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Capítulo 6: "Colisión inminente"

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El cuarto está completamente oscuro, excepto por un singular rayo de luz que se escabulló entre las cortinas, pegando directamente en un par de ojos cerrados. Los párpados se abrieron de par en par, aclarando un oscuro iris. El dueño de los ojos saltó de la cama con ahínco y caminó hacia la ventana. Lanzó las cortinas a los costados, y toda la habitación fue saturada por el destello del nuevo amanecer, revelando a nuestro madrugado, despeinado y en pijamas, nada más y nada menos que Gabriel Salazar. En su mente, solo había un pensamiento:

Hoy va a ser un gran día...para mí. Hoy, tendré perdedores para cenar.

Tapices azules recubrían las paredes. Una cama en el rincón más alejado de la puerta, un armario modesto y escritorio. Las paredes tenían bastantes posters enmarcados; Imágenes de cantantes de antaño: Frank Sinatra, Bobby Darin, Louis Armstrong, Jonny Cash, entre otros, y desentonando entre todos estos, un cuadro de Cosmos Assault. Por último, había un tocadiscos y decenas de vinilos colocados en una estantería a la par, además de su computadora, su consola, y sus videojuegos.

Gabriel saltó en la ducha, y aprovechó para cantar mientras se lavaba. Salió completamente refrescado y procedió a perfumarse y vestirse. Se colocó frente al espejo, y se aseguró de que sus ropas estuvieran impecables; nada de arrugas, nada de manchas, ninguna hebra de cabello fuera de lugar, porque la élite no solo lo es por fruto de los hechos, sino por medida de las apariencias.

Una vez listo, se equipó con lo indispensable: Su control, su principal arma, y un cuaderno que tenía la descripción "Bitácora" escrita encima. Seguía preparar su desayuno, cargándolo con las suficientes calorías para sobrevivir una semana perdido en la jungla: Gallo pinto, la típica guarnición costarricense que consistía de arroz, frijoles, y especias; este lo acompaño con huevo, salchichón, pan y una taza de café, todo esto con el fin de que el hambre no lo distrajera de su objetivo. Satisfecho, tomó su sombrero del perchero, lo acomodó con delicadeza, y con una última sonrisilla anegada en prepotencia, partió.

El que una vez fue tan solo un niño de nueve años que de casualidad vio a un montón de chicos grandes jugando su juego favorito en un cuartillo de un centro comercial, ahora se había convertido en una bestia competitiva, un ego forjado sobre las brasas de la victoria y sumergido en las congeladas aguas del fracaso. Como él, había muchos más en una travesía epistemológica, en una búsqueda de una maleable verdad: ¿Quién es el mejor?

Volviendo al ahora, Granada se encontraba sentado en un bus, con su control sobre su regazo, mientras jugaba con él, a modo de calentar. Iba con los ojos cerrados, en plena meditación, preparándose mentalmente para las batallas de ese día:

Toda la élite va a estar hoy en el torneo...y Erick también, como sea. Es muy posible que me toque encontrarme con alguno de ellos en round tres.

Y de manera casi idéntica a cómo le pasó a Lupe, su avatar del juego, Amadeus, se materializó en su mente:

No solo eso, jefe, sino que hasta como 80 personas van a venir, sino que más.

Carne para el matadero. Lo único que debo evitar es desgastarme. Con tanta mugre de jugador, ni siquiera caer rápido en el lado de perdedores suena como un reto.

¡La estructura del torneo! Para Cosmos, el formato estándar es el de "doble eliminación", o sea, si pierdes dos veces, quedas eliminado, dividiendo la llave en dos: La primera mitad con gente que no ha perdido, o sea, el lado de ganadores, y la segunda, con los que sí: el lado de perdedores. Dejando el cruel nombre a un lado, es posible ganar el torneo desde aquí, pero hay un costo: En la gran final es entre la última persona ganadora con la última perdedora. La perdedora necesita ganar dos veces (una para bajar a la otra a perdedores, la otra para eliminarlo) y la ganadora, solo una.

De todos modos, mi primera pelea de seguro va a ser contra alguien que apenas si aprendió a agarrar bien el control —se aseguró a sí mismo.

—¿Acaso no es esa la descripción de aquella amiga tuya que te ganó la última vez? —preguntó Amadeus con tono burlón.

Un pelín de exceso de confianza, pero, ¿por qué no la tendría? ¡soy yo! Además, ¡¿una mísera vida?! Solo fue un accidente estadístico. Después de lo que le dije, tengo tanta certeza de que no volverá como certeza es de que ese embrollo espantoso de pelo de ella agarra más insectos que cualquier telaraña.

—¡Esa estuva buena, jefe! —se rio Amadeus, o mejor dicho, él mismo.

Si lo piensas, le hice un servicio a la comunidad. Tener a un montón de niñatas entrometidas con complejo de terapeutas mosqueando aquí, en MI mundo, suena pesadillesco. Además, podría pasar algo como...aquello —frunció el ceño y apretó el puño.

Como tú digas —aceptó la voz—. ¡No nos preocupemos por una junta de niñas bobas, jefe! ¡que hoy! ¡el Gran Granada, el jugador demoníaco, infundirá el terror!

En el camino, ráfagas violentas y cortantes sacudían y arrojaban cuanta basura anduviera libre en el suelo, mientras el chico sostenía a su rebelde fedora, que también quería librarse de su amo. Ya en el lugar, el pórtico lo protegió del viento. Antes de tomar el picaporte, Granada inhaló profundamente y exhaló el último residuo de duda de su cuerpo. Con porte erecto y rostro estoico, acercó su mano a la manilla. Fue entonces cuando Granada sintió una increíble fuerza en toda la cara, y como el aroma a Caoba de la puerta iba haciendo espacio al de la sangre. Digamos que, aunque fuera un juego de pelea, no esperaba romperse la nariz, menos en la entrada

—¡Perdón, perdón, perdón! ¡¿estás vivo?! ¡ay, es sangre! ¡no te mueras! —gritaba una voz femenina con más desesperación que el propio herido.

La víctima hizo el amague de levantarse, limpió sus lágrimas, se sujetó la nariz, y finalmente, abrió los ojos. Tal vez por la contusión, quizás por el líquido en sus ojos; la razón no le constaba, pero frente a él, veía una hermosa silueta rodeada por un halo de luz. No mucho después, esta idílica figura puso sus suaves manos en su rostro, y un escalofrío mandó electricidad por todo su cuerpo:

—¡¿E-estás seguro de que estás bien?! ¡¿te puedes levantar?! —repetía la figura diáfana con preocupación.

—S-sí, b-bien estoy... —Apenas podía articular sus palabras, mientras pensaba— ¿Por qué me siento así tan...aliviado?

Ese calor humano tan ajeno a él, tan reconfortante, compensaba el punzante dolor de su rostro, lo que dejaba en una extraña homeostasis donde no se sentía ni bien ni mal, tan solo sentía, pero esto no iba durar, y acabó en cuanto la mujer dijo:

—¡Ay! ¡pobre Gabriel!

—Sí, pobre... ¿cómo saben mi nombre? —La ilusión se rompió en un instante, igual que su nariz. Con ojos despejados, pudo ver a Loretta y Ale, viéndolo desde arriba, y a Lupe con Brackets y fleco incluido, con su cara justo frente a él.

—¿Pues cómo no? —afirmó Lupe con una cara de "¡obvio!".

—¿Será amnesia temporal por el golpe? —opinó Lore, mirándolo con preocupación.

—Probémoslo. Digámosle que nos debe diez rojos y veamos si nos cree —sugirió Ale.

—¡Quítateme de encima, Guadalupe! —chilló el abatido joven.

—¡Ay! ¡ta bien, ya me quito! —exclamó con sorpresa.

—Mmm, memoria intacta. Trata golpeándolo de nuevo —sugirió la alta.

—¡¿Qué hacen aquí?! —preguntó, con las venas de los ojos marcadas.

—¡Pues porque nos metimos al torneo! —explicó la trigueña.

La reacción del chico no se hizo esperar, rodó sus ojos tan fuerte como para ver su lóbulo frontal, y se estrechó su cara con la mano. Terrible decisión:

—¡ARGH!

—¿Ya se te había olvidado? —cuestionó Lupe, confundida.

—¡Obvio que no! —contestó, entre lágrimas.

—Déjame ver un momento, si no es molestia —interrumpió Loretta.

La joven caucásica se acercó para ver mejor el daño. Después de analizarlo brevemente, llegó a una conclusión:

—Parece que todo está en orden, solo fue un vaso roto. Habrá que taponear un poco para que no salga más sangre y poner una curita sobre la herida superficial —determinó cual enfermera, y de su bolso, sacó todo lo necesario:

—¿Siempre andas esas cosas contigo...? —preguntó el herido.

—¿Acaso te importa, Rudolph? —contestó la peliceleste, callándolo.

—Si te interesa, es solo por prevención. Nunca sabes lo que puede pasar; por eso ando con un botiquín —esclareció la rubia. Acto seguido, terminó de tratar su herida.

—¿Ya te sientes mejor, Gabriel? —preguntó Lupe.

—Ignorando la persistente molestia en mi cara, la voz nasal, y el sempiterno olor a sangre, ¡estoy de maravilla, Guadalupe! Gracias por preguntar... —espetó, junto a una sonrisa más falsa que halago a dibujito de chiquito de kínder. Se dio la vuelta, y marchó hacia al frente, pero la fleco de tubo lo detuvo:

—¿Seguro? ¿no ocupas nada más?

—¡No, no nece...! —paró su oración en seco, luego, se volteó y dijo— ¡Mira qué cosa! ¡se me ocurre algo! ¿qué tal si... —y la sonrisa postiza se saturó con un odio incandescente, y terminó la oración— ¿Te largas de aquí?

El joven bajó su sombrero, y entró sin hacer ningún otro sonido. Lupe se volteó hacia sus amigas, con la cara de un mocoso que acababa de romper algo caro, y preguntó:

—...La cagué ¿verdad?

—N-no lo llamaría un completo desastre —respondió Lore

—He visto baños públicos menos embarrados que tu relación con ese mae —respondió Ale.

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Antes del incidente, las chicas habían ya arribado, absorbiendo el aire de este tal torneo. El local era una casa amplia, suficiente para albergar poco más de cien personas y estaba rodeado por ventanas y puertas corredizas que llevaban a un amplio patio al exterior, donde los jugadores podrían ir a relajarse sin tener que compartir tantos gérmenes entre ellos. Veinte estaciones estaban esperando peleadores y ellas se apoderaron de una con la intención de practicar. Ale tuvo la chance de aprender el juego en la casa de la Lupe. Para sorpresa de nadie, escogió a su personaje basado en quien tuviera el mejor "outfit".

Su ojo clínico fue atraído por una en particular: Se llamaba Key Kilkenny, una bruja, maldecida por un hechizo de la más inhumana crueldad: Desempleo después de la graduación. Es por eso que la mujer mágica usa su escoba para repartir pizzas, mientras encuentra trabajo en su "carrera". Su modus operandi era volar para evitar el ataque del enemigo, y acercarse cuando se expongan, causando más de un dolor de cabeza a sus rivales, y para muestra, un botón:

—¡Deja de lanzarme esas hijueputas calabazas bomba y baja a pelear! —se quejó la fleco de tubo, mientras rozaba sus dientes de la cólera.

—Nah, estoy bien aquí. Me gusta este juego —se regodeó la peliteñida.

—¡Queda prohibido que vuelvas a jugar con Key!

Al fondo, vieron a un tipo sosteniendo un megáfono, al que inmediatamente reconocieron como Duce, el organizador de los torneos, y recordaron la conversación que habían tenido entonces. Con unos cuantos pasos, ya se encontraban frente a su escritorio:

—Oh, son las güilas del torneo del fin pasado ¿verdad? —recordó— Qué bien que se hayan apuntado. Espero que disfruten el torneo de hoy —respondió el hombre con cordialidad— ¿Ya pensaron en sus tags?

—Yo aún no... —confesó Lupe, con la cara arrugada— ¿Y ustedes chicas? ¿pensaron en algo?

—N-no en realidad —contestó Loretta, tomándose del codo y mirando hacia otro lado.

—Todavía ni me he decidido por cuál va a ser mi alias artístico —expresó apática.

—Pero, vos nos habías dicho acerca de un amigo tuyo que ponía tags. ¿Está él aquí hoy?

—Así es. ¡Mint!

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Llamó con fuerza a alguien que se encontraba en el pasillo de atrás y en un instante, apareció un hombre, que vestía su excentricidad a flor de piel. Venía con una chaqueta Nehru, decorada con intrincados patrones, un collar de bolas de madera, unos lentes de sol circulares y un pelo café, rizado y esponjoso. Sus palabras no desentonaron con su aura:

—Vamos, Duce, con todo el respeto del mundo, si vas a decir mi nombre, dilo completo, que es mi carta de presentación —dijo con una voz inyectada de Funk.

—Sea necio. Gente, él es Mint Jams, top 3 del país, y también lo llaman "El bautista" porque se le da muy bien ponerle tags a la gente.

—¡Wow, qué chiva! —opinó Lupe.

Dudo que lo llamen de la segunda manera —pensó Lore.

—¿Nos acabamos de meter a un culto? —comentó Ale.

—Entonces, todas ocupan tags, ¿huh? ¡Bueno! Solo necesito un poco de información y los tendré en un santia-.

—Perdona la interrupción —cortó Loretta—. pero, no comprendo realmente el propósito del tag. ¿Es realmente necesario tener uno cuando mi nombre normal sirve el mismo propósito?

—No, de hecho, no, señorita. Si desea usar solo su nombre, está en libertad de hacerlo, pero, para mí, ¿qué es Cosmos si no un vehículo de expresión propia? Nadie escoge el nombre con el que viene a este mundo, pero aquí, muchos descubren bastante de sí mismos a través de la pelea; un nombre nuevo al inicio es la botella de champagne que golpea al barco antes de zarpar.

»Pero, no me gustan los barcos; me marean, así que prefiero pensar en los chicos como músicos, donde cada combo es una estrofa, y cada duelo, una canción. Hay jazz, rock, clásica, funk, hip hop, reggae, salsa, dubstep, cantos gregorianos: Cada uno juega al ritmo de su propio tambor, y una buena canción necesita un buen nombre —expresó cual líder espiritual.

—¡Uy! ¡yo quiero mi propia canción! ¡digo nombre! ...La canción tampoco estaría mal —espetó Lupe

—¡Excelente! La cuota inicial sería de diez mil coloncitos, nada más.

—¡¿Qué?!

—De pronto, he adquirido una infinita apreciación al nombre que me dieron mis padres —opinó Ale con rostro sombrío.

—¡Solo las estoy jodiendo! —mencionó Mint Jams entre carcajadas— La risa es lenguaje del alma, pero yo apenas se hablar español. ¡Bueno! Se puede hacer de otras formas. Empecemos contigo, mechón de Fibonacci —dijo, señalando a la fleco de tubo.

—¡La tuya por si acaso!

—Veo que eres alguien honesta con tus emociones, reflejas lo que sientes como el agua quieta de un lago y eres tan fácil de perturbar como esta. También me dijeron que usas a la doctora, así que imagino que eres una chica del minuto, dispuesta a ayudar por ayudar, aunque te metas en problemas por ello. ¿Me equivoco?

—La verdad, le atinaste bastante.

—¡Con eso me basta! Haciendo uso de todas mis facultades mentales, he llegado a un nombre ideal. ¿Qué te parece..."The Cure"? —susurró de forma evocativa.

—¿Da kiur? ¿"La Cura" en inglés? —cuestionó un poco desorientada.

—Sí, ya sabes, como la banda.

—¿Hay una banda que se llama así? —preguntó Ale.

Lupe cerró los ojos, cruzó los brazos, y empezó a hacer algo que rara vez hace; Meditar una decisión:

No sé. Si uso a una doctora, decir que soy "La Cura" pega un toque, supongo... —dudaba la joven. No obstante, de la nada, esta duda se disipó.

A mí me gusta —dijo la voz.

—¡Ah! ¡la voz de aquella vez! —Y tras unos segundos de silencio, se decantó por el sí

—Ahora, vayamos contigo, Marge Simpson —prosiguió el bautista.

—Espero que mi tag sea más original que eso —comentó Ale con cinismo.

—¡Pues no se diga más! Una joven que está a la vanguardia de la moda debe vestir su nombre como un ostentoso collar de perlas, no andarlo arrastrado como un chicle usado. Una vida dedicada a la belleza, al Avant Garde, es una vida en busca de la divinidad, en busca del olimpo, pero esa búsqueda puede llegar a ser una solitaria.

»Mmm...me das una vibra de Key.

—Si te refieres a la bruja, pues sí. No fue difícil escogerla, considerando que es la única que parece que no la vistió la mamá —criticó la peliceleste.

—No sabes lo reconfortante que es escuchar esa opinión de la boca de alguien más... —respondió Mint, respirando profundo— ¡Lo tengo! ¿Qué opinas de... "Bachelorette"?

—"Soltera", huh. Ese es un título que quiero llevar toda la vida. Hasta caería bien andar un rótulo de neón conmigo a todas partes para no perder el tiempo con insípidas declaraciones —dijo, deleitada.

—¡Tomaré eso como en sí! Entonces, solo queda...hmmm —se detuvo para mirar a Loretta con cierto interés— ¿te conozco de algún lado, jovencita?

—...N-no, no lo creo —respondió la rubia, algo anonada.

—Qué raro, sentí que te había visto antes. Meh, de seguro nos conocimos en una vida anterior, pasa todo el tiempo.

—Espera, ¿qu-?

—¡Entonces! Veamos que tenemos para ti... Hay algo muy particular en ti niña. El estado natural de las personas es la honestidad, ¿sabes? Nadie miente como respira; es algo que hacemos de nuestra propia voluntad. Entonces, ¿por qué veo en ti tanta...incertidumbre?

—¿I-incertidumbre?

—Es una turbidez, una distorsión, casi igual a cuando vez una película 3-D sin lentes; Tu ojo derecho dice sí, y el izquierdo, no. Siento frío al estar en tu presencia, pero tu aliento me delata un fuego descontrolado dentro de ti. Tanta ambivalencia, tanta intensidad...¿qué es eso que guardas con tanto recelo en tu corazón? ¿por qué no deseas que salga a la luz? —Loretta desvió la mirada, mientras sentía que se le escapaba el corazón. Entonces, Mint Jams dijo— ...Peeero, la última vez que vi a alguien así, resultó que tenía gastritis. ¿Tuve razón? Sí. ¿Desearía no haberla tenido en un lugar sin ventilación? También. ¡Pero basta de recuerdos nasales! ¡he llegado a tu tag!

»¿Qué te parecería... "Blondie"?

Loretta quedó en shock, Lupe no sabía lo que pasaba, y Ale aguantaba la risa. Finalmente, la joven caucásica recuperó la capacidad del habla:

—¡¿P-para qué fue todo el análisis psicológico si me vas a poner el nombre más genérico para una rubia?! —recriminó.

—Es una muy buena banda, y apropiado en más de una manera —defendió el adulto de melena alocada.

—Agradece que no te puso "Barbie girl" —esbozó Ale, divertida

—Por favor, no le des ideas...

¿Y qué tal si yo fuera "Barbie girl"? —pensó Lupe.

—No, ese ya lo había usado —recordó el hombre.

¡Carajo!

—Como sea. Usaré el tag, no porque me guste, pero porque es mejor no tratar con mi verdadero nombre en lugares fuera del colegio, por prevención —contestó Lore.

—¡Una decisión muy pragmática, señorita! Estás invitada a usarlo como quieras, pero solo una cosita más: Como no pude sacar mucha información de ti, independiente de cualquier posible infección estomacal, tu tag no está completo. Puede que le falte una letra, una palabra, puede que sea un nombre totalmente distinto. Eso lo decidirás tú cuando despejes tu propia incertidumbre.

»¡Con eso, ¡mi trabajo aquí está hecho! Les deseo éxito en todos sus duelos, y suerte si les toca contra mí. ¡Nos vemos en el torneo!

Las muchachas se despidieron de Mint Jams, y se fueron a comer algo, y el resto, al igual que la nariz de Granada, es historia. No obstante, mientras ellas se distanciaban, Mint Jams se dijo algo para sí mismo:

La pequeña "Andrade" debería estar bien, solo falta que se deje de aferrar a su mentira. La morenita me preocupa, sin embargo, porque si su amiga le falla al blanco a la hora de ser ella misma, ella del todo no le atina a la diana, y lo peor: No creo que ella misma lo sepa..."

En los torneos, para los que no estén al tanto, los duelos amistosos siguen una regla bastante simple: El que gana, permanece sentado, y el que pierde, cede su silla al siguiente en la fila, por lo que es habitual que los mejores jugadores sean los que más practiquen y los novatos, no tanto. En el caso de las amigas, cuando finalmente les tocó su turno de jugar, una voz reverberante inundó todo el lugar cual trueno, y esa voz decía:

—¡Se acabaron las amistosas, gente! ¡por favor, despéjenme todos los teles, que ya vamos a empezar! —avisó Duce, sin necesidad de megáfono y en un parpadeo, las estaciones quedaron vacías. Era durante este lapso donde las personalidades de los jugadores salían a relucir: Los tranquilos compartían entre ellos lo que esperaban del torneo; los nerviosos, ansiosamente presionando todos los botones del control, y los espirituales, que meditaban, recostados contra la pared. Entre tanto gentío, Duce se paró en una silla, y se puso a explicar las reglas:

—Buenas tardes, maes. Hoy es "Botonazos fest #9", la primera fecha del circuito de invierno Sourspot 2017...

—¡Qué emocionante se escucha eso! ¡estamos participando en un circuito! —compartió Lupe, sacudiendo los puños con energía.

—Sí, y extrañamente profesional, como si fuera un deporte —opinó Loretta.

—Seamos honestos, la mayoría de los presentes aquí no tienen los pulmones para hacer deportes —atinó Ale injuriosamente.

Duce continuó hablando:

—Tenemos a noventa competidores escritos, así que el premio está bien jugoso hoy. Como siempre, se les llama tres veces, y si en cinco minutos no responden, pa' la casa. El torneo amateur, como siempre, es exclusivo para los que queden eliminados en primera y segunda ronda. Sin más que decir, ¡qué comience el torneo!

Y casi como si escucharan su sentencia de muerte, un escalofrío les recorrió en el cuerpo a las tres, cuando el aire de camaradería fue succionado por completo, dejando el aire del cuarto espeso con una sensación reiterada por cada jugador: El deseo de ganar. Las muchachas no podían ocultar que se sentían abrumadas ante la experiencia, pero unidas, se refugiaban de esa caótica competitividad. Desde su santuario, Lupe encontró miradas con Granada, y solo un segundo bastó para entender que, a partir de ahora, la verdadera pelea había comenzado

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