Capítulo 24: Las flores del mal
Giran la manilla al llegar a la puerta, y un resplandor los encandila por un momento. Cuando el destello desaparece, ven a una chica en una cama de hospital; con sus ojos verdes clavados en el libro que sostiene, pero que pronto cambian su atención hacia los recién entrados. Sonríe un poco y dice:
-No me avisaron que hoy venían a visitarme.
-Prefiero la sorpresa; Es mi estilo -Responde Gabriel, encogido de hombros y con una mueca de confianza.
-Buenos días, primogénita Minerva -Saludó Alicia, inclinando su cabeza-. Espero que tu Leucemia haya recluido un poco el día de hoy.
-Tanto yo como mis glóbulos rojos agradecen tus buenos deseos, deuterogénita Alicia -Reciprocó la hermana mayor.
-En verdad no entiendo qué tienen en contra de saludarse como personas normales... -Murmuró Gabriel, con los ojos cerrados y sosteniéndose el arco de la nariz.
Al abrirlos de vuelta, la hermana menor se había alejado de su costado y caminado directo hacia un mueble pequeño donde reposaba un televisor aún más chiquito y un VHS. La pequeña poeta metió su mano dentro de su mochila (La cual siempre cargaba hacia al frente) y sacó una cinta que tenía escrito "Lista de Schindler".
-¿Qué es eso, Alicia? -Cuestionó Gabriel- Recuerdo claramente que me dijiste que hoy veríamos "El rey león".
-Sí, Gabriel. Esta cinta contiene la totalidad de la película "El rey León"
La cara del muchacho bien vestido se deformó en mil y un formas como si todos los artistas del mundo hubieran pintado su versión de "El grito" y las hubieran juntado todas dentro de un caleidoscopio. Al final, lo único que su implosión mental le dejó decir fue:
-¡¿Cómo?!
-La cinta está imantada con partículas de óxido de hierro. Haciendo uso de una bobina eléctrica-.
-¡No cómo funciona un VHS! ¡¿Por qué dice que es "La lista de Schindler"?!
-Eres muy miope en tu perspectiva, Gabriel -Criticó Minerva-. En vez de enfocarte en los inherentes absurdos del lenguaje, deberías apreciar el arduo viaje que ha hecho esa cinta para florecer en una nueva forma.
-¿En verdad? -Respondió escéptico- ¿Ahora me vas a decir que de una grabación de "El ciempiés humano" podría brotar algún día "El viaje de Chihiro"?
-Solo si cada parte del ciempiés está dispuesta a cambiar -Contestó con normalidad
-Sí, ahora sé que hablar contigo no lleva a nada. Pon la bendita cinta ya, Alicia.
La película empezó a correr con naturalidad. La baja resolución y sonido carrasposo le daban la esencia de la nostalgia por memorias inexistentes y recuerdos fabricados, con Alicia y Gabriel sentados de piernas cruzadas frente al televisor, todo bastante normal, considerando que se trataba de las hermanas Ferreto, pero su excentricidad salía a flote cuando sonaban las canciones, ya que tenían la tradición de cantarlas, pero cambiar la letra de estas poco a poco, degenerando el mensaje original. Entonces, la canción comenzaba con Simba describiendo todo lo que haría cuando su padre muriera, y terminaba con un mensaje de reunificación de los estados balcánicos (Gabriel a veces se unía al canto). Cuando terminó el pandemonio, el chico lanzó una pregunta:
-¿Y cómo has estado progresando, Minerva?
-No me consta; Los específicos de mi supervivencia conciernen a los doctores, y a mí, me concierne vivir -Aclaró con su típica pasividad.
-...Por supuesto -Resopló el chico, acomodándose el sombrero, mientras Alicia guardaba esa perla de sabiduría en su libreta.
-Sigue mi turno de preguntar: ¿Has estado acompañando a Alicia al club de poesía?
-Bueno, lo haría, pero desde la ocasión que falle a nuestro compromiso por mi gripe, tu querida hermanita me encontró un reemplazo -Explicó, mirando a la pequeña poeta, con los brazos cruzados.
-Gabriel se refiere a la chica que trajiste aquel día, ¿Verdad, hermana? -Dijo Minerva.
-Si se trata de Lupe, está en lo correcto -Asintió-. Ella es un oasis de energía positiva, que sacia a las bestias sedientas de reconocimiento que habitan en mí, y las ahuyenta de mi jardín de letras y métricas. Eso me gusta -Recitó con gratitud en su voz, pero sin perder la cara inexpresiva.
-Sí, ella hace eso todo el tiempo... -Añadió Gabriel, poniendo una mueca alegre y desviando la vista hacia a un costado.
-Pude ver que es una muchacha muy linda y gentil. Me alegro de que hayas conseguido una novia así, Gabriel.
-¡¿Cómo qué novia?! ¡¿Quién te dijo eso?! ¡¿Fue ella?! -Interrogó el enamorado con pudor, casi saltando sobre la cama y sobre la humanidad de la enferma.
-Es broma, quería sacarte un poco de estrés por medio de la risa -Mentía, solo quería joderlo-. Pero sí la amas, ¿No?
-...E-es complicado -Se encubrió, mientras rozaba su codo.
-Las palpitaciones de su corazón obedecen al compás de las sonrisas de Lupe -Delató Alicia-. Si aún mantiene la cordura, es porque la pierde de vista un momento cada vez que parpadea, pero su tortura se prolonga cuando sus rumbos se bifurcan, y se dilata su ausencia. Pasiones hierven bajo su piel y se escabullen silentes, protegidas por el velo de la noche, y solo así, contiene sus urgencias carnales ante ella, por miedo a su reproche...
-...Gracias, Alicia -Chilló, mientras enterraba su cara sonrojada en sus palmas-. ¡H-hablemos de otro tema! ¡Alicia! ¿De dónde sacaste esta cinta? He visto mosaicos de censura con mejor resolución.
-Yo le pedí que me trajera una cinta degradada, Gabriel -Contestó Minerva.
-¿Se podría saber el por qué?
-...Cuando una cinta magnética es copiada y quemada en otra cinta, esta pierde calidad con respecto a la original, y se repite esto varias veces, la copia se convertirá en algo distinto a su fuente.
-Sí, he escuchado acerca de la degradación de cintas de video, pero, ¿Por qué te interesa eso?
-Es un reflejo de la vida misma -Interrumpió Alicia súbitamente-. Lo que escuchamos, lo que vemos y lo que sentimos es, de una manera u otra, una copia de algo que ya existió hace mucho tiempo, y que, por virtud de esas copias, se ha transformado, y ahora, esa información está destinada a sufrir el mismo destino.
-Lo mismo pasa con las personas -Complementó Minerva-. Cada individuo tiene una imagen de sus semejantes; Una copia, pero esas copias sí afectan a la persona original, cada vez que interactuamos con ellos, provocando que nuestra propia imagen se degrade y cambie. Mejor dicho, nos convertimos en copias de nuestra propia cinta original. Al ver las cintas degradadas, recuerdo esto, y me trae paz porque, incluso aunque me encuentro reclusa en mi propio cuerpo, mi yo sigue cambiando, y no muere en el estancamiento.
-...Wow, ninguna de ustedes acertaría una pregunta de "Explique en diez palabras o menos" -Mofó Gabriel, estirándose, mas, continúo hablando-, pero entiendo lo que dices: Sentir que te quedas en un mismo lugar mientras el resto avanza con sus vidas es una sentimiento detestable -Asintió con seriedad.
-Tengo una pregunta, hermana -Habló Alicia, con la mano levantada-. Las personas no somos cintas magnéticas.
-Sí, eso lo sabemos, Alicia... -Dijo Gabriel, un poco encorvado.
-Entonces, la imagen original podría seguir existiendo entre nosotros en ese caso.
-Pues...huh -El joven comenzó a rozarse el mentón.
-Es posible, hermana -Contestó Minerva.
-¿Y es posible ver la imagen original de alguien más? -Elaboró en su pregunta.
-Así es, pero es muy difícil, porque a la mayoría no les gusta lo que ven.
Terminó la película. Apagaron y empacaron todo, y al despedirse, intercambiaron abrazos, siendo el de las dos hermanas el más prolongado y fuerte, sin decir ni una palabra. Tan solo cuando se separaron, Minerva le dijo de forma casi susurrada "Recuerda el favor que te pedí", y se separaron, pero antes de que ambos salieran de la habitación, ella le pidió a Gabriel que esperara un momento.
-¿Qué pasa, Minerva?
-Solo quería decirte que estoy muy feliz que, a pesar de los momentos terribles que vivimos hace dos años, le hayas permitido a tu corazón volver a sentir amor -Sonrió.
-Supongo que es algo bueno, aunque no me hago ilusiones...Pero, gracias-Respondió, bajando un poco su sombrero.
-Solo una cosa: Cuando llegué el momento, no evites la mirada de lo que vayas a ver.
-Claro... ¡L-lo que tú digas! -Contestó con una sonrisa confundida.
Se despiden una última vez, cierran la puerta, y vuelven a la paupérrima iluminación del pasillo de hospital y ahora, toman ruta hacia la casa Sourspot, donde hoy hay una jornada de juegos amistosos, en preparación para el torneo del día siguiente. Cuando finalmente llegan, un comité de bienvenida conformado por Crizpy y su gente lo espera en la sala. El joven afroamericano lo llamó, con la excusa de que Barracuda tenía algo que decirle, algo de suma importancia. Unos minutos de explicación después, y ya todos se encontraban en la misma página.
-Entonces, Lupe estuvo enamorada hace tiempo, pero no sabes si lo está ahora, ¿Estoy entendiendo bien? -Preguntó Granada.
-Ajá -Asintió Barracuda.
-Y tampoco parece que haya notado que a Loretta le gusta ella, ¿Correcto?
-Ni sabe que tiene un crush... -Afirmó, rehuyendo de la mirada del chico.
-¡Está a cachete, mae! -Celebró Crizpy, juntando sus manos tras la nuca y reclinándose en el sillón- Si a la güila le gustó un mae en el pasado, es más seguro que todavía le cuadren los hombres, y si anda sin crush, todavía puede robarse ese campo.
-Es una forma positiva de verlo, pero aún debemos seguir especulando su orientación sexual, y que se sienta atraído al sexo opuesto no descarta que pueda ser bisexual, y si esto último termina siendo el caso, Loretta sigue teniendo las mismas probabilidades que yo. Volvimos a donde empezamos -Debatió el jugador del sombrero, caminando de un lado al otro.
-Jueputa mae más negativo que sos, güevon -Criticó Erick, mirándolo con condescendencia-. Si no tenés confianza, podrías ser el último mae en la tierra, y ni una güila te daría pelota de igual manera.
-¡No tengo experiencia en esto! ¡¿Cómo se supone que tenga confianza?! -Mencionó con exaspero.
El gurú del amor saltó de su asiento, dio una vuelta y enganchó a Granada con su brazo, y le explicó que:
-Si no tienes confianza ligando, sáquela de otro lado, mi'her.
-¿Ahora a qué te refieres, "mi'her"? -Cuestionó, remarcando las comillas con sus dedos.
-La gente se siente confiada en un pichazo de cosas: Cuando cocinan, cuando conducen, cuando hacen deportes, y más varas que se me olvidan. ¿Usted cree que la mayoría de las doñas andan con los futbolistas porque les gusta estar a la par de maes sudados? ¿O porque les interesa el fútbol? ¡No sea tan engañado, mae! ¡Es por la confianza que esos maes se andan! -Predicó Crizpy con absoluta seguridad, golpeando suavemente a Granada en el pecho con el reverso de la mano.
-No me digas, ya puedo ver hacia dónde va esto: Estás sugiriendo que use la confianza que he ganado como jugador de Cosmos para impresionar a Lupe ¿No?
El otro tan solo peló los dientes, formando una sonrisa bien fingida antes de decir:
-Si hay algo más o menos bueno que puedo decir de un playo como usted es que hay que tener bastantes huevos para estar hablando papaya a cada rato y haciendo enemigos de todo el mundo. Y además... -Aquí, lo miró con una fijación inhumana; sus iris ambarinos petrificados, y dijo- ...los cobardes no consiguen novia.
Una frase sencilla que caló fuerte dentro del muchacho. Durante los últimos años se había castigado a sí mismo por haber huido de Aurora, resignado a vivir con la marca de su cobardía, mas, a través del juego, y a través de Granada, encontró el valor que tanto le había faltado en el pasado, y ahora, estaba decidido: No había espacio para Gabriel, porque solo Granada podía conseguir ser amado; Solo Granada merecía ser amado. Con paciencia, se quitó el fedora, y pasó su mano por su negro cabello. Sosteniendo el sombrero con un aire de pedantería, habló:
-Tienes razón, y si mi rival lleva años en amistad sin hacer nada, bueno... ¿Debería preocuparme? -Concluyó, poniendo la sonrisa, pero esta vez, lo crean o no, exudaba mucha más altivez que nunca.
-Ese es mi hijueputa favorito -Aplaudió lento Crizpy-. Si mantiene ese porte para mañana, ya tienes a Betty en la bolsa.
-Lupe.
-Juana, claro. Como sea, planeemos de una lo que vas a hacer mañana para aprovechar esa confianza. Lo más obvio es que si de milagro rendís en el torneo de mañana, eso lo va a tener bien juega de vivo, así que trate de no manquear como siempre -Explicó con malicia el mentor por conveniencia.
-No me preocupa aprender a no rendir en torneos cuando tengo al maestro de maestros frente a mí -Sonreía soberbio Granada con su respuesta.
-La confianza era para las güilas, loca -Mofó Erick de vuelta-. Además de eso, ¿No tienes otra vara así bien pichuda que hagas bien y llame la atención?
-Bueno, se me da bien hacer malabares con los controles -Expuso, a la vez que lo demostró, dándole vueltas a los dos suyos como si fueran revólveres.
-Promete, promete, pero, ¿Qué más se les ocurre, gente? -Dijo, buscando sugerencias entre los presentes.
-¿Qué tal si empieza a hacer ejercicio conmigo, mae? -Propuso Kero Kero, flexionando sus brazos a modo de vender su idea.
-Esa idea está buena -Coincidió Erick-, pero la vara es que para que este decrépito saque cuerpo se ocupa bastante rato. Yo estaba pensando en algo como para mañana, maes.
-¡Que la invite a un pollito frito bien sabrosón! -Espetó De la Soul, tan corriente como siempre.
-¡Necio que sos con el pollo frito, güevon! -Contestó Erick, levantando la mano, apenas deteniéndose para no pegarle. Continuó pidiendo sugerencias- ¿Y vos, Barra? Como mujer, ¿Qué le gustaría ver en un mae?
La chica se sobresaltó tantito al oír esto, pero llegó a una conclusión, abrió la boca, lista para-.
-¿Por qué le preguntarías eso a ella cuando ningún mae ha tratado de ligarla? Si quieres saber cómo echarle el cuento a esa nena, yo estoy más que capacitada -Se sobrepuso una voz coqueta a las espaldas del grupo, acompañada de lentos pasos sobre la cerámica. Elena se dio la vuelta casi como si poseída para encarar a la entrometida, la cual ya conocía muy bien.
-¿Llegaste hace rato, Ugo? No la había visto -Se sorprendió Erick.
-No llevo mucho aquí, pero espié un poco de lo que hablaban, y no pude evitar meterme -Explicó la fabulosa, haciendo su cabello rizado a un lado con un notable movimiento de su cuello-. Gabrielito podrá hacer de todo para que la chiquita aquella le dé pelota, pero si llega vestido con los harapos que siempre anda, lo único que te dará va a ser una monedita para el pan.
-¡Legal, mae! -Compartió Crizpy la opinión- Yo sé que hay güilas que les gustan que se vean como señores, pero tampoco que anden vestidos de pensionados.
-¿Q-qué hay de mal en cómo me visto? -Respondió Granada, perdiendo un poco de su seguridad.
-Todo, amor -Suspiró Ugo-. Y no hay razón de que sea así. O sea, no eres Chayanne, pero, eres lindo, y deberías aprovechar eso... -Le sonrió con alevosía, mientras lo sostenía por la cara. El criticado la agarró por las muñecas, alejándola de sus mejillas, y le contestó con seriedad:
-No ves con las manos, ¿O sí, Ugo?
-Para nada, pero no pude aguantarme las ganas de agarrar esa carita tan tierna y gruñona, además de que es bastante suave al tacto -Confesó, espetando varias risillas impregnadas con picardía.
-Me aplico cremas faciales con bastante regularidad, muchas gracias -Explicó, entrecruzando sus brazos.
-Espera, espera, espera...¿En serio? -Se interpuso Erick, poniendo una cara que estaba entre la confusión y el asombro.
-¿Por qué mentiría?
-Eso es bastante extraño para un hombre -Contribuyó Elena, rascándose suavemente la cabeza.
-¡¿Lo es?! -Vociferó como si su realidad hubiera sido destruida por completo.
-Tampoco está mal; A menos que tengas un "Sugar daddy" en mente, a nadie le gusta alguien con la piel reseca, ¿O me equivoco, Ugo? -Lanzó su dardo venenoso directo hacia la joven coqueta.
-Haré como que no escuché eso, Elenita -Sonrió pasiva-agresiva-. Como sea, si quieres verte de lo mejor, llégate temprano mañana y deja que yo me encargue de todo, bebé.
-Está bien, con la condición de que alguien más venga preparado con un taser en caso de que esta se me lance encima.
-Buena precaución -Aplaudió Elena.
-Relax, yo me llego también -Se ofreció Erick, palmeando su pecho-. Yo creo que ya tenemos el plan, entonces. Mañana, las bragas de la Lupe caerán más duro que mis notas.
-...¿Por qué no te callas, Erick? -Expresó Granada con disgusto.
Todos se fueron hacia el costado opuesto para jugar y prepararse para la otra parte importante de mañana: El torneo en sí mismo, no obstante, Barracuda se excusó, diciendo que debía ir al baño, y tomó un rumbo contrario al de la manada, y cuando se supo sola, sacó su celular, y redactó un mensaje con una rapidez de estenógrafo. Del otro lado de la galaxia, se encontraba Ale, sosteniendo alfileres con sus dientes, retocando su última creación, que descansaba sobre un maniquí que había visto mejores días, cuando vibró su móvil sobre su mostrador. Lo tomó, lo leyó, marcó un número, espero a que respondieran la llamada y...
-Hola, Ale, ¿Ocupas-?
-Ven a mi casa, Lore. Tenemos que hablar.
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