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Capítulo 3: "Los caprichos del destino"

Son las once de la mañana, el sol ya está cerca de su cénit, y en este particular centro comercial, la gente se mueve letárgicamente de una tienda a otra buscando en dónde botar dinero, y entre la multitud, Lupe venía corriendo, con su fleco revoloteando de arriba a abajo como con vida propia. Llegó adonde sus amigas ya la esperaban y frenó en seco, provocando un horrible chillido con la cerámica del suelo.

—¡Perdón, chicas! Me agarró un toque tarde.

—No lo había notado —comentó Ale, aliviándose la oreja.

—Lo bueno es que ya estamos todas aquí —excusó Lore.

—Entonces, ¿Vamos a la sastrería primero para encargar tu vestido? —Preguntó Lupe.

—Oh, pensé que querrían ir a almorzar antes de eso —opinó la rubia, inclinando su cabeza sobre la yema de su índice.

—Por mí, no te preocupes —aseguró la chica trigueña, reluciendo sus frenillos.

—¿Y tú, Ale? —Se volteó hacia la peliceleste.

—Ando con la dieta de lucho, mae, así que no.

—N-no necesitaba saber eso, pero bien —contestó, con la cara arrugada— Si están ambas de acuerdo, entonces-.

—¡Sin embargo! —interrumpió la alta, de impromptu— Sigo sin comprender por qué no me encomendaste a mí diseñar el vestido —reclamó, cruzando los brazos y desplazando su cabello a un costado.

—¡N-no lo tomes a mal! No es nada encontra tuya, solo que...

—Seguro le da miedo que hagas algo como meterle diez kilos de accesorios, hacerlo de látex negro, o hacer que prenda en llamas en medio baile...¡O las tres cosas! —respondió Lupe, mientras que la extranjera le dio la razón.

—Ok, vale —aceptó con resignación—. Aun así, mi corazón "Avant Garde" ha sido herido, así que al menos déjame ayudarte a seleccionar el vestido. Con mi asesoría, va a ser tan etéreo e inalcanzable que es imposible que tu look no vaya en picada de aquí en adelante.

—G—gracias, pero me gustaría que fuera lindo y no opacara el resto de mi ropa a perpetuidad —respondió un poco intimidada ante semejante declaración.

—Como quieras —contestó Ale, moviéndose el pelo al costado.

—Y después de eso, yo digo que vayamos a comer, y luego, al cine. ¿Suena ese plan? —propuso Lupe con ahínco.

—¡Me parece bien! —accedió la rubia.

—Si ya pagué el pasaje para llegar aquí, mejor aprovechar la salida —opinó la peliceleste.

Emprendieron rumbo hacia la sastrería, mientras miraban las demás tiendas en su camino, tantas luces y colores en abundancia que nublan el raciocinio y que invitan a desperdiciar fondos en compras impulsivas, pero el grupo iba decidido a no hacer ninguna parada; tan decididas, de hecho, que pararon su camino a la primera señal de algo interesante. Era uno de los locales, que estaba atiborrado de gente, dando la impresión que podía ser una venta de liquidación o algo así, pero era extraño porque los que estaban ahí parecían chicos jóvenes, y ninguno se movía de donde estaban. Si bien Ale propuso dejarse de distracciones y volver a lo de ellas, la chica del fleco de tubo tenía demasiada curiosidad en ver qué era, y con ese entusiasmo, convenció a las otras de quedarse a vinear.

Se arrimaron por detrás de la multitud, que formaba una barrera que impedía ver hacia adentro, bueno, solo a Lupe y Lore; Ale tenía ciento ochenta razones para no preocuparse, pero como buena amiga, usó el poder de los buenos genes para hacer espacio y despejarles la vista. Y ahí estaba, el destino, tan repentino como inescapable.

—¡Hey! ¡están jugando Cosmos Assault! —exclamó Lupe.

—¿El juego aquel que tenías tú y el otro chico? —dijo la alta mientras miraba hacia Loretta.

—Sí, pero, qué raro. ¿Por qué hay tanta gente viendo el juego? —compartió, mientras analizaba sus alrededores con la mirada.

[5]

De repente, la respuesta les gritó en la cara, cuando uno de los dos sujetos que estaba jugando saltó de su asiento como un resorte, dejando salir un grito de victoria genuino y visceral. Su grito no cayó en oídos sordos; muchos de los espectadores celebraron junto a este tipo, entre silbidos y aplausos. Uno de estos se acercó al gritón y le habló, mientras le daba palmadas en la espalda:

—¡Mae, esa es! ¡Sí se pudo!

—¡Yo iba perdiendo, mae, pensaba que iba a perder, mae, pero de pronto, mae, empecé a ganar, mae, y al final gané, mae!

—Ganó a cambio de perder mitad de sus neuronas en el proceso —opinó Ale cínicamente.

—Igual como cuando entrevistan futbolistas —comparó Lupe— ¡Como sea! ¡¿Qué fue eso?!

—Ah, es que el mae le acaba de ganar el último juego y pasó al siguiente round —aclaró un extraño a la siniestra de ellas.

—¿Último juego...? —preguntó Lupe.

—¿Pasar al siguiente round...? —cuestionó Lore.

—¿Quién es usted y por qué nos habla...? —interrogó Ale.

—Yo me llamo Mario, pero mi tag es "Toot oréal" y también estoy participando en el torneo —respondió con normalidad.

—¿Torneo? ¿qué torneo? —inquirió la fleco de tubo con insistencia.

—¡Pues el torneo! ¿O es que acaso no están jugando?

—Perdón, pero la verdad solo pasamos a ver por qué había tanta gente aquí —Respondió Lore con algo de pena.

—No sabía que la gente jugaba en torneos de videojuegos —expresó Lupe, mientras retorcía su fleco con el dedo.

—Bueno, los torneos de Cosmos no son nada nuevo, incluso antes de que saliera Assault.

—¿Cómo puedes ir a torneos de un juego que no ha salido? —señaló Loretta hábilmente.

—Cosmos Assault, o bueno, "Assault" a secas, es el tercer juego de la saga, así que hasta hace poco se empezó a jugar este.

—Qué interesante. Al parecer, Cosmos forma parte de una trilogía —indicó Loretta.

—Como las de Star Wars o las Indiana Jones.

—E-espera, Lupe, Indiana Jones no es una tri-.

—Cállate, Lore, sí lo es —interrumpió Ale fulminantemente. El tal Mario volvió a hablar:

—La verdad es que, aunque llevo viniendo bastante tiempos a estos torneos, yo soy bastante malo —Se rio de su propia situación y continuo— Pero me encanta el ambiente, así que vengo a menudo. ¿A ustedes les gusta el juego?

—Yo ni siquiera lo había visto hasta hace tres minutos —dijo Ale.

—Yo le llevo jugando unos cuantos meses. Lo encuentro bastante entretenido —expresó Lore de manera sobria.

—¡Está muy vacilón! Pero apenas lo jugué ayer —compartió la muchacha morena, riéndose—. Siento que todavía me falta jugar un poquito más para inscribirme a un torneo.

—¡Que no te dé pena! ¡De todos modos, todos en este torneo somos bastante mancos! —afirmó en medio de una carcajada.

—No todos —irrumpió otro desconocido.

—¿Y tú quién eres? —preguntó Lupe

—No importa, ni nos vamos a volver a ver.

—Claro... —dijo— Con esa actitud, ya veo por qué no —pensó.

—Es cierto que este torneo tiene jugadores muy malos, pero hay unos cuantos bastante fuertes, y entre estos, hay uno cuyo nombre hiela la sangre de todo quien lo escucha: Granada —exclamó con una voz seca.

—¡¿Dónde?! —vociferaron algunos que estaban cerca.

—¡No, no una de verdad, alguien llamado Granada! —aclaró la muchachita.

—¡¿DÓNDE!?

—¿...D-deberíamos pedir ayuda? —preguntó Lore, arrugando la cara.

—Granada está actualmente en el top diez de jugadores aquí en el país, pero es más que eso. Es un sádico, siempre despedazando a sus oponentes poco a poco, tanto dentro como fuera del juego, y como suele ir a todo torneo que encuentre, no hay manera de huir de él... -explicó el personaje de exposición con solemnidad.

—Sí, es muy bueno, pero algo tóxico —dijo Mario.

—Gracias por usar mil palabras donde diez servían... —comentó la peliteñida de Ale con desdén.

—Pero hoy, jeje...¡Hoy es mi oportunidad! Porque aún no se ha aparecido, y si no lo hace en los próximos cinco minutos, lo descalificarán —expresó el enigmático personaje, riéndose como un hechicero malvado— ¡Hoy finalmente podré ga-!

—¡Ay, no, ya llegó! —escupió alguien desde la multitud, y el sin nombre volteó su cuello con terror para confirmar lo que imaginaba.

[6]

Los competidores se unieron en un suspiro colectivo que bajó la presión del cuarto por unos momentos. La reacción fue tan notable que la camada de amigas no pudo evitar unirse a la conmoción. Giraron la cabeza para ver a un joven, con zapatos negros y embetunados, pantalones negros, una corbata roja, sosteniendo un saco por encima del hombro y un Fedora de cinta azul que cubría parcialmente su rostro, y juzgando por la reacción de todos, él no era respetado, sino temido. El sujeto camino directo hacia el televisor, dándole la espalda a nuestras protagonistas, a la vez que otro tipo con un megáfono se le acercó para hablarle:

—Al final sí vino, mae. Si hubiera tardado un poco más, no llega.

—No es que me importara llegar a practicar. La bracket está llena de caramelitos; novatos e inútiles en partes iguales, y si no fuera por el premio, venir a pelear contra tanta basura sería un despropósito aún mayor de lo que ya es —habló el imponente jugador, mientras que Lupe escuchaba desde lejos con su super oído de católica chismosa.

—Entonces ¿ese el tal Grana...¿Dónde está? —Cuando Lupe se volteó para hablarle al antipático personaje de relleno, este ya estaba largándose mientras refunfuñaba, así que Mario tuvo que responder en su lugar:

—Sí, es él.

—¿Vino así de formal para un juego? —preguntó Lupe.

—Siempre viene así. Es como su marca, creo.

—Pues sí su marca es una firma funeraria, les está haciendo una excelente publicidad. He dejado prendas tres semanas bajo el sol que se ven menos decoloradas que su saco... —criticó Donatella Versace, mejor conocida como Ale.

Mientras Granada y el sujeto aquel seguían hablando, un tipo salió de la multitud y marchó hacia ellos con un porte de determinación. Puso su pie derecho al frente y exclamó.

—¡Granada, nos volvemos a ver!

—Ay, no puede ser, es este fenómeno de nuevo —expresó Granada con desdén.

—Y tu primer duelo de hoy —dijo el tipo del megáfono, mientras le daba una palmada en la espalda, a lo que el jugador blanqueó los ojos igual que un zombie.

—¡Ja! ¿acaso tienes miedo, Granada? —Lo apuntó tan colorido personaje como si fuera un super héroe— ¿Tanto se nota como mis poderes se han multiplicado desde nuestro último encuentro?

—Se nota, lo que no estoy seguro es de cuál múltiplo de cero se trata —Respondió sarcásticamente. El borde de su sombrero cubría sus ojos, mas la imagen de la sonrisa más arrogante que pudiera existir se colaba debajo de este.

—¡Argh! ¡Veo que tu lengua sigue siendo tan filosa como siempre!

—No estamos en uno de tus animes, tú...eh...

—¡Jesús Izanagi Shunketsu!

—¡Hidrocefálico subnormal, ese era! —atinó a la vez que chasqueó los dedos— Como sea, ya intercambié más palabras contigo de las que quisiera, o sea, más de cero. Juguemos de una vez —exclamó con seriedad.

—¿Hay más tipos como él...? —cuestionó Ale con repelús en su expresión.

—Eeh, no más de uno en cada torneo...—dijo Mario.

—Que sean más de cero ya es justificación suficiente para extinguir la especie.

A parte de presenciar tan estrambótico personaje, Lupe estuvo atenta a la voz de Granada, ya que le sonaba familiar, pero antes de asignar de quién era esa voz, el duelo empezó. Granada había escogido al director de orquestra, conocido como "Amadeus Heartbreak", mientras que su rival se fue con una chica de piel negra, con un machete y una pistola de clavos en sus manos, que se llamaba Jeanne Karuhimbe. Una vez empezaron a volar golpes, tanto Lupe como Lore notaron desde el vamos que ellos un juego muy distinto. Había tanta velocidad en los movimientos y parecía que los personajes se deslizaban por todo el escenario, era un contraste enorme con lo que habían visto ahora. Y tan impresionante como era la velocidad del juego era también la velocidad de sus manos; para nada distinto de cuando los hermanitos menores machaquean botones cuando no saben jugar, pero las caras de los dos no mentían: Esto era a propósito. "GAME!", el sonido que anunciaba que el primer round había acabado, con el favorito terminando la faena en minuto y medio, y sin perder ni una vida.

—¡E-esto no puede ser! —Gemía el otaku.

—Dato curioso: Con el tiempo que invertiste en tratar de vencerme, pudiste haber salido al sol, o descubrir las maravillas del uso del desodorante —afirmó a son de mofa, y desde la tribuna, las chicas podían ver dos lados de la misma moneda: El creciente esfuerzo por el retador por retener las lágrimas, y la cada vez mayor malicia en la sonrisa de Granada. En medio de esta tensión, el mejor jugador tomó una decisión inesperada:

—¡¿Se va ir con la Doctora A. B.?! —exclamó Mario perplejo.

—¿Por qué? ¿Qué pasa con la doctora? —Le preguntó la fleco de tubo.

—Es que ella es el peor personaje del juego.

—¡¿QUÉ?!

—¡¿Qué clase de chiste es este, Granada?! —dijo Jesús Izanagi Shunketsu.

—El chiste eres tú, este es el remate —contestó sin mirarlo.

—¡Como quieras! ¡este juego que me estás regalando va a ser tu perdición!

Empezaron a jugar, y aun cuando Granada estaba usando a un peleador más débil supuestamente, la balanza del juego no parecía que se hubiera inclinado en lo más mínimo hacia su rival. Lo levantaba por los aires y luego lo remachaba contra el suelo; de no ser porque fuera un videojuego, parecería una película snuff, y para poner sal en la herida, Granada realizó el movimiento más humillante del juego para muchos:

—¡Lo está empezando a sanar! —comentó Mario.

—¿Pero por qué lo hace si está ganando? —preguntó Loretta, que también estaba incrédula.

—¡Oh, lo va a humillar con su Critical Assault! —spoileo el público.

El Critical Assault es la habilidad más poderosa de cualquier personaje dentro del juego y solo puede ser usada una vez por pelea. Lo que pasa es que Lupe recuerda que el de la doctora no era nada del otro mundo, solo sacaba unas venas con las cuales le quitaba cincuenta puntos de vida y los usaba para recuperarse, por lo que era uno de los más mediocres, pero lo que nuestra protagonista no sabía era que había una versión especial:

—¡Mira, Lore! ¡La barra que está encima de la doctora se está llenando!

—Nunca la había visto hacer eso. Significa que la única forma de llenarla es...

—¡Sanando al rival!

Y una vez esta quedó llena, la verdad quedó a la vista de todos. La doctora con apariencia gentil y tierna sufría una metamorfosis: Ahora su pelo era de color blanco y empezaba a levantarse descontroladamente, y sus ojos rojos opacos ahora eran de un tinte rubí incandescente. Su solo presencia irradiaba peligro.

—¿Q-qué le pasó a la doctora? —preguntó Lupe en medio del shock.

—Eso, señorita, es el modo de hipertensión —respondió Mario—. Ahora la doctora es mucho más fuerte y tiene más rango en sus ataques por un tiempo.

—¿Sabes qué? —habló Granada— Si realmente te dispusieras a practicar en vez de ensayar tus patéticos diálogos de Naruto, tal vez alguno que otro golpe tuyo me haría más que solo cosquillas. De igual manera, es hora de decir "Sayonara".

La doctora saltó encima de su personaje, la golpeó con un busto griego hecho de sangre, tan fuerte que rebotó con el suelo y cuando volvía a caer hacia la tierra, activó el Critical Assault.

—¡Pero si ya tiene cero por ciento de daño! ¿Qué ganaría con robarle más energía? —cuestionó la Lupe, sin la menor idea de lo que pasaba.

—¡Oh, él no va a robarle energía! —mencionó Mario de manera exhilarante.

En vez de las venas, apareció otro nombre, "Desfibrilador carmecí". La doctora sacaba estos dos aparatos y los empezaba a rozar con gran fuerza y velocidad, mientras que la afición anticipaba con emoción el gran final, ya que todos se pusieron a corear:

—Kame...Hame...

—¿Qué están cantando? ¡Ah! ¡¿no me digas que—?!

Para cuando Lupe entendió lo que estaba a punto de pasar, ya había pasado el punto sin retorno y aunque el juego aún no lo decía, la conclusión solo era una: Este era el fin del duelo.

—¡DESPEJEN! —gritó la doctora dentro del juego, haciendo eco en el local.

—¡HAAAA! —explotó una catarsis colectiva entre todos, y el perdedor también explotó. Un parpadeó bastó para que un ruido retumbara por toda la habitación; un poderoso "¡CRASH!" se propagó desde el suelo hacia las paredes del lugar, pasando por cada uno de los tímpanos de los ahí presentes, y en un instante, tal abrupto sonido dio pasó a otro, mucho más obsceno.

—¡PICHA! ¡BICHO DE MIERDA MÁS RETRASO! ¡ME CAGO EN ESTE JUEGO!

Había lanzado su control hacia la cerámica, estrellándolo con rabia. Con los restos de su control esparcidos por el suelo, lanzó su "opinión" acerca de lo que había pasado, tomó los restos de su mando, como aquel que lleva el cuerpo de un compañero caído después de haber pisado una mina de proximidad solo con la fe de darle santa sepultura a lo que quedó, y se marchó furioso de ahí. Sin la presencia del otaku, Granada estalló de la risa. Se levantó orgulloso, mientras cantaba una melodía en inglés y bailaba al ritmo de esta. Todo era felicidad y fortuna, luego, se volteó. Ellas lo vieron a él y él las vio a ellas, más de una vez, ya que no creía lo que veía. Un silencio cayó como un hechizo sobre sus labios y todo se mantuvo así hasta que Guadalupe reaccionó:

—¿Gabriel Salazár...?

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