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Capítulo 27-III

Del otro lado del Kiosco, ambos habían caído en el más profundo de los silencios, hasta los pájaros y el viento se habían callado, como si buscaran obligarlos a hablar. Gabriel, boquiabierto, dijo:

-Ah...ah...D-dijiste que sí, ¿Verdad?

-Eeh, e-eso creo, sí... -Contestó Lupe, girando el cuello hacia cualquier otra cosa menos al chico de enfrente, pero cuando finalmente giró a verlo, cerró los ojos con fuerza, y levantó la voz para decir- ¡Me tengo que ir! ¡Hablaremos luego!

El joven solo pudo despedirse de la nube de polvo que dejó la fleco de tubo tras ella. La vio marcharse hasta que su figura entró a los callejones, perdiéndola de vista. Entonces, sacó sus audífonos, colocó cada uno con exactitud robótica, deslizó rápidamente su dedo sobre su celular como si tratara de limpiar algo de la pantalla, hasta que finalmente encontró lo que buscaba. Era una canción, específicamente, "We are the champions" de Queen, porque no podía ser otra, y entre palomas y kioscos, apretó los puños, cerró los ojos, y con todas sus energías, estiró sus brazos al cielo para gritar:

-¡LO LOGRÉEEEEEEEE! ¡DIJO QUE SÍIIIIIIIIII! ¡SOY UN DIOOOOOOOOS! ¡SOY EL MÁS GRAAANDEEEE!

Solo podía sonreír y saltar, mientras se agarraba el pelo, porque ni siquiera la había dado el tiempo a la incredulidad para que saliera de su cuerpo. Flotó hacia un poste de luz cercano, se agarró de él con una sola mano y se puso a girar mientras cantaba la icónica canción en voz alta. Tanta catarsis debía ser mala para su corazón, pero, ¿A quién le importa?

Pero lo trágico es que el mundo se equilibra sobre una balanza, y si alguien está teniendo el mejor día de su vida, otro en la calle aledaña acaba de ser balaceado (Aunque fuera de manera metafórica). Loretta permanecía recostada en contra de su voluntad; sus brazos y piernas habían renunciado, no tenían ni las energías ni el deseo de volver a ponerse en pie. Sus dedos estaban fríos y morados, reposando en su pecho, y lo único que podía hacer la muchacha era continuar desangrándose en lágrimas.

En medio de tan desgarradora escena, Alejandra andaba pasando por ahí, recién saliendo del colegio con sus audífonos puestos:

-...Hmmm, qué raro, no recordaba haber grabado otra canción que empezara en llantos-¡Ah, Lore! -Exclamó al ver su ensombrecido rostro sobresalir del kiosco. Se quitó las auriculares y corrió a su auxilio- ¡Lore, Lore! Mírame, ¿Qué te sucede? Por favor, dímelo.

La peliceleste ni siquiera estaba segura si Loretta sabía que estaba ahí, o sí las lágrimas eran tantas que cubrían su vista y nublaban sus sentidos. Mientras la sostenía de la cara para tratar de hacerla entrar en razón, pudo sentir lo fría que estaba, lo que la tenía temblando descontrolada. Sea lo que sea que la puso en ese estado, le provocó tanto shock que involuntariamente le bajó la presión.

-¡Te voy a llevar a mi casa! ¡Va-!

-¿Capitana...? ¡Ah, Capitana Loretta! -Gritó Olivia al divisar al despojo que antes era la estudiante estrella, tirada en el suelo.

-¿Tú quién eres? -Preguntó la alta.

-¡Y-yo estoy en olimpiadas de química junto a ella! -Respondió algo intimidada por la figura de Alejandra- ¿Q-qué le pasó?

-Creo que acababa de sufrir el último paso para convertirse en mujer: Que le rompan su corazón -Contestó seria, mientras trataba de limpiar el rostro de su amiga lo mejor que podía.

-¿L-le rompieron el corazón? ¡¿T-t-tendré que pasar por eso también?! -Preguntó con pánico en su voz.

-No puede quedarse más aquí, me la voy a llevar -Dijo, ignorando su pregunta, y levantando a Lore con todas sus fuerzas.

-¡I-iré contigo!

-Esto no te incumbe, niña. Vete a casa -Replicó, apática.

La bajita la agarró fuerte por el brazo y contestó:

-¡Quiero ayudar a la capitana en lo que sea!

Alejandra suspiró por un segundo, sacudió la cabeza, y dijo:

-Tú pagaras el taxi, ¿Bien? -Olivia asintió rápida y nerviosamente.

Paró al primer taxista que pudo encontrar y sin demora alguna, las tres se subieron al auto y pusieron rumbo a la casa de Ale, a la vez que, en un poyo aledaño, sentada en soledad se encontraba Alicia, quien había visto todo, pero escuchado nada más cantos de victoria y llantos desesperados. Rellenó los vacíos en su propia mente, y tan solo bastó con que una mínima gota cayera en su cabeza para desatar su inspiración, desbordándola en forma de un breve haiku:

Hortensias muertas

Llantos nutren el suelo

Es invierno.

Permaneció mirando su libreta con una agazapada satisfacción, hasta que la cuita de un pájaro cayó en uno de sus hombros. La miró con asombro, y volvió a escribir, arrancando el papel donde había escrito el haiku.

Ya en la casa de Ale, Loretta continúa llorando, pero ahora, abrazada a una vieja frazada, mientras reposa en el pecho de su amiga; esta la acaricia en silencio, como tratando de hacer que escurra esa amargura para que no quede estancada en su corazón y se convierta en un suampo que solo fecunde odio y veneno. Olivia entra con una tacita humeante entre sus manos. Rápidamente, se agacha y se arrastra de rodillas hacia las otras dos, llevando la bebida.

-¡A-acá está el té!

-Gracias -Contesta Ale, amable, mientras toma la taza de sus manos, y la acerca a los labios de Loretta-. Vamos, linda, toma esto, por favor -La rubia abre sus ojos, hinchados como si hubiera pasado la noche en vela. Mira el té, asiente con la cabeza, y procede a sorberlo, aún entre temblores.

La alta toma su mano, y se tranquiliza al sentir como poco a poco vuelve a sentir calor fluyendo en la muñeca de su amiga. Cuando la taza se vacía, Loretta dice sus primeras palabras tras todo este tiempo:

-Gracias...

Alejandra, ya menos angustiada, se acerca a la pequeña estudiante y susurra en su oído:

-Ahora, hagas lo que hagas, no vayas a preguntarle sobre-.

-¡¿Qué le pasó, capitana?!

-¡Pero déjame terminar, jueputa! -Vociferó, estirándole las mejillas a la lengua floja de Olivia.

-Déjala... -Intercede Loretta, con debilidad- No me importa que lo sepan. La verdad es que...me mataron.

-¿A...a que se refiere, capitana?

-...Se trata de Lupe, ¿No? -Indicó Ale.

La extranjera volvió a asentir con desgano y prosiguió:

-Lo hizo...hoy se le declaró.

-Oh, entiendo... -Exclamó la alta.

-Y-yo no. ¿Lupe se le declaró a alguien? -Preguntó Olivia, tan perdida como un niño en un supermercado.

-Disculpa, eeh, tú, pero esto es algo privado entre-.

-No me importa que ella sepa, Ale... -Interfirió Lore- La referida exhaló por la nariz y procedió a resumir la situación de manera concisa.

-¡P-p-pero Lupe es mujer también! ¡¿Eso es legal?! -Preguntó Olivia, desconcertada.

-Eeh, depende... -Contestó Ale.

-¡¿Y los hombres también pueden gustarles otros hombres?!

-Depende.

-¡¿Y-y qué pasaría si quisieran tener hijos?! ¡¿Pueden?!

-...Depende.

-Estoy muy confundida...pero, si Gabriel se le declaró, Lupe pudo haber dicho que no. ¿Verdad?

-¿Crees que ella se pondría así por cualquier otra cosa que no fuera un "Sí"? -Respondió Ale con poca paciencia para la chiquilla.

-Oh, perdón... -Nadie quería seguir hablando después de eso. Entonces, un pequeño estribillo electrónico rompió tan solemne atmósfera. Era un celular que estaba tirado ahí en el suelo.

-Ese no es el mío -Afirmó Olivia.

-No recuerdo haber robado uno así... -indicó Ale.

Loretta tan solo extendió su mano para poner fin a la duda:

-Me llegó un mensaje, es todo.

-¿De quién? -preguntó Ale.

-De... -Se puso a mirarlo, y vio que se trataba de Lupe. El mensaje decía:

Crees que pueda pasar a tu casa un rato?

-...¿Y? -Volvió a cuestionar la alta.

-Aah...es de mi padre. Me preguntaba dónde estaba y a qué hora llego a casa.

-Dile que estás conmigo, y que te vas a quedar hasta la no-.

-Creo que mejor me voy a casa. Nos vemos mañana -exclamó, levantándose, y limpiándose la cara, como si nada hubiera pasado.

-¿Estás segura? -dudó Ale.

-Lo estoy.

-...Pero, ¿Qué pasara el lunes cuando volvamos a clase? Lupe y Gabriel ya serán novios -Preguntó Olivia, ignorante de su propia inocencia.

-Y era demasiado importante recordárselo, ¿No? -Añadió la peliceleste, con un agresivo sarcasmo.

-No importa, he embotellado lo que siento desde que tengo memoria...¿Qué es un día más? -contestó sin ni una pizca de broma o doble sentido, y se dirigió a la puerta.

Alejandra solo reaccionó para decir:

-Ve y descansa, Lore. No hagas nada de lo que te vayas a arrepentir.

-Claro...

-Es en serio. Ahora no estás pensando claro y-.

-Disculpa, Alejandra -interrumpió fulminante-, sé que quieres lo mejor para mí, pero no soy ninguna tonta para no saber qué puedo y no hacer, y aunque tú te creas la más madura de nosotras, en el gran orden de las cosas, ambas solo somos unas niñas -Y cerró de un portazo.

Ante el shock de la escena, las chicas restantes perforaron el piso bajo ellas con el peso de sus mandíbulas caídas. En esta engorrosa situación, Olivia preguntó:

-¿Es eso parte de ser mujer también?

-...Depende.

Ignorando el consejo de su amiga, nos encontramos ahora en la habitación de Loretta, pero algo distinta de como la hemos visto antes. El día afuera se oscureció de repente, como si fuera a llover, pero ni una sola gota ha caído hasta el momento. Lupe llegó, como había dicho en el mensaje, y desde el primer instante, sintió una energía rara emanar de todo esto. Al llegar, notó que el contorno de los ojos de su amiga parecía ser un distinto color de piel, y su sonrisa; era como si requiriera esfuerzo mantenerla, y con la mínima distracción, desaparecía. La fleco de tubo quiso desde el primer instante jugar a Cosmos, buscando distraerse de todo lo que estaba pasando en su vida, y aquí, surgió la segunda anomalía: De diez peleas que jugaron, diez las ganó Lupe, y ni siquiera estuvo reñido. Para más preocupación, Loretta fruncía un poquito más el ceño con cada derrota, y para la décima, la trigueña no podía seguir ignorando que algo estaba pasando. Con una mueca inquieta, Lupe habló:

-Ya no quiero jugar, h-hagamos otra cosa. ¿Qué tal si vemos una peli? ¿O tal vez podemos escuchar el nuevo álbum de BTS?

-Lupe, ¿En serio viniste para eso? -respondió, con voz tranquila, pero con una tristeza filtrándose entre las líneas.

-No...no, tienes razón -aceptó, a la vez que miraba su control, sabiendo que guardaba otro mucho más importante en su mochila-. Quería preguntarte algo.

-¿Sobre qué?

-Alguien se me declaró...y ahora, no sé qué hacer.

Loretta utilizó cada onza de fuerza que aún restaba en su cuerpo para resistir las ganas de llorar. A penas logrando su cometido, respondió:

-¿Y qué le dijiste?

-Le dije...le dije que sí, pero es raro porque, no quería decir eso...

-Entonces, ¿Por qué lo hiciste?

-No sé. Hasta hace poco, pensé que conocía muy bien a esa persona, pero entonces, aprendí algo sobre él, algo que recordé en el momento en que me pidió que fuera su novia y...entendí que no podía decirle que no.

-En ese caso, deberías decirle la verdad -Contestó con frialdad.

-Pero, ¿Después de decirle que sí?

-¿Y crees que estar con él solo por lástima es mejor? A la final, solo le hará más daño que la verdad.

-Entonces, haga lo haga, lo terminaré lastimando de todas formas... -aceptó en voz alta, con tono volviéndose ligeramente quebradizo. Tras un breve silencio, Loretta lanzó la pregunta crítica:

-¿Quién se te declaró?

-...Gabriel...Lo siento, Lore.

-No te disculpes, no tienes culpa de quién decida enamorarse -replicó, con una ligera sonrisa floreciendo, como si su corazón volviera a tranquilizarse...pero esto tan solo duraría un segundo, porque Lupe continuó:

-En serio pensé que tú y él eran el uno para el otro-.

-Espera, ¿Cómo que "el uno para el otro"? -preguntó, lanzando su mirada hacia Lupe al instante.

-Oh, claro, disculpa por no haberte dicho antes que ya lo sabía, pero no quería que-.

-Detente, Lupe. ¡A mí no me gusta Gabriel! -afirmó la anglosajona con firmeza.

-No tienes que mentirme, Lore.

-¡No estoy mintiendo! -contestó, subiendo el tono- Si es por lo de aquella vez, ya te había dicho que-.

-¡Claro que lo recuerdo! -respondió la otra, obstinada-. No soy tan bruta como parezco. O sea, lo invitaste a tu quince de la nada, fingiste que era su novia, cambiaste radicalmente tu look, lo llevaste a su casa cuando estuvo enfermo y quisiste invitarlo a la gira pasada.

-¡Estás malinterpretando todo como siempre! -Reaccionó la rubia, con agresividad.

-¿Malinterpretando, dices? ¿Acaso yo podría malinterpretar un beso? -E inmediatamente, se tapó la boca, sabiendo lo que acababa de decir.

-¿Qué...qué dijiste? -Tartamudeó Loretta, con sus pupilas encogiéndose al tamaño de un microbio.

-N-no es nada.

-¡No! ¡¿De qué beso hablas?! -exigió, pegando una fuerte palmada sobre el piso.

-Eeh...F-fue una tontera, en serio. Estabas hasta el culo de la borrachera y-.

-¡¿A quién bese, Lupe?!

Ambas se quedaron en el contacto de miradas más incómodo y prolongado de toda la historia, hasta que el mismo silencio y mirada de Lupe confesaron todo por ella:

-...Oh.

-¡L-l-lore, en serio, yo sé que, en realidad, no quisiste hacerlo! ¡T-todo fue tan rápido y repentino, pero al final, no fue nada!

Y aquí, el maquillaje que había ocultado el rojo alrededor de los ojos de Loretta hasta ahora se fue, junto a las lágrimas que volvieron a fluir, sin esperanza de que nada en este mundo fuera a detenerlas.

-No...no fue nada, ¿Dices?

-¿Lore...?

-¿Cómo? ... -Entonces, elevó su cara hacia Guadalupe, mostrándole sus ojos rojos, sus dientes apretados, y su ceño fruncido al máximo- ¡¿CÓMO PUEDES SER TAN ESTÚPIDA?!

El tiempo se detuvo, mientras el grito reverberaba contra las paredes, haciendo un eco que poco a poco se perdía en el ruido blanco de una repentina lluvia fuera de la habitación. Guadalupe solo estaba ahí, mirando, mientras Loretta gemía con desesperación frente a ella: La represa había colapsado, y ya no había forma de parar lo que venía. La chica desconsolada conjuró el suficiente control para hablar entre sus sollozos:

-H-h-he hecho todo para que tan solo mires en mi dirección...p-para comprobarme a mí misma de que lo que siento no está mal...pero tú solo lo ignoras...lo ignoras todo...¡¿POR QUÉ ERES TAN CRUEL CONMIGO?! ¡¿POR QUÉ NO DEJAS MIS TONTOS SUEÑOS DE NIÑA MORIR?! ...¿Por qué a él sí le dijiste que sí?

La muchacha costarricense sentía como cada emoción que alguna vez había sentido estaba acumulándose en su garganta, formando un grillete negro y oxidado que mantenía sus palabras prisioneras dentro de su pecho, y que cada vez, se ajustaba más, quitándole el aire. Mientras ella seguía cautiva por este dolor, Loretta se lanzó a abrazarla, pero no era uno de amor, sino el de un ahogado que desesperadamente se aferra a una piedra en el mar, rezando para que alguien venga salvarlo, y aquí, lanzó su último grito de Auxilio:

-¡Por favor, dime que si hubiese sido yo quién me declarase, hubieras dicho que sí! ¡Es lo único que te pido, y nunca más te volveré a pedir nada! ¡POR FAVOR, LUPE!

Cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer, soltó a Lupe, y se alejó un poco. Desde donde estaba, podía ver claramente la cara de la muchacha que había roto su corazón; confundida, y cubierta de lágrimas también, y viéndola a la cara, Lupe contestó:

-L-lo...lo siento.

La extranjera bajó la cabeza y respondió, torciendo su lengua con todo el odio que su corazón pudiera bombear:

-Largo de aquí.

-L-loretta, yo-.

-¡LÁRGATE! ¡NO TE QUIERO VER! -gritaba sin ninguna clase de cuidado, desgarrando sus cuerdas vocales, a la vez que empujaba la humanidad de Lupe hacia la puerta- ¡NO QUIERO VERTE NUNCA MÁS! ¡SAL DE MI CASA! ¡SAL DE MI VIDA! ¡LARGOOOOOOOOOOOO!

Lupe resbaló sobre el piso fuera del cuarto, y Lore cerró la puerta sin dirigirle la mirada. La trigueña se levantó, miró la tabla blanca de madera frente a ella, y cuando su tristeza estaba a punto de desbordarse, bajó rápidamente por las escaleras y salió corriendo de ahí. Ya en la calle, tanto la lluvia como el llanto obstruía su visión, viendo tanto las luces de los postes como los faros de los autos como los mismos difusos luceros. De milagro, logró llegar a su casa, empapada y despeinada; al entrar a su hogar, vio a Fabián en cuclillas, con un guante de lana, con los ojos fijos sobre el horno. Su atención se desvió al darse cuenta que había llegado su hermana:

-Oiga, mae, cierre la puerta para que no se meta el agu-¡Aaah! ¡¿Mae, qué le pasó?! ¡Está empapada! -espetó en el mismo segundo que Lupe se tiró sobre él para llorar en su pecho.

-¡S-s-soy una persona horrible! ¡N-no quiero vivir más!

-T-tranquila, Lupe, no digas esas cosas. ¡T-tal vez mami le pueda ayudar!

No, Fabi...lo arruiné todo. Todo se acabó...

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