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31. Vacaciones

El primer tonto de tu vida quiero ser. El primer tonto, ya será satisfacción. De cualquier modo, ya te di mi corazón.
("El primer tonto", Joan Sebastian)



Muchas promesas no son más que palabras vacías. No porque hayamos mentido al hacerlas, o porque no queramos cumplirlas...

Pero, en ocasiones, cumplirlas no depende sólo de nosotros. No bastan las intenciones, el amor, la buena voluntad, ni todo el esfuerzo que pongamos en ellas.

Y un "Para siempre", un "Siempre juntos", un "Para toda la vida"... son promesas difíciles.

Y nuestro "Querer una vida contigo" también lo fue...



"2013, julio/agosto:

Volvimos del viaje, felices, rebosantes de felicidad, en una burbuja de amor que creímos irrompible.

Se nos olvidó lo frágiles que son las burbujas, incluso con el amor más fuerte.

Algún día reventaría la burbuja, pero no nuestro amor...

Pasaron un par de semanas en las que siguieron nuestras clases en el curso de Poesía. Seguíamos viéndonos en Letras. Hablábamos por las noches, por Facebook, o nos llamábamos...

Mis padres y hermanos habían decidido que querían ir a la playa ese verano. Yo, aparte de que no soy muy amante de las multitudes ni del mar, tenía que seguir en el curso, así que se adelantaron y prometí alcanzarlos.

Una noche, Magnus nunca apareció en el chat, así que me acosté de malas, a leer –o mirar la misma página horas– un libro... Probablemente había mirado fijamente el mismo párrafo media hora cuando mi celular sonó, supuse que serían mis padres o Izzy, así que contesté sin mirar:

—¿Qué?

—¡Qué carácter! —hubiera querido poder evitar cómo mi corazón se aceleró y mis labios se curvaron con sólo oír su voz, pero nunca pude—, ¿quién te puso de malas?

Gruñí. —No estoy de malas.

—Claro que no. Y yo no estoy enamorado de ti...

Cuatro años han pasado y aún sonrió cómo estúpido al recordarlo.

—Tonto —mi cara ardía, aunque no estaba aquí para verlo. Mis piernas temblaban, incluso cuando estaba acostado. Y mi corazón iba a estallar por tanto amor que le tenía, que nos teníamos.

—Un tonto enamorado, tal vez... ¿Has escuchado esa canción?

—¿Qué? —¿para eso había llamado?

—Espera... No cuelgues...

Magnus nunca, nunca, hasta el último momento, dejó de sorprenderme. Él, con su gusto tan diferente al mío, cambiaba por mí, se adaptaba a mí, a mi cursilería. Y, a veces, como en ese momento, con la canción de fondo, y su voz cantando, con una clara sonrisa en ella, lograba sorprenderme con gestos así. "El primer tonto" de Joan Sebastian:

El primer tonto de tu vida quiero ser... El primer tonto, ya será satisfacción... De cualquier modo, ya te di mi corazón...

Eran momentos que nunca iba a olvidar y no iban a repetirse, de esos que se dan sin planearse. Que simplemente salen del alma. Mis ojos se inundaron de lágrimas, Magnus me demostró, varias veces, que se podía llorar de felicidad.

—Cantas horrible —contesté con voz entrecortada. Él detuvo la canción y se rió, dijo algo como "Así te encanto", mientras yo limpiaba, avergonzado aunque no me viera, mis lágrimas—, ¿para eso llamabas? ¿Serenata telefónica?

—Hay otras cosas telefónicas que me interesan más...

Su tono, lo sugerente de su voz, me hizo enrojecer, y, aunque quisiera negarlo, encendió una chispita de deseo en mi vientre bajo. —¡Magnus! —y tuvo el descaro de reírse—. Voy a colgar.

Mis manos ya temblaban. Todo yo temblaba.

—¡No! ¡Espera! Quiero proponerte algo importante... ¿Recuerdas...? ¿Recuerdas que... Q-que...?

—¿Magnus Bane tartamudeando? ¡Se va a acabar el mundo! —me sorprendió, me asustó, pero no iba a perder la oportunidad de burlarme.

—Cállate —no sé por qué me lo imaginé ruborizado, y morí de ternura—. Iba... Quería... ¡Agh! ¿Recuerdas que pasaría las vacaciones fuera?

—Sí.

—Pues decidí quedarme. Mis papás se irán solos poco más de un mes...

—Uumm... —¿a qué nos llevaba esto?

¿Uumm? ¿Tardé tanto en decirlo y tú contestas "Uumm", Alexander?

—¿Qué se supone que conteste? —a estas alturas ya no podía evitar reír.

—Dime si quieres... —parecía molesto. Y no entendía por qué.

—Pero... Si quiero, ¿qué? No me has preguntado nada...

—¡Si quieres pasar las vacaciones conmigo!

¿QUÉ?"



Probablemente el celular cayó y nunca llegué a contestarle.

Probablemente muy en mi interior sabía lo que eso significaba. Lo que me estaba proponiendo.

Y probablemente moría por decir sí.

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