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Capitulo 13

La puerta se abrió y me dejo ver la enorme figura de Arthuro, tal como lo deduje Arthuro es mi vecino. No puede ser que en un mes no nos diéramos cruce ni una sola ves.

Su rostro estaba con una expresión de expectación, creo que espera mi reacción y yo que caigo ante los encantos de el no puedo reaccionar solo puedo mirarlo, es tan hermoso         <Elena yiuju hay alguien aquí > mi conciencia me despertó del trance y le sonreí a Arthuro y este volvió a respirar, no lo estaba haciendo el pobre. Pero las piernas me temblaron cuando me sonrió y sus bellos ojos me mostraron ese brillo especial que solo ellos tienen.

—Hola vecina.                 —casi me derrito. Esa voz tan masculina pero a la ves dulce. Es probable que si intento dar un paso caiga desplomada

—Ho-hola vecino.                 —no puedo evitar meter la pata.

—Adelante.               —se paro a un lado de la entrada invitándome a pasar y al ver mis dudas comprendió que no me sentiría cómoda estando a solas con el, entonces me sonrió de nuevo            —mi mamá esta en la cocina haciendo un flan.

Nos adentramos yo le seguía a pesar de no saber a donde. Pasamos por la sala perfectamente decorada y unos cuantos retratos familiares, vi de lejos a un niño pero la fotografía se notaba algo antigua, Arthuro se percato y me sonrió.

—Soy yo de niño.                       —se acerco y tomo la foto para luego mostrármela

En realidad cuando mirabas bien se podían ver todos sus rasgos pero en versión niño, esos ojos café tan comunes en la mayoría de la humanidad pero tan únicos a la ves, esa sonrisa inocente, era todo una ternurita.  

<que dices estas loca>  

¿ah no?¿no era una ternurita?   

<si, pero no me refería a eso sino a que lo sigue siendo>     

a pues en eso si te doy la razón querida conciencia

—Muy lindo                    —digo de momento y me doy cuenta de la forma que se lo tomo

—¿Me crees lindo?

—No.           —suelto apresurada y el alzó una ceja          —bueno si, pero de niño.   
     
—¿Ahora no te parezco lindo?                  —mis mejillas se prendieron como se prende una chimenea en invierno

—Emm…no, no lo se.                 —desvio la mirada ¡QUE VERGÜENZA!    <claro Elena y no se te ocurre otra respuesta mas ingeniosa ¡COMO NO VAS A SABER SI ES LINDO O NO!

Me pego un golpe mentalmente y de paso otro a mi conciencia que no deja de recordarme lo obvio.

—Osea, ¿no sabes si te parezco lindo o no?           —me dieron ganas de taparle la boca, cada palabra que decía me ponía en un aprieto y toda mi cara estaba roja a mas no poder

—Bueno, la ver…                —mi frase quedo suspendida en el universo por una voz que me pareció la mas bella y oportuna del mundo. Amo a esa señora y ni siquiera la conozco pero ya la amo.

—Hola, soy Clara la mamá de este ser            —señala a Arthuro de pies a cabeza. Tiene una seguridad en su sonrisa.

Es una señora de unos 40 años o al menos eso aparenta pelo corto de color miel y ojos azules es más baja que yo.

—Hola mucho gusto señora, yo soy Elena.       —le extendí la mano, pero su sonrisa se borro y se quedo mirando mi mano con seriedad 

<dios Elena acabas de conocer a tu futura suegra y ya le caes mal>

¡no es mi suegra!

<claro eso ya lo se ya quisieras tu que lo fuera>

La bilis me subió a la garganta ¡Que hice mal ahora! Abrió la boca para hablar, pero se adelanto a mis palabras. 

—Queda terminantemente prohibido decirme señora, no soy la viseministra ni nada de eso llámame Clara solamente Clara.          —el aire regreso a mis pulmones y sentí como el alma me volvió al cuerpo y le sonreí.

Esta señora, que diga Clara ya me cae muy bien.  

<empieza a ganarte a la suegris y luego al hijo

callate de una vez dejame

<ni te esfuerces ese es demasiado hombre para ti, nada más mirate en un espejo>

—Mucho gusto Clara              —tomo mi mano y la estrechó

—Lo mismo digo Elena, ahora que lo más importante quedo aclarado ¿me ayudan a terminar el flan y hacer unas galletas de paso porfis?       —¿hizo un puchero?¿la mamá de Arthuro acaba de hacer un puchero como un niño pidiendo dulces? No puedo creer que sea como toda una niña, solo tengo dos palabras "la amé" esa forma de ser de ella me encanta. No pude evitar sonreír y Arthuro soltó unas carcajadas y sin mentir parece música para mis oídos.

—¡Mamá!           —le demanda Arthuro aun sin parar de reír.         —te he dicho que no utilices los pucheros en mi contra.

—Es que es la única manera que tengo para asegurarme de que me vas a ayudar

—Claro Clarita.              —Clara fruncio en ceño
—Y yo te he dicho que no utilices ese juego de palabras                —parece que me hice invisible

—Estamos a mano.         —Arthuro se gira hacia mi              —¿vienes Elena?                      —solo pude asentir.

Fuimos hacia lo que es la cocina y había un verdadero desastre, cuando digo desastre es poco, todo un apocalipsis. Arthuro cogió dos delantales y me extendió uno de Rosita Fresita y el tomó uno de los Vengadores y lo tomé como un ultraje, yo quería el de los Vengadores, pero ni modo seguro pensó que el mio era mas femenino.

Lo fui a atar a mi espalda pero ni siquiera me dio chanse, sostubo las cintas apresando junto con ellas mis manos.

—¿Te ayudo?                       —una alarma de emergencia encendió en mi cabeza y un bombillo rojo no dejaba de parpadear

—Gra - gracias                —cada vez que atraviesa mi espacio personal, que rompe mi burbuja me hago una con los nervios, es decir no se que hago, que digo, ni nada, ni consciente estoy es que ya no se ni lo que pienso.

Aparte las manos huyendo de su tacto, me asusta la sensación que causa, siento que mi piel quema en cada parte que ambas tuvieron contacto.

—Ya está, ahora ven            —fuimos hacia donde estaban todos los implementos para cocinar.               —¿sabes como se hace esto?

—Si, algo se.              —la comisura de sus labios se elevaron    

—Que bueno, para que me enseñes porque yo no tengo ni idea, yo solo se hervir agua y se me quema                  —casi me muero de la risa no tanto el chiste sino por la cara de Arthuro, la seriedad y la frustración que revelan, sulta esa frase como si decir disparates sea parte de su día a día              —no te rías, eres mala, en ves de reirte deberías enseñarme a cocinar. Es más tengo una idea. Te acuerdas que te dije que te enseñaba a tocar piano con tres condiciones.              —mi sonrisa se borro, ya se por donde viene.

—Si.

—Pues una es que me enseñes a cocinar.                    —es muy tentadora esa oferta, a mi me encanta cocina. Me lo pienso un poco

—Esta bien hay trato.               —extiendo la mano para cerrar el acuerdo pero cuando el va estrecharla la quito.                  —por ahora.            —esta vez si las estrechamos y me muero al sentir su mano en la mia. Tengo que dejar de pensar en boberías

—¿Por donde empezamos chef?

[...]

—¡No!        —se me sale un grito al ver lo que acaba de hacer Arthuro.

Es verdad que no sabe nada de la cocina, llevamos una hora y todo le sale mal y hay que repetirlo. Llevo una mano a mi frente y doy un leve golpesito en señal de frustración                        

—Arthuro ese iba en el otro embace no lo puedes ligar con la masa                 —siento como si lo estuviera regañando pero en realidad mi tono de voz sale suave y cansado.

—Lo siento                  —agacha un poco la cabeza por vergüenza, es la cuarta vez que lo hace y cuando creo que ya le agarro la onda, puf algún desastre hace.

—Tranquilo ya lo resuelvo                 —le sonreí, no quiero que se sienta mal por mi culpa.

—Pero tal vez no se tenga que botar.              —la picardía en su mirada no era para nada una buena señal

—Ya no sirve para hacer las galletas

—Bueno para eso tal vez no pero… para esto desde luego que sirve        —metio la mano en el bol y me embarro toda la cara de esa mezcla viscosa que le había quedado

—Oh no, tu no hiciste eso.                —me hice la indignada y sin que se diera cuenta llene mi mano de la misma mezcla y me di la vuelta para irme.

—No espera Elena.         —me toma por mi mano libre para darme la vuelta y así disculparse.              —yo no que…   
  
Lo hice tragar de su engrudo se lo pase por toda la cara. Quedo blanco, parecía fantasma y ahí entra mi ataque de risa.

—Traicionera, con que esas tenemos. Ya veras solo deja que te atrape        —fue decir eso y enseguida me puse a correr por toda la casa como si fuera mia, menos mal que la señora Clara tubo que salir si ve este desastre no me deja entrar más nunca. Cuando llegué pensé que habia desorden en la cocina pero nada que ver con lo de ahora, esto es monumental, de otra galaxia y a pesar de eso aquí estamos Arthuro y yo jugando al gato y al ratón llenos de un engrudo para las galletas.

Sigo corriendo sin saber a donde me dirijo. Cruzo el comedor pero no paro, solo escucho los gritos de Arthuro detrás de mi y no pienso dejar que me atrape. Subo las escaleras que dan a segunda y no se que puerta atravesar todas son iguales hay cinco dos en cada lado y una al fondo. Entro en la segunda al lado izquierdo. Es todo azul claro y hay muchos juguetes y peluches. Definitivamente no puede ser la habitación de Arthuro, corro y me refugio en el armario que es de tamaño mediano.

Siento a los 5 minutos unos pasos cerca y me siento como si fuera protagonista de una película de terror.

—Elena, se que estas aquí.                  —hablaba con voz pausada y realmente tenebrosa.                —no te puedes esconder de mi          —hizo silencio unos cuantos segundos y de momento la puerta se abrió                —te encontré.

Ahogue un grito con mis manos e intente salir corriendo pero al pasar por su lado que era la única salida una mano me abrazo por la barriga y en un movimiento rápido esta ya estaba sobre hombro derecho.

—Bajame no lo hago más, me arrepiento.

—Lo hecho, hecho está, ahora sufre las consecuencias.

—¡No! Soy muy joven para morir.                   —dramatizo y Arthuro detiene en seco su paso.

—Si seras exagerada, tranquila doña drama. Te espera algo peor que la muerte ya veras.                —me asustaron sus palabras y me en pese a remover aun más en sus fuertes, trabajados  y muy bien defi… ¿que estoy diciendo?

—Bajame Arthuro

—A la orden.                      —no creí que accediera pero se detuvo pero me puso en el piso y empezó mi peor temor "guerra de cosquillas"     que en realidad no era guerra si tomas en cuenta que siempre soy la víctima y siempre me ganan

—Ya para porfavor.                 —ni caso prestaba a mis suplicas, mi vejiga estaba a punto de ser desocupada.
—Voy a parar, pero no intentes hacerme algo o la pasaras peor.

—Esta bien como quieras pero ya no me hagas mas cosquillas.       —dije entre risas como pude

Arthuro me soltó y en realidad sentí la tentación de desquitármelo pero al verlo ahí tan cerca de mi me paralice y mi corazón se disparó. Cada vez que tenia estas sercanias con el quedaba indefensa. Nos quedamos mirándonos unos segundos estábamos espantosos el tenia mezcla en toda la cara, pelo y hasta en la ropa y si él estaba así, yo no iba a ser la excepción.

El sonido de la puerta nos hizo tomar distancia y Arthuro me dio la mano para levantarme del suelo y la tome con gusto.

—Sabia que era mala idea lo de Arthuro en la cocina           —dice la voz de Clara desde ya en la cocina.                  
—Tranquila mamita veras como al final Elena me termina enseñando            —grito Arthuro desde el comedor al final tantas vuletas por toda la casa y terminamos ahí. Fuimos caminando a paso muy lento hacia donde estaba Clara, que pena que iba a pensar de mi cuando nos viera.

—Creo que ni ella ni nadie te…              —se calló al vernos y abrió la boca de par en par                 —pero ¿que les paso muchachos?               —iba a decir algo pero Arthuro se me adelanto y con una sonrisa en la cara le contesto a su madre.

—Pues algo así como una guerra de comida                  —le di un disimulado codazo y este se acerco a mi y murmuró          —hay eso dolio.   
   
—Exagerado              —imite su tono de voz

—Me alegro de que se diviertan chicos.                 —en ves de un regaño nos miro divertida           —ahora vallan a quitarle eso de la cara que yo limpio aquí.

—Clara espera para poder ayudarte.   

—Ni hablar, dile a Arthuro que te enseñe el baño para que te bañes y que te preste algo mio.                      —no definitivamente no

—Bueno en caso de que no necesitas mi ayuda me voy para mi casa y me baño allá.

—Segura mira que estas llena de esa cosa que todavía no se ni que es.

—Es una cosa que "según" Arthuro         —hice comilla con los dedos y le dedique una mirada acusadora a el suso dicho            —era para ser las galletas y la mezcló con lo que en realidad si era, asi que ya ve como acabó.

—Al menos pudimos hacer dos tandas de galletas. 
   
—¿Pudimos? Eso me suena a manada Arthuro, querrás decir Elena hizo dos tandas de galletas y yo arruine dos más. Lo único que hiciste en las dos que salieron bien fue ponerle el chocolate.

—Si lo dices así suena terriblemente mal                    —ningino de los tres aguantó más la risa por nuestro teatro de falsa indignación

—Ya me tengo que ir, Clara fue un gran placer conocerla y un millón de disculpas por el desastre.

—Por el reguero no te preocupes pasa muy seguido y a mi también me encanto conocerte.

—Te acompaño hasta la puerta.             —me dijo Arthuro siguiendome, llegamos a la puerta y nos quedamos parados mirándonos.

—Muchas gracias por todo, la pase muy bien.

—Gracias a ti Elena               —dejo un suave beso en mi mejilla, podría decir que apenas la rozó

—A-adios

—Chao.                   —sali casi corriendo cruzando la calle para que nadie me viera y como por vigésima vez me sonroje

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