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Capítulo 26-VI

Fuera del hotel, recién llegaba un camión, parqueándose por el garaje, y abriendo su cajón. Era un cargamento rutinario del hotel, así que ya varios empleados del mismo lo esperaban para descargar el montón de cajas que traía. A pesar de lo pesado de la labor, los empleados lograron concluirla en un tiempo récord y sin soltar ni un poco de sudor. Cuando quedó vacío, el empleado más joven, un mero interino, avisó al chofer que todo estaba listo, haciéndole un ademán a través del retrovisor. Con el visto bueno, cerró de nuevo el cajón y se subió al asiento del copiloto, y entre ambos lo dirigieron a un parqueo cerca del centro, donde el carro se quedaría hasta la siguiente mañana. El chofer le dejó el resto al joven empleado y se fue a dormir a un motel cercano, y este, cuando ya lo vio lejos, corrió hacia la parte de atrás del cajón, y tocó el portón con un distintivo ritmo. En tan solo un instante, el portón se abrió desde adentro, revelando a nuestras estudiantes fugitivas dentro del compartimento. Lupe bajó primero y ayudó a bajarse a Lore y Olivia, mientras que Yolanda se bajó de último, diciéndole al interino "¡Gracias, primo!". De ahí hacia la Zona Cosmos eran unas mínimas tres cuadras, y a partir de la segunda, se combinaron fácilmente con el resto de chicos que iban en marcha al mismo lugar.

De pronto, notaron que la gente se detenía a unos cincuenta metros de la entrada, o para ser más específicos, al final de la fila para entrar. Ya ahí, y conforme avanzaban en la fila, el peso de la realidad se iba haciendo más notable para Loretta, que sentía como su conciencia de niña buena estaba lanzando cuanta señal de alerta sus hormonas pudieran producir, no obstante, tenía una anclaje para no sucumbir ante un ataque de ansiedad, y es que Lupe notó que su amiga sudaba como si hubiera salido de un sauna, así que la tomó de la mano y no la soltó en ningún momento durante la fila, aunque, para ser honestos, ella misma también estaba un poco asustada, llegaron ante los guardias, y Yolanda sacó su cédula para que uno estos la revisara, mientras que el otro fortachón preguntó:

-¿Y dónde están las cédulas de las otras chicas? -Las señaló con un movimiento de la cabeza.

-Eeh...¿Creen que las hubiera traído si supiera que no tienen cédula? Expresó la capitana.

-...Eso tiene mucha lógica. Listo, pueden pasar -Y quitó el cordel que bloqueaba la entrada.

Una vez entraron, se encontraron con una gran escalera, y vieron las luces fueron ahogadas por el tenue brillo púrpura que inundaba todo el lugar. Un vapor caliente y denso borraba todo rastro de frío nocturno que podrían haber tenido, y el ruido ahogado y reverberante de música a alto volumen se intensificaba cada vez más conforme subían los escalones. Casi llegando al final, donde podían observar las luces estroboscópicas reflejadas sobre la pared, una pareja de chicos iba de salida y las empujaron por accidente. Ellos ni se inmutaron, solo iban bajando mientras trataban de mantener el equilibrio, riéndose como hienas. Finalmente, llegaron al lugar de la fiesta, y el lugar estaba a reventar, igual que el sonido:

-¡No se separen, chicas! -Gritó Yolanda.

-¡¿Qué?!

-¡Bien dicho, Lupe! ¡Vamos!

La capitana iba al frente, escaneando rápidamente todos los rincones de la pista de baile, hasta que finalmente se detuvo en uno, saltó y agitó el brazo con emoción, e inmediatamente, rompió su propia regla, al salir corriendo, alejándose del grupo. Todas pudieron ver cómo la mayor se impulsó sobre los brazos de un chico que ya estaba ahí, y pegó sus labios con los de él con tanto poder que hasta ellas pudieron el contacto. Lupe recordaba haber visto a ese muchacho una vez en un torneo de fútbol, y creo que ya pueden hilar una historia desde ahí, ya que las dejó por su cuenta prácticamente el resto de la fiesta. Lupe y Olivia no se vieron muy afectadas, y decidieron disfrutar el baile entre ellas, mientras que Lore, aunque las acompañó, su mente no estaba en el mismo lugar, sino concentrada en un objetivo: Encontrar alcohol. El asunto no fue nada complicado cuando al minuto de haber entrado, vio la barra libre al fondo del bar. Ahora, dio un par de pasos hacia al frente, y...se dio inmediatamente la vuelta y volvió con sus amigas. Y esto en ese vaivén por buena parte de una hora, por lo que no podía disfrutar del baile, y tampoco podía quitarse esa estúpida idea de la cabeza.

Cuando su obstinación fue máxima, le dijo a las otras dos que se iba a tomar un momento para ir al baño, y que no tardaría. Entró al cuarto, abrió el grifo y lo dejó correr mientras respiraba con fuerza. Cuando se calmó su respiración, se echó un puño de agua en la cara, y con rostro determinado, le gritó al espejo:

-¡Deja de ser una maldita cobarde y díselo! ¡¿Por qué somos tan inútiles como para creer que el emborracharnos nos va a ayudar en algo?! ...Pero no puedo, no es miedo esta vez, sino culpa.

Mientras tenía su pequeña discusión consigo misma, escuchó el sonido de un golpe viniendo de unos de los cubículos. No le dio mucha mente hasta que se repitió, ahora con más fuerza, y se acercó a la fuente del ruido. Al llegar al fondo del lugar, encontró a una pareja de dos chicas, entrelazadas en un profundo y feral beso, con una sosteniendo a la otra por debajo de los muslos, empujándola contra la pared del cubículo opuesto, en un acto que estaba entre un acto consensual y un forcejeo entre ambas partes. Lore estaba en shock, mirando fijamente la escena, y las dos chicas, o bien no se habían dado cuenta de la presencia de la muchachita, o bien, no les importaba lo suficiente su presencia como para detenerse.

De un corte, pasamos a otro lugar; la barra libre, y mientras el bartender pulía un vaso con un trapito, la muchacha rubia dio una palmada sobre la mesa para llamar su atención:

-Quiero una cerveza -Expresó, con el ceño fruncido.

-Te ves algo joven para pedir una cerveza, ¿En serio eres mayor de edad? -Preguntó el señor, con una ceja levantada.

-¿Cree que me hubieran dejado entrar a este lugar si no lo fuera?

-...Eso tiene lógica -El bartender se arrodilló brevemente, y se levantó con una lata de cerveza en mano. La deslizó hacia Lore, diciendo-. Sírvete.

La tomó, metió su dedo dentro del pin y abrió la lata. Su pulso estaba tan descontrolado que tuvo que sostenerla con ambas manos para no derramarla. Ahora, el contorno de la lata estaba a un dedo de distancia de su boca, y fue aquí cuando cerró con fuerza sus ojos, e inclinó el fondo de la lata hacia arriba...

[Nota del autor: El autor no justifica ni incita la ingesta de alcohol por menores de edad, ni la aplicación negligente de las leyes dedicadas a combatir dicho fin. Sin embargo, lo encuentra muy gracioso de escribir y de leer]

De vuelta en la pista de baile, Lupe miraba preocupada en dirección al baño, mientras comentaba en voz alta:

-¿Por qué estará tardando tanto?

-¡Chicas, vengan un toque! -Llamó Yolanda desde el centro de la habitación, con su entrelazado con el de su cita. Las chicas hicieron caso y fueron con ella, y ya ahí, la capitana continuó- ¡Qué cabeza la mía! ¡Se me olvidó por completo presentarles a mi chico! ¡Él es Brayan! -Dijo, con una gran sonrisa en su rostro.

-¡Mucho gusto! -Respondió humildemente el muchacho que tenía ojos y cabello de un color, un tono de piel, una altura y venía vestido con ropa.

-Lo mismo digo -Extendió la cortesía Lupe hacia el chico-. Y capi, ¿Cómo lo-?

-¡Cuidaaaadooo! -Interrumpió una voz, y antes de que pudieran identificar de dónde había venido el llamado, Lupe sintió un gran peso posarse sobre su espalda-. Oshe, Lupe, si uno dice "cuidaaadooo", te das la vuelta y me agarrás...¡Hip! -Dijo "el peso", desde atrás.

-¡¿Loretta?! -Reaccionaron todas las chicas al unísono.

-¿Dónde te habías metido? -Cuestionó su mejor amiga.

-Esas preguntas se hacen en privado... -Respondió, con una risa nasal.

-Espera, ¿Qu-?

-¿Y quién es este mushashooo? -Continuó Lore, mientras señalaba al tal Brayan con el índice dando vueltas.

-Pues él es Brayan, y hemos estado en una relación a distancia desde hace un año -Respondió Yolanda, acurrucándose debajo del brazo del chico.

-Clarooo, porque si tienes una relación cercana, te puede sacar un ojo con esa nariz puntiaguda que se carga -Carcajeó con su propio chiste, mientras la quijada del resto perforaba el piso del bar-. ¡Ya, ya! ¡Es un chiste! Tampoco está TAN terrible. Si le trabajas el pelo un poquito, ya queda presentable... -Explicó, a la vez que introducía sus dedos en el cabello del tipo, y empezaba a hacer remolinos con tal de hacer un fleco.

-¡¿Qué estás haciendo?! -Gritó Yolanda, mientras alejaba a su novio de las viles manos de la rubia.

-Solo te lo mejoraba un poquis, no te enojes... -Respondió, mientras se iba inclinando lentamente hacia el suelo, hasta que Lupe la agarró y la enderezó de un solo:

-¿Lore, qué te pasa?

-¿Sabes que el etanol afecta el ciclo de Krebs, y la producción de ATP? -Decía, entre risas sin explicación.

-¡¿Qué?!

-Se condensa el acetil-COA y el oxalacetato, por la enzima citrato sintasa, se forma el citrato... -Cantaba sola.

-Chicas, no sé cómo, pero Lore está borracha -Explicó Lupe.

-Seh, está hasta la madre... -Opinó la capitana, con preocupación- Llévala a una mesita de las de allá y siéntala, a ver si se la pasa.

La trigueña hizo caso, y se llevó a la niña caucásica sobre el hombro a una de las sillas desocupadas en la esquina. La soltó ahí, corrió hacia la barra, pidió un vaso de agua, y se lo llevó rauda para que tomara:

-¿Ya te sientes mejor? -Preguntó la fleco de tubo.

-No, el agua no me sabe a nada... -Respondió aburrida, mientras movía un charquito de agua con la punta del dedo.

-¿Siquiera cómo te fuiste a emborrachar?

-Tomando cerveza, boba -Explicó, risueña.

-¡Eso ya lo sé! ¡Lo que quiero saber es por qué! -Contestó Lupe, exasperada.

-Meh...¿Realmente importa?

-¡Pues claro!

-Jeje, si quieres saber...pues es por ti -Confesó, sin pelos en la lengua.

-¿Y...yo? -Respondió, con los ojos como platos.

-Pues es obvio. Siempre que hago algo tonto, ya sea que me dejo copiar en un examen, o me inscribo a un torneo de videojuegos, o si me escapo de mi propio quinceaños, o si me tomo una cerveza de un solo trago...la única constante eres tú -Habló, sin perder la vista de sus ojos en ningún momento.

Lupe se enrojeció como nunca, y poniendo su rostro más firme e intransigente, trató de responder:

-¡D-deja de decir babosadas y tómate tu agua! -Dijo, extendiéndole el vaso, pero Loretta gruñó, y con el revés de su mano, botó el vaso. Lupe, con sus rápidos reflejos, logró agarrar el vaso antes de que se quebrara, pero, aun así, toda el agua se derramó sobre la pierna de Loretta, quién solo se rio y dijo:

-Me mojé...

Nuestra protagonista ya había tenido mucho con demasiado: Levantó a Loretta de un terrible jalonazo, puso el brazo de la ebria encima de sus hombros, y se decidió por llevarla de vuelta al hotel, terminando de manera abrupta la escapada nocturna. Se fue caminando al lado de la carretera, arrastrando a Loretta por un lado, y cargando con sus zapatillas en el otro, ya que le cortaban la circulación. Entre el sonido de los autos pasando, y el viento congelante de la noche, Lupe pudo ignorar todo el discurso de ebria que su amiga fue soltando durante el camino y, después de varios kilómetros enteros de caminar a rastras, habían vuelto al hotel. Se escabulló por debajo del mostrador del lobby, y entró en su habitación de manera sigilosa. Una vez adentro, lanzó a Loretta sobre la cama, y se quitó sus haraposas medias. Acto seguido, la sobria habló:

-Ok, te voy a quitar la ropa mojada y-.

La besó. Loretta la besó, de la nada, sin advertencia. En tan solo un instante, sus labios se encontraron perfectamente sellados entre ellos. Guadalupe no hacía nada, mientras que Loretta solo tomaba sus manos con más fuerza. Todo el acto se sintió eterno, y tan solo concluyó cuando la cabeza de la rubia se deslizó de vuelta hacia la cama, cayendo inconsciente al instante. Lupe se quedó con la mirada ida sobre la pared; caminó hacia el sanitario, se encerró ahí, bajó la tapa del inodoro, y se sentó ahí, en silencio. De pronto, tomó un gran suspiro...

-...¡AAAAAAAAAH!

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