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Capítulo 14: "Cubujuquí Funk"

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Una marcha baja con ritmo y compás por la avenida, y cuatro indómitos transeúntes levantan más de una mirada por donde caminan, impasibles y desentendidos del mundo. Bajo el poderoso sol de media tarde y ocultos tras vidrios polarizados, unos ojos ámbar miran con detenimiento a todos, o mejor dicho, a todas las que pasan frente a él.

—¡Heredia, la ciudad de las flores! ¡cómo me encanta vaguear por aquí! —exclamó Erick, vivaracho.

—Me preguntó por qué será... —musitó Elena, con desidia.

—¡Ah! ¡¿Cómo no va a saber, mi'er?! ¡Venga pa'ca, güila, que yo le explico! —La abrazó un chico rubio con un trapo amarrado como bandana— Vea, así está el arrosh: En Heredia, están las mamis más Shicas de toda Costa Rica, y-.

Hasta ahí lo dejó llegar Elena, porque le dejó la figura de su nudillo impresa sobre su costado, como si hecho de arcilla.

—¡Ya sé, imbécil! ¡no se meta en lo que no le importa, De la soul! —le gritó la energúmena muchacha.

—'Tonces, ¿pa' qué pregunta? ¡Ouch!

Erick se moría de la risa al ver a su pobre amigo sufrir, y entre los gemidos de dolor de De la Soul, meditó al respecto:

—No hay mujeres tan lindas como las que hay en Heredia, ¡en cada esquina mínimo hay un ocho de diez! Blancas, negras, morenas, rubias, pelirrojas, altas, bajas, delgadas, gruesas, finas, fresas, góticas, atléticas. ¡Hay barra libre aquí!

Y mientras pasaba todo esto, el cuarto miembro, el más grande y enigmático de todos, Diddy bop, y después de escuchar y analizar todo lo que había transcurrido, logró ordenar la respuesta más coherente, lógica y profunda, una que perdurara incluso cuando la humanidad se haya perdido a las arenas del tiempo y esta fue:

—...Yeah.

La noción de que Heredia era una cantera de mujeres hermosas estaba bien arraigada en el imaginario colectivo, y era su imaginación lo que más torturaba a Elena, que tenía siempre los ojos bien abiertos ante posibles amenazas, ya fuera la chica universitaria, la cajera de la tienda de ropa o la muchacha que te regalaba muestras en el supermercado. Refunfuñando, la chica dijo:

—¡Como sea! ¿No era que íbamos a almorzar antes del torneo?

—Sí, mae. Lleguémosle al mercado. —propuso Erick.

El mercado de Heredia es un lugar hacinado y feo con todas las de la ley, pero tiene una estética particular que invita a conocerlo al menos una vez. Mientras buscaban la soda con menos moscas rondando, Erick seguía con estricta disciplina su detección de chicas lindas, usando su método de "los tres segundos": Un segundo para las piernas, uno para el torso, y otro para la cara. Con su técnica, divisó un objetivo moviéndose sobre los confines de su detección la vista al costado; una bella figura apantallada tras las sábanas de algún establecimiento

Así que, puso su mejor cara de cacería, masticó un chicle de menta y caminó con un compás suave, mientras sus amigos lo siguieron sin cuestionar nada porque, solo había una cosa en el mundo que movía a Erick. Ya al frente de la cortina, la agarró de un lado para desvelar lo que se encontraba atrás: Una señora china moviendo un maniquí, la cual le empezó a gritar en cantonés mientras le pegaba con su escoba. Él y su pandilla salieron despavoridos hasta que Erick quedó estampado contra una pared: Una dura como el concreto, pero suave como algodón, además de cálida, mas todo ese candor se perdió cuando la "pared" le habló con una voz seca de emociones:

—¿Buscabas algo, Erick? —preguntó Ale, sin mover su mirada de la tela que estaba revisando.

—Pues...vine buscando cobre, y encontré oro —contestó el joven negro, acomodándose su chamarra.

Ale suspiró y respondió mientras se movía el pelo de la cara:

—No pensé que fueras a confundirme con el maniquí, si soy honesta.

—Oh, viste eso... —dijo él, conteniendo su vergüenza al tope su garganta.

Con ambos brazos cruzados, explicó:

—Creo que el maniquí tiene una menor "atracción gravitacional" en determinadas partes—aclaró, sacando pecho, y con una sonrisilla altiva.

La mirada color miel del chico se expandió con sorpresa, y contestó esa sonrisa en especia, sin percatarse que sus dientes se hundieron un poco sobre sus labios. Había toda una profunda conversación ahí sin que ninguna onda de sonido sacudiera el aire, y Elena no estaba contenta con esto, así que cortó la línea con una propia:

—Hey, no es por parecer grosera, pero justo ahora, íbamos a almorzar y-.

—¿Y eso qué importa? —interpuso el bueno de Crizpy con una amplia sonrisa— Si quieres puedes acompañarnos, y después de esto, te llegas al torneo con nosotros, si eso quisieras.

El donjuán tenía su rango de visión limitado solo al contorno de Ale, ignorando que, desde su flanco, unos portales al infierno salidos del iris de Elena buscaban derretirle la piel ahí mismo. La refinada peliceleste respondió antes de que el chico fuera consumido por las llamas de Luzbel:

—Solo dos cosas: La primera es que siempre quiero rendir al máximo cada salida, y lo segundo, es que no he comido desde las ocho de la mañana por el mandado que estaba haciendo.

—¿Entonces?

—Considérate afortunado, Erick; has ascendido en mis ojos a "una opción conveniente", así que iré contigo —Y con eso, la joven dio un paso adelante.

CrizpySnax se volteó hacia su pandilla, y sacó su puño con ahínco a modo de "¡La tengo!", y los otros dos varones lo felicitaron en silencio, mientras que la única chica ahí no dio más que una mirada al costado, y un resoplo desde la nariz.

Un festín rápido y a un precio muy razonable después, se fueron caminando en manada, aún disfrutando del conglomerado de bellezas de la ciudad, mas Erick sabía que ya tenía el premio mayor, aquel que le hacía sombra con su presencia. Rompió su método de los tres segundos, durando aún más apreciando toda la figura de Ale, hasta que llegó a la cara, y vio que ella también lo estaba mirando. Un segundo después del contacto, ella comentó con la cabeza sutilmente inclinada:

—Si no tuvieras ojos lindos, más chicas te cachetearían si te les quedaras viendo así.

—Piensas que tengo ojos lindos, huh... —dijo con voz coqueta.

—Solo me interesa hablar de los hechos.

—Y...¿qué otro hecho tienes en mente? —preguntó, bajando un poco los párpados, acercando un poco más su rostro al de ella.

—Que acabas de pisar mierda de perro.

—¡¿QUÉ?! ¡NO! ¡Estos zapatos son nuevos, manda huevo! —Saltó del lugar y se restregó la porquería contra la acera, a la vez que le caían las burlas de sus amigos.

Con un rostro lleno de picardía, la peliceleste recalcó lo siguiente:

—Harías bien en poner atención cuando caminas o es posible que una 90:60:90 sea lo último que veas antes de ser atropellado por un camión.

—No sería una mala forma de caer panza arriba —se rio con un poco de pena.

Ale solo le regalo una única risa, y continuaron su camino, a la vez que Elena miraba a la invitada con más y más desconfianza. Sin más drama, llegaron al lugar del torneo, y tan pronto como dieron la vuelta en la cuadra, la peliceleste notó un rótulo colocado sobre la entrada: "Radio Lovers 82.9: ¡La radio para los "lovers" de la música!". Su mente se fue a pensar sobre el porqué poner "Lovers" en inglés, pero eso no estaba ni aquí ni allá.

Una escalera llevaba al segundo piso, a través de un pasillo oscuro, y tras abrir la puerta la derecha, aparecía una sala, donde estaban ya algunos jugadores pegados a los televisores. Era un espacio bastante reducido, lo que se esperaría de una estación de radio pequeña y tras una pared con un gran ventanal interpuesto, se veía el estudio de grabación, donde se encontraba todo el equipo importante: Transmisores de radio, mezcladores de sonido, micrófonos, espumas aislantes de sonido y los conductores del programa (Ellos no eran equipo). Y entre los conductores, se encontraba un personaje conocido:

—Que curioso, es el mae que nos puso nuestros tags aquel día —mencionó Ale.

—A Mint le gusta hacer torneos aquí de vez en cuando. Dice que le sirve para hacerle publicidad a la estación, pero, ¿yo qué sé?

El jugador tronó los dedos de sus manos, sacó su control y desamarró el cable con agilidad. Acto seguido, le dirigió la pregunta a la peliteñida:

—¿Vas a jugar?

—¿Acaso no quisieras tenerme como porrista personal?

—Hey, no pongas palabras en mi boca, linda, mejor pon otra cosa —respondió con gracia.

[33]

Y ahora, nos abrimos paso momentáneamente a las maquinaciones internas de Crizpy a la hora de pelear porque, ya sea por razón del destino o alguna clase de Psicosis colectiva aún no diagnosticada, esta era muy similar a la de The Cure y Granada:

—Nos toca, Shin, hay que estar bien pilas y concentrados, para no perder en frente del ligue —pensó el galán.

Oh, no lo sé, Crizpy —exclamó la voz imaginaria dubitativamente—. ¿Estás seguro? Todos estos tipos se ven muy fuertes y-.

Nada, mae, nada. Todos son un montón de tetas, y los voy a pichasear a todos, así que muérdase y juegue bien.

No todos los jugadores de alto nivel pelean igual, eso es obvio. Cuando la habilidad y el conocimiento son parejos, al final, puede ser que lo que decida todo sea el estilo de juego, y en el caso de Erick, este consistía en el juego mental, el de las emociones, ese que se encontraba fuera de la pantalla, porque sus rivales no eran los entramados de ceros y unos corriendo en una máquina, sino los que movían al programa, el corazón tras la armadura, cubierto de carne flácida y músculos nerviosos y saltarines, y por ende, propensos a errores:

Vea, ya le he pegado dos strong attacks a este mae.

No vas a intentarlo de nuevo ¿O sí? —cuestionó Shin.

—¡Tómela, un tercero, pa' que lleve! ¡Soy buenísimo!

Aún no sé cómo lo haces, tienes poderes.

Crizpy suele hacer decisiones muy arriesgadas, y en ocasiones, estúpidas, pero, la facilidad con la que lee a las personas, combinado con su alta destreza en los dedos, le da la seguridad suficiente para saber cuándo puede salirse con la suya, y esta manera de jugar tan osada, o mejor dicho, "Vale-verguista", le ha provocado un shock catatónico a más de un jugador ortodoxo en el pasado.

Pasó la tarde, y ya había pasado gran parte del torneo. De repente, el picaporte del estudio de grabación se movió por su cuenta, y una ola de esencia funk se filtró por el espacio, por entre las fisuras de las bisagras, y penetrando los poros de los presentes. La fuga era incontenible, y el fuego, imparable por cualquier bombero:

—¡Todo bien, brothers! ¿disfrutando el torneo? —salió Mint Jams saludando a todo el mundo, vestido con una sedosa bata cubierta de mosaicos rojizos que deleitaban la vista.

—¡Tuanis, Mint! —saludó el rubio de la bandana.

—De la Soul, con todo el respeto del mundo, pero si vas a decir mi nombre, dilo completo. Estamos en la radio de mi gente, y aquí, tanto las canciones como los nombres se ponen enteros. ¡Oh, CrizpySnax, Diddy Bop, Barracuda! ¡qué bien que hayan llegado!

—Ya me preguntaba cuándo iba a salir para saludar. Me sentía olvidado, mae —reprochó Erick, histriónico.

—No desesperes, mi amigo. No puedo dejar mi turno cuando estoy al aire, pero ahora ¡Ya me tienen por los siguientes... —se detuvo, subió las mangas de su bata, vio su reloj y prosiguió— catorce minutos y cincuenta y ocho segundos!

—Entonces, ¿no va a jugar? Qué parado —Se desilusionó muy levemente.

—Sí, perdón, pero, en mi defensa, no sería justo para el resto que yo me llevara el premio de mi propio torneo —explicó con una faz confiada.

Erick resopló sardónicamente y contestó:

—Tranqui, para eso estoy acá

—¡Ah! ¡Esa es la actitud! Oh, y antes de pasarme de descortés —Hizo ademán de parar y volteó su cabeza—, un placer verte aquí, Bachelorette. No vayas a pensar que no te noté aquí ¿Ok? Aunque, eso ya lo sabías ¿O no?

—Solo pasaría desapercibida si fueran ciegos—exclamó Ale, chasqueando los dedos con altivez.

—Oh, yes, queen! Siempre es un placer estar en frente de otro entendido del buen vestir. Bueno, ¿viniste a jugar, o solo acompañas a esta pandilla de rufianes? —preguntó, poniendo su mano en el hombro de Crizpy.

—Lo segundo —reveló cansina.

—Ya veo. No haces mal en apoyarlos, en especial a Crizpy. Con lo rápido que ha mejorado, no me sorprendería que, para final de año, esté en el top 5 del país.

—¿Ah, sí? —dijo, inclinando su rostro sobre su índice.

—Así es, señorita. Cuando entró, y con todo el respeto del mundo, era un pelele, un novatillo, mantequilla, un cero a la izquierda. Pero de pronto, comenzó a desmantelar a jugadores ya afianzados en la comunidad como si nada. ¡Incluso a mí me bajó de mi nube!

—Fue un queque, super fácil fue ganarle a esos viejillos—se rio Crizpy, con prepotencia.

—Uno lleva tanto tiempo aquí que sabe cuando aparece alguien con el toque, y en ese entonces, parecía que su subida hacia la cima no tenía frenos...

—...¿Pero? —complementó Ale.

—Siempre odio esta parte de la historia... —farfulló Erick.

—Un día, un jugador que en ese momento considerábamos de bajo nivel salió y le dio escuelita en el juego, pasándole por encima.

—Déjame adivinar —lo detuvo la peliceleste—: Este jugador fue Gabriel Salazár, mejor conocido como "Granada". Mint chasqueó con los dedos; ¡bingo!

Erick era un caso especial, en el hecho de que nunca sufrió la desilusión de no ser tan bueno como creía; Él entró y rápidamente, su talento fue reconocido por él mismo y por los demás, así que nunca tuvo su momento de humildad, no hasta que Granada se interpuso en su camino.

—El chico contrarrestó al buen Crizpy en todo, tanto así que cada golpe que Erick asestaba parecía más bien una patada de ahogado. Y no contento con eso, después del juego, le pegó una tiradera de basura, diciéndole de todo y hasta de lo que se iba a morir. ¡Vieras qué espectáculo!

—Para ser tan sobón, tenía bastante hablada... —añadió el joven de piel oscura, mientras daba la espalda—. El mae estaba ardido porque yo me había culeado a todos sus ídolos cuando llegué, y pues llega y me dice que "Yo era un sueltudo" y que "Mi personaje hacía todo por mí" y blah, blah, blah. Y la siguiente vez que me encontré con él, lo escupí.

—Y después, ganó Granada de nuevo, y luego Erick, y luego él, y así —resumió Mint.

—Y de ahí sale la tensión románti—digo, el odio que se tienen.

—Pues obvio. Jamás me dejaría intimidar por tremendo mamapichas—carcajeó Crizpy fuertemente.

—Además, y con todo el respeto del mundo, desde que Granada le ganó y un poquito antes de eso, el chico tomó el papel de "villano" en la comunidad: Hablaba basura de otros jugadores de frente y en los foros, humillaba gente en público y se empezó a meter a cuanto torneo podía solo para ganar premios fáciles.

—Eso invita a preguntarse por qué no vino hoy —razonó la alta muchacha.

—De seguro amaneció con dolor de espalda el abuelito —mofó Erick, arremedando a un jubilado con problemas lumbares para el goce de los demás.

—¡Me matas, Erick, me matas! ¡Pero bueno! Me quedan solo veintisiete segundos para volver al aire así que, con todo el respeto del mundo, me tengo que excusar. ¡Éxitos en lo que queda del torneo!

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