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Capítulo 11: "Voluntad y representación"

En un salón vacío, blanco como la cal, varios hombres mueven mesas, sillas, televisores, y consolas por doquier. Se trataba de Casa Sourspot, que estaba preparándose para al torneo desde las primeras horas de la mañana. Entre los voluntarios, se encontraba Granada, que ayudaba a la organización, claro, pero siempre con motivos alternos; principalmente, llegar de primero para calentar antes que todos. Cuando estaba casi todo listo, Duce, el organizador, le dio a conocer algo:

—La bracket ya está hecha, mae, por si le quiere echar un ojo.

—Si no te importa...

Se sentó frente al computador, y escaneó toda la llave, buscando su nombre entre el listado, hasta que finalmente lo encontró, incluido su eventual rival. Una breve sorpresa mutó en una sonrisa confiada. Algo estaba maquinando, y seguramente, no era nada bueno.

Las manecillas del reloj se corrieron a la izquierda, y finalmente, ya se veía la afluencia normal de jugadores, donde también se encontraban nuestro trío de amigas, listas para una nueva competición y, en el caso de Lupe, dispuesta a continuar con su agenda de siempre. La silueta de Granada, aunque flacucha y pequeña, no era difícil de encontrar, mas cuando estaba sentado junto a alguien que le sacaba una cabeza de altura, y el doble de ancho:

—¡Buenos días, Granada! —saludó la fleco de tubo.

Granada se volteó brevemente a verlas, bajó la cabeza sutilmente, y respondió:

—Lupe, Alejandra, Robinson —Y volvió a la suyo.

—Pasó de agresivo a cortante; ya se está encariñando —comentó Ale.

—¿Sabes? ¡nada te cuesta llamarnos por nuestros tags!

—Claro, claro. ¡Mira qué cosa más curiosa! Recordaba sus tags cuando venía de camino, pero después de ver a dos perros de la calle arrastrar su retaguardia por el suelo, la impresión de la imagen empujó sus nombres fuera de mi memoria, ¡cuánto lo siento! —se "disculpó" con el tono más falso y provocativo disponible para gente que aún no le ha madurado la voz.

—Gracias por el interés, Granada...

—Bueno, hay uno que si recuerdo: El de Robinson.

—¿E-el mío?

—¿Cómo lo olvidaría? Si se viene a la mente cada vez que paso por la alacena de tintes de cabello en el super —expresó con ironía, a lo que Lore reaccionó, mostrando un leve fastidio—. Incluso cuando veía Barbie Mariposa y la Princesa de las Hadas, se me vino el nombre a la memoria.

—¿Estabas viendo una de las películas de Barbie? —preguntó Ale.

—...Tengo una hermana menor —contestó, con seriedad de funeral.

—No estaba juzgando.

—Sí, si lo hacías.

—Obvio, y lo sigo haciendo, pero no por Barbie.

De un pronto a otro, el sujeto al lado de Granada se estiró fuertemente sobre su asiento, y se dirigió hacia el experimentado jugador:

—¡Y otro directo al pozo! ¡le toca, Grana! ¿oh? ¿y estas güilas? ¿son compañeras tuyas?

—En el sentido estricto de la palabra...

—¡Mucho gusto! —exclamó el formidable hombre, extendiéndoles la mano— Soy Iván, también conocido como "Metallica" por aquí.

—¡Soy "The cure"! ¡mucho gusto! —agitó su mano con ahínco.

—Bachelorette —Dio un breve apretón sin mucha fuerza.

—Y mi nombre es...B-blondie... —musitó

—Estábamos discutiendo que es un alias difícil de olvidar, considerando a quién pertenece —habló el muchacho bien vestido, sonriendo con cinismo.

—Pues sí. Tiene como el problema inverso al tuyo, si lo piensas.

De repente, las pupilas del chico se hicieron dos hormigas ahogadas en blanco:

—¿Problema inverso? —preguntó la trigueña.

—¡Claro! Cuando el buen Granada se cambió su tag, nadie podía recordarlo bien al principio, por más que él se lo corrigiera a la gente todo el tiempo. Todos le decían algo distinto: El Granadilla, el Granuja, el Guaraná, el Gangrena, el Gargajo, el Garrobo...

Si ponemos en texto todos los demás nombres, habría que dividir este libro en dos tomos. El jugador había alargado tanto su cara por la humillación que podía pasar fácilmente como una pintura de Dalí, y siquiera un estandarte de la modestia y las reservas como Loretta pudo evitar agarrarse el estómago de la risa. Cansado de tanta burla a sus costillas, Granada declaró lo siguiente:

—Pudo haber sido así en el pasado, pero todos aquellos que alguna vez dijeron mi nombre mal, pronto lo aprendieron, y lo aprendieron bien. Si desean que alguien recuerde sus insípidos motes, tendrán que ganárselo. Claro, todas menos Robinson.

—¡Entonces, juguemos de una vez! —contestó Lupe, encendida.

—Haz la fila... —señaló con el pulgar, para ver toda una línea de gamers esperando a ser pateados en el inmencionable por el jugador.

La decisión fue sencilla; irse a jugar a otro lado y practicar ahí hasta que comenzara el torneo, con jugadores más cercanos a su nivel. Cuando faltaban quince para la una, el aire se iba tornando un poco más caliente, como anticipando la contienda que se avecinaba. Aquí, la latina y la sajona estaban jugando su última pelea de preparación antes del silbatazo inicial, y fue la primera quien trajo algo a colación:

—Incluso los jugadores más lentos son más rápidos de lo que parecen, y sigo sin entender por qué...

—Yo me hacía la misma pregunta.

—¿En serio?

Loretta asintió:

—Investigué al respecto, y encontré que hay una técnica que permite que los jugadores aumenten su velocidad de juego de manera exponencial; le llaman "Wavedash"

—Creo que Fabi alguna vez nos cocinó algo llamado así... —opinó, revolviendo su fleco.

—C-creo que lo estás confundiendo con algún postre suizo.

—Seguro —se rio—. Entonces, ¿qué es el "weif-dash"?

¡Wavedash! Conocida por algunos como "la primera técnica" o "la primera trampa", apareció en "Cosmos Melee", donde se añadió el esquivo aéreo, el cual lo podías hacer en cualquier dirección. Algunos jugadores descubrieron que, al hacerlo muy cerca del suelo, los personajes se deslizaban un poco sobre el suelo conservando la inercia del esquivo inicial, pero capaces de hacer cualquier otra acción, como atacar: Aquí se abrió la caja de pandora. Aunque la técnica era un resultado programado, un comportamiento esperado dentro del juego, los jugadores les dieron usos que los creadores nunca en la vida pudieron haber previsto.

El resultado fue que el Wavedash invadió todos los aspectos del juego: Ataque, defensa, movimiento, juego mental; era la cinta adhesiva de las técnicas. ¿Quieres ganar? ¡aprende a hacer el Wavedash!

—¡Gracias por explicarme, Lore!

—De nada —Sonrió la rubia, con ruborcitos en las mejillas.

No obstante, a sus espaldas, se escabulló un comentario, que venía del "querido" Granada:

—Hiciste tu tarea, primer promedio. Te mereces una estrellita dorada en el control.

La extranjera frunció el ceño un poco, y cambiando su tono a uno más profundo, contestó:

—¿Qué quieres decir?

—Nada, tan solo una observación sin importancia —dijo, encogiéndose de hombros—. Tan solo encuentro curioso que trates los torneos casi como una actividad colegial.

—¿Y eso está mal?

—No, y me disculpo si sonó como crítica. Cada uno experimenta el juego como lo pida su merced, y como todos sabemos lo aplicada que eres para los estudios, imagino que es por eso que lidias de esa forma tan particular con un hobby nuevo —se explicó, sin borrar esa prepotente sonrisa.

La muchacha de cabello dorado oía el burbujeo de su propia sangre azurumbarle las orejas. Un insulto directo es una cosa, pero uno así de agazapado, aunado a la pretenciosa forma de hablar de Granada, era suficiente para alterar a cualquiera. Lore no se quedó callada:

—Y-yo también tengo hobbies, además de esto.

—No lo dudo, y estoy segura de que podrías llenar hojas y hojas de desarrollo con las minucias de cada uno, ¿no? Sin embargo, hay algo que creo te faltó repasar.

—¿Repasar?

Con una precisión impecable, Duce dio la alarma para acabar las amistosas, y además, informó acercar de los primeros duelos de la jornada, incluyendo:

—¡Granada versus Blondie! ¡al stream!

—Un servidor. Yo seré tu examen final, y te voy a ser sincero: Conmigo nadie pasa al curso. No vayas a llegar tarde...aunque, no veo que eso vaya a hacer mucha diferencia —explicó entre risas, yéndose a su estación.

—¡Ya verás, Granada! ¡Lore te partirá todo lo que se llama jeta cuando llegue allá! —amedrentó la fleco de tubo en pos de su amiga.

—Él ya sabía que te iba a enfrentar desde el principio, y solo vino a meterse en tu cabeza antes del juego. Qué cobarde... —expresó Alejandra, con asco.

—¡No dejes que te desconcentre, Lore! ¡sé que puedes ganarle a ese sobón! ...¿Lore?

—Claro... —contestó sobriamente, pero algo más pasaba.

Lupe, confundida, pensó:

Pero, ¿por qué Gabriel se metería con Lore?

Del lado de la gringa, su corazón latía como tambor taiko, sus dedos parecían que se hundían en el plástico de su control, y por último, sus ojos tiernos ahora se veían como un círculo enorme de hielo que rodeaba a un diminuto esquimal. En ese estado, ella pensó:

No me interesa este tonto torneo más como una excusa para salir con Lupe, nada más. Pero...¡quiero ganarle a ese idiota!

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