37. El temperamento melancólico
Déjalo. Olvídate por completo de él, haz como si no existiera. Sé que suena duro, pero es la verdad: por más que nos obsesionemos en conservar a las personas, en creer que el amor es eterno, lo cierto es que todo se acaba. Así de fácil. Ahí está alguien, lo vemos a diario, y de pronto ya no está ahí. No hay nada que hacer. Por más que te acuerdes y te duela y te preguntes entonces cuál fue el valor de lo que pasaron juntos, no hay respuestas, así es.
(El temperamento melancólico, Jorge Volpi)
"¿De qué sirve castigar cuando existe la culpa? La culpa es una pena que nos impone la propia conciencia, una mezcla de resentimiento y amargura, de miedo y frustración, una prueba implícita e inexcusable de nuestra miseria. Es mucho peor que cualquier reprimenda externa: es un arrepentimiento que se sabe imperdonable."
Encuentro ese papel, arrugado, sucio, ya medio roto. Es una letra mecánica, a propósito, escrita a consciencia.
Magnus y yo hacíamos eso y logramos igualar nuestras letras. Encontramos una que era de ambos.
Y ahora me pregunto, ¿quién escribió eso? ¿Magnus o yo? ¿De quién fue la culpa?
Tiene fecha. Es de diciembre del 2015. La última vez que nos vimos.
Puede ser suyo. Puede ser mío. Tal vez es de ambos...
"2013 septiembre/diciembre:
Las semanas iban pasando.
Las aguas, de los celos, se calmaron un poco.
Yo lo amaba cada día más.
Él parecía amarme cada día más.
Nuestra decisión de casarnos era firme.
No había nada que pudiera impedirlo... Porque nos amábamos, y era lo importante, ¿cierto? Nada puede interponerse entre dos enamorados cuando el amor es verdadero.
Nada debería interponerse...
Nadie. Nada.
Magnus y yo llegamos a ese punto en que no queríamos separarnos. Si hubiéramos podido fundirnos en uno solo, lo habríamos hecho...
¡Cómo queríamos poder ya vivir juntos!
Así que lo único que podíamos hacer era tomar las mismas optativas, seminarios, y talleres. Toda clase a la que pudiéramos acudir ambos...lo hacíamos. Juntos.
Y ahí estábamos. En Literatura iberoamericana.
—Fue como un trance —Magnus leía El temperamento melancólico, de memoria, sus ojos fijos en los míos mientras todos seguían la lectura en el libro—, un conjunto de emociones demasiado fuertes para que yo pudiera analizarlas.
Me guiña un ojo. Mis mejillas arden pero sonrió.
¿No es eso el amor? ¿Eso que por más que intentes nunca podrás explicar completamente?
Me pierdo en mis pensamientos y pierdo las palabras de Magnus, hasta que el profesor me llama.
Es mi turno: —¿Cómo imaginar de lo que se trataba? ¿Cómo saber que a partir de entonces mi vida se modificaría diametralmente? ¿Cómo adivinarlo?
¿Cómo saber que un pedazo de papel, en forma de avión, transformaría mi vida?
Sigo la lectura:
‹‹Los seres humanos no pueden vivir solos, pero tampoco pueden vivir juntos.
Seremos lo que somos ahora, lo que hemos sido antes, sin posibilidad de redención.
¿Cómo iba a reducir mi vida a una página? ¿Cómo introducirla en unas hojas tamaño carta? No me sentía con ánimos para traer al presente mis recuerdos...››
[¿Y no he tenido que hacer esto ahora?]
Siento un nudo en mi garganta antes de leer el siguiente párrafo, como si tuviera un mal presentimiento, como si no debiera decirlo en voz alta. Pero lo hago: —Somos seres imperfectos, no controlamos nuestras reacciones y a lo mejor nunca sabremos lo que estamos haciendo a aquellos a quienes amamos.
Y cada palabra se me iba clavando como un cuchillo. Magnus lo nota, su mano se estira y toca mi cadera, se introduce bajo mi suéter y acaricia mi piel. Me calma un poco.
‹‹Hoy me acuerdo de esa época y me parece increíble no encontrar por ninguna parte algún eco, alguna premonición, algún signo de lo que pasaría después. ¿Qué puedo reprocharle de tantos meses?››
—Hasta ahí... —suena la voz del profesor. Regreso a la realidad. Magnus deja caer su mano. Mi libro se cierra, pero aún puedo ver las palabras. Resuenan en mis oídos.
El maestro pide "Hagan parejas". No lo dudamos. Él y yo hasta el final. "¿De qué va la historia? ¿Quién está narrando? ¿En qué Tiempo? ¿Hombre o mujer? ¿Una persona o dos?".
El maestro empieza a hacer preguntas que Magnus anota, yo lo miro a él, su perfecto perfil, sus ojos fijos en el papel, su mano tomando firme la pluma y moviéndose sobre la hoja. Sus letras.
Si tuviera que reprocharte algo es haberme hecho amarte tanto, Magnus. Tanto que duele. Tanto que sin ti no podría seguir. No quiero intentarlo siguiera...
—¿Pasa algo? —sus ojos verde dorado se alzan hacia mí.
Niego. —Te amo.
Su sonrisa es brillante. Su mano agarra la mía. Vuelve la vista a la hoja. Sigue escribiendo.
Su pulgar empieza a acariciar repetidamente mi mano hasta que entiendo lo que hace. Tres letras.
T.T.A.
Nuestra clave.
También te amo."
Termino de escribir y veo el reverso de la nota. Esa letra sí la reconozco:
"Déjalo. Olvídate por completo de él, haz como si no existiera. Sé que suena duro, pero es la verdad: por más que nos obsesionemos en conservar a las personas, en creer que el amor es eterno, lo cierto es que todo se acaba. Así de fácil. Ahí está alguien, lo vemos a diario, y de pronto ya no está ahí. No hay nada que hacer. Por más que te acuerdes y te duela y te preguntes entonces cuál fue el valor de lo que pasaron juntos, no hay respuestas, así es."
Una lágrima resbala por mi mejilla.
—Te amo, Magnus. Yo todavía te amo.
Porque el amor es eterno aunque viva sólo en uno de los dos, mi amor.
* * *
Esta última parte es 😭💔
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