Capítulo 20: "En el amor y la guerra..."
Negro, negro, negro; Es todo lo que hay, tan solo oscuridad. De repente, blanco, blanco, blanco; El destello de un reflector ilumina el cuarto, y recibiendo la mayor parte de la luz está Alejandra, sentada en una silla, con ambas manos reposando sobre un libro y, a su vez, sobre el regazo de su pierna cruzada, además, cerca de uno de los soportes, hay un vaso de papel. La mujer procede a levantarse, despacio y con forma, procurando no doblar la espalda, y cuando ya se encuentra erguida, abre a los ojos y, pasa el dedo por las páginas hasta encontrar la indicada, limpia su garganta, y comienza su recital:
-A mis oídos llegó un delirante relato, relato el cual dispensaré antes ustedes con la esperanza de que la locura de semejante prosa no me llegue a infectar. Pues bien, alzad el oído ante mi voz, que después, más aire no quedará para reverberar aquello que voy a contarles -Dio una pausa dramática, sacudió su cabello, y prosiguió-. Una peregrina de las tierras gélidas de Minnesota migró al trópico en el año de nuestro señor. Sintió desamor en el istmo en el que ahora residía, lejos de su propia patria y lejos de su propia piel. Sin embargo, una noble sacerdotisa de hebras parabólicas se compadeció de la apátrida, y con actos de buena voluntad, se tornó en su única aliada. La adyacencia de sus personas también acercó sus corazones, tanto que las palpitaciones de la nativa generaron una terrible presión en el pecho de la peregrina, un padecimiento cuyo único alivio llegaría a través de la panacea; ¡La cura de todos los males! Dos corazones templados al calor soportarían aquello que uno solo no. Un pedregal marcaba el camino a los campos elíseos, cruzarlo era un juego de niños...
La narradora se detuvo, flexionó sus rodillas, tomó el inadvertido vaso y bebió el contenido con serenidad, y cuando el último sorbo bajó por su garganta, aplastó el vaso con la mano, y abriendo sus ojos tanto como le permitieran sus párpados, prosiguió:
-¡Pura palabrería! No fue un sacro peregrinaje, sino una forzosa marcha inútil por un calvario de su propio diseño -Comenzó a realizar movimientos cada vez más exagerados con las manos para acentuar cada palabra-. Discutió con las voces que ordenaban su raciocinio, debatió con estas, creó nuevas voces para discutir con aquellas, enjuició a estas nuevas, y construyó un laberinto a partir de la débil arena de sus superfluas paranoias e incertidumbres, dilatando el corto camino hasta la absurdidad. Sin reconocer la ilógica que la rodeaba, se entibió y cayó en el confort, como si la sacerdotisa le fuera esperar en santuario por toda la eternidad. Esta vanidad no salió sin castigo, y este cayó de la forma más cruel, entregada por un ponzoñoso emisario, un mozo de la peor calaña al cual ella subestimó, solo para que el paria tuviera un camino despejado hacia la sacerdotisa que, por su naturaleza, jamás hubiera desterrado, incluso a los hombres sin virtud. Sus desesperados ojos peregrinos efectuaron un vituperio sobre la verdad de Dios que se desenvolvía a plena luz del día, hasta que perdió la capacidad de ignorarlo -Paró una última vez para tomar un gran respiro, y concluyó- ...Ahora, que ve al mozo y a la sacerdotisa unidos en afable tertulia, y desea sacarse los ojos como Edipo en la antigüedad, finalmente concibe la verdad que anunciaba el oráculo: Que si no junta su corazón con el da la sacerdotisa antes de la próxima campanada, el único consuelo que tendrá es que no sentirá nada más dentro del pecho, ya que todo se lo habrán arrancado de tajo para ese punto...Y telón -Cerró el libro, y dijo- O sea, por andar de lerda y neurótica, Gabriel ahora tiene posibilidades de ligarse a Lupe antes que tú y, si no le soca y se apura, va a quedar lactando, viendo cómo le roban a la güila.
Frente a ella, estaba Loretta, con medio rostro caído por la confusión. Cuando recuperó sensibilidad en el otro lado de la cara, respondió:
-...¿Qué fue todo eso?
-Para que entendieras la gravedad de tu situación, pensé que hacerlo como Shakespeare ayudaría -Respondió, moviendo su cabello-. Es bien conocido los sentimientos que provoca en los gringos ver a alguien hablar fino con una calavera en la mano.
-¡No, no lo es! -Refutó exaltada- ¡¿De dónde sacaste esa idea?! ¡Y ni siquiera tienes una calavera!
-No tenía plata para una después de que compré el reflector.
-Eso me lleva a otra pregunta -Cesó brevemente, puso sus manos como pistola, justo debajo de sus fosas nasales, mientras aspiraba con fuerza. Expulsó el aire en sus pulmones al señalar a Ale y decir- ¿Por qué tu cuarto tiene un reflector instalado?
-Quería saber cómo se vería una prenda mía en una pasarela, duh -Vio hacia atrás y tomó el control del aparato- Mira, hasta tiene colores distintos. Tiene rosa, verde-.
-¡No es lo que nos concierne ahora! Por favor, prende la luz -Solicitó la rubia, con exasperación.
-Está bien, tenga paz en su corazón, Jesús... -Alivió la alta, y con mucho pesar, apagó el reflector. Lore se puso la mano en la frente con aflicción y retomó la palabra:
-D-disculpa si soné desagradable, pero mi estado psicológico anda bastante afectado hoy...
-¿Me habré excedido con la prosa? -Se preguntó Ale en voz alta.
-¡Que no es por Shakespeare! -Fulminó de inmediato- ¡Argh! Es solo que hoy tuve un día espantoso, sin nada redimible que rescatar -Declaró, enterrando su cara entre sus piernas.
-Sí, lo sé, querida, yo también estuve ahí. Pues, ya saqué todas las risas que podía de esto, así que vayamos a la materia.
-E-entonces, ¡¿El recital lo hiciste solo para mortificarme?! -Interrogó con los ojos bien abiertos
-Obviamente -Confesó, cansina.
-¡¿Por qué lo hiciste?!
-¿Por qué no me detuviste, para empezar?
-Aah...huh -Cedió el punto, de forma tácita.
-Considéralo como un ejercicio; una representación del sufrimiento que puede llegar por quedarte esperando, en vez de tomar cartas en el asunto -Volvió a prender el reflector y lo dirigió hacia la rubia- Si no quieres sentir lo mismo, pero multiplicado a la millonésima por ver a Don Gabriel quedarse con tu enteramente platónica bestie, debemos actuar de inmediato.
-L-lo entiendo -Respondió, mientras protegía su vista de la luz.
-Nuestro primer paso es sacar conclusiones de lo que pasó en la mañana.
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Viajamos a un momento del día, donde aún le faltaban varias longitudes al sol para llegar a su cenit, y la mañana está fría y brumosa. Loretta llega puntual, como siempre, y con una sutil sonrisa, síntoma del "buen clima". Camina hasta llegar a su casillero, lo abre, y acto seguido, saca y mete libros con la velocidad una máquina ensambladora, no obstante, puso alto a lo que hacía cuando alguien tocó su hombro. Se volteó con curiosidad, y se encontró con Lupe, con ambas manos en los bolsillos de su abrigo. Ella saludó primero.
-¡Buenos días, Lore!
-Oh, buenos días, Lupe. Madrugaste hoy, ¿No? -Observó, de forma aprobativa.
-Mami me dijo que debo acostumbrarme a llegar más temprano a clases -Indicó, rascándose la cabeza con resignación- Y justo hoy, el primer día que madrugo ¡Hace este hijueputa frío! -Tiritó
-Vamos, no siento que este frío sea tan terrible como lo describes -Difirió amablemente.
-Pues obvio, vos amas el frío -Replicó con un suspiro-. Solo espero que el sol empiece a calentar un poquito antes de que me resfríe.
La fleco de tubo se agachó y también se puso a abrir su casillero, y mientras hacía esto, Gabriel salió por el pasillo de al lado, y no perdió tiempo en saludarla. Estiró su brazo con el fin de apoyarse sobre la pared, pero no calculo bien la distancia y casi se resbala. Se recompuso de su pequeño trastabillo, y con un tono un poco más grave de lo normal, la saludó con lo que parecía ser un intento por ser una risa coqueta, aunque algo entumecida. Luego, se enfocó en Loretta e inmediatamente, endureció sus facciones, dirigiéndole un insípido "buenos días" por mera formalidad y ella, mirándola con la misma antipatía, hizo el más mínimo esfuerzo para devolverle el cortesía, lanzando una breve interjección y levantando la cabeza con desgano. Por más increíble que parezca, Lupe no dejó que esta clara tensión le pasara desapercibida, y pronto inició a maquinar ideas sobre lo que estaba sucediendo:
-¿Qué es con esta atmósfera tan pesada? Pensé que después de lo del museo de los niños, ya estarían más cómodos hablándose uno al otro, pero parece que están peor. ¿Qué pudo haber pasado? Hmmm...¡Ah! ¿Qué tal si esa conversación no fue lo que yo creía? ¿Tal vez fue un reclamo? Pero, ¿De qué le...¡AH! ¿Será que Lore siente celos porque se pasó todo el día conmigo, en vez de con ella? Eso sería terrible ¡Debo corregir eso!
Nuestra escritora de telenovelas fue de frío a tibio, y de vuelta a frío con sus asunciones ficticias. Volviendo a la realidad, la mirada de Gabriel bajó hacia las manos de Lupe, y compartió rápidamente lo que notó:
-De casualidad ¿Te fuiste a esmaltar las uñas, Lupe?
-¡Oh! ¡Sí! ¿Lo notaste? -Le sonrió fulgurante, mientras extendía sus manos para que observara todo el trabajo.
-¡¿Qué?! -Reaccionó Loretta en su interior- ¡¿Lupe se hizo las uñas?!
Cuando te haces un cambio de apariencia, la primera vez que alguien lo nota es la más especial, y el sentimiento va disminuyendo para la siguiente persona que lo comente, hasta que no sea más que una observación superflua. En este caso, Loretta perdió una oportunidad de capitalizar esa emoción fresca, y lo peor es que fue contra su nuevo rival.
-¡De hecho, yo misma me las hice! -Reveló con orgullo.
-Es fácil confundirlas con un trabajo profesional. Te quedaron bastante lindas, Lupe.
-¡Gracias! -Contestó, ladeando tiernamente la cabeza, a la vez que la extranjera continuaba pasmada ante tal atrevimiento. Gabriel le dirigió una mirada rápida y una mueca taimada, acto seguido, se despidió y se fue a la clase.
La chica de los Brackets revisó la hora, dándose cuenta de lo poco que quedaba para que iniciaran las lecciones, así que se apuró a meter cuanto cuaderno la cupiera en la bolsa, la mal cerró y salió disparada al aula, llamando a Lore para que hiciera lo mismo. La rubia se quedó con la mirada inerte, colocada al interior de su casillero. Inhaló rápido, exhaló y cerró con fuerza la puerta, sumiendo todo en oscuridad.
Esto da transición a cuando el tilín de la campana del medio día anunciaba la hora del almuerzo, igual que en una factoría, pero donde a ninguno de los empleados les pagan. Las chicas iban a seguir su rutina normal, pero una de ellas tenía un plan distinto, y no falta decir cuál:
-¡Ven y almuerza con nosotras, Gabo!
-¿C-c-cómo dices? -Retrocedió un poco el chico.
-¿L-lo dices en serio? -Preguntó Lore, con las pupilas contraídas en una singularidad.
-¿Por qué no? No es como que fuera la primera vez que comemos junto a él -Recordó Lupe.
-Claro, su escapada nocturna durante tu quinceaños -Hizo reminiscencia Alejandra-. Pero, como mínimo, tiene que aportar chismes si va estar sentado con nosotras. -Sentenció.
-Y-yo... -Titubeó el muchacho. Al mismo tiempo, Loretta cruzó los brazos, bajó la cabeza con los ojos cerrados, como si meditara algo, y habló:
-No veo ningún problema, claro, si Gabriel se siente cómodo con la idea, aunque no veo por qué sería así, al fin y al cabo... -Levantó el cuello y abrió los ojos para verlo directamente con una mirada que gritaba "Estoy a nada de hacerte mal de ojo", y después de un abrupto silencio, terminó su oración- ya somos amigos, ¿Verdad?
La intención de intimidarlo era tan fuerte como era obvia, y a un hombre más débil, mínimo lo manda a terapia, mas, el chico que más de una vez había visto a la muerte a los ojos miles de veces (O mejor dicho, a la pantalla de "Game Over") logró mantener el temple y no claudicó ante la disuasión de aquella basilisco de ojos azules. Pasó la mano por su cabello y lo levantó con altivez, luego, dio su respuesta afirmativa, con una sonrisa tenue al hacerlo.
-¿Era necesario que sacudieras tu cabello como cantante coreano? -Cuestionó Ale.
-Tú lo haces todo el tiempo -Refutó con fastidio.
-Sí, pero a mí sí me sale -Dijo, haciendo una demostración.
-¡Diez! -Votó Lupe.
-Diez -Calificó Lore.
-¿Para qué lo califican? Esto no es Miss Universo -Contestó cansino.
-Tres -Replicó la chica caucásica.
-Lo siento, miss, pero quedaste eliminada en primera ronda -Se disculpó la fleco de tubo, entre risas.
-¿E-en primera? -Reaccionó desconcertado.
-Creo que descubrimos uno de sus traumas -Acertó la peliceleste-. Entretenido para mi alma, indiferente para mi estómago. Acompáñenme a la pulpería a comprar algo para almorzar.
Salieron del colegio y pusieron rumbo a la tienda que quedaba en la esquina. La típica pulpería contaba con abarrotes bien surtidos de productos de primera necesidad, formando un pastiche de colores con las etiquetas de las marcas, y en la entrada, un contador de madera con unas rejas metálicas para proteger al cajero; Si conoces una pulpería, las conoces todas. Mientras Ale decidía qué iba a comer, Gabriel vineaba las estanterías para matar tiempo, hasta que sintió un leve empujón en el hombro, proveniente de la muchacha con amalgamas.
-¿Por qué no le compras algo a Lore? -Le dijo, mientras señalaba a la rubia, levantando la mirada en su dirección.
-¿Como para qué haría eso? -Despreció la idea, redirigiendo la vista otra vez a los abarrotes.
-Ha andado distraída desde que llegamos. Ella casi nunca trae efectivo porque trae el almuerzo de su casa, y puede ser que venir aquí la haya antojado con algo -Explicó Lupe su razonamiento- Yo misma le preguntaría que quiere y se lo compraría, pero ando bien limpia ahorita, así que, ¿Podrías hacerlo por mí? -Mendigó con ojos de zahuate pateado, aunque perfectamente pudo haberle escupido en la cara y patearlo en la entrepierna que el chico no estaba en capacidades para decirle que no, así que caminó de manera renuente hacia Loretta. Una vez cerca, disparó su pregunta:
-¿Buscas algo en particular? -Preguntó sin emoción. La agarró un poco por sorpresa, no obstante, ella la respondió sin muchos rodeos.
-No es nada, solo me llamó la atención...algo -Mencionó con ambigüedad. El joven le siguió la mirada y aterrizó en el punto exacto.
-...¿Te refieres a ese paquete de papitas? -Preguntó, con las facciones consternadas.
-Es que despierta memorias de mi infancia y...de una cierta persona -Reveló, procurando en no hablar más de la cuenta.
-¿Eso te pasa siempre que estás en una pulpería?
-No suelo frecuentarlas, si soy sincera -Gabriel esbozó su sonrisa de Granada, y con injuria, expresó:
-Entiendo, no es bien visto que la realeza se codee mucho con la plebe ¿O me equivoco?
-¿No puedes continuar una conversación sin tener que insultar a la persona que tienes al frente? -Le puso en cara sin nada de delicadeza, silenciando al bocón chico, y creando una burbuja incómoda que los encapsulaba a ambos. En medio de este frío antártico, Loretta volvió a ubicar sus ojos sobre las papitas de la discordia, y sin quitarlos de ahí, comentó:
-Lupe me había contado que tienes una hermana menor...
-A-así es -Contestó, sin saber a dónde iba la pregunta.
-Y...¿Cómo es tu relación con ella?
-Bueno, eeeh...Tiene un hábito de morderme, se come los gansitos que dejó en el refrigerador, cuando hace berrinche, sus chillidos revientan la cristalería en la casa, y una vez quiso experimentar si podía crear un Pikachu en la vida real, dejando a mi hámster fuera de la casa durante una tormenta eléctrica... -Recontó sus experiencias, mientras se presionaba el entrecejo con cierta pasión.
-No creo que eso último tuviera la suficiente base científica o ética para que se llevara a cabo... -Pensó la química aficionada, pero Gabriel no había terminado.
-...Aun así, yo quiero mucho a mi hermana, y procuro que sea feliz, aunque me parece que esos son todos los hermanos, no solo yo -Opinó, girando el cuello a otro costado. La muchacha permaneció silente un instante, luego, sonrió, y con melancolía dijo:
-Opino lo mismo -Y comenzó a caminar, pero antes de llegar lejos, Gabriel se le adelantó con la fritura en mano, y mirándola con seriedad, expresó esto:
-Me pagas por esto después. Tan solo no vuelvas a asustar a la gente por quedarte viendo papas fritas como si fueras la chiquita del aro -Dicho esto, marchó hacia la caja, para pagar, y en una curiosa (Y algo perturbadora) coincidencia, ambos adolescentes comentaron en su interior "Aún no puedo descifrar sus intenciones".
Y oculta entre las dispensas, Lupe vio todo lo que pasó, sonriendo pícara porque, según ella, su plan había salido a la perfección
Clic, clic, las teclas de la calculadora retumbaban a paso de redoblante cada vez que el cajero introducía los precios de los artículos, y llevando el compás estaba una deslumbrante figura de un gato dorado, sosteniendo una medalla con una de sus patas superiores, mientras usaba la otra para llamar a quien lo viera, bajándola y subiéndola al mismo ritmo, todo el tiempo. Una vez pagaron, Ale se puso a leer los ingredientes del snack que se había comprado:
-Cada ingrediente escrito aquí tiene la capacidad de bajarme los años de vida por sí solo, y todos están combinados en esta bolsita -Detalló apáticamente.
-¡Pero hey! También te compraste un refresco de aloe para compensar -Indicó la fleco de tubo, chasqueando los dedos.
-Eso sería como decir que Dios hubiera perdonado a Eva por comer la manzana si también le hubiera dado un mordisco a la serpiente -Refutó, mirándola inexpresiva-. Hubiera preferido los palitos de ajonjolí, pero como Lore es alérgica, mejor no-.
-¡Lupe! -Gritó Gabriel súbitamente- ¡Atrape!
-¿Qué cosa? ¡Uy! -Reaccionó al agarrar lo que le habían pasado.
-M-me sobró un poco de dinero, así que me pareció conveniente comprarte algo -Admitió, sonrojado, pasando sus dedos extendidos por su pelo.
-¿Una botellita de coca cola? ¡Gracias! -Exclamó, sonriente, e inmediatamente, se bebió la gaseosa a corcor.
Nada parecía fuera de lo ordinario para la mayoría de los presentes ahí, excepto para Ale, que tal evento la dejó con los ojos como platos, mirando con horror que rompía su remedio su imagen de chica imperturbable, y volviendo al presente, será ella quién nos expliqué las funestas implicaciones de esto:
-No mucha gente sabe esto, menos tú, que eres extranjera, pero aquí, las malas lenguas dicen que regalarle una coca pequeña a alguien es la demostración de amor más sincera que puede hacer alguien en su juventud.
-E-eso suena algo exagerado -Dudó Loretta.
-Lo sé, pero piénsalo -Replicó, sin una pizca de sarcasmo o comedia al decirlo-. Este es un país en el que puede llegar a hacer mucho calor, que es justo el momento cuando más antoja una gaseosa, y si hay algo que la gran mayoría de estudiantes tenemos en común, es no tener ni un mísero peso cuando queremos algo. Así que, si aprovechas el momento, una coca puede valer más que un anillo de oro puro.
-E-eso tiene una gota de sentido, pero no sé cómo sentirme acerca de que una marca comercial tenga un significado así en algo tan íntimo como el amor -Opinó la rubia.
-Una táctica muy insidiosa de marketing. Como sea, el punto es que, ese regalo no fue coincidencia, sino que Gabriel lo hizo con ese propósito -Dictaminó la peliceleste.
-Pero bueno, ya te había dicho que tenía una fuerte sospecha de que a él también le gustaba Lupe. Esto no cambia las cosas -Debatió con escepticismo.
-Ahí te equivocas, mi bella Lore. Regalarle una coca es una cosa, pero hoy en la mañana, también vi cómo se acercó a ustedes en la mañana, recostándose sobre los casilleros como si fuera un chico cool. ¿No te parece que ninguna de estas acciones calza con el comportamiento de Gabriel?
-Sí, también lo noté -Concordó la primer promedio, poniendo el índice bajo el labio-. Parece que su actuar ahora es mucho más...¿Directo, tal vez?
-Precisamente, y es justo eso lo que me hizo sospechar de que nuestro enamorado amigo no está actuando solo, y para nuestra buena suerte, hoy mismo lo pude comprobar.
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