Capítulo 16-III
Y con la cara entusiasmada de la fleco de tubo, cortamos al rostro escéptico y confundido de Alejandra al escuchar lo que planeaban hacer:
—De todas las ideas Lupe que he visto, esta sin duda es la más Lupe. ¿Cómo se te ocurre algo así? ¿viste una paloma y pensaste sobre "lo lindo de vivir libre y sin ataduras"?
—De hecho, fue un gato... —contestó, tocando ambos índices en las puntas.
—Un gato, claro...bueno, algo interesante podría salir de eso, y si Lore está de acuerdo... —opinó, contemplando hacia al techo.
—¡Ah! ¿nos ayudarás?
—Sí y no.
—¿Cómo, cómo?
—Naturalmente, Loretta no puede irse tan fácilmente: Es la anfitriona. Si desaparece, todos se preguntarán por qué, en especial, tu "admirador" —aclaró, entornando los ojos hacia la dirección donde estaba Tony Harvey.
—Claro, él... —se encorvó la rubia con desánimo.
—Yo tengo una idea de cómo hacer que la gente no haga tantas preguntas, pero necesitamos a alguien que te substituya en imagen mientras no estés, y creo que hay un candidato, o mejor dicho, dos. Lore: Vi que tus primos parecían bastante dedicados a ti, hasta el punto de aprender otro idioma por ti.
—Ajá... —confirmó rubia, levantando una ceja.
—Bien...¿han escuchado acerca de las "Drag queens"?
La imagen de Lore viéndola consternada cambió inmediatamente a la de ambos primos viendo a Loretta:
—Mmm...¿qué opinas, Jimmy?
—Nuestra preciosa Loretta necesita nuestra ayuda, Terry. Y, si lo piensas, travestirse como mujer es algo que solo un hombre puede hacer.
— En ese caso, aceptamos esta tarea-.
—Con humildad.
—En ese caso, manos a la obra —espetó la peliceleste.
Con el tiempo en su contra y pocos materiales a su disposición, trató de convertir al primo Jimmy en la mejor replica de Loretta que pudiese, dentro del baño de mujeres y usando todo lo que pudiera encontrar: Pliegues de celofán, tela de una cortina robada, polvos de su propio kit de maquillaje y una peluca del cuarto de fotos automáticas. Terminado el breve trabajo, Lore interpuso una opinión:
—Le falta algo —e inmediatamente, se quitó su tiara y se la puso encima.
—¿Creen que funcione? —preguntó el primo Terry.
—¡Probémoslo! —alentó Lupe, mandándolo hacia donde el tipejo aquel con un empujón. El primo Jimmy caminó tratando de verse tan sofisticado como la quinceañera original. Anthony se acercó a él con ímpetu y entabló conversación:
—¡Oh, mi bellísima musa! Dichosos sean los ojos que te vuelven a ver. Veo que dejaste en el polvo al valet y volviste a mí. Me siento más que bendecido por tu excelsa presencia, mi onírica ambición.
"Loretta" solo le contestó con una sonrisa.
—Hmmm, te ves algo distinta, mi robado amor —enarcó la ceja, mientras que el impostor empezaba a sudar— ...¡te ves más hermosa que al comienzo de la velada! Ven, anda junto a mí, y te mostraré todo lo que te puedo ofrecer por encima de aquel sujeto —entrecruzó su brazo con la quinceañera substituta y se marchó hacia el segundo piso con "ella".
—Wow, cayó redondito... —admiró Lupe desde lejos.
—Y al mismo tiempo, despertamos algo en él—opinó Ale, con una risa cansina.
—Aun así, ¿cómo podemos garantizar que nadie más sospeche?
—No se preocupen, yo me encargo del resto —aseguró, moviendo su cabello celeste con confianza.
—¿Y de qué va el plan? —mencionó Loretta con intriga.
—Una maga solo revela sus secretos después del show. Por ahora, deben concentrarse en buscar una ruta de escape, porque si lo hacen por la puerta principal, seguro las verán.
—Buen punto. ¿Alguna idea, Lupe?
—¡Estoy un paso adelante tuyo, querida! —aseguró, con una carcajada jactanciosa.
Ni lenta ni perezosa, Lupe y Lore se devolvieron al baño y cerraron la puerta, asegurándose de que no hubiera nadie. La rubia se cambió al calzado más cómodo que le habían regalado, poniendo sus tacones en uno de los cubículos. Acto seguido, vino la discusión táctica:
—¿Ves esa ventanilla de ahí? Sale al costado del edificio, así que te subiré primero, y yo saldré después, ¿entiendes?
—Esto es una locura —suspiró Lore, mientras movía su cabeza de un lado a otro.
—¡Sí, lo sé!
—N-no es la reacción apropiada, Lupe...
La trigueña cruzó los manos, y con facilidad, elevó los zapatos de su amiga hasta que pudo agarrar el marco de la ventanilla, pero, cuando quiso deslizarse por el espacio...
—¡Lupe! ¡mi vestido se atoró!
—Oh uh. ¿sabes dónde se trabó?
—N—no sé, no puedo sentir muy bien —comunicó con tono de alarma.
—Qué raro. ¿Cómo se habrá trabado, entonces? —pensó Lupe, enrollando su tubo para agilizar su mente, y llegó a una interesante conclusión— ¡Wow, Lore! Sos más culona de lo pareces —dijo con un tono burlista.
—¡D-d-deja de jugar y ayúdame! —exigió Loretta, roja por el enfado y la vergüenza, cuando de repente:
—¿Robinson...? —exclamó Gabriel, viéndola desde el césped
—¿¡G-gabriel?! ¡¿qué haces aquí?!
—Podría preguntar lo mismo
—¿Ese es Gabriel? ¡Dile que te agarre de las manos y te jale hacia abajo! —sonó desde el otro lado del concreto.
—¿Lupe está contigo?
—Verás, Gabriel, es una larga historia, pero ahora, necesito que me ayudes a salir de esta ventana.
—E-está bien... —accedió con tono dubitativo, luego, sujetó con fuerza ambas manos de la chica de alegadas caderas anchas.
—¡Gabriel, tú jálala de ese lado y yo la empujo por aquí! ¿bien? —propuso Lupe.
—Entendido. A la cuenta de-.
—¡YA!
Lupe saltó y empujó el derrier de la otra joven con todo lo que tenía, mientras que Gabriel jaló torpemente por la sorpresa de todo. Con un "¡Plop!", Loretta salió destapada de la ventana hacia el viento nocturno, mientras el muchacho solo contemplaba a la luz de las estrellas desaparecer dentro de la sombra de una princesa en caída libre, y solo un pensamiento llegó a él: "Voy a morir", y Loretta se estrelló sobre él, con el resultado pareciendo un desastroso juego de Twister:
—Pensé que dolería más...¿Gabriel? ¡Ah! —saltó de encima del cadáver y este, literalmente con su último aliento, respondió:
—No comparto esa opinión.
La atlética Lupe subió y bajo por sus propios medios, a la vez que Gabriel se recomponía, y una vez recuperó sus facultades mentales, las chicas le contaron todo el plan:
—Una huida, huh... —mencionó sobriamente y con brazos cruzados— ¿Y adónde planean huir?
Lupe levantó la mano, abrió la boca y...listo, eso fue todo.
—Es el plan más Lupe que he escuchado.
—¿Por qué todos me dicen eso? —pensó.
—Más extraño aún es que tú hayas aceptado ese plan—comentó, viendo en dirección a la miss.
—¡Lore es mi mejor amiga! ¡y ella confía plenamen—!
—Yo tampoco estoy muy segura... —contestó, reposando su cabeza sobre su palma con resignación.
—¡Ah, no! ¡gracias, Judas! —reclamó la fleco de tubo, poniendo los brazos en Jarra
—...Para su buena suerte, conozco un lugar no muy lejos de aquí.
—¿En serio? —cuestionó Lupe.
—Es agradable, hay buena comida y es mejor opción que deambular en plena capital, esperando ser asaltado.
—Suena bien, porque Lore y yo nos saltamos la cena.
—Yo también.
—¿Y por qué?
—No soy fan del aderezo de maní que traía la comida.
—¡¿Aderezo de QUÉ?! —gritó Lore.
—M-mejor vámonos —sugirió Lupe, empujando a la petrificada cumpleañera.
Caminaron, en medio de las avenidas y las intersecciones, sepultadas bajo desperdicios e impregnadas con un fuerte olor a amoniaco, donde los vagabundos se protegen del frío con cartones y bolsas salidas de esa misma inmundicia. Unas cuantas manzanas después, pararon frente a una camuflada pero gran entrada, cuya oscuridad solo era interrumpido por un tenue destello amarillo al fondo.
—Llegamos —afirmó Gabriel.
—¡¿Estás loco?! —replicó Lupe con susto— ¡¿quieres que nos quiten un riñón?!
—No seas tan prejuiciosa. No es bonito, pero no es un escondite de criminales...en su mayoría —dijo, mandando la mirada hacia el techo.
Ambas muchachas se miraron dubitativamente, pero al final, decidieron confiar en él, avanzando con cautela. Unos cuantos metros más adentro, vapores y fragancias suculentas abordaron a los visitantes, emitidos por los varios restaurantes acomodados de manera compacta en el reducido espacio del pasillo, que amenazaban con ensuciar los trajes de gala del grupo. Siguieron moviéndose y cuando salieron de ese pasillo, el lugar se abrió en un enorme pabellón ornamentado en todas sus caras con comercios.
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—P-pensé que era un lugar pequeño —opinó la quinceañera.
—La gente llaman a este lugar "la madriguera" —explicó el chico, mientras las turistas se fascinaban con la agazapada inmensidad del lugar.
La madriguera era uno más de los mercados cerrados de la capital, pero tenía la particularidad de que su inesperado tamaño siempre toma de sorpresa a los visitantes. Incluso así, no era un lugar popular, y por eso, muchos negocios "poco ortodoxos" entraron en su órbita: Tiendas de recuerdos exóticos, boutiques de ropa gótica, consultorios de médiums, lecturas del Tarot y demás esoterismos, prestamistas gota a gota, y por último, y definitivamente menos importante: las tiendas de cultura geek, llenas de videojuegos, animes, comics y demás anticonceptivos.
En medio tour, Lore quedó en shock al ver algo que sobresalía de una de las vitrinas, una llamativa figura plástica:
—E-esta...son tan...
—¡Mira, Lore! —apareció Lupe a sus espaldas— Esa señora de allá estaba dando estos muñequitos bien vacilones con alfileres por todos lados y este hasta se parece al estúpido aquel de la fiest-¡AH! ¡Dios mío, qué tetas más grandes!
—¡Nada que ver aquí! —corrió el guía al auxilio y se las llevó a otro lado, tapándoles los ojos.
—Y-yo conozco a ese personaje —indicó Loretta—. Me parece muy improbable que una mujer de catorce años pueda...desarrollarse así.
—Tal vez los anatomistas japoneses sepan algo que nosotros no.
—¿Y te gustan así o más de bote grande como Lore? —bromeó Lupe.
—¡Cierra la boca! —contestaron ambos, sincronizados como siameses.
Al final de la madriguera, resaltaba un prominente título de neón encima de una puerta: "Soda Stereo". Abrieron la puerta, y esta a su vez, sonó una dorada campanilla. Una mesa tipo barra se extendía a un costado de la entrada, atrás de este, la cocina y varios extractores de vapor encima, la caja registradora, pero ningún cajero, y al extremo opuesto, mesas pequeñas con banquillos metálicos, y colgando de la pared, había caricaturas enmarcadas de multitud de personas. De la cocina, salió un tipo bonachón, con un delantal negro, brazos tonificados y cubiertos en tatuajes, y una muy bien cuidada y densa barba. Abrió una libreta pequeña y preguntó:
—¡Buenas noches! ¿qué van a querer pedir?
—¿Noche lenta, Cambodia? —preguntó Gabriel, recostando el codo sobre la barra.
—¡Mirá quién es! ¡el famosísimo Granuja! —saludó alegre.
El muchacho extendió su mano para saludarlo, y el hombre la estrechó y sacudió al flacucho como una sábana.
—¡Hubieras avisado que venías! ¡así armamos un torneíto casualón para vacilar un rato! —mencionó el fortachón.
El joven se soltó del apretón antes de que le desmontara el hombro, se acomodó el traje y respondió:
—Fue algo del momento. Estábamos en una fiesta, y propuse visitar tu decrépito lugar —soltó con sarcasmo.
—¡Decrépito su abuelo, mae! —Carcajeó— ¡Ah, bueno! Ya entiendo, ¡Con ra' venían así vestidos todos elegantes, Ulalá! Pues me presento: Hola, soy Juan Alonso Gutiérrez; Cambodia para los compas, y soy el propietario, cocinero en jefe, repartidor, contador, conserje, electricista, caricaturista y publicista de Soda Stereo. ¡Un placer conocerlas!
—¡Wow, qué mae más pulseador! ¡me recuerda a mami, siempre trabajando en todo! —pensó Lupe.
—Eso es explotación... —pensó Lore.
—Bueno, ¿van a pedir algo?
—Más, quería llevarlas atrás.
—¡Ah, claro! ¡por su pollo! Pueden pasar.
—Entiendo, gracias —contestó, y con un chasqueo de dedos y un ademán, las guio hacia el lugar.
Cruzaron a través de una cortina con coloridas cuentas amarradas y hubo un momento de avasallante oscuridad, seguido de una explosión de luces electrónicas a su alrededor.
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—¡Ah! ¡Es un arcadia! —exclamó Lupe con ahínco.
—Así es, y uno de los mejores del país, en mi opinión —respondió Gabo—. Otrora, este lugar era la meca de la comunidad de Cosmos, entre muchos otros juegos de pelea. Cuando llegó Sourspot, perdió un poco de su hegemonía, pero sigue siendo un lugar de reunión para los jugadores más experimentados.
—¿Y podemos jugar de todo lo que hay aquí? —preguntó Loretta.
—Si pagas. Solo por hoy, les invitaré el tiquete. Ya podrán erigir una estatua en mi honor cuando volvamos —dijo, sonriendo con pedantería.
—¡No te montes en la arepa voladora, Graznado! Puede que en Cosmos seas el mejor, ¡pero no podrás ganarnos en todos los juegos! —habló Lupe con voz desafiante.
El chico se rio ante el reto, y sin esperar mucho, se las llevó a los juegos. El lugar estaba abarrotado con maquinitas clásicas de todas las eras y de todos los tipos. Lo divertido de los juegos de arcadias a comparación de los juegos caseros es que van directo al punto: cada cabina pelea con la de la par por tus valiosas fichas, así que deben poner primero su mejor pie al frente, y ser fáciles de entender. A pesar de su cinismo, el entusiasmo de Gabriel al hablar de estos juegos sonaba fuerte y claro, y a pesar de su inexperiencia, Lore, y en especial, Lupe resonaban con este entusiasmo.
Probaron de todo: The King of Fighters, Fatal fury, Ghost n'Goblins, Metal Slug, Daytona USA, Crazy Taxy, Pac—man, Dance dance revolution; Cada juego era una experiencia tan distinta y alocada, sin embargo, en todos, ganaba el veterano. Esto nunca mató el entusiasmo de la dientes de lata, porque seguía divirtiéndose...diversión: Era una palabra que Gabriel casi que se había prohibido usar porque él no se "divertía", todo lo que él hacía, lo hacía en búsqueda de ser el mejor y eso era asunto serio...pero esa chica, que olvidaba parpadear y sacaba la lengua mientras jugaba, que perdía y perdía, pero seguía sonriendo con cada nuevo round. Le hacía preguntarse si alguna vez él también se divirtió así (una pregunta sin sentido, ya que sabía la respuesta), también se preguntó...¿por qué no podía dejar de verla?
—¿Gané? ¡gané, gané! —gritó la Lupe, con los puños en alto.
—¡Hasta que al fin! —celebró Loretta.
—Solo fue suerte, veamos cuánto te dura —contestó el joven, concentrándose en la pantalla
—¡Uy! ¡huele a miedo! —cantó la morenita.
Mientras Lupe anticipaba el inicio del juego, Gabo sutilmente miró la cara de ella, y sin saberlo, su sonrisa comenzó a florecer, mas, cuando parecía que ya se iba a abrir el retoño, la imagen de aquella chica de la fiesta, aquella que aún encadenaba su presente con su pasado, voló por encima de sus ojos, cortando a la sonrisa de raíz:
—...Pensándolo bien, ya tengo hambre. Vayamos a comer —propuso, alejándose de inmediato de la maquinita.
—Oh...c-como tú digas —opinó Lupe, quedando ella y su amiga confundidas
Ya sentados, Cambodia les ofreció la especialidad de la casa: Un nutritivo tazón de ramen como para sobrevivir un Armagedón nuclear. En medio de su comida, el muchacho bien vestido sacó algo de su saco, y lo lanzó sobre la mesa hacia la cumpleañera.
—Feliz cumpleaños.
—¡Oh! Es un peluche de Sailor Urano —vociferó Lore
—¡Tu favorita! —mencionó Lupe
—¡¿Pero cómo-?!
—El día que nos vimos en la biblioteca, dejaste esto —mostró un pin del mismo personaje.
—¡Mira, ese es el pin que me regaló aquel otaku! —hizo reminiscencia la morena, pero entonces, su expresión cambió a una juguetona e injuriosa hacia la rubia, diciéndole— ...Otaku de closet.
—¡Q-que no soy una otaku de closet! —negó, con las mejillas coloradas.
—Tal vez te hubiera regalado una katana o unas orejas de gato —comentó Gabriel, aguantando la risa y Lupe tampoco pudo soportar reírse. Al inicio, Lore hizo pucheros, pero al final, todos explotaron en carcajadas. Cuando se calmaron, la muchacha abrazó con suavidad al muñeco, y mirando hacia la reflejante madera de la barra, confesó algo:
—A parte de hoy, nunca le encontrado especial a los cumpleaños. Solo este me importaba por su significado. Al final, no salió como esperaba, pero ahora, a pesar de todo... —Y se volteó a ellos, con un rostro precioso, rodeado de un aura iridiscente que opacaba cualquier rótulo de neón, y dijo— este ha sido mi mejor cumpleaños hasta ahora. ¡Muchísimas gracias a ambos!
Lupe se lanzó a abrazarla fuertemente mientras le decía:
—¡Con muchísimo gusto, linda! ¡te amo hasta el infinito!
Gabo, pizpireto, suspiró y dijo:
—No fue nada.
Pasado el rato, aún comían el bendito ramen, y Lupe revisaba tonteras en su celular, entre esas, vio un artículo ahí, que hablaba sobre "cuatro pasos para hacer caer al hombre de tus sueños". Lo leyó, y la lectura poco a poco engrasó su maquinaria mental:
—...¡Espera un momento! ¡yo pensaba que Lore dijo la verdad porque había comprado la revista ese día! Pero, bien pudo haber leído otro artículo similar y sacar los pasos, como este, que los tiene casi todos, excepto el de pasar tiempo juntos. Entonces, es totalmente posible que el único paso que sacó de la revista fuera ese, ¡y tiene sentido! ¡porque ella lo invitó ese día! Lore me dijo aquel día que todas sus preparaciones eran para su quinceaños, y no para su encuentro con el crush, pero ¿Qué pasa si...el quinceaños fuera el encuentro?
»Si lo piensas así, hay una persona con la que ha pasado bastante tiempo hoy cuando nunca lo hace, pidiéndole que fingiera ser su novio, poniendo su mano en su cintura a propósito, y hasta huyendo del lugar. Y si es así, lo que lleva a pensar es que el crush de Lore es... —Y cuando llegó la gran revelación, escupió a chorro todo el caldo de ramen que almacenaba en sus mejillas.
Esto, los entendidos del negocio lo llamamos una "conclusión incorrecta", un simple malentendido cuyas consecuencias aún no vienen al caso. Pagaron, agradecieron la comida y salieron de la madriguera, ahora mucho más tarde. Una frigorífica brisa le causó un escalofrío a la fleco de tubo, que tiritó y se abrazó a sí misma para calentarse, pero de pronto, una cálida manta la cubrió de la nada.
—¿Ah? ¿Un sacó? —Y miró hacia el lado, a ver a un Gabriel solo con su chaleco y su camisa. Con ojos cerrados, aclaró:
—Y-y-yo soporto m-mejor el frío que tú.
Al mismo tiempo que pasó esto, Loretta se detuvo de forma inesperada y se puso a masajear sus pies.
—¿Te aprietan los zapatos que te regalé? —preguntó su amiga
—No, pero usar tacones todo el día me dejó adolorida, y la larga caminata solo lo aumentó—Entonces, una bombilla se le encendió a Lupe.
—¡Oye, Gabo! ¿Por qué no la llevas de hombros?
—¿Y-y por qué yo? Tú eres más f-fuerte-.
—No puedo, a mí también me duelen los pies —cerró fulminante esa vía— Recuerda que sigues siendo su novio hasta que termine la fiesta Además, así podrán...entrar en calor—Le guiñó.
—¿P-por qué lo dijiste de esa manera...?
La llevó así hasta llegar de nuevo al edificio de la fiesta, jadeando y con un creciente deseo de tirarla al suelo. La ayudó a bajar, y se dirigieron a la entrada, pero luego recordaron que no podían entrar por ahí por obvias razones, sin embargo, Alejandra salió por la puerta y les gritó:
—¡Apúrense, antes de que los vean!
Atendieron la orden rápidamente y cuando entraron vieron, por falta de un mejor término, una masacre, con invitados desperdigados en las sillas, unos tambaleándose, otros, llorando y abrazándose entre ellos.
—Ale...¿Qué pasó?
—Pues que mi plan fue un éxito, claro está —Se jactó la alta—. No hay fiesta mala que el alcohol no salve (Nota: El autor no aprueba el consumo de bebidas alcohólicas por menores de edad, sin embargo, lo encuentra muy entretenido de escribir y de leer).
—¡¿Emborrachaste a los invitados?! —cuestionó Lore, paniqueando.
—No fue necesario con los que tuvieron ataques alérgicos con el aderezo de maní
—¡¿Los que QUÉ?!
—¡TÚ! —vociferó una fuerte voz masculina. Era Anthony Harvey señalando con furia a Gabriel:
—¡Pérfido crápula! ¡diseñaste esta treta para huir con mi amada luz a quién sabe dónde! ¡Todo bajo mis narices!
—Considerando el tamaño de la tuya, seguro te pasa a menudo —mofó Gabriel.
—¿Siquiera cómo se dio cuenta del engaño? —cuestionó Lupe.
—Verán, esta basura de hombrecillo quiso sobrepasarse con "Loretta", tocando donde no debía, pero cuando lo hizo, encontró una sorpresa, y dos cachetadas por ambos gemelos
Todos pusieron un rostro de asco al escuchar esto, menos Loretta que, por primera vez en su vida, se sintió un odio irrestricto en su voz cuando dijo:
—Eres un asco.
El paria retrocedió, casi resbalándose, pero de pronto, su cordura lo abandonó completamente, y empezó a reírse de una manera ronca y arrítmica:
—¿Qué? ¿es que acaso no puedo hacer lo que se me plazca contigo? ¡¿No lo entiendes, Loretta?! ¡eres mi selecta rosa! ¡m-mi vibrante veraniega! ¡m-m-mi muñeca de porcelana! ¡eres...eres...MÍA! —chilló en medio de su arrebato de locura.
—...Gracias, gracias por decir todo eso, Anthony, y darme la oportunidad de ser honesta contigo sin remordimiento alguno: ¡Eres la persona más repugnante que he tenido la desdicha de conocer y en cada encuentro que he tenido contigo, he aguantado las ganas de vomitar! —eso rompió al inútil ese, tanto que hasta una vena del ojo se le reventó del colerón, y con el glóbulo ensangrentado, se lanzó sobre la chica, dispuesto a atacarla:
—¡MALDITA PERRA DE-! —no pudo terminar su oración para cuando Lupe lo bajó con un buen gancho.
Gabriel se acercó a ver al despojo de hombre, y opinó
—¿No será esto un problema? Por más que sea basura, es basura rica.
—Ya está arreglado —tranquilizó Alejandra—. Ya le dije todo al papá de Lore, y él sabía que una falta más y estaba fuera. En cuanto sepa lo que pasó, nos dará la razón
—Padre... —musitó Lore— ¿dónde está él ahora?
—En el aeropuerto. Fue a mover cielo y tierra para que dejen a tu amiga entrar al país.
La quinceañera solo sonrió con la noticia. La fiesta había acabado, así que Gabriel fue a cobrarse sus dos rebanaditas de pastel, pero entonces, fue atrapado por los poderosísimos brazos de Lupe. Era un abrazo distinto, uno que se sentía tan personal, tan caliente, tan vigoroso, y, de una extraña manera, íntimo. Los pechos de ambos estaban tan cerca que Gabriel sentía las palpitaciones del otro lado; El chico estaba completamente paralizado, solo dejándose abrazar como un muñequito y en todo eso, Lupe le habló con toda sinceridad:
—Muchas gracias por todo lo que hiciste hoy, Gabo. Lore y yo la pasamos de maravilla en gran parte por ti. ¡Nos vemos el martes! —y como si no le hubiera matado el cincuenta por ciento de las funciones neuronales al chico con eso, lo terminó de aniquilar con un besito en la mejilla.
Las dos neuronas del chico que aún no habían cometido el harakiri sufrieron para levantar su mano, tratar de tensar los músculos faciales en un intento banal de simular una sonrisa, y decir:
—Claro....adiós.
Esto pasaba, y a lo lejos, Loretta miraba todo, con un rostro consternado, y su mano, sosteniendo con fuerza su pecho.
Gabriel caminó solo a su parada de bus, con sombra y luz de la calle tatuando y contrastando su figura, moviéndose entre las avenidas y los bulevares, proyectando películas en las paredes, pero todas eran una misma cara; una de ojos brillantes, sonrisa platinada y tubulares rizos. Su mano se movió hacia su bolsillo en el pecho, pero, algo estaba mal:
—...¡Ah! ¡la foto! ¡¿dónde...claro, en el saco, Lupe lo tiene...el saco.
El joven vio como la brisa movía su camisa con fuerza, y blanqueaba el vaho que salía de su boca. Entonces, levantó su mirada hacia el huequito de cielo en el manto oscuro de la noche, y dejó salir lo que sentía por su boca:
—Qué raro...no tengo frío.
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