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Extra FINAL: Amor entre libros

A veces el amor no funciona como esperas. A veces crees estar enamorado, pero no es así. A veces esperas no estarlo, pero es así. No puedes escoger a tu familia y no siempre puedes escoger de quién enamorarte. Puedes odiarlo y desear cambiarlo, pero al final tienes dos opciones: alejarte del todo o aceptarlo y tomarlo porque el amor no desaparece.
(Rock, Anyta Sunday)



[Una semana después]

El Colegio de San Agustín estaba lleno de prensa, de reporteros, fotógrafos, profesores, alumnos... Era el aniversario y todos estaban en silencio observando el video del reportaje que Magnus y Alec habían hecho juntos en los pasados días.

Los dos estaban sentados en primera fila, con Marga y algunos otros de sus compañeros. También estaban ahí la dirección y algunos maestros del Colegio, unos cuantos incluso los reconocieron como viejos estudiantes de ahí mismo.

Como si fuera casualidad –no lo era y era una escena que Magnus incluyó sin consultar–, el video terminó con un avioncito de papel entrando al salón que vio en inicio de aquel amor. Y en los créditos sus nombres juntos, entrelazados por una fina línea, casi imperceptible, pero que Alec vio.

Alexander Lightwood

Magnus Bane

Un silencio siguió a los créditos antes de que cientos aplausos lo rompieran. Magnus y Alec sonrieron. A pesar de todo, este lugar siempre sería especial para ellos, se pusieron de pie ambos y caminaron hasta el micrófono.

—Este lugar tiene historia —comenzó—, tiene cientos de años de historia. Personajes importantes estuvieron aquí, estudiaron aquí, probablemente sonrieron y lloraron. Personajes que marcaron la historia nacional e internacional y que, por lo tanto, cambiaron, de algún modo u otro, el mundo.

Sintió aquella fuerte mirada a su lado, pero se rehusó a mirarlo. Siguió su discurso:

—Pero no sólo ellos han sido protagonistas aquí. Lo hemos sido todos, cada uno el de su propia historia y no por eso menos importante. Tal vez no cambiamos el mundo de igual manera que tantos héroes, pero sí cambió este hermoso Colegio el nuestro, nuestro mundo, nuestra vida. Cada persona aquí, por corto o insignificante que sea, tiene un recuerdo de este lugar. Así sea yo hablando en este momento. La mayoría suele llegar aquí de quince años y salir de dieciocho, a la "Verdadera vida", como lo llaman muchos, la Universidad. Yo, debería avergonzarme decirlo pero no lo hago, llegué un par de años más tarde. Y no me avergüenzo ni me arrepiento porque eso me llevó hasta este momento. De no haber llegado aquí cuando lo hice, no habría conocido personas que cambiaron mi mundo y mi vida por completo. Mis profesores, por supuesto, con clases tan distintas entre sí, pero que todas alimentaron nuestras mentes y guiaron nuestro camino a los temas que alimentaban nuestras almas, que nos apasionaban y nos hacían sonreír. Pero también, para muchos me atrevería a decir, fue un alimento para el corazón.

Siente una mano tirar de su saco, pero aun así no se detiene. Ya comenzó y hay que terminar.

—Yo, y estoy seguro que todos, por una u otra razón, no puedo pisar este recinto sin que se me erice la piel y el corazón se me acelere, sin sonreír por algún recuerdo, bueno o malo, porque al final todos nos dan sonrisas tristes o felices. No puedo ni siquiera pasar por la calle y mirar la puerta o alguno de los balcones sin recordar mis días aquí. Sin recordar las clases, los compañeros, los amores, tal vez primeros, las sonrisas y saludos por los pasillos, el eco de las risas, las miradas furtivas cuando no tenías el valor de acercarte, las palabras en silencio. Los accidentes, o no, que propiciaron encuentros. Cuando me hablaron de este reportaje, supe que tenía que hacerlo yo. Porque aquí dejé parte de mi alma y porque algo de este Colegio siempre irá conmigo. Y espero que así como me sucedió, les suceda a muchos estudiantes más. Que miren orgullos, felices, y con una pizca de nostalgia, el lugar que contribuyó a su formación de tantas formas. Yo aquí descubrí mi destino, profesional y personal. Y por eso, siempre estaré agradecido.

Las lágrimas inundaron los ojos de ambos. Los aplausos llegaron cuando Alec tomó el lugar de Magnus y, tratando de deshacer el nudo en su garganta, él simplemente dijo "Gracias". La dirección del Colegio subió al estrado mientras ellos bajaban.

Alec tomó sus cosas y se encaminó hacia la salida, sin mirar atrás. Marga ya sabía que él se iría después de este momento. No hacían falta despedidas de ningún tipo.

Un poco a ciegas, caminó entre la gente hasta llegar a la escalera principal y bajar. La escalera tenía dos lados, así que no lo vio hasta que ambos se encontraron en la última parte.

—¿Te vas sin decir adiós, después de toda nuestra historia? —sus ojos verde dorado estaban húmedos también.

Alec tragó, apretó la bolsa contra su pecho, ahí donde su corazón golpeaba fuerte. —Me voy sin despedirme —dijo, sosteniéndole la mirada— justo por nuestra historia. Hay amores a destiempo, Magnus. Nos amamos tanto, tanto, en momentos incorrectos, que ese fuego debió apagarse después de tantos incendios. Después de tantos escapes, de tantas llamadas de auxilio.

Magnus lo miró sin decir nada y terminó por sentarse en los escalones, como cuando eran unos adolescentes saltándose alguna clase. Desde abajo lo observó, esperando que no se fuera. —¿Y lo hizo? ¿Tu llama se apagó? Porque la mía sigue viva, ni por error logré o quise apagarla. Ya no creo en los amores a destiempo, creó que todo ocurre en el momento correcto. A veces no lo entendemos en ese momento, pero sí después. Tal vez ahora todavía no comprendemos el por qué de toda nuestra historia. Tal vez es incorrecto que estemos aquí, que no te deje ir, que te siga insistiendo, atándote a mí, al dolor, al pasado, en lugar de demostrarte mi amor dejándote libre, buscar un amor bonito e indoloro.

Alec se rió, sin humor, y se dejó caer a su lado. Cerca, aunque no tanto para tocarse. —Yo no pedía un amor sin dolor, sé que el amor duele, pero vale la pena, ¿cierto? La cosa es que no pedí nunca un amor ideal, de cuento, ese lo tenemos en cada lectura. Yo quería uno real, que me acelerara todo, que me removiera todo, que me recordara que estaba vivo.

—Tú fuiste eso para mí, Alexander. Lo eres. Ese amor que todos buscan y pocos encuentran. Perdóname por no dejarte elegir, entiendo que te quité, y nos quité, la posibilidad, nos arrebaté años. Pero hice lo que creí mejor.

—Si pudieras regresar el tiempo...

—No —Magnus lo interrumpió—, no lo cambiaría. Lo volvería a hacer porque hoy veo en lo que te has convertido y te lo mereces, mi amor.

—No me llames así —la voz de Alec se rompió, cubrió su rostro con sus manos.

—Es que eso eres —Magnus tocó una de sus manos—. Aunque nunca vuelva a verte, serás siempre mi amor. Ese del que hablaré cuando me pregunten sobre el amor. Ese por el que valió la pena vivir. Te amo, Alexander. Dime al menos que me perdonas.

—Te odio —Alec lo dijo a través de sus manos.

Magnus bajó la suya. —¿Quiere decir que no me perdonas?

Alec no dijo nada. Magnus apoyó sus manos en los escalones, buscando el impulso y el coraje para levantarse e irse definitivamente.

Alec dejó caer las suyas, una cerca de la de Magnus, sus meñiques rozándose, y fue ese simple contacto lo que les recordó todo lo que fueron y lo que pudieron ser y no fue.

Magnus cerró sus ojos, buscando qué decir, una despedida digna, pero fue Alec quien habló:

—Te odio porque esto no está destinado a ser, Magnus. Tantas idas y venidas, corazones rotos y curados, debe ser una señal de que no somos almas gemelas o hay almas que se encuentran en vidas equivocadas. Tal vez en otra vida lo logremos.

Magnus entrelazó su dedo con el de Alec, sin forzarlo más. —Te tengo aquí y ahora. No me importa el destino cuando somos tú y yo quienes decidimos. Dime que ya no quieres esto, que no me quieres, y entonces, de corazón, te deseo buena suerte, que tu vida sea la mejor. Tal vez algún día nos encontremos sin rencores. Dímelo y me voy.

Alec no dijo nada. Magnus empezó a mover su mano, pero el meñique de Alec lo detuvo. Así era el poder del uno sobre el otro, así de grande.

—Me parece enfermizo no poder dejarte ir, después de todo —dijo Alec—, intentar soltarte y no poder hacerlo porque, aunque vueles lejos, estás atrapado en mi corazón.

Magnus lo miró, sin decir nada, al final se soltó.

Alec lo dejó ir. Era lo mejor.

Pero Magnus no se fue, se hincó frente a él, a su altura. Puso una mano sobre su pecho: —Aquí es donde quiero estar. Déjame recuperar el tiempo perdido.

Alec negó. —El tiempo perdido no puede recuperarse ya. Está claro que no era nuestro momento. Y, probablemente, éste tampoco lo es.

—Haz que sea —rogó Magnus.

—No va a funcionar, Magnus —Alec ya no sabía si se lo decía a él mismo o a Magnus.

—No lo sabremos si no lo intentamos. ¿Una última vez? Sin rencores, sin mentiras, sin secretos. Si no funciona, al menos no nos preguntáremos toda la vida qué hubiera pasado. Y si funciona, prometo amarte como mereces hasta el último segundo de mi vida. Y en la vida después, volverte a encontrar.

Sus miradas se encontraron en el momento en que Alec movió casi imperceptiblemente su cabeza.

Sin palabras.

Déjate llevar por el corazón.

¿Cuántas veces quiso hacerlo y no lo hizo?

¿Cuántas oportunidades dejó ir?

¿Cuántos corazones por la indecisión y el miedo?

Hay amores, no siempre es el primero, que nos marcan. Que siempre recordaremos y desearíamos revivir. Que siempre serán nuestra debilidad, que no podemos ver sin desear acortar la distancia y fundirte con él. Hay amores que nunca regresan, para los que no hay últimas oportunidades...

...entonces, ¿no valía la pena intentarlo por última vez? Su corazón ya estaba roto y entregado, no perdía nada, y tal vez ganaría todo.

Tal vez no. ¿Quién lo sabe realmente?

Hay amores que te confirman que realmente, bonito o no, existe el amor.

Magnus fue eso para Alec, Alec fue eso para Magnus.

Y si vivieron felices por siempre...sólo ellos, con el tiempo, lo supieron.

¿Que si valió la pena? Con lágrimas o sonrisas, por supuesto que sí.

No fue un amor de libro, fue un amor entre libros, y fue real.

¡FIN!


Este es el final de la historia, espero que les gustara. (Por si no entendieron, ellos se dieron la oportunidad, sí quedan juntos, no sabemos si fueron felices o no porque, como he dicho, no fue un "amor de libro", no es una historia cerrada, es un amor que siguió vivo y por eso sólo ellos supieron qué pasó...). Sé que algunos esperaban que el aviso fuera que hay otro extra o segunda parte... no es ninguna de esas, para quien realmente haya amado la historia supongo que serán felices: ¡AMOR ENTRE LIBROS ESTÁ DISPONIBLE EN FÍSICO! 😭❤

Les dejo la información en mi tablero por si alguien quiere adquirirlo ❤

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