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Capítulo 27-II

Los pájaros cantan bajo la luz del sol, y Gabriel se encuentra tras una pared, releyendo todo lo que había apuntado la noche anterior, que incluía cosas como formas de empezar la conversación, posibles respuestas que podría recibir, y un listado de contrarespuestas a estas mismas. Cuando se sintió listo, dobló el papel con facilidad y lo metió en el bolsillo de su pecho, retocó su cabello, revisó su aliento, tronó su cuello y dedos, y finalmente, salió del muro hacia el casillero de Lupe.

Nuestra niña estaba sola en ese momento, metiendo sus múltiples cuadernos con cierto desgano, soltando suspiros a cada oportunidad. Cuando terminó de acomodar sus cosas, empujó suavemente el portón de su casillero, pero este no se cerró. La fleco de tubo lo intento varias veces más, aumentando poco a poco la fuerza hasta que lo lanzó con odio, mientras gritaba:

-¡Ciérrate, jueputa puerta de mierda!

-Buenos días, Lu-¡ARGH! -exclamó Gabriel, al recibir el rebote del portón directo en la cara.

-¡Ay, no! ¡Perdón, Gabo, perdón! -Esbozó la chica, asustada, a la vez que lo ayudaba a levantarse. El joven y sus huesos se habían fortalecido durante la historia, y solo quedó levemente aturdido por unos segundos, sin quedar sin ninguna herida notable. De vuelta en sus cabales, tomó la palabra:

-¿Problemas con tu casillero?

-Argh, sí. No sé por qué no se cierra esta porquería -Expresó la trigueña, mirando al casillero con rencor.

Gabriel se paseó hacia el lado opuesto del portón e inmediatamente, agarró algo, y se lo mostró a Lupe:

-Jamás va a cerrar si no quitas el candado del cerrojo antes, ¿Sabes? -Explicó con voz pícara.

-¡¿Eso era?! ¡Ay! Ni yo sé dónde tengo la jupa, no estoy pensando bien... -Lamentó la joven, sacudiendo la cabeza.

-Disculpa mi impertinencia, Lupe, pero no te ves del todo...presente. ¿Es que tu mente sigue en la gira?

-Digamos que sí... -Expresó sin mucha energía, mientras cerraba su casillero.

-Ya veo...¡H-hey! ¿Qué te parece esto? Abrieron una nueva cafetería a unas cuantas cuadras de aquí y...bueno, tenía planeado ir yo solo, obviamente, pero ahora que te veo así, se me acaba de ocurrir de que tal vez, tú... -Expuso, extendiendo sus manos en dirección a Lupe.

-...¿Quisiera acompañarte?

-¿Quieres?

-La verdad, suena prometedor, pero, ¿No quisieras invitar a Lore prime-?

-¡NO! Ejem, digo, tengo otros planes con Loretta a futuro, pero, por ahora, solo quiero que tú me acompañes...¡E-en el sentido de que solo tú pareces que le sentaría bien una salida, claramente!

-Gracias por pensar en mí, Gabo -Sonrió agradecida-. Entonces, nos vemos ahí después de cla-.

-¡Ah! ¡Y otra cosa! Sería mejor que nos encontremos cerca de aquí por ahí de las cuatro y media, en vez de salir directamente del colegio.

-¿Y por qué? -Preguntó Lupe, rascándose la cabeza.

-Bueno, personalmente, quisiera ir a un café vestido con algo más casual que mi uniforme -Explicó, estirando su camisa con desinterés.

-Sí, mi Ale interior me dice justo lo mismo -Respondió, revolviendo su fleco.

-Espera, ¿Tienes una Ale interior?

-¡Claro! También una Lore, y un Gabo interior.

-¿Y qué te digo yo?

-Insultos, la mayoría del tiempo -Recordó, con índice en el labio...

-No me sorprende... -suspiró- bueno, nos vemos aquí, cuatro y media.

La razón que le dio Gabriel era, en realidad, una verdad a medias. Claro que quería verse de lo mejor frente a Lupe, pero la razón más importante era evitar que Loretta se diera cuenta de sus movimientos, y ya en el café, puso el segundo seguro para que eso no pasara. Ahora, había dos tacitas con marcas de labios marrones cerca del borde, cada una sobre un pequeño plato blanco. También se encontraban otros platos, manchados por rastros de lustre y migajas. Un hábil camarero colocó las porcelanas en su charola y limpió la mesa con un movimiento preciso de su trapo, dejando a solas a los dos comensales. Después de agradecer al mesero, Lupe retomó la conversación:

-¡Esa pasta de hojaldre estuvo riquísima!

-Me sorprende que la hayas distinguido tan rápido -Sonrió el chico, levantando una ceja.

-Fabi está obsesionado con ellas. Me cuenta que requieren bastante técnica para que queden así de ricos. Además, repite tanto los nombres en francés que me deja mareada -carcajeó-. ¡Mira, así! Ahem... "Hoy voy a preparar un Croasáaaam" -Arremedó a su hermano menor, exagerando los movimientos de su boca.

-¿Eso fue francés o cetáceo? -Se burló Gabriel. Lupe entrecerró los ojos con desagrado como por un milisegundo, antes de unirse a la risa.

Cuando esta acabó y volvió el silencio, el muchacho bien vestido hizo como que se estaba acomodando la manga, aunque esto solo era una forma de disimular que estaba revisando sus notas antes del siguiente paso. Se subió la manga para ocultar el papel, puso ambas manos sobre la mesa, tan cerca para que pudiera jugar con sus pulgares, y con una fuerte limpieza de su garganta que hasta sonó dolorosa, habló:

-Lupe...me he dado cuenta de que tú te has dado cuenta de algo. Algo importante.

La chica arrastró sus uñas por la parte de abajo de la mesa, y con las pupilas hechas puntos, contestó:

-¿A-ajá?

-Acerca de mi...interés romántico en Loretta Robinson -explicó, diciendo la segunda parte con un tono apático.

-Ah, eso... -se tranquilizó al instante, e inmediatamente, su switch se volvió a encender- ¡¿Me acabas de revelar tu crush, Gabo?!

-Cómo cambian las cosas, ¿No? -Dijo con cierto desdén, pero pronto lo agarraron de sorpresa (Literal y figurativamente), cuando la fleco de tubo tomó sus manos y espetó que:

-¡Como su mejor amiga, tienes mi bendición y todo mi apoyo, Gabo! ¡Cuenta con mi ayuda para lo que necesites!

-D-de hecho, justo sobre eso quería hablarte... -Replicó, con átomos de sudor colándose sobre su frente.

-¡Oh, claro, claro! ¿En qué ocupas mi ayuda?

-Verás...esta cit-digo, salida entre amigos no fue por coincidencia. Estoy viendo esto como...un ejercicio, una práctica para lo que vendría siendo una cita con Loretta. ¿Me estoy dando a entender?

-Sí lo capto. Dices que esto es como un fogueo para ti.

-¡Precisamente! -confirmó con un chasquido de sus dedos- M-mi idea es que...durante esta semana, s-si no te queda mal, quería que...m-me acompañaras en más prácticas -Terminó de decir esto, y al instante, lanzó la cara hacia a un costado, cerrando los ojos como si fuera una declaración y estuviera esperando que lo rechazaran.

Lupe se sorprendió un poquito, pero no tardó en responder:

-Oh, bueno, yo soy de las que piensan que las cosas se aprenden mejor haciéndolas de un solo, pero si crees que eso te va a ayudar... -Aquí, nuestra niña se distrajo un poco con una servilleta posada bajo su mano, y entró en un análisis mental más profundo- Ahora que lo pienso, esto es lo mejor que podría hacer en este momento por ellos. Con Gabo, podré hacerle ver que no pasó nada y que Lore sigue solo teniendo ojos para él, porque, estoy segura de que lo que pasó esa noche nada más fue cosa de la borrachera que se traía y ya. Pasará el tiempo y nos reiremos cuando hablemos de ellos, o mejor aún, nunca hablaremos al respecto y me olvidaré por completo de que pasó. Ese beso...no, no cambia nada.

El chico notó el rostro ido de Lupe e interrumpió su trance:

-Entonces...¿Sí te parece?

-¿Qué? ¡Ah! ¡Sorry, sorry! ¡Por supuesto, cuenta conmigo! -Afirmó con el pulgar arriba. El varón de pelo negro solo sonrió, pero debajo de la mesa, apretó el puño en son de victoria.

Se levantaron de sus asientos, y se dispusieron a retirarse del cafetín. Mientras Gabriel sostenía la puerta para Lupe, ella dijo:

-¡Debes traer a Lore aquí también! ¡El lugar está super lindo!

-Estoy de acuerdo. Sabes, escuché que este espacio antes era un restaurante de dos estrellas Michelin, pero que cerró hace varios años.

-Wow...Me preguntó por qué... -Y partieron. Detrás de ellos, dentro de la cocina, el mesero que los había atendido charlaba con uno de los cocineros:

-¿Viste quién estaba ahí? Esa era la hijita de Jeanette, la mayorcita.

-¡Mirá vos! Ni la reconocí. Yo la recordaba como una bebé, como en los viejos tiempos...

-Aah, si tan solo el chef estuviera aquí para verlo... -exclamó entre suspiros que llamaban a la nostalgia por días mejores

La mentira blanca de Gabriel le saldría excelente, porque cada día de esa semana, logró tener una "reunión casual platónica en tiempos extraclase" con Lupe: Lunes, el susodicho café; Martes, se fueron al salón de patinaje; Miércoles, fueron al cine, a ver "Ubicados debajo del cuerpo celeste", ¡El plagio del momento! Jueves, fueron de vuelta a Soda Stereo, y jugaron y comieron hasta que el restaurante del bueno de Cambodia cerró, y el viernes, finalmente, sería el día, y todo esto, debajo de las narices de Loretta, como si se tratara de un ladrón fantasma, escabulléndose entre los imponentes edificios de la ciudad, listo para robar hasta el corazón más resguardado sin dejar rastro.

Hablando de Loretta, solo se puede decir que sintió una cierta vuelta a la normalidad con Lupe a partir del Martes, no obstante, esto era aún más exasperante para ella, como si estuvieran obligadas a actuar como si nada hubiera pasado. Por último, Alejandra se pasaría pensando y repasando acerca de lo que la había contado la rubia ya que algo no sentaba del todo bien con ella, aunque no pudiera delimitar específicamente qué, pero no se detendría hasta que encontrara una respuesta que la dejara satisfecha.

Viernes en la mañana; Gabriel mira hacia el espejo, estira sus brazos con las manos abiertas, y procede a cerrar individualmente cada uno sus dedos. Cuando termina la cuenta de diez, toma su cuello, y gira su cabeza hasta escuchar el "¡Crack!". Camina con la espalda erguida hacia la puerta y se detiene a solo un paso de ella. En su mente, Amadeus habla:

-Suerte o muerte. ¡Usted puede, mi jefecito!

-Gracias, Amadeus. Vamos...Hacia la gloria.

-¿Vas a un torneo? ¿No tienes clases hoy? -Preguntó Sofía, con un bocado de cereal en su boca.

-No es un torneo...

La chiquilla sonrió pícara y contestó:

-Es sobre una chica, ¿No? ¿Es Lupe o Lore?

Él puso una mueca cómplice, abrió la puerta y antes de cerrarla, esbozó lo siguiente:

-Lo sabrás cuando venga a presentársela a mamá y papá.

Con su papel en mano, se podía ver cómo había tachado la gran mayoría de los puntos que había anotado sobre ella, mas, aún quedaban dos sin ninguna marca encima: "Comprar un ramo de flores: Gesto clásico, Lupe no es alérgica (?)" y "Pedirle que sea mi novia: En el parque, 3:20 p.m. (Las lluvias solo empiezan hasta mañana) (Revisar notas para declaración)". En la parte de atrás, venía el boceto final de lo que le diría a Lupe para confesar su amor, con perfecta ortografía, prosa hermosa, profunda, romántica, y de la cual, estaba seguro que no podría fallar. La excusa para llevarla al parque era para que fueran por un helado, nada más. Las horas no podían pasar más lento para el muchacho enamorado, y se podría decir que este ha sido el único día en su vida académica en que se iría a casa sin aprender nada. Antes de salir, la bibliotecaria le pidió su ayuda para organizar unos documentos del lugar. Como imaginarán, él deseaba con todo su corazón decirle que no, pero no podía hacerlo sin peso de conciencia, considerando que esa señora siempre los dejó jugar y nunca dijo nada al respecto.

Hizo el trabajo lo más rápido que le permitieran las manos y una vez colocó todos los viejos documentos en sus respectivas cajas polvorientas, las dejó en el mostrador y salió disparado de ahí. Tenía que procurar llegar antes que Lupe para poder comprar el ramo y poder dejarlo como sorpresa, y cuando consiguió quedarse con el último ramillete de hortensias de la florería, sacó su dichoso papel para tachar el penúltimo punto, solo que...ese no era su papel. Era un recibo para un cargamento de veinte copias de "Juventud en éxtasis". Metió sus manos en cada bolsillo y agujero que pudiera encontrar, pero fue inútil: Había dejado su guía en el colegio. Ya estaba empezando a sentir pánico, pero se pudo controlar:

-Tranquilo, tranquilo, solo hagamos una vuelta rápida al colegio y-.

-¡Hey, Gabo! ¡Aquí! -Gritó su sueño más grande, convertido en su peor pesadilla.

De repente, sintió como un vértigo comenzaba a apoderarse de él, como todo a su alrededor comenzaba a verse gigante, y como cada respiro traía menos y menos oxígeno, pero cuando parecía que estaba a punto de desmayarse, la imagen de Aurora, sonriendo, pasó en un flash frente a sus ojos, y entonces...

-No...no necesito un papel...¡Y no volveré a huir! -E igual que Dumbo, tendría que confiar en que puede volar, incluso sin su pluma mágica.

De vuelta en el colegio, Loretta se encontraba sola frente a su casillero, con el rostro decaído, sacando y ordenando sus pertenencias, cuando captó algo extraño. Había un libro que había pedido prestado de la biblioteca, y por toda la trifulca del viaje, había olvidado devolver. Casi por inercia, se fue a devolver el libro, pero solo encontró las cajas de cartón sobre el mostrador. La chica vio que uno de los papeles estaba suspendido en el borde de una de las cajas, y casi tan pronto como lo miró, este se cayó lentamente hacia el suelo. Lo juntó...y la apatía se transformó en terror, terror que la obligó a salir corriendo.

El parque estaba ocupado únicamente por palomas errantes que paraban un instante para robar migajas del suelo y arruinar camisas a perpetuidad. El cielo parecía un vestido de seda rojo, con nubes doradas que se perdían en lazos morados, cerca del horizonte. Lupe se encontraba detrás de Gabriel, mientras que él mantenía oculto el ramillete con su cuerpo. La chica fue la primera en hablar:

-No llegué muy tarde, ¿Verdad?

-N-no, llegaste justo a tiempo...

-¡Bien! -exclamó, apretando el puño- Entonces, vayamos por esos hela-.

-Espera un momento, Lupe -interrumpió con una seriedad marcada en su voz.

-Oh, claro, como tú quieras...Y, ¿Por qué estás de espalda?

Un silencio sepulcral se extendió por agonizantes segundos, hasta que Gabriel tragó su propia saliva de forma sonora, y dejó a su corazón hablar:

-Quería hablarte de cuando nos conocimos, bueno, para ser más específico, cuando tú conociste a Granada. Sé que no ha pasado mucho tiempo pero, es curioso; En ese entonces, no me pasaba por la cabeza que fuéramos a llegar a ser amigos, mucho menos, amigos cercanos...pero, imagino que tú tenías algo muy distinto en mente, ¿No? -Ella solo silbó, poniendo cara de desentendida, haciéndolo reír- Si bien, esa terquedad tuya que más de una vez me sacó de quicio, y a veces, hasta salí herido... es por ella que ahora, siento que he empezado a entender poco a poco el mundo que me rodea, y en especial...el amor que lo habita

-Oh...p-pues me alegra haberte ayudado, Gabo -Contestó, algo desubicada por la repentina honestidad de su amigo.

-Lupe...si bien no nos hemos conocido por mucho tiempo, ha sido aquí cuando finalmente he podido mirar adentro de mí y explorar mi visión del amor. Ahora entiendo por qué le tenía tanto miedo y es porque, en el fondo, le temo a los demás. Temo que me encuentren desagradable, o que me vean como alguien por debajo de ellos, como una molestia o alguien que tienen que soportar por compromiso. Les temo porque siento que, si me acerco a ellos, solo haré que me odien...pero contigo, por más esfuerzos que he hecho para alejarte, solo volvías con cariño para mí. Eso solo lo sentí una vez antes, pero fui muy débil y estúpido para protegerlo...pero no más -Y se volteó, con sus ojos fijos y tensos, y sus manos, temblantes y agarrando con fuerza el ramo, dejando a Lupe atónita.

Al mismo tiempo que pasaba esto, Lore llegaba al parque, casi sin aire después de tanto correr, mas el cansancio no le impidió observar lo que estaba pasando, y sin pensarlo, se ocultó tras la pared de un kiosco cercano, para escuchar el resto. Lupe, nerviosa, dijo:

-¿E-e-es esto parte del ejercicio también?

-N-nunca fueron ejercicios, y nunca me gustó Loretta...disculpa.

-¿G-gabriel...?

-L-Lupe...p-pensé que las flores serían apropiadas, pero ahora que las veo, las encuentro frívolas e hipócritas. ¡Ellas no son lo que siento! -Y las lanzó hacia al suelo, revelando algo más que tenía entre sus manos: Un control, SU control. El chico se explicó- Esto que sostengo...es mi corazón, y la única persona que quiero que lo tenga...eres tú.

La muchacha estaba casi en un estado catatónico, como si el control se tratara de la cabeza de Medusa y solo mirada la hubiera petrificado. Tras ellos, estaba Loretta, tapándose la boca para que su pesada respiración no la delatara, mientras sentía como esa inocua pared poco a poco se convertía en un paredón blanco e infinito, y frente a ella, un pelotón de fusilamiento preparaba la mirilla de sus mosquetes, apuntando directo a su corazón. En esa tensión, donde los latidos de todos los presentes se combinaban en un redoble ansioso y claustrofóbico, Gabriel habló:

-Guadalupe...¿Quieres ser mi novia?

Y entonces, el general bajó su mano, dando la orden:

-...S-sí.

Esa pequeña sílaba mutó en una ráfaga de plomos homicidas, que volaron por el aire, silbando con odio y levantando cuanto resto de piedra, cal y carne encontraron en su camino, dejando a Loretta moribunda, deslizándose lentamente hacia al suelo, mientras dejaba una vibrante capa de color carmesí colgada sobre el paredón.

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