Capítulo 18-III
De nuevo frente a frente, en esa situación era más notable la amplia diferencia en altura entre los dos, con Granada teniendo que inclinar el cuello unos 30 grados para verlo a la cara, pero él nunca se hacía chiquito ante la situación. CrizpySnax lanzó el ultimátum:
—No se me vaya a poner triste y agüevarse cuando pierda, mae.
—Yo no pienso perder, así que mejor aférrate a tu consejo.
Todo calló, hasta parecía que el viento y los animales callaban en reverencia ante la silenciosa tensión que aparecía cuando estos dos estaban a menos de un metro uno del otro; Erick miró a Alejandra, y Gabriel, a Lupe. Cuando ambos contrincantes desenvainaban sus armas, el silencio se rompía con truenos y relámpagos, tremores tan poderosos que escapaban de la pantalla y se estrellaban en los relieves aledaños. No había paciencia ni cautela; cada uno fue directo a aniquilar al otro, constantemente flanqueándose y tomando altura sobre el otro, eran los dos extremos del Uróboros tratando de comerse el uno al otro.
La pelea pudo haber ido para cualquiera, pero en esa ocasión, el cielo sonrió a Granada, que al quitarle la última vida a Crizpy, saltó de su silla, botándola en el proceso, y con el puño en alto, gritó "¡SÍ!" hasta el límite de su garganta, mientras que el abatido lanzó el control con saña hacia el piso, y una vez ahí, lo pateó hacia la afición, vociferando "¡PICHA!", siendo lo más probable que las reacciones hubieran sido las mismas, pero a la inversa, si el resultado hubiera sido distinto.
El muchacho del sombrero se burló una última vez, usando un movimiento fulminante de las caderas para mostrar quién había sido el dominante. Con esto, y el marcador quedando 5 a 4. Erick, ya sin ninguna esperanza de ganar, mandó a su último soldado, a un tal Guaca, un tipo con pelo rojizo, lentes circulares de gran aumento y prominentes incisivos. El previo ganador suspiró y blanqueo los ojos al ver contra quién le tocaba, pero, aun así, dio fe a su promesa y tuvo una muerte "accidental" antes de darle la última estocada a Crizpy y su equipo.
—Es todo tuyo, Cure —Indicó el joven a Lupe, señalando la silla con sus manos.
—¡Claro! ¡déjamelo a mí! —expresó con el pulgar arriba, y mostrando sus dotes de gimnasta, saltó desde el suelo, haciendo un Split en el aire y aterrizando firme en la tarima.
Caminó directo hacia el televisor, mientras su vista absorbía todo aquello que la rodeaba: El equipo eléctrico, la iluminación, la vigorosa multitud, y el rostro de resignación de sus rivales. Tantos estímulos disparados desde todas direcciones la ponían en modo de alerta, pero no era para tanto, su convicción de ganar era mucho más fuerte. Con el control en manos, sonó el último balazo inicial, y The Cure se estrepitó con todo lo que tenía hacia Guaca, pero hay que parar un momento para hacer una anotación.
Guaca usaba a Marie Grignard, igual que Loretta, pero las similitudes empezaban y acababan ahí, porque sus estilos de pelea eran diametralmente opuestos. A diferencia de Blondie, Guaca era el ejemplo arquetípico del jugador defensivo, del zoner, del campero. Su plan era simple: Paso uno: Lanzar balones y poner trampas a más no poder para ir haciendo daño poco a poco, nunca buscando ser el primero en acercarse. Paso dos: No hay paso dos. Estos jugadores buscan agotar la paciencia mental del oponente, hasta que llegue el punto en que empiezan a bloquear golpes con la cara.
El duelo se fue con esta dinámica, donde la doctora lograba entrar para pegar un mísero golpe, después de recibir una centena de pellizcos por parte del rival, y después de esto, el tipejo saltaba hacia atrás y reiniciaba el ciclo. The Cure corrió directo hacia él, esperando a que le lanzara algun otro balón inofensivo, pero no esta vez, Guaca sacó su ataque fuerte y mandó a volar a Lupe, quitándole su primera vida, pero, él se sentía tan poca cosa que en realidad, no sentía que estuviera perdiendo, solo que el otro había tenido suerte
Más tarde en el duelo, y con la tercera vida de Lupe dañada, y la última de Guaca colgando de un hilo, nuestra protagonista encontró un pequeño patrón en la forma en que huía su rival, así que se escabulló debajo de él y cargó su ataque fuerte hacia arriba, no obstante, pasó algo que solo puede ser atribuido a la suerte, y fue que en el último segundo, uno de los balones de Marie se interpuso entre el golpe de la Doctora y ella, salvando a Guaca, y atrapando a The Cure en una de las trampas, lo cual aprovechó él para eliminar la tercera vida, abriendo los ojos de todos los presentes.
—¡¿Pero cómo este hijo de puta sigue vivo?! ¡si le he pegado con todo! —pensó Lupe
—¡No puede ser que nos haya llevado a nuestra última vida, niña! ¡Hay que ganarle como dé lugar! —aconsejó la doctora.
Y aquí, esos nervios pasajeros del inicio iniciaron a multiplicarse de forma exponencial. La chica sentía cómo apenas podía mantener el control entre sus manos, las cuales temblaban sin sosiego, los gritos efusivos del público, combinados con las palpitaciones agitadas de su corazón, le hacían casi imposible refugiarse en sus pensamientos, el sudor incesante aumentaba su martirio, y cada vez veía todo más de rojo. A pesar de todo este calvario, Lupe todavía estaba concentrada lo suficiente para cargar el modo de hipertensión, y en un movimiento en falso, Guaca se elevó demasiado, quedando expuesto en el aterrizaje al desfibrilador carmesí. La chica lo notó de inmediato, y justo al presionar el botón, dejó escapar todo aquel veneno que había venido sintiendo desde hace rato:
—¡MUÉRETE, MALDITA SEA!
Y entonces...el rayo no salió, sino que la doctora se impulsó con su chorro de sangre:
—¡¿Pero qué pasa?! ¡The Cure tenía a Guaca servido para un desfibrilador carmesí! ¡pero sacó su movimiento de recuperación por error! —comentó Mint Jams, y con mucha razón.
En momentos de alta tensión, a veces los dedos son más rápidos que la mente, y cuando la diferencia es mucha, esta puede concluir en errores garrafales, y eso fue lo que le pasó a Lupe, que para su mala suerte, el chorro la mandó fuera del escenario, y mientras ella veía cómo la doctora se sumergía en el abismo, igual que ver un accidente de tránsito en cámara lenta: En cuestión de un segundo, todo había acabado. Marcador final, 0 a 1, gana Green Fiyah.
Crizpy y su equipo fueron a levantar a su héroe inesperado, y Lupe, paralizada, solo veía todo moverse en cámara lenta: La emoción formándose en los rostros de los espectadores, Loretta llevándose las manos a la boca; Alejandra, a sus sienes, a Granada, colapsando sobre sus rodillas, y más tortuoso aún, la caída de sus propias lágrimas, estirándose hasta el infinito. En ese estado, se dirigió al equipo:
—L-l-lo...Lo siento. ¡De verdad, lo siento! —Y escapó.
Todos le gritaron que se detuviera, pero solo la extranjera la persiguió, mientras que el capitán tornó su mirada al control que Guadalupe había dejado atrás. Como si su herida no estuviera ya bien salinizada, la mano de Erick cayó pesada sobre su hombro, y este le habló en seguida:
—Bueno, Gananada, GGs EZ, mejore, consiga gente buena para la próxima crew, y me la pela. Chao.
El chico negro se fue, y dejó al blanco con ganas de sacarse los ojos y vomitar bilis del colerón, pero como capitán, se forzó a mantener la compostura, para no hacer sentir peor a los del equipo. Pasó el tiempo, todos permanecían inmóviles y en acordado mutismo, hasta que finalmente, volvió Loretta, con un rostro apenado:
—¿Está bien? —preguntó Gabriel, de inmediato, pero la chica caucásica negó con la cabeza, y replicó:
—Lupe siente muy fuerte sus emociones. Casi nunca se pone triste, pero cuando lo hace, se cierra en sí misma. Será mejor esperar que se calme.
Granada se arrecostó de cuclillas sobre la pared de la tarima, mientras el resto caía en un solemne mutismo. Incomodado por esto, Kero Kero lanzó un comentario desafortunado:
—Esto me recuerda a este mae, Rat Taxi, ¿lo recuerdan? Él siempre se llegaba a los torneos sin falta, ¡pero cuando lo destrozaron tres a cero en aquel money match! ¡uff! Nunca se volvió a pasar por aquí...
Kero Kero vio cómo Metallica le estaba diciendo, entre dientes, que dejara el tema, así que tuvo que corregir inmediatamente su error:
—¡P-p-pero claro que eso no va a pasar con Lupe! ¡ella no es de las personas que se rinden! ... ¿verdad?
Metallica dejó caer su palma en su cara y todos volvieron a callar, reposando con rostros consternados, hasta que el capitán se estiró de su lugar, y comenzó a caminar en dirección al cuarto donde estaba Lupe. Lore miró esto con cierto temor y fue a tratar de detenerlo, tomándolo por la espalda:
—¡E-en serio no es buena idea! Lupe-.
—¡Es mi responsabilidad! ¡yo la metí al equipo! ¡yo la dejé jugar! Si alguien tuvo la culpa, fui yo. Debo intentarlo...se lo debo.
Ella vio como sus ojos se veían como vidrio roto en ese momento; ni tristes, ni dolidos, solo quebrados. Dio un paso atrás, bajó el brazo, y lo dejó ir. Ya adentro, Granada paró un momento para ubicarse, y ahí, logró ver a Lupe en el suelo, abrazándole las rodillas, y con pequeños gemidos penosos que salían a intervalos regulares. Él se acomodó la solapa, respiró con serenidad, y fue a hablarle:
—Eeh...hola...hey, sé que perder una crew battle es terrible, pero no decaigas tanto, eso le pasa hasta los mejores.
De forma letárgica, Lupe levantó la cabeza, revelando su humedecido rostro y ojos irritados, y sin dirigirle la mirada, contestó:
—Pero yo no pude quitar ni una sola vida...
—Pues...sí,... ¡P-pero es una nimiedad! Es normal que los jugadores solo quiten una-.
—Y también me terminé suicidando cuando tenía la chance de ganar...
—...Eso último es ligeramente menos común, pero, en el gran orden de las co-.
—Además, solo jugué porque te lo pedí; si no, tú fácilmente hubieras ganado.
—Muy bien, tu caso si es algo particular, lo admito —cedió, con un poco de fastidio en su voz—. Pero, al fin y al cabo, ¿a quién le importa ganar una crew battle? Incluso si ganamos, nos hubiéramos llevado como, ¿qué? ¿cinco mil colones por cabeza a lo mucho? Es un mero espectáculo —aseguró, encogiendo los hombros.
—Pero, vos solo te metiste en esto para ganarle a Erick y su gente...
—Pues sí, eso es verdad—.
—Y después de que los estuviste insultando, de seguro no te dejarán olvidar lo de hoy por un muy buen tiempo...
—T-también correcto —espondió con un tic en uno de los párpados.
—Y apuesto a que te seguirán diciendo todos esos apodos feos, como granuja, o gangrena, o gananada, o-.
—¡YA ENTENDÍ! —explotó brevemente, pero respiró profundo, y tratando de forzar una sonrisa, trató de aliviarla, diciéndole— No te mortifiques por mí. Puedo vivir con eso.
La chica del fleco decaído giró el cuello hacia otro lado, y con voz quebradiza, dijo:
—Gracias por venir a apoyarme, Gabo, pero no tienes que hacerlo. Después de pasearme por el trabajo duro de todo el equipo, no tengo cara para pedirles nada. Lo único que quiero...es no estar aquí.
Y al decir esto, enterró su cara en sus rodillas, y volvió a llorar. Gabriel rodó los ojos, pensando en que lo que Loretta quería prevenirlo, acerca del martirio que era tratar con una Lupe achicopalada, pero entonces, Amadeus le habló desde adentro de su conciencia:
—Oiga, jefe, ¿por qué no le muestra "aquello"? Tal vez pueda servir.
El chico sabía muy bien a lo que se refería; Puso ambas manos sobre su cintura, miro hacia el techo con la nariz arrugado, y entre dientes, farfulló:
—Dios mío, en verdad voy a hacer esto...
Y se metió la mano dentro del bolsillo de su saco, tomó algo y se fue a sentar justo a la par de Lupe. Una vez ahí, usó el objeto para tocarle el hombro. Era una libreta pequeña, y él se la extendió sin mirarla a la cara.
—¿Y esto qué es?
—Solo léelo —dijo con fastidio.
Ella aceptó, lo abrió por la primera página y comenzó a leer en sus adentros:
—"Veinte de abril, 2010; Pega y gana #4: Último lugar. Ocho de mayo, 2010; Cosmos and chill: Último lugar. Dieciséis de mayo, 2010; Casa de Cas #12: Último lugar..."
Y la lista seguía, en cada semana, en cada mes, nombres distintos, fechas distintas, pero siempre terminando con la misma muletilla, "Último lugar", por más que pasara las páginas, hasta que la confusión y las discrepancias fueron demasiadas para ignorar.
—¡¿Son tus torneos?! ¡¿por qué todos dicen que quedaste de último?!
—Porque lo hice. Lupe, estoy a punto de ser lo más sincero que he sido con nadie, así que no te atrevas a reírte, ¿Entendido? —Ella se pasó un zipper por la boca, y calló— ...en mis primeros años compitiendo, no exagero cuando digo que...yo era por mucho el peor jugador del país.
»Tuvieron que pasar meses para que siquiera pudiera ganar un solo juego, y años para ganar un set entero. Desde que entré, tuve que lidiar con una verdad incómoda: Que no tenía talento natural para el juego.
—Pero...¿por qué me muestras todo esto?
—Para que sepas que no eres el único fracaso aquí. Es más, parte por la que ni tú ni Loretta me agradaban al inicio era por lo natural que les salía jugar, algo que a mí me costó gran parte del tiempo que llevo metido en esto. Simplemente, me irritaba ver que tuvieran el talento que yo nunca tuve, pero...creo que eso solo recaía en mí —aseguró con una sutil sonrisa.
Ambos permanecieron en silencio un minuto, solo ahí, escuchando los ecos que rebotaban en la habitación, hasta que de pronto, la chica hizo otra pregunta:
—Y cuando no ganabas, ¿qué era lo que te mantenía adentro? —El chico lo pensó un poco, acto seguido, abrió los ojos con brillo y le contestó:
—La libertad. En los torneos, finalmente era yo quién controlaba mi destino, no mis padres, ni los maestros, ni nadie más: Solo yo. Estaba perdiendo, sí, ¡pero cada derrota era mía! ¡y cuando finalmente llegaron las victorias, esas también eran solo mías! ¡podía ser más de lo que realmente era, solo con mi control!
»Cada vez que no estoy compitiendo, siento como que estoy aguantando la respiración, y cuando estoy en torneos, finalmente puedo gritar "¡Aquí estoy, existo!", y no tengo que limitar lo que siento: La alegría infinita de ganar, la mísera tristeza de perder, y todo el espectro de emociones en el medio. Solo aquí puedo vivir de verdad: En un sueño, un sueño digital...
—...Wow, nunca pensé que alguien podía expresarse tan bonito de un jueguito para niños —sonrió mientras limpiaba sus lágrimas.
—Y-y-yo tampoco. Juntarme con Alice me está afectando... —carcajeó con un poco de vergüenza.
—Pero te entiendo. La primera vez que jugué contra ti lo sentí: Un miedo terrible a lo que pasaría si perdía que de un pronto a otro pasó a felicidad cuando te gané de milagro. Y la tristeza que sentí hoy...se sintió horrible, pero después de lo que dijiste, siento otra cosa...siento que quiero mejorar, ¡que puedo mejorar!
Y en ese momento, Granada sonrió, se puso de pie en frente de Lupe, y con los brazos cruzados, le lanzó una duda aparentemente inocua:
—Lupe. ¿Qué fue lo que pasó?
—Ahh...¿perdí?
—No, no perdiste: Te masacraron, te escupieron. Guaca limpió el piso contigo y ni siquiera fue gracioso.
—¡¿Cómo me vas a empezar a insultar ahora que me siento mejor?! —le reclamó, pisando fuerte justo en su cara.
—Dime, Lupe, ¿cómo te hace sentir todo esto?
—¡Pues enojada! ¡¿Qué más?!
—Perfecto. Eso es lo que quería oír.
—¿Huh? —Inclinó la cabeza con confusión, la muchacha.
—Una persona cualquiera simplemente dejaría que la tristeza le pasé, y no pensaría en lo que pasó, no obstante, lo que compiten de verdad, aceptan todas las emociones que vienen al perder, y las usan como combustible para volver con más fuerza. Tienes eso en tu espíritu, igual que yo.
Al escuchar esto, los ojos de Lupe volvieron a ponerse llorosos, y con el dialecto de una ebria despechada, dijo:
—¡No pienso perder de esta manera nunca más! ¡mejoraré mucho más! ¡Y la próxima vez, le partiré la madre a ese mae! ¡y a ti también, por tratarme mal!
Gabriel sonrió, y con una voz suave, dijo:
—Si en verdad crees que puedes lograr esas fantasías tuyas, me parece que necesitarás un control, ¿no? —Exclamó, mientras le extendía el aparato de plástico que había dejado atrás— Incluso ahora, me sigo impresionando con la increíble habilidad que desarrollé en todo este tiempo, pero viéndote ahora, admito que me intriga ver que te deparará el futuro...The Cure.
En ese instante, nuestra muchacha soltó de nuevo al llanto, y cayó sobre la camisa bien planchada de Granada:
—¡No! ¡mi mejor corbata! —reclamó, mientras trataba de alejarla como a una mascota sobreafectuosa.
—¡Es tu culpa que esté así!
—Argh...solo te lo perdonó porque eres linda —susurró.
—¿Dijiste algo, Gabo?
—Tonta, q-que eres tonta, y mala en el juego, ¡y suelta mi corbata!
—Espera un toque, que me pica un poco la nariz y necesito limpiármela.
—¡Pero no con mi corbata!
Fuera del salón, el ambiente era sepulcral, casi como si estuvieran esperando el resultado de una complicada cirugía, pero la vida volvió cuando vieron a Lupe y a Gabriel salir sonrientes, siendo Lore la más asombrada. Mientras la fleco de tubo volvía a hablar con todos con su resucitada jovialidad, la mejor amiga se acercó a Gabriel, y con timidez, le preguntó:
—¿C-cómo lo hiciste?
—Eeh, unos cuantos truquillos ahí...pero no fue tan difícil. Entre perdedores nos entendemos, ¿no? —declaró, sonriente y dándole una palmadita en el hombro.
Loretta tan solo permaneció estática, desmenuzando esa información con su característico análisis lógico, sin embargo, los resultados fueron inconclusos:
—Conectar a través del fracaso. Como seres imperfectos, es natural empatizar con otros por nuestras imperfecciones, pero...no tengo memoria de haber tenido nunca un gran fracaso en mi vida. He cometido errores, como todos, pero nunca al grado de considerarlos "grandes fracasos".
»¿Cómo podría yo entrelazarme genuinamente con ese lado de Lupe? Yo, la hija perfecta, la estudiante perfecta...la amiga perfecta.
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