Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

FINAL




Karla comienza a removerse en la cama por el sol que le pega en la cara y al darse vuelta le da un manotazo a alguien que estaba recostada a su lado y cuando levanta las sabanas pudo apreciar un montón de pelo negro por todos lados.

La noche anterior Sara, Noemí, Mirian y ella la habían pasado juntas, disfrutando de las pocas horas que le quedaban de soltería, estaba a nada de convertirse en la esposa de Juan.

No podía evitar recordar aquella noche tan especial unos meses atrás, era de no creerse, no paraba de admirar y tocar su anillo e inevitablemente cerraba los ojos recordando todo lo que su prometido había hecho por ella.

UNOS MESES ATRAS

-¿De verdad te casarás conmigo mi amor? – Le pregunta el joven sin poder apartarla de sus brazos - ¿Serás mí mujer, solo mía?

-¿Es que todavía tienes duda de eso? – Le dice ella dándole un pico en los labios - ¿No sabes que desde que te conocí eres tú y solo tú?

-Lo se mi amor, pero me parece mentira todo esto – le dice atrayéndola más a su cuerpo.

-¡Juan para por favor, alguien podría entrar y encontrarnos así!

-Así ¿Cómo mi amor? ¿Amándonos?

-Sabes bien lo que quiero decir – dice sin parar de reír en el momento que trata de empujarlo para que se separe de ella pero no logra moverlo ni un poco y el vuelve a atacar su boca.

Después de haber estado un buen rato besándose y acariciándose Juan ya no soportó más, quería tenerla entre sus brazos desnuda, el haber estado tantos días separados le estaba pasando factura, la tomó en sus brazos y  caminó hacia el coche que la llevaría a seguir con su sorpresa.

Llegaron a un lugar que ella nunca había visto, aunque estaba muy oscuro a lo lejos pudo apreciar una pequeña cabaña a la cual se llegaba desde un camino de piedra iluminado con algunas antorchas, todo era hermoso y digno del cuento de hadas que su amor había creado para ella.

-Espera – le pidió el joven antes de salir del coche.

Ella pudo apreciarlo alto, con la espalda cuadrada y un trasero que resaltaba con ese pantalón, no se dio ni cuenta que humedecía su labio inferior y le daba pequeños mordiscos, no era la primera vez que se encontraban los dos solos pero se sentía nerviosa después de tantos días alejados y viendo como él había cuidado hasta el más mínimo detalle.

Juan llegó a su lado abrió la puerta del coche, le tendió la mano para ayudarla a salir y la pegó a su cuerpo besándola dulcemente, fue a haciendo un camino de pequeños besos húmedos por su mentón y cuello haciéndola estremecer completamente, llego al lóbulo de su oreja y dio un pequeño mordisco el cual provocó que de la boca de ella saliera un gemido tan natural, siempre era esa su reacción hacia él.

-Mi gatita te vendaré los ojos – le susurro con voz llena de deseo.

-Pero... - trató ella de quejarse pero Juan no le dio tiempo la giró y pegó su pecho a la espalda de ella  tomó un poco del pelo para tirar suave y recostar su cabeza en él y le dijo.

-Amor, he pasado  unos días horribles no tienes idea cuanto te he necesitado, así que no hay pero que valga, esta noche mando yo  – y sin más le cubrió los ojos   con una tela de seda y la tomó en sus brazos, un grito de sorpresa salió de sus labios el cual silencio de inmediato con un tierno beso.

Ella lo único que podía hacer era dejarse llevar por su amor, demostrarle que confiaba en él, escuchó el abrir de una puerta y como la llevaba hasta dejarla sentada sobre una cama, Juan se separó por un momento y ella de inmediato sintió un vacío, cosa que no duro demasiado porque él llegó a su lado y la recostó sin quitarle la venda.

Continuó con lo que había comenzado al bajar del coche, le dio pequeños mordiscos por sus hombros sin lastimarla, pasó su lengua por el escote del vestido pero sin sacárselo todavía, quería excitarla y volverla loca de pasión.

Pasó su manos grandes por todo su cuerpo, necesitaba tocarla, como si él fuera su creador, llego donde comenzaba la abertura del vestido y dejó descubierta sus piernas haciendo que la chica se removiera por debajo de él.

Juan comenzó a besarle los pies por la parte inferior desde donde terminaban sus sandalias que había dejado puestas, se dio su tiempo en ir dejando húmedos besos hasta casi llegar a su montes de venus pero paró antes y volvió a repetir lo mismo en la otra pierna pero esta vez sí le dio un pequeño mordisco por encima de su braguita haciendo que la joven gimiera de placer, pasó su dedo por su centro  pudo sentir lo húmedo que se encontraba y de un solo tirón se las arrancó.

Karla estaba desesperada por tenerlo en su interior y rogaba por eso.

-Juan por favor.

-Shhhh... tranquila mi amor déjame disfrutarte – antes de terminar lo dicho le introdujo un dedo haciéndola gemir de placer una vez más y dándole pequeños lametazos a su clítoris pudo sentir como se tensaba  aprovechó para introducir un dedo más y le pidió con una voz llena de pasión – Amor vamos damelo, déjate ir – y así fue ella se dejó ir llenando los labios de él  con su esencia.

Antes de que ella pudiera tranquilizarse él se levantó colocándose por encima de su mujer, quedando frente a frente, esperó hasta que Karla abriera sus ojos y lo mirara directamente y solo a él.

-Te amo –le dijo en el momento que la besó y se introdujo de un solo movimiento, ya en su interior se quedó quieto para poder disfrutar del momento - ¡Por dios, esto es el cielo! – le  decía Juan con apenas un hilo de voz mientras le hacía el amor.

-Amor, nunca pensé que podría amar tanto a alguien y sentirme tan completa como lo estoy hoy contigo, te amo hoy y por siempre – era  su declaración de amor, la promesa que se hacían para siempre.

Karla sentía el amor desbordar de su alma, le encantaba que fuera tan tierno y le hiciera el amor de esa forma pero quería más, su cuerpo le pedía más, hizo unos movimientos con sus caderas invitando a su amado a llevar esto a otro nivel.

-¿Mi vida estas ansiosa? – Le preguntó burlándose y dándole húmedos besos en su cuello y un mordisquito en el lóbulo de su oreja le susurro – tranquila que te haré esto por el resto de nuestros días.

Pasaron toda la noche amándose y llegando juntos a la gloria se demostraron los dos que no podían vivir el uno sin el otro.

DIA DE LA BODA  24-12

-¿Me puedes decir porque estas así, en que piensas? – le preguntó su hermana riéndose.

-Nada – respondió tratando de calmarse ya que se había excitado tan solo de recordar los momentos vividos con el amor de su vida.

-Sí, claro esa no te la crees ni tú – siguió Sara disfrutando de ver a su hermana sonrojada – creo que mi cuñadito te trae hecha una tonta.

-Déjate de cosas y levántate que tenemos que prepararnos, comenzará a llegar la gente – y  la empujaba de la cama.

-Tenemos tiempo de sobra, son solo las siete de la mañana – dijo la joven sentándose y pasando su brazo por los hombros de su hermana, mientras esta se acomodaba apoyando la  cabeza en la joven.

Por un momento no dijeron  nada se quedaron simplemente cada una perdida en sus pensamientos hasta que Karla fue la primera en hablar.

-Tengo miedo – dijo sin siquiera moverse de su lugar.

-Lo sé – respondió con naturalidad Sara.

-¿Sabes que esta será la última vez que estemos las dos así cierto?

-Eso no es así, yo sé que de ahora en delante serás una mujer casada y tu prioridad será tu marido pero sabes que siempre me tendrás y yo a ti, no vamos a dejar de ser hermanas porque te vayas a casar, además Juan nunca permitiría que nos distanciemos, para él su principal objetivo es hacerte feliz.

-Yo también quiero hacerlo feliz mi negrita y sé que para él la familia es lo más importante y no me gustaría nunca verlo alejados de ellos. Sara nunca antes me había sentido de esta manera por alguien eso me da miedo de que sea todo muy bello  que no dure y que en algún momento él se canse de mi o yo de él.

La joven se enderezó y se arrodillo en frente de su hermana que la miraba asustada.

-¿Tú crees que podrías aburrirte de él?

-¡Cómo hacerlo si lo amo mas que a mi vida! – le respondió muy decidida.

-Y yo sé que él te ama más que a nadie en el mundo, así que estoy segura de que dejarte no lo hará y si sucediera algo así te juro que seré la primera en matarlo – dijo abrazándola sin poder retener la risa – no seas tontita y no pienses cosas así.

-Está bien, tienes razón pero prométeme algo.

-¿Qué cosa? – preguntó Sara alejándose de su hermana para poder volver a mirarla.

-Nunca me dejarás y siempre estaremos juntas aunque vivamos en ciudades separadas, siempre vendrás a mi cuando me necesites y yo iré a ti, pero prométemelo por favor – le suplicó tomándole las manos entre las de ella y con sus ojos llenos de lágrimas no derramadas.

-Hermanita siempre juntas estaremos así que tienes toda tu vida para soportarme – dicho esto la abrazó hasta que fueron interrumpida por una furiosa Noemí.

-¿Qué hacen todavía en la cama? Vamos arriba que tenemos cosas que hacer – les gritó desesperada y sacándolas de la cama.

Así paso todo el día entre risas y lágrimas, unas burlándose de otras, todas vivían la felicidad de Karla y Juan.

-Vamos hermano tranquilízate por Dios – le suplicó Paulo sentándose despreocupado al lado de Arturo que miraba a Juan y no podía parar de reírse por lo nervioso que se encontraba.

-Pero viejo si sigues así te dará algo antes de llegar a la boda y no sé qué o como le diremos a Karla que el anciano de su marido no podrá ir – se burló dejando escapar unas carcajadas.

-Imbéciles, saben que el que ríe último ríe mejor así que verán en sus bodas como estarán y no se quejaran porque de verdad que los haré sufrir.

Juan iba de un lugar a otro, los nervios lo comían llevaba dos días sin ver a su novia y eso junto a las burlas de sus hermanos se estaba haciendo insoportable. Lo único que logró tranquilizarlo un poco fue la llegada de sus sobrinos.

Mirian había dado  a luz a dos preciosuras a Cinthia y a Carlos, dos bebes rubios que habían robado el corazón de toda la familia y los tíos se habían enamorado a primera vista de ellos y para que decir lo abuelos quienes buscaban las oportunidades de poder quedarse con ellos.

-¿Cómo lo llevas viejo? – Le preguntó Stefano que le dio un abrazo y lo sujeto por un momento por los hombros para poder mirarlo bien – y por lo que veo esta vez estás tú en mi lugar más nervioso que la mierda... ¡Auch! – no alcanzó a decir nada más porque su esposa le daba un golpe en la cabeza.

-No seas malo con él, acuérdate que en nuestra boda fue el único que no se burló de ti, así que tú te quedas calladito y tú – dijo acercándose a Juan – tranquilo que todo saldrá muy bien así que a tranquilizarse.

-¿La viste anoche?

-Sí y está bien, dentro de poco la veras tú también.

-Gracias – dijo abrazándola y siguió – por estar siempre a nuestro lado y por cuidar de nosotros, sé que tenemos una madre maravillosa, pero tú has sido una mujer que ha sabido llevarnos a todos como se debe, gracias por ser nuestra hermana.

-Oye, ustedes son y serán mis niños, mis hermanos y siempre estaré para lo que necesiten aunque las mujeres que han elegido creo que no me darán trabajo – dijo la joven quitándole importancia para no ponerse a llorar, porque del momento que había dado a luz  se había puesto más sentimental que nunca.

En ese momento entraron sus padres quienes de inmediato tomaron a los niños en sus brazos y Michelle mirando a su hijo le dijo con una preciosa sonrisa en sus labios y el orgullo que se reflejaba en sus ojos.

-Hijo ¿Estás preparado? – el joven no pudo responder solo afirmo con la cabeza – entonces vamos que ya es hora.

Nadie logró verlo salir de casa, nada lo mantenía a que no llegara a la Iglesia antes de todos, los demás en casa no pudieron hacer nada más que carcajearse hasta que escucharon.

-¡MUEVAN SUS CULOS QUE YO ME CASARE AUNQUE USTEDES NO ESTEN!

Entre risas y bromas llegaron de los primeros a la iglesia San Francisco que estaba ubicada en el centro del pueblo, su interior estaba adornado elegantemente como Karla había decidido.

Una alfombra azul cruzaba la iglesia desde las escaleras de la entrada hasta el altar, al lado amarrado en los asientos habían blancas telas que llegaban hasta el piso y sostenían azules y blancas tulipas.

El joven ya la esperaba ansioso, a su lado como padrino estaba su hermano menor Arturo ya que Karla le había pedido a su hermana ser la madrina de honor.

Comenzó a tocar el piano y todos los invitados se pusieron de pie haciendo por un momento demasiado alboroto del cual Juan ni si quiera se percató, tenía todos sus sentidos en la entrada para lograr ver a su ángel.

Karla por su parte ansiosa de llegar al lado de su amor casi tiraba de su padre.

-Vamos papi que hoy vas con paso de tortuga – se quejó, haciendo reír a su padre y hermana que la habían escuchado.

-Hija, primero tranquilízate y luego te llevaré donde te esperan – dijo dándole un beso en la frente por encima de su velo.

-Está bien – dijo un poco molesta pero reconocía que si no se tranquilizaba no podría disfrutar de su momento.

Unos minutos después más tranquila y ya pudiendo tener control de la situación comenzó a caminar tomada del brazo de su padre.

La primera en aparecer en la vista fue Sara con un maravilloso vestido azul largo sin tirantes que dejaba apreciar su precioso escote y caía airado pero se habría desde un poco más arriba de su rodilla  dejando ver sus preciosas piernas largas.

Arturo tuvo que mantener la respiración lo que veía lo estaba volviendo loco y también muy incómodo.

-Mierda – se le escapo sin querer pero por su suerte fue bastante bajo solo siendo escuchado por Juan que le susurro.

-Hermano no seré el único que sufra – se burló.

Al llegar hasta su lugar a esperar a su hermana la chica miro donde se encontraban los jóvenes, pudo ver como su cuñado aunque se encontraba nervioso estaba muy guapo y con una sonrisa que nadie le podría borrar de su rostro. El chico le cerró un ojo como saludo a lo que ella le respondió haciendo un gesto con la cabeza.

La joven no pudo evitar mirar a Arturo, si Juan estaba guapo él era simplemente un adonis, con su terno negro y su corbata azul que hacia conjunto con sus ojos.  Él articuló la palabra "Maravillosa" con su boca lo que la hizo sonrojar de inmediato pero no duro bastante ya que era el momento de la entrada de la novia.

Karla llevaba su cabello en un moño a nivel de la nuca seguido con un maquillaje natural destacando toda su belleza.  Su vestido de novia color marfil claro strapple con un cinturón azul con encaje del mismo color de su atuendo para obtener la combinación perfecta que terminaba en la espalda con un lazo, vestido de cola y en su cabello llevaba un velo bordado en piedrería sujetado por una peineta lo cual no dejaba ver a Juan aquellos ojos de gatita que tanto le gustaba y en sus manos sostenía un ramo de lirios calas con flores azules complementa por completo su ajuar.

Para los novios no existía nadie más dentro de la iglesia estaban solamente ellos dos, estaban perdido en su mundo. Juan lo único que podía escuchar era el latido de su corazón que retumbaba en su oído quería salir corriendo al encuentro de a su ángel y llevarla lo más deprisa a que se convirtiera en su mujer.

Karla al ver a Juan esperándola parecía un hombre salido de película, era perfecto en todo su resplandor había un imán que la atraía y no podía hacer nada más que ir directo hasta él. 

Al llegar a su lado Samuel se dirigió a su yerno y le dijo.

-Hijo,  te entrego a mi hija, esperando que la ames y la cuides como me lo prometiste él día que llegaste a mi casa para pedir su mano, te la entrego – carraspeo para componer su voz que ya se le rompía – yo la vi nacer y hacerse mujer, espero de tu parte que la hagas feliz y formen una familia como se la merecen – le dio la mano a su yerno se giró y dándole un dulce beso a su princesa que ya estaba tratando de controlar las lágrimas por las bellas palabras de su padre.

La pareja se paró delante del sacerdote que realizaría la boda, Juan tomó el velo y descubrió la cara de su ángel no quería que nada interrumpiera sus miradas.

A la hora de decir sus votos el joven le tomó la mano a su chica y le dijo.

-Estoy frente a todos nuestros seres queridos amor para comenzar nuestras vidas juntos, contigo encontré mi luz, ganas de volver a amar y ser feliz, me sacaste de la oscuridad en la que estuve hundido por mucho tiempo pero al ver esto ojos azules – le dijo y pasó su dedo suavemente por debajo de sus ojos – supe que estaba perdido no pude y no quise resistirme te amo y daré mi vida por hacerte feliz te pertenezco en cuerpo y alma por el resto de mis días.

Karla tuvo que tomarse su tiempo para poder hablar por la emoción, todo lo que estaba viviendo era demasiado y sobre todo las palabras de su amado.

-Me encuentro en frente tuyo y de toda nuestra familia y amigos para este comienzo, no sabía que era amar, no podía entender por qué la gente tenía celos, nunca soñé con un príncipe azul hasta que llegaste tú con tu personalidad que me demostró que si existía – espero un momento para poder continuar – era el caballero que nos protegió sin conocernos, aquel qué con solo una mirada me da seguridad y me demuestra en cada momento su amor, te amo por ser tú, por cómo me haces reír y me enamoras en cada segundo, cada día luchare por hacerte feliz soy tuya desde el primer momento y te pertenezco en cuerpo y alma por el  resto de nuestros días.

Esos eran sus votos cada uno pertenecía al otro por completo y al terminar el sacerdote bendijo su matrimonio y entre aplausos la pareja se besó como llevaba hora deseando sin escuchar nada y a nadie.

Juan la tomó en sus brazos y la sacó así de la iglesia sin escuchar las quejas de sus hermanos y padres.

Detrás de ellos salieron Arturo y Sara donde el segundo le ofreció su brazo para sostenerla.

-Cada vez me dejas sin respiración – le susurro para que solo ella lo escuchara.

-Gracias – le dijo en el momento que se sonrojaba – y tú no estás nada mal.

Siguieron caminado hasta salir e ir al local donde se realizaría la fiesta que darían los novios.

El lugar era maravilloso todo seguía el estilo que había elegido la novia y los mismos colores blanco y azul con pequeños faros que iluminaban todo el lugar.

La fiesta estaba en lo máximo todos bailaban ya los novios habían bailado su vals, también lo hicieron con sus padres y hermanos era todo lo que había soñado la pareja.

Karla estaba feliz y lo único que le pedía a Dios era que esa felicidad la obtuviera en algún momento su hermana y así ser completamente feliz.

-¿Podemos bailar? – le pidió Jonathan a Sara como todo un caballero.

-Por supuesto – aceptó la joven.

Se fueron al centro de la pista del baile y comenzaron, la canción que sonaba en ese momento era lenta y muy romántica así que el joven la tomó poniendo una mano en su cintura y la otra con la de ella en el lugar donde latía su corazón le dio un tierno beso en la cabeza  mientras que ella la apoyaba en el pecho masculino.

-Gracias por estar acá con nosotros – Sara quería ser sincera con su amigo y no había podido conversar antes solo que él ya conocía que la joven siempre amaría a Arturo y también podía ver el cambio del segundo todo este tiempo, ellos se habían encontrado unas veces en Santiago donde él trabajaba y el otro ya había terminado su profesión podía ver en el  hombre que se había convertido aunque todavía le doliera que él no podría estar con Sara como quisiera pero le bastaba verla a ella feliz.

-Pequeña no podría estar en ningún otro lugar – dijo dándole un beso más en el cabello.

-¿Cómo podré agradecerte por estar siempre a mi lado?

-Siendo feliz Sara si haces eso no me arrepentiré de haberte dejado con él – y le señaló con la cabeza a Arturo que no paraba de mirarlos y la joven soltó una risa nerviosa.

-¿Sabes que no estamos juntos todavía, cierto?

-Lo sé, pero también conozco que ustedes dos no pueden vivir uno sin el otro, así que  aprovechen el tiempo y no lo dejen pasar ya pasaron por muchas pruebas y se merecen ser felices pero tenlo claro Sara – le dijo serio y levantándole la cara para que pudiera mirarlo directamente – Siempre, escúchame bien, siempre estaré cuando me necesites nunca te libraras de mi amistad.

-Espero que encuentres una mujer que te merezca eres un buen hombre Jonathan.

Siguieron bailando en silencio los dos, necesitaban ese tiempo sabían que nunca volvería a estar de esa manera ya que estaban seguros que era lo mejor pero esa amistad siempre existiría.

-Peque ¿Te encuentras bien? – le preguntó Juan al sentarse al lado de su hermano.

-Claro, ¿Por qué preguntas? – lo miro sorprendido.

-Por lo que estas mirando ahí – dijo señalando a la pareja que estaba bailando.

-Por supuesto esta preciosa ¿no crees?

-Claro que esta bella, pero yo no preguntaba por eso – Juan miraba a su hermano como si le hubiera salido doble cabeza – si estuvieras bien no los hubieras dejado bailar juntos, tú no eres así.

-Viejo tanto tiempo no saqué nada siendo como era solo logré alejarla y no volveré a cometer ese error – se sentía nervioso de verla bailar con otro hombre y sobre todo siendo Jonathan que sabía que la quería pero no lo demostraría, no tenía ese derecho, todavía eran simplemente amigos y no haría nada que pudiera estropear lo que tenían – tengo que confiar en ella y en mi para poder tener un futuro juntos.

-Me sorprendes Arturo veo que has madurado y eso me hace feliz por Sara que se lo merece y por mí porque no tendré que volverte a patear el culo por tus estupideces.

-Sabes que siempre necesitaré ayuda para ser correcto.

-Creo que ya no, pienso que Sara ya logró lo que nadie pudo, así que tranquilo – le dijo dándole unos golpecitos en el hombro para tranquilizarlo –pero sabes que siempre lo que necesites yo estoy acá.

-Gracias hermano, pero perdóname ahora que ya llevan mucha hora bailando – dijo en el momento que se ponía de pie.

-Decía yo que tan cambiado no podías estar – Juan movía su cabeza de un lugar a otro sin poder dejar de reír.

-¿Qué es tan gracioso amor? – le preguntó su esposa que llegaba y se sentaba en sus piernas.

-Nuestros hermanos, son como dos niñitos chicos – decía el hombre todavía riendo – aunque se aman con locura y se celan no deciden estar juntos por una vez.

-Lo sé – rio y le dio a su marido un tierno beso en los labios – aunque Sara ya me confesó que si tú hermano le pide que sean novios ella lo aceptara porque ya ha pasado con un diez su prueba.

Juan abrió sus ojos sorprendido sabía que su hermano había cambiado pero no conocía que lo mismo pensara su ahora hermana.

-Mira – le dijo a la joven a que viera con quien bailaba en ese momento Sara y quien iba hacia ellos.

-Mierda Juan anda a detenerlo antes de que haga algo y lo arruine todo – trató de levantarse pero el joven apretó más su agarre y dándole unos pequeños mordiscos en el cuello femenino le susurro.

-Amor confía en él, tu hermana ya lo hace y yo también.

-Está bien – hizo su cabeza hacia atrás para darle más espacio a que su esposo le hiciera lo que quería y se quedó mirando lo que sucedía en la pista de baile.

-¿Puedo bailar con ella? – preguntó muy tranquilo a Jonathan, la chica lo miraba con ojos que no dejaba ninguna duda lo cuanto lo amaba.

-Por supuesto – le respondió el segundo entregándole a su amiga dándole un beso en la mejilla susurrándole una vez más que siempre el estará a su lado y antes de irse por completo Arturo le tendió la mano a lo que Jonathan correspondió de inmediato.

-Gracias por ser un buen amigo para ella y por hacerme ver muchas cosas – el joven hablaba con sinceridad.

-Ni que hables, cuídala y amala y no dejes ninguna oportunidad a que nadie te la quite nunca ¿entiendes? Por qué sabes – siguió con una sonrisa burlona – que seré el primero en que lo haga.

-No te preocupes que no les daré esa oportunidad.

-Gracias a los dos – dijo Sara un poco enfadada por toda la conversación y que hicieran como que ella no se encontraba presente – pero creo que puedo decidir yo sola.

Los dos hombres se miraron y se hundieron es sus hombros, Jonathan se despidió dejando a la pareja sola.

Arturo no perdió tiempo y la atrajo a su cuerpo para bailar con ella, hundió su nariz en el cuello femenino como tanto le gustaba, pudo sentir ese olor que tanto amaba y que ya lo sentía tan familiar.

-No te enfades mi paloma – dijo acariciándole el cuello con su nariz excitándole y viendo como el cuerpo de la mujer respondía – pero es la verdad no le daré a nadie la oportunidad de que te aparten de mí.

-Pero eso si lo quieren hablar háganlo solos – trato de ahogar un gemido que le producían las caricias del joven – que me hacen sentir que soy alguna cosa y no puedo decidir yo sola.

-Vamos no te enfades que me muero por verte sonreír.

-Has cambiado – pensó en voz que por desgracias fue escuchada por su acompañante.

-Espero que para mejor – le guiño un ojo.

-Sí, creo que sí.

Si nada más siguieron un baile de deliciosa tortura para Sara por parte de Arturo que aunque ella tratara de hacer lo mismo no lo lograba, estaba segura que esta sería su noche pero lamentablemente fueron interrumpidos ya que había llegado el momento para que la novia tirara el ramo de flores.

Así que todas las jóvenes solteras se pusieron en su lugar y aunque Sara se quejara de que no quería, entre su hermana y hermanos de Arturo la pusieron en su lugar cosa que luego ellos le pagarían, ella no creía en eso nunca lo había hecho y le molestaba que la obligaran a algo así.

En el momento que contó la cuenta regresiva tres, dos, uno y antes de tirar las flores todas quienes se encontraban a su alrededor se alejaron y Karla se le acercó tomó sus manos y le dijo.

-Es el momento que tú seas feliz – las dos le corrían las lágrimas – nuestra promesa está, pero es hora de volar mi vida y sabes bien que él cambió por y para ti – dijo señalando donde se encontraba su ahora cuñado – siempre estaremos acá – y las dos como hacían desde pequeñas colocaron sus manos en el corazón de la otra – eso no cambia pero a la única que quiero ver vestida de novia después de mi es a ti, así que esto es tuyo.

Karla le entregó a su hermana las flores y se apartó un poco de ella para que la vieran  con su ramo, todos comenzaron a aplaudir cosa que incomodó bastante a Sara y de inmediato busco la mirada de Arturo que no dejaba de sonreír en ningún momento y ahí supo que era hora de estar juntos.

Toda la noche disfrutaron y a primeras horas de la mañana los novios decidieron irse. Pasarían unos días en la cabaña que había arrendado Juan la noche que le pidió matrimonió. Volverían para pasar junto a su familia el año nuevo y luego viajarían a Italia de luna de miel.

Sara y Arturo no volvieron a estar solos por toda la noche, solo se daban miradas y rozaban sus cuerpos o cuando bailaban o cuando uno pasaba por el lado del otro fue una completa tortura para los dos.

La semana pasó sin darse cuenta, estuvieron tan ocupados preparando la fiesta de año nuevo que darían sus familias juntas, que tampoco se habían encontrado en ningún momento Arturo con Sara.

La segunda estaba desesperada por que en la boda de su hermana estaba segura que él la buscaría y que se convertirían en novios pero no había pasado nada.

Una mañana había logrado verlo antes de irse a Santiago por unas cosas que le habían mandado a buscar sus padres se saludaron como amigo y sin más él se había marchado.

"¿Acaso se habría arrepentido?" se preguntaba y no estaba su hermana para poderla aconsejar.

Pasaba sus días de mal humor pero trataba de no demostrarlo tenía que demostrar que fuera lo que fuera confiaba en él aunque le costara un infierno.

LA FIESTA DE AÑO NUEVO

Las dos casas estaban completamente iluminadas con sus adornos de Navidad había sido un año con cosas buenas y malas, pero habían decidido celebrar por todas las cosas buenas que les había dado Dios y por las que vendrían.

Este año habían quedado que lo celebrarían en la casa de los Coelho así que ya todos se encontraban ahí hasta los recién casados.

Los bebes de la casa pasaron por todos los brazos ellos estaban encantados al llegar la niña en brazo de Sara era como si fuera ya madre, tenía una naturalidad única con la bebita, la cual le hacía diferentes muecas y no podía parar de reír.

Arturo había llegado en ese instante y se había quedado embrujado en ese momento por lo que veía.

Se la imaginaba embarazada de un hijo o hija de los dos, lo hermosa que se vería.

Se le acerco sin que ella se diera cuenta se arrodillo a su espalda para poder quedar a su altura y la tomó por la cintura y haciendo él también cosquillas a su sobrina que le había robado el corazón desde el día que había llegado.

-¿Te gustaba lo que veías? – le preguntó pero sin mirarlo no dejaba de jugar con la criatura que tenía en sus pies.

-Demasiado mi paloma ¿Tienes alguna duda? – le preguntó haciéndole unas cosquillas pero con cuidado de no asustar a la niña.

-No, no – trató de parar la tortura pero no podía - ¿Por qué te demoraste tanto?

-Tenía cosas que hacer, ya verás.

-Está bien si tú lo dices.

-¡Hey! ¿Qué sucede? – le preguntó preocupado haciendo que lo mirara.

-Nada ¿A que no es preciosa?  - le preguntó tratando de cambiar el tema no quería parecer tonta por su enfado, porque no tenía razón.

-Sí, ella es preciosa – le siguió el juego pero ya hablarían los dos solos – pero tú estás maravillosa, no tienes piedad de mí – se quejó.

-¿Yo, por qué, que hice? – se hizo la desentendida.

-Si claro como que no sabías que con lo que llevas puesto me torturarías toda la maldita noche – y pudo ver sus pupilas casi negras de excitación y su voz que cada vez se ponía más ronca – y esto de acá – siguió pasando su dedo a lo largo de su pierna desde donde terminaban sus zapatos hasta el comienzo de su vestido que era bastante arriba de su rodilla ya que Sara llevaba puesto un vestido strapple blanco y negro el cual era mini pero desde la cintura habían pedazos de gasa negra trasparente y largas que daban la impresión que el vestido era largo pero al sentarse los pies quedaban peligrosamente descubiertos – no tiene que verlo nadie ¿Entendido?

-Pero que dices, tú lo estás viendo –rió, porque sabía que había logrado lo que quería

.-Sí, pero soy el único que tiene derecho a hacerlo.

Sara lo miró con una ceja levantada e irónicamente le preguntó.

-¿Y eso por qué? Que yo sepa no tenemos nada.

Arturo se levantó y se acercó a su oído y le dijo pasando su dedo por sus hombros descubiertos.

-Estas enfada por que no tuvimos tiempo esta semana y lo sé. Pero tenlo por seguro que desde mañana pensaras algo totalmente diferente – y le beso el cuello haciendo lo mismo de siempre hundiendo primero su nariz para obtener su olor a lo máximo y luego colocando sus labios encima junto a su lengua dándole una pequeña tortura.

Una vez más fueron interrumpidos por la gente que comenzaba a reunirse para comenzar la cuenta regresiva Sara entregó la niña a sus padres y ella se quedó sola junto a los demás para darle fin a este año que había comenzado de tal manera y terminaba con toda su familia feliz.

Diez, comenzaron a gritar, nueve, sintió que alguien la tomaba de la cintura y la pegaba a su cuerpo, ocho escucho a Arturo decirle.

-Desde hoy siempre estaremos juntos pase lo que pase.

Siete.

-Te amo – le dijo Sara sin tener miedo de lo que pudiera venir.

Seis.

-Yo también mi amor, más que nada.

Cinco.

La joven apoyó su cabeza en el pecho masculino respirando más relajada.

Cuatro.

-¿Me has perdonado? – le preguntó él.

Tres

-Hace mucho – le respondió sincera.

Dos

-Mi paloma comencemos juntos – la joven no alcanzó a responder y el la giró.

Uno

La besó con necesidad primero fue solo el toque de labios.

¡FELIZ AÑO NUEVO! Gritaron todos abrazándose y felicitándose  uno al otro.

Pero ellos no se separaron.

-Feliz año nuevo amor, nuevo año y un nuevo comienzo para los dos – le dijo por encima de los labios de ella.

Se volvieron a besar, la joven le dio el permiso de inmediato para que su lengua atacara la suya, fue un beso de promesa y amor algo que necesitan los dos.

Después de ese momento se separaron, saludaron a los demás y abrazados se quedaron viendo los juegos artificiales, fue una noche maravillosa nada que ver con el año anterior disfrutaron todos a lo máximo pero para la sorpresa de Sara, Arturo pidió la atención de todos.

-¡FAMILIA! Saben que los quiero les deseo un muy buen año, que sea mucho mejor que el anterior aunque para algunos el año que pasó fue maravilloso, por mi parte quiero pedir una vez más disculpa por haberlos hecho sufrir – dijo rascándose avergonzado la cabeza – pero como ya les he dicho será la última vez, desde hoy todo será solo felicidad y la disfrutaremos juntos pero ahora les pido perdón por tener que irnos así – tomó por sorpresa a Sara en su hombro – mierda - dijo tratando de mantener el vestido de la chica en su lugar y de aguantar los golpes de Sara para que la bajara.

Así salieron del lugar entre risas y aplausos que daban todos, claro estaba también las bromas que tiraban los hermanos siendo callados por sus parejas.

Al llegar a la entrada de la casa la joven pudo ver una limusina que los esperaba y antes de ingresar a su interior  escuchó a su hermana llamarla fue a su encuentro y la joven le tendió una pequeña maleta.

-Todo lo que necesitaras está acá disfruta – le dijo dándole un abrazo y un beso.

Se despidieron una vez más de todos y se marcharon donde Arturo tenía su sorpresa.

-¿Para dónde vamos? – quiso saber la joven pero no obtuvo ninguna respuesta para solo un beso.

-Descansa mi paloma que tenemos un gran camino por delante, yo velare tu sueños – Sara recostó su cabeza en las piernas del joven quien le acariciaba sus hombros desnudos, una caricia que iba desde su oído hasta los dedos de su mano algo que la excitaba pero también la relajaba se sentía como si estuviera en casa, ese era su lugar ahí era donde pertenecían.

Después de bastantes horas de viaje en las cuales casi todas las paso dormida y ya pasado el mediodía, el coche se detuvo afuera de una cabaña que estaba ubicada en la Bahía Inglesa en Copiapó.

Ingresaron a un lugar no muy grande pero con mucho lujo, estaba en un lugar que al mirar por los grandes ventanales podían sentir que se encontraba por encima del mar.

Sara se había quedado perdida en la vista hasta que sintió los brazos de Arturo rodear su cintura y apoyar su mentón en el hombro de la joven.

-¿Te gusta mi amor?

-¡Es precioso! – exclamó dándose la vuelta y enredar sus brazos por el cuello de él.

-Espero poder hacer un comienzo como te mereces y dejar todo atrás – y volvió a hundir su rostro en el cuello de su chica.

-Lo llevas muy bien – ella quería que todo quedara atrás y comenzaran desde cero lo amaba y le había demostrado que podía confiar en él, se había convertido en una persona con la cual podía conversar y confiar, el tiempo les había servido para poder conocer muchas cosas uno del otro como no lo habían hecho antes.

-Vamos – le dijo tomándola de la mano y la llevo a la habitación principal – quiero descansar para lo que tengo planeado – Sara lo miró divertida y levantando una ceja – no seas mal pensada vamos que quiero dormir abrazado a ti.

Así hicieron, el joven la desvistió mimándola en cada momento y diciéndole lo bella que era.

-Dijiste que dormiríamos – se burló ella.

-Eso haremos – siguió él sin parar de besarla – pero me has tenido loco toda la noche viéndote con este vestido y tus zapatos, para agregar también todo el tiempo que he deseado tenerte conmigo – le dijo en el momento que lo que usaba tocaba el suelo.

-No tienes remedio.

-Tengo y eres tú.

Se besaron e hicieron el amor por horas llegando los dos a su liberación como tanto lo deseaban, Arturo era delicado pero en otros momentos era todo una fierra en la cama y había agotado a Sara que estaba dormida desnuda encima de él.

Al despertar la joven se encontró sola en la cama tratando de escuchar por si Arturo se encontraba en algún lugar de la casa pero al no sentir nada se levantó de la cama y se fue a dar una ducha que tanto necesitaba.

Envuelta en una toalla salió y encontró en la silla al lado de la cama un vestido blanco nada lo extraordinario era algo simple para la playa, corto e iba amarrado en el cuello.

La sonrisa no podía borrarse de su cara y al salir al salón se dirigió de nuevo al ventanal para poder apreciar la vista de la cual se había enamorado desde el primer momento y se dio cuenta que ya estaba oscureciendo, vio que se encontraban abiertos y sé fijó en  una escala que descendía hasta el mar y estaba iluminada por completo, así que decidió seguir ese camino.

Cuando comenzó a descender pudo apreciar la playa ante sus ojos y la sorpresa que se encontró fue tal que tuvo que sostenerse en las rejas de las escaleras para no caer, en la arena habían escrito con velas.

                                     "SARA TE AMO"

Y al fin de su camino pudo apreciar a Arturo que la esperaba vestido con una camisa y un pantalón blanco, parecía un ángel, su ángel.

Sin esperar se lanzó a sus brazos, todo esto era demasiado para ella, era algo a lo que no estaba acostumbrada.

La llevó a una mesa donde los esperaban exquisitas cosas para comer, cenaron los dos entre risas y caricias hasta que llegó la hora del postre que era una tarta de chocolate  y crema, llevaba adornada una frutilla la cual tenía incrustado un anillo encima y al verlo a Sara se le llenaron los ojo de lágrimas que no quería derramar.

Arturo tomó el anillo y se arrodillo a su lado.  

-Mi paloma, estando juntos siento que todo es perfecto que no necesito nada más – le dijo sin apartar su mirada de ella – al  coger con mis manos la tuyas es sentir que no nos vamos a separar, es como cuando el sol se oculta en la tarde tocando al mar suavemente poco a poco o cuando levantas las vistas en el amanecer y ver como poco a poco se unen, amarte es como ver esta inmensidad – señaló el mar que se encontraba a sus espaldas – no lo puedo comparar con nada porque jamás nada ha sido tan grande y tan inmenso como lo que siento por ti Sara quiero que eternamente nos encontremos cada mañana y cada atardecer juntos inseparables para siempre eternos.

- No sé cómo decirte lo que quiero decirte quizás no sea la proposición más original y sublime de todas pero frente a este hermoso atardecer quiero pedirte aquí y ahora que me concedas el honor y el placer de ser mi esposa – las lágrimas ya no podían parar de correr por sus mejillas.

-En pocas palabras  Sara ¿Quieres casarte conmigo y perseguir cada atardecer y amanecer juntos ser el uno para el otro vivir eternamente en nuestros brazos amandonos y viviendo el uno por el otro? – Sara conocía su respuesta pero tenía miedo de que todo fuera un sueño y nada se realizara – No  me hagas repetirlo nuevamente respóndeme ¿quieres casarte conmigo y vivir eternamente y lograr formar esa familia que tanto deseamos los dos?

-¿Me puedo negar a eso?

Al principio el joven se asustó al escuchar esas palabras pero con solo mirarla se dio cuenta de su respuesta.

-Mi paloma creo que no tienes opción.

-Entonces ¡SI! Mi amor quiero ser tú esposa – El joven no podía creer que por fin tenía a su paloma como quería.

La tomó en sus brazos y comenzó a darle vuelta en el aire.

-Te amo, te amo...

                                                                    Continuara...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro