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Capítulo 25-II

Llego el grandioso día. Mientras Aura se engalanaba para la fiesta del orden del día, Granada estiraba sus manos y afinaba sus combos para la contienda de esa tarde. El torneo no había desilusionado en lo absoluto: El lugar era una tienda de videojuegos alejada del centro de San José, con hermosas ventanas que daban a la calle y mantenían iluminado el lugar. Habían venido jugadores de todo el largo y ancho del país, y desde cara nuevas, hasta veteranos que habían estado desaparecidos. El día apuntaba a ser la chispa que revitalizaría la comunidad y la llevaría a nuevas alturas...Esta ilusión se rompió en segundos, como el cristal de las ventanas frontales se rompió en mil pedazos, cuando unos maleantes en motocicletas pararon y lanzaron piedras a los cristales, solo para rayar el asfalto y salir despavoridos de ahí.

Nadie resultó herido de milagro, pero todos estaban lógicamente desconcertados por lo que acababa de pasar. Incluso con esta situación, muchos insistieron en que el show debía continuar, pero esto hubiera sido una locura, y los organizadores tomaron la única decisión lógica: Suspender el torneo, y trasladarlo a una fecha posterior. Algunos estaban nerviosos, otros, fúricos; Todos, decepcionados, y se fueron a casa, mientras que Granada y otros jugadores se quedaron a limpiar. Con escoba en mano, el voluntario espiaba un poco de lo que los jugadores veteranos comentaban con el dueño de la tienda. Este decía:

-¡Es que esto nunca ha pasado aquí antes! Aquí siempre ha sido muy tranquilo, y nunca hemos tenido bronca con nadie en el pasado. No sé quién pudo haber hecho esto.

Gabriel podía entender esta forma de pensar porque, por más que lo intentara, no podía entender cuál fue el propósito de esta gente: ¿Por qué vandalizar un lugar lleno de gente en plena luz del día? ¿Qué ganaban con ello? El joven no encontró respuestas satisfactorias a sus dudas, pero eso no hizo que naciera dentro de él un mal presentimiento de lo que quedaba por venir. El resto del fin de semana, trató de mensajear a Aurora, pero fue inútil, ella no respondió a ningún solo mensaje, algo que nunca había pasado antes. Lo más lógico era que siguiera molesta por lo que había pasado con Nathan, pero, aun así, algo se sentía mal. Llegó el lunes, y Aurora se ausentó a clases. Nuestro muchacho preguntó con sus amigas, y todas le respondieron que, al parecer, Aurora había amanecido muy enferma al día siguiente de la fiesta y tuvo que ir al hospital, pero que le habían dicho que le iban a dar de alta en tres días. Ahora, Gabriel andaba decaído, tan ensimismado que terminó chocando con alguien:

-¡Ah! ¿N-nathan Cruz? D-disculpa, no estaba poniendo atención.

-Descuida. De hecho, justo te estaba buscando.

-¿A m-mí? -Cuestionó Gabriel, señalándose.

-¿Ves a alguien más aquí? -Carcajeó- No es nada malo, despreocúpate. Solo quería que habláramos en privado después de clases, nada más. ¿Será posible que nos encontremos en la plazoleta detrás del cole?

-S-supongo que tiene algo que ver con Damián, ¿Verdad?

-¡Le atinaste! ¡Eres bastante listo! -Alabó Nathan- Como te dije, no es nada malo, solo fue que me dijeron que ustedes dos tuvieron un "altercado" y quería que me contaras tu punto de vista.

-C-claro, no hay problema -Asintió Gabriel

-¡Fantástico! Te esperare ahí -Respondió amablemente y siguió su camino, no sin antes girar el rostro para decirle-. Y otra cosa: Soy un chico muy sensible, así que, por favor, no me dejes plantado ¿Ok?

Con cierta confusión, Gabriel siguió con su rutina habitual, atento a cuando las manecillas del reloj indicaran la hora de salida, pero cuando lo inevitable llegó, y el chico se dirigía al sitio acordado, alguien lo agarró por la parte de atrás de su mochila, y le dirigió la palabra:

-¿Acaso ya olvidaste mi advertencia?

-¿Q-qué? ¡Ah! ¡Eres tú! Te llamabas...Minerva, ¿No?

-Si recuerdas mi nombre, significa que no fue amnesia. Eso me tranquiliza -Expresó la enigmática joven de ojos verdes-. Sin embargo, parece que no conoces lo terrible de tu situación.

-¿Siquiera qué haces aquí? No te he visto ni de reojo en meses -Comentó Gabriel- ¿Y qué es eso de "lo terrible de mi situación?

Su pregunta provocó un cambio radical de ánimo en Minerva: Bajó la mirada, se abrazó con fuerza, y se veía lo apretada que estaba su mandíbula. Después de ese anticipo, soltó la bomba:

-Lo siento, pero...ha ocurrido una tragedia -Dijo, mirándolo a los ojos con enervante seriedad.

-¿Qué? ¡E-espera un momento! ¡¿Cómo que una tragedia?!

-Pude obtener información de primera mano de que los Cruz hicieron algo espantoso.

-¿Y-y qué fue? -Inquirió el chico, cada vez más nervioso.

-Yo...no puedo decírtelo -Replicó, rehuyendo su mirada, abrazándose más fuerte.

-¡¿Me estás jodiendo?! ¡No puedes venir a decirme que sucedió algo horrible y luego reusarte a contármelo! -Reclamó, alterado.

-No lo hago por malicia, créeme. La verdad es que no me siento bien al saber esto, y me sentiría peor si lo oigo salir de mi boca. Debes creerme -Explicó, sosteniéndose el pecho. Cualquier otro día, Gabriel hubiera pensado que estaba sobreactuando o algo por el estilo, pero el sudor excesivo que le recorría la cara borraba esa posibilidad.

-Si no puedes decirme que es, ¿Por qué me lo cuentas? ¿Qué ganas con eso?

-Aunque ya cometieron el crimen, aún no es tarde para hacerlos pagar. Espié tu conversación con Nathan Cruz, y estoy casi segura de que ahí descubrirás tú también lo que pasó. Ellos piensan que ya ganaron, y esa será su perdición.

-El único perdido aquí soy yo, señorita... -Contestó el cínico.

-El crimen que cometieron está relacionado contigo, y estoy casi segura de que te lo van a revelar -Explicó, mientras se ponía a hurgar en su salbeque-, y cuando lo hagan, quedarán grabados por este micrófono espía que compré.

-¡¿Por qué tienes uno de esos?! ¡¿Y-y-y cómo estás tan segura de que me a contar este dizque crimen?! Y en primer lugar, ¡¿Por qué he de creerte?! ¡Esta es la segunda vez que hablamos!

La muchacha se levantó, dio un paso al frente, y con un rostro rígido, le reveló una última verdad:

-No tengo nada para que me creas; Lo único en lo que te pido que me creas es en el odio que le tengo a los Cruz, y en mi deseo de exponerlos como la escoria que son -Dijo la escuálida joven, con un odio reverberante que venía desde el fondo de su ser-. Si hablas con él y decides que te miento, nunca más nos volveremos a ver...Bueno, no sin que antes me devuelvas el micrófono; Fue muy caro. Pero si vas con él, y descubres la verdad, no hay duda en mí de que estarás de mi lado.

Gabriel no sabía que pensar, y se quedó absorto mirando el micrófono en sus manos. Saltamos unos minutos en el tiempo, a cuando recién llegó al punto de encuentro, en completo silencio, donde Nathan ya se encontraba, tranquilo y con los brazos cruzados. Le dirigió la palabra.

-Llegaste un poco tarde, pensé por un segundo que no ibas a venir -Bromeó un poco, siempre con elegancia.

-Perdón, tuve que hacer algo antes... -Aclaró Gabriel, algo titubeante.

-Claro, descuida -Entonces, Nathan dio una única palmada, inhaló y prosiguió- Bueno, entremos de lleno a lo que nos concierne: Un rumor se ha pasado por todo el colegio sobre cómo pusiste a la basurilla de mi hermano en su lugar -Aseguró con una mueca quisquillosa, a la vez que masajeaba su mentón

-No parece tener la mejor impresión de Damián, lo cual no es raro, pero uno no imaginaría que fuera tan abierto con su menosprecio de su hermano -Razonó a su interior Gabriel- M-me disculpo por todo lo que dije ese día.

-No te molestes, amigo, no hay de lo que tengas que disculparte, sé que Damián fue el que empezó, de eso no me cae la menor duda -Esta respuesta dejó perplejo al jovencito, que esperaba que solo viniera por una disculpa o a tratar de que hiciera las paces con Damián-. La conversación ya ha pasado de boca en boca a todo el colegio, así que no fue difícil reconstruir qué pasó ese día.

-Y-ya veo.

-...Sin embargo, había algo preocupante en todo lo que escuché de los chismes de la multitud -La voz de Nathan se agravó en tan solo un instante, antes de decir- Dime, Gabriel... ¿Es verdad que tienes una foto de Damián fumando? -Solicitó con absoluta seriedad.

-A-ah, ¿D-dije eso? T-tal vez exageré un poco en esa parte -Se rio nerviosamente, mientras se rascaba la nuca como si tuviera sarampión.

-Entonces ¿Eso lo inventaste tú? Por favor, respóndeme con la verdad -Insistió.

Al verlo, Gabriel dedujo que la verdadera preocupación del hermano mayor venía por la posibilidad de que Damián hubiera empezado un camino de uso de narcóticos a tan corta edad, algo que cualquiera podía entender, así que habló sin pelos en la lengua.

-...Sí

-Agradezco tu honestidad -Respondió, mientras meditaba la situación-. Eres un buen chico, Gabriel, lo digo en serio. Desde que nació, a Damián todo se lo han dado en charola de plata, y eso lo ha vuelto un mimado bueno para nada. Peor aún, la mayoría del tiempo, yo tengo que pagar por los platos rotos, y limpiar sus desastres -Comentó, dando exhalaciones cansadas.

-M-me compadezco.

Nathan empezó a caminar de un lado a otro, mientras continuaba hablando con Gabriel.

-Verás, Gabriel. La familia Cruz no es un apellido cualquiera, si no todo un conglomerado económico; Uno de los más fuertes del país, y eso nos ha hecho merecedores del respeto de la alta sociedad costarricense. En otras palabras, para un hijo de la familia Cruz, se espera que se mantenga una cierta imagen pública digna de ser respetada...Y la existencia de fotos como esas me quitan el sueño.

Con un sudor frío bajándole por la nuca, Gabriel respondió de inmediato:

-P-prometo borrar las fotos ¡Nadie tiene por qué saberlo! -Nathan se volteó hacia él, le sonrió, y dijo:

-Me alegra que estemos en sintonía, Gabriel. Pero no solo venía a pedirte eso. Escucha con atención lo que tengo que decir: Necesito que te marches del colegio.

-...¿Qué?

-Sé que suena extremo, pero escucha lo que tengo que decir: Los Cruz, por si no sabías, fueron parte de los fundadores del cole, y desde entonces, todos los descendientes han salido como estudiantes destacados de aquí, y es por coacción de la familia que se ha mantenido así por todo este tiempo porque, las notas son fáciles de comprar; La reputación no. Tal vez un rumor insignificante como él fumando no sea nada en el gran esquema de las cosas, pero deja un rastro de evidencia, que podía llevar a que vieran más de la podredumbre de mi hermano. Por eso, no puedo arriesgarme a que llegué alguien a interrogarte sobre el tema.

Nuestro protagonista temporal tan solo estaba asombrado ante semejante declaración de poder: ¿En verdad podía hacer lo que decía? Y si es así, ¿Cuántas veces más esto había pasado? Nathan siguió con las negociaciones:

-Sé que suena mal, pero te aseguro que no lo es. Podemos reubicarte en cualquier colegio de tu elección, e incluso, en el futuro podríamos ofrecerte una beca universitaria en el extranjero. Saldrías de aquí por la puerta del frente, como merece un estudiante de tu nivel. ¿Qué me dices? ¿Tenemos un trato?

Él permaneció en silencio por un momento, y luego, dio su respuesta:

-S-son promesas muy tentadoras, en verdad, Nathan, mas, me veo en la posición de denegar la oferta -Respondió con firmeza-. Por más que me puedas ofrecer, hay cosas que no deseo abandonar de este colegio

El Hermano mayor de Damián calló un instante, y dijo:

-Es por la chica ¿verdad? -Y justo después de escucharlo decir esto, el corazón de Gabriel saltó una palpitación- Perdona ¿Cómo era que se llamaba de nuevo?

-Aurora. Del Sol. Abarca -Irrumpió Damián, saliendo a sus espaldas-. Cuanto tiempo, Gabriel.

-Al final sí viniste ¿Eh? -Exclamó Nathan con desdén.

-No hay manera de que podría perderme esto, y tú lo sabes -Sonrió el menor, de forma sádica.

-¡¿Q-qué quieres decir con eso?! -Exigió Gabriel

-Chico, vine aquí con la intención de tener una negociación amena contigo, y traté de ser razonable, pero ya te había dicho: Soy un chico sensible, y que rechazaras mi propuesta...me ha fastidiado un poco -Le expresó con pasividad, pero, se podían ver virutas incandescentes saliendo su aliento al decir eso-. Pero bueno, no todos los contratos se sellan con la primera oferta -Mencionó.

-¡¿Qué esta pasando?! ¡¿Y por qué mencionaron a Aurora?!

Con un ademán de la cabeza, Nathan lanzó una indicación a su pariente. Este puso una sonrisa llena de malicia, sacó su celular y lo prendió en frente de Gabriel.

El shock de lo que vio lo perseguirá por el resto de sus días.

-¿Hmm? ¿No esperabas ver a tu chica desnuda? Tan solo mira lo buena que está. En serio que me tuve con contener para no comérmela ahí mismo, más con lo lanzada y sensual que estaba actuando...Igual que una puta barata -Le susurró.

Gabriel apretó el puño, se lanzó hacia Damián, vociferando:

-¡BASTARDO! -Damián evitó el puño, y se le devolvió con intereses.

-Habías prometido que no ibas a hacerle nada ¿Recuerdas? -Le recordó Nathan, decepcionado

-¡Cállate! Ya venía trayéndole ganas desde ese día, y creo que aprovecharé para ajustar cuentas -Exclamó, tronándose los dedos. El mayor suspiró y comentó lo siguiente:

-Tienes cinco golpes, nada más. Y para ti, Gabriel, un consejo para el futuro: No confíes de un lugar sin cámaras de vigilancia.

Apenas escuchó esto, cayó la violencia de Damián sobre él. Esos cinco golpes se sintieron eternos, y cada uno lo hizo sentir como las fibras de su cuerpo se desgarraban por dentro. Damián paró, y caminó lejos de él, mientras se masajeaba los nudillos, y detrás de él, un Gabriel con el ojo morado, la nariz rota, y la boca inundada con sangre, habló:

-Au...Aurora nunca habría hecho eso de su propia voluntad. Es obvio que la drogaste, como el miserable hijo de puta que eres... -Vociferó todo esto, sin perderle de vista los ojos. Sin embargo, fue Nathan que respondió:

-Como dije al inicio, Gabriel: Eres un chico muy astuto, e imaginó que ya sabes cómo van ahora las reglas del juego -Dedujo Nathan, cuya sonrisa de chico guapo se había desintegrado por completo; Gabriel lanzó una pregunta:

-¿Cómo pudieron hacerlo?

-No fue difícil, la verdad. Organizamos la fiesta para que coincidiera con ese torneo tuyo, eso porque asumí que eras demasiado friki como para querer venir a una fiesta, aunque tuvo un poco de miedo de que el plan se caería cuando vi que Aurora quería ir también. ¡No sabes lo mucho que te agradezco que la hayas rechazado como lo hiciste! Me salvaste de un dolor de cabeza -Aplaudió Nathan, con sarcasmo.

-E-entonces...¡¿Fueron ustedes los que mandaron a aquellos criminales a lanzar piedras al torneo?!

-¿Ah? No tengo memoria al respecto.

-Ese fui yo -Expresó Damián, con orgullo-. Ya que estábamos haciendo eso, quise hacer una última cosa para que tú y todo eso montón de playos sin talento entendieran su lugar en el mundo.

-Y obviamente, no tuviste ni la consideración mínima en decirme -Reclamó el mayor, con desprecio-. Como sea, no lo tomes personal, chico. Haz lo que te pedimos, y te prometo que estas fotos nunca verán la luz del día...¿Aceptas?

Una melancólica y solitaria lágrima ensangrentada se deslizó por la mejilla de Gabriel. Cuando esta cayó al suelo, el joven dio su respuesta:

-Ok, lo haré. Saldré del colegio.

Nathan, cruzó los brazos y suspiró con desánimo, solo para dirigirle la palabra a su hermano:

-No sabes el asco que me produce haber bajado a planear estas depravaciones solo para salvar tu mísero cuello de nuevo. Es mejor que nos vayamos antes de que me vengan las ganas de vomitar.

-Sí, creo que ya me divertí lo suficiente -Contestó Damián entre risas.

-Elimina la foto tan pronto como sea posible; Nos daremos cuenta si no lo haces, y llámanos cuando decidas a que Colegio quieres ir y yo haré el resto. Adió-.

-Esperen... -Los detuvo Gabriel, mientras se limpiaba su sangre del labio, apretó el puño y exclamó entre exhalaciones y temblores de furia- Y-yo...no soy un caso de caridad...No quiero NI necesito su lástima, pero...sí hay algo que quiero pedir de ustedes.

-...¿Y eso sería? -Preguntó con intriga.

-Sus nombres completos...para saber a quién maldecir por el resto de mis días.

Damián se rio con apatía y replicó:

-Creo que de tanto golpe que le di, le dio un derrame y se volvió loco. Da igual, si tanto quieres, soy Damián Cruz Román.

-No sé para qué esto, pero...Soy Nathan, hermano de este. Con eso, quedamos a mano -Y finalmente, se marcharon.

Gabriel se desplomó sobre el suelo, y cuando quedó completamente solo, de un arbusto cercano, salió Minerva, sosteniendo una cámara portátil, y se acercó al desahuciado joven para hablarle:

-Lo tenemos. Todo gracias a ti.

Gabriel estiró su brazo, lo metió dentro de su camisa, y sacó el micrófono espía. Entonces, le respondió:

-Prométeme que pagarán por esto.

La denuncia fue rápida, y la justicia, atípicamente efectiva. Muchos de los que estuvieron en el colegio ese día, vieron el momento en que los policías se llevaron esposado a los hermanos Cruz, y casi todos cuentan que el hijo menor lloró y suplicó como una magdalena para que no se lo llevaran en la perrera. El cargo: Secuestro, abuso sexual, posesión ilegal de narcóticos y posesión de pornografía infantil. Ambos permanecerían en un centro penal juvenil hasta la mayoría de edad, y nadie del colegio volvió a saber de ellos desde entonces. Sin embargo, el daño estaba hecho.

Gabriel le contó a sus padres la paliza que le habían dado, pero nunca el motivo, aunque años después, se lo contó a su hermana. Estaba decidido a empezar de cero en un nuevo colegio, con la única misión de que nada así volviera a pasar. No obstante, aún quedaban cabos sueltos. Semanas después del incidente, recibió un montón de mensajes de Aurora, que, al parecer, había quedado en shock por la experiencia, pero Gabriel no pudo responderle. Después de lo que vio, tenía un terror de volverla a encarar, entonces, tomó una decisión: Desaparecer de su vida, hundirse en el olvido, anclado al recuerdo de la tragedia. Veía los mensajes y deseaba responder, pero cuando iba a escribir, paraba y decía

-Fui yo quien provocó esto; Yo y mi estúpida obsesión con compartir los torneos, pero aprendí de mi error, y ahora, sé la verdad... -Las represas de sus lagrimales colapsaron, y en voz alta dijo- No merezco ser amado.

Pasaron dos semanas más, y habían finalmente reprogramado "Burning down the house", pero la canallada de Damián provocó que la asistencia se redujera a unas cuantas quince personas; Ni una sola cara nueva. Entre los cuatro gatos que vinieron, estaba Gabriel, que llamaba la atención por su cara: Llena de raspones y moretones, además de una banda que cubría su frente, y una gaza que tapaba uno de sus ojos. Ese día, le tocaría contra la estrella en ascenso, CrizpySnax. El moreno joven se sentó a la par de él, y con visible preocupación, le preguntó:

-¿Está seguro que puede jugar así, compa?

-Estoy bien -Le contestó el muchachito herido, con una voz suave.

-¿Seguro, seguro? -Reiteró con la cabeza- Es que como lo veo bien hecho pistola y con el eye con esa vara puesta, pensé-.

-Estoy. Bien -Fulminó con firmeza.

-¡Ya, tranquilo! -Contestó con tranquilidad, levantando las manos- Solo decía, mae...

Mientras se preparaban, Erick hablaba con su pandilla de muchas cosas: De lo bueno que era en este juego, de la última chica que se había logrado ligar, y del montón de muchachas lindas que había visto en el camino, pero Gabriel no escuchaba eso; De hecho, no escuchaba su voz, sino otra, y sus ojos, naranja ámbar, él los veía de un aciago celeste; Esa piel oscura como el ébano, se diluía en un maldito color canela, y de la cabeza rapada, salían unos parasitarios lisos azabache: Gabriel no veía a CrizpySnax, sino a aquel que no debía ser nombrado. Con la mirada llena de furia, y las venas a punto de estallar, empezó el juego.

Lo derrotó, lo humilló, le pasó por encima. Este donnadie, que hace diez minutos nadie conocía, acababa de arrollar a la joven promesa de Cosmos, y con un ojo obstruido, para variar. Esa fue la primera vez que Crizpy perdía así en cualquier actividad, la primera vez que recordó que aún era mortal, y dejó caer su frente sobre la mesa, sin poder comprender lo que había pasado, hasta que alguien se le dejó en claro, mirándolo por debajo del hombro:

-¿Eso fue todo? ¿En verdad fuiste tú quien logró vencer a tantos veteranos? Encuentro más creíble el montaje del Apollo 11 que esa farsa. Aunque, eso fue muy cínico de mi parte, considerando que maineas a Shin; Un personaje que se puede usar incluso durante un ataque epiléptico y, aun así, ganar. En serio no sé cómo alguien puede tener tanta confianza en su habilidad solo porque trajo un cañón orbital a una pelea con cuchillos. Trata de usar a cualquier otro personaje que requiera más de tres neuronas funcionales y te apuesto que nunca más nadie va a saber de ti en estos torneos.

-¿Quién...putas te crees que eres? -Exigió Erick, completamente estupefacto, y entonces, el chico ganador esbozó la sonrisa más tétrica, arrogante y maligna que alguien hubiera visto y le contestó:

-Un verdadero jugador de la élite, y el futuro de este juego: Granada.

A partir de aquí, las cosas cambiaron: Gabriel se estiró bastante, y su voz se hizo mucho más grave, además de que decidió separar sus dos vidas, ahora viviendo con una nueva fuerza en su interior, en la forma de Granada. Cambió de colegio, encontró a un chico que quería armar un club de Cosmos, lo tomó y lo obligó a no comentarlo con absolutamente nadie a menos que él se lo permitiera, y luego, acogió a la hermana de Minerva, Alicia. Mientras tanto, en el juego, la comunidad se salvó de la extinción cuando anunciaron una nueva entrega, y entró en una especie de renacimiento, y en lo que respecta a Granada, su habilidad aumentaba al mismo tiempo que su lista de enemigos, pero eso lo hacía sentir como un guerrero invencible, un verdadero tirano, y pensó que finalmente lo había logrado, que se había salido del teatro cruel del romance, poniendo una barrera de piedra entre ambos, y sentándose en un trono solitario pero agradable por el resto de sus días. ¡Todo iba perfecto! ¡Estaba en su prime de habilidad, y en el prime de su vida! Hasta qué una chica de cabello extraño y curvilíneo dijo:

-¿Gabriel Salazár...?

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