4. Un libro salvó la conversación
Poco a poco nos fuimos enredando en una conversación que acabó por hacerse casi amistosa.
(El misterio de la carretera de Sintra, Eça de Queiróz y Ortigāo)
Siempre que me preguntan por el amor vienen tu rostro, tu nombre y tus letras a mi mente, aunque no lo diga. En cambio, los pocos que saben de nuestra historia -a veces creo que inició siendo un secreto por mi cobardía-, si me preguntan por ti, viene sólo una frase a mi mente: tuvimos algo que se parecía sospechosamente al amor. Así de simple.
Es difícil escribir de ti, ¿sabes? Aunque, a decir verdad, sólo tú me haces escribir. Precisamente mientras escribo estas líneas, viene tu sonrisa a mi mente y ¿sabes de qué tengo ganas? De un acto tan puro e inocente que representa a la perfección aquel Alec de dieciocho años que conoció el amor contigo: delinear tus labios suavemente con la yema de mis dedos.
Yo era arisco y frío con todos y sólo tú, sin proponértelo, sacaste la ternura que almacené todos esos años, sólo tú lograste que dijera cosas como "Fíjese que cuando sonríe se le forman dos comillas en cada extremo de tu boca. Esa, su boca, es mi cita favorita"*.
Tu nombre fue mucho tiempo un tabú en mi vida. Supongo que tú nunca lo has experimentado, pero es difícil conocer a alguien y que cambie de golpe todo en lo que un día creíste, y eso fuiste tú para mí. Llegaste a reescribir mi historia, a hacerme enfrentar mis miedos e inseguridades, fuiste un parteaguas en mi vida: fui uno antes de ti y uno después. Y no me malentiendas, no te lo reprocho, es sólo que es triste, ¿sabes? Tener seguro que fuiste el gran suceso de mi vida, porque estoy seguro que no habrá otro después de ti, y sentir que si un día, como yo ahora, por X razón, tú escribieras una autobiografía, yo sería una mediocre nota al pie en la historia de tu vida.
"2011:
Un tiempo después de nuestro romance -porque quiero creer que lo fue y no fui sólo un pasatiempo para ti- cibernético, escuché una canción que decía:
Quisiera poder explicar cómo me pude enamorar de alguien que tan sólo es la voz, la letra y nada más, tal vez me has hecho comprender que sin tocarte puede ser la historia de un amor...**
Odio que las canciones parezcan escritas para nosotros, porque justo así fue, me gustaste desde aquel primer momento del avión, pero me enamoré de ti desde mi lado de la pantalla.
El "mañana": al día siguiente, exactamente a la misma hora, allí me tenías conectado, esperando tu "Hola" -porque, en todos esos años, sólo dos veces fui yo quien inició la conversación-. Ya pasó de moda eso de checar los amigos activos y esperar ver el puntito verde en el nombre de esa persona, pero, en aquel entonces, eso fue lo que yo hice.
7:00 pm. 7:02. 7:05.
El tiempo no está pasando. 7:15. 7:25.
No debe tardar. 7:47. Él dijo "mañana".
7:56. Seguro era broma...
Había dejado Facebook abierto, sólo por esperarte, mientras yo leía El diablo enamorado de Jacques Cazotte. Y, cuando estaba a punto de desconectarme, ¡bip!
‹‹Hola››
Sonreí como idiota y no contesté por la emoción.
‹‹¿Estás...? Perdón que tardé, olvidé decirte que hoy tenía clase de Laboratorio y me conectaría más tarde. Tuve que correr a casa...pensé que ya no estarías››
No sé por qué me estabas dando explicaciones pero me encantó, tuve que contenerme para no parecer esposa desesperada, así que sólo tecleé: ‹‹No tienes por qué explicarme, no quedamos en nada››
Porque, sí, yo no paraba de intentar arruinar todo.
‹‹Te dije "Hasta mañana"››
Sentí una sonrisa extenderse lentamente por mi rostro y unas cuantas mariposas empezaron a revolotear en mi estómago, ya me estaba acostumbrando, ya no era tan raro, me empezaba a gustar la sensación. ‹‹Pensé que era sólo un decir, no esperaba realmente encontrarte hoy aquí...››
Era mi miedo a salir herido hablando por mí.
‹‹¿Ah no?››
¡Pues claro que sí! Obviamente, no contesté nada.
‹‹Bueno para la próxima seré más directo y diré "Hablamos mañana, dulce y raro Alexander", ¿mejor?››
Alexander. Casi podía escuchar tu voz decirlo, una sonrisa idiota se me haría permanente si seguías así. ‹‹Ok››
He de darte créditos por no largarte después de lo torpe y chocante que me porté contigo ese día: ‹‹¿Qué tal tu día? ¿Qué haces?››
Siempre me han chocado los convencionalismos, esos "Hola, ¿cómo estás?" cuando en realidad no les importa tu respuesta o sólo es un previo para pedir un favor.
‹‹Leo››
‹‹¿Qué lees?››
‹‹El diablo enamorado››
‹‹¿De Cazotte?››
‹‹Sí, ¿lo conoces?››
Me sorprendió mucho que supieras del autor; meses después, ya en persona, entre risas, me confesaste que lo googleaste mientras hablábamos.
‹‹Sé de qué va, más o menos, pero no lo he leído... ¿Me cuentas o tienes que irte?››
Moría de ganas de confesarte que sí te había esperado, que si te esperé una vida, te esperaría mil horas más si fuera necesario y cancelaría todo con tal de tenerte para mí, así fuera del otro lado de la pantalla, leyendo mi resumen de una novela del siglo XVIII:
‹‹Es la historia de Álvaro que, para no quedar como cobarde frente a sus compañeros, invoca al diablo. Éste acude a él en una forma monstruosa, para después acceder a obedecerle. Se convierte para ello en la bella, joven e inocente Biondetta que termina enamorándose realmente de Álvaro.››
‹‹Sucede que el diablo es muy astuto, sucede que no siempre es tan feo como dicen›› me escribiste, junto con un guiño.
Era una de mis citas favoritas de la novela. ‹‹¿Lo has leído entonces?››
No lo habías leído, por supuesto, fue San Google al rescate, pero no importa, ¿sabes por qué? Porque si hiciste eso, era porque realmente te interesaba mantener la conversación conmigo. Por un momento, me permití albergar la esperanza de que yo era importante para ti, que tal vez un día no muy lejano me pidieras conversar en persona.
Pasaron las horas, de nuevo, y a la una de la madrugada -esa fue siempre nuestra hora Cenicienta- te despediste: ‹‹Hablamos más tarde, Alexander›› aclaraste esta vez y te atreviste a agregar: ‹‹Sueña conmigo››.
Sentí mi rostro enrojecer y no contesté nada. Y tal vez, sólo tal vez, sí te soñé y nunca te lo dije."
No sé si debería seguir contando por día o doy saltos en el tiempo, ¿agrego el sueño?
¡Oficialmente, odio las autobiografías!
* * *
*: Frase de Mario Benedetti
**: Canción "Loco extraño"
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