi amiga casi toca el suelo al ver ese deportivo rojo. A mi en particular no me llaman la atención ese tipo de autos. Si funciona y me lleva a cualquier lugar con eso me basta.
—Suban —nos ordena mi príncipe.
Antes de hacerlo, vemos a Nicole acompañada de uno de los jugadores del equipo. Al verme a mí me sonríe coquetamente, pero al mirar a David, sus ojos irradian odio puro. Sin más se aleja con el tipo sonando sus tacones.
—Esa tipa me desagrada, de seguro se va con él para... —Miller no termina la frase pero la deduzco.
—¡Al fin! ¡No soy la única en este maldito colegio que cree que esa es una zorra con maestría y doctorado!
Miro a Mandy con señal de "cállate" y al parecer lo capta. David abre el coche y subimos.
Mandy va atrás y me obliga empujándome a sentarme en el asiento copiloto. Ya dentro los tres, procede y enciende el auto para salir del estacionamiento. Unos minutos después nos encontramos en la carretera hacia el aeropuerto. Yo no quería abrir la boca para nada por vergüenza a cagarla, pero mi amiga no entendía realmente lo que significa la frase "este chico me idiotiza por completo".
—¿Y por qué has cambiado de grupo? —inquiere mi amiga castaña.
—Los otros chicos no eran del todo aplicados. La mayoría de los hombres de mi antiguo grupo son jugadores del equipo. Ya se imaginarán las bromas y tonterías que hacen en las clases al creerse "todopoderosos e intocables" —dice haciendo comillas con su mano derecha—. Estaba con ellos en varios equipos de trabajo y la mayoría de las veces terminaba yo haciendo las cosas. Digo, son mis amigos, pero mientras sólo los vea en entrenamientos y en los pasillos con eso me basta.
—¿Y tienes novia o tienes pretendientas?
Basta. Ya ha sido suficiente.
La mirada que le propicio a mi mejor amiga no es la de un "te quiero" sino más bien estoy a punto de lanzarle rayos.
—No. Si apenas puedo con la escuela y el equipo, una relación terminaría matándome por completo. Y pretendientes no sé, y la verdad no me interesa.
Me giro y levanto las cejas del asombro. A estas alturas lo imaginaba estar escogiendo cuál de todas las chicas de la escuela debería ser su novia. Antes de que pueda decir algo su auto se detiene justo en la calle donde vive mi amiga. Mandy sale sin antes despedirse de nosotros. Me da un beso en la mejilla y me susurra algo que no escucho. Al cerrar la puerta veo que con sus dedos hace una seña, como si fueran un... ¡Desgraciada! ¡Me va a escuchar mañana!
—Bien, vamos a casa —escucho a mi ángel.
Ahora sí, comienza mi tortura. Treinta minutos a solas con David en su coche... ¿Alguien tiene una navaja o una pistola para matarme?
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