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Extra IV: Recuerdos

Se encontraron en el vestíbulo del Hotel Palace en Madrid. Estaba pidiendo las llaves de su cuarto y lo sintió a su espalda. Algo había en el aire cuando él lo cortaba y eso no se olvida en quince años. Oyó su voz como traída por un caracol de mar. Tuvo miedo.
¿Quién investiga en tus ojos?
‹‹Tropezó con su mirada y le dijo: "¿Quién investiga en tus ojos?"
Todavía no encuentro a quién››
(Mujeres de ojos grandes, Ángeles Mastretta)




Regresar a donde comenzó todo.

Apenas di un paso dentro del Instituto que hace años, ocho tal vez, vio nuestro primer encuentro y sentí algo encenderse bajo mi piel.

Quisiera decir que tengo grabada en la memoria la fecha exacta, pero no es así, no tengo claro el día o el mes de la primera vez que nos vimos, pero sí nuestro comienzo, lo recuerdo claramente como si hubiera sido ayer, eso nunca voy a olvidarlo.

Su andar, mezcla de timidez y seguridad, esa forma que tenía de evadir a los demás con tanta facilidad, con una sola mirada era claro que no le interesaba fingir para caer bien a nadie, para ser popular o parecer interesante, y eso, precisamente eso, fue lo que me hizo mirar más de una vez a aquel ojiazul.

Era auténtico.

Su mirada se cruzó con la mía, tímidamente, en varias ocasiones. No voy a fingir modestia, sé que físicamente cualquiera me desearía, pero en su mirada no había deseo, no de ese tipo, en su mirada brillaba la admiración cuando alzaba mi mano y participaba en clase, cuando dejaba salir palabra tras palabra en aquellos temas que me apasionaban. En ese azul había una profundidad que devoraba mi aliento y amenazaba con tragarse mi corazón.

Tenía miedo de Alexander Lightwood, el chico listo, guapo, sexy, rodeado de un pequeño pero divertido grupo de amigos. El chico de risa escandalosa que me asesinaba con la mirada cuando el destino desvió aquel estúpido y bendito avioncito de papel y lo llevó hasta él.

Nunca olvidaré ese momento, ese fue nuestro comienzo real. Su espalda a unos metros de mí, su cabeza levemente echada hacia atrás, su cabello -un poco largo- colgando mientras reía a carcajadas.

Era perfección.

Era puro, era sincero, era real. Era lo que yo buscaba.

Tal vez fue él mismo quien me distrajo y me hizo errar en el lanzamiento. Fue su risa la que sacudió mi mano y cruzó nuestros destinos.

Su cuerpo se tensó, su risa paró, su cabeza giró, y su mirada tropezó con la mía. Algo colisionó dentro y fuera de mí, el universo fue uno antes y uno después.

Así era Alexander Lightwood, capaz de cambiar el mundo con una mirada, incluso una mirada acusadora, con una sonrisa, una sonrisa conciliadora.

Me perdí en el mar de su mirada, me atrapó en sus profundidades desde ese día, y todavía hoy no he podido salir.

No quiero salir.

—Llegaste temprano —la voz a mi lado, el crujir de la banca cuando él se sienta me avisan quién es, pero intento no mirarlo. Aunque lo hago, de reojo lo veo. Vestido con unos jeans desgastados y un suéter azul que debe resaltar su mirada, en su regazo descansa una especie de mochila.

No puedo evitar reír.

—¿De qué te ríes? —hay un poco de interés en su voz.

—Es como regresar el tiempo —siento mis ojos llenarse de lágrimas, inclino mi cabeza hacia adelante, y dejo que mis párpados los oculten—, a cuando éramos estudiantes, el ir y venir de aquellos días, encontrarnos en este mismo pasillo y sonreírnos. Ser compañeros que se espiaban entre miradas...

Su sonoro suspiro me hace interrumpirme. —¿Por qué haces esto, Magnus?

—¿Qué?

—Recordar.

—Nunca he dejado, ni dejaré, de hacerlo, Alexander. Incluso cuando la distancia nos separa, tal vez más en esas ocasiones, recuerdo, te recuerdo, nos recuerdo, cada momento. Desde el principio hasta el final.

—Excepto que no hemos escrito el final, ¿cierto? Lo aplazamos solamente.

—Pronto —nos prometo, aunque duela—. ¿Cómo me encontraste?

—¿Qué? Me citaste aquí para comenzar el artículo y terminar esto —suena a la defensiva, me hace sonreír.

—Te cité a las cinco, son cuatro y media. Y lo normal habría sido encontrarnos en la entrada. No en frente del salón donde hablamos por primera vez.

—Supongo que me trajo a mí lo mismo que a ti, el pasado sigue tirando de nosotros. Ese nunca podremos cambiarlo.

—¿Lo harías? Si pudieras regresar y cambiarlo, ¿lo harías? ¿Cambiarías nuestra historia?

Volteo a mirarlo, él no aparta la mirada. —Es algo que nunca sabremos. ¿Lo harías tú, Magnus Bane, de poder regresar el tiempo, cambiarías nuestra historia o volverías a romper mi corazón?

—Alexander, yo...

Él niega, con una sonrisa, esos ojos azules fijos en mí. —¿Por qué lo hiciste?

—¿Qué? —debo parecer un idiota preguntando.

Una lágrima resbala por su mejilla, tengo el deseo de estirarme y limpiarla, pero he perdido ese derecho. Sigue mirándome cuando habla: —Irte con ella cuando todo parecía perfecto entre nosotros, prometerme un para siempre que no ibas a cumplir, llevarme al cielo, hacerme amarte, para luego romperme el corazón, ¿por qué lo hiciste, Magnus?


* * *

Uf, ya se viene el momento. Los próximos dos extras (5 y 6) van a entender a Magnus 💔, ¿qué se imaginan que sucedió quienes leen por primera vez?

Recuerden que el 7 es el último y entonces daré un aviso importante 😅❤

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