EPILOGO
Ha sido un día agotador pero todo vale la pena por ver a mi familia feliz.
¿Te preguntas que te has perdido, verdad? No te preocupes porque por eso estoy aquí y voy a contarte como ha sido vivir con mi paloma los últimos siete años que llevamos casados, y algunos meses de novios que se me hicieron eternos.
Estoy llegando a mi casa y ahí está, la puedo ver desde lejos porque tengo vista de halcón cuando se trata de ella. Ahora vivimos en Santiago porque trabajo aquí. Cuando salgo de la oficina corro hasta nuestra casa, joder es que no puedo soportar estar lejos de ella tanto tiempo porque me vuelvo loco al ver las horas pasar y no poder abrazarla, ni besarla, ni tenerla toda para mí. Aunque el viaje en coche es corto a mí me parece interminable, pero la verdad es que tengo tiempo para disfrutar a mi guapa y sexy mujer y los tesoros que ella me ha regalado; nuestros hijos.
Estaciono el coche en el garaje y voy a su encuentro, sé que mi paloma me ha escuchado llegar pero está tan entretenida que no para lo que está haciendo. ¡Joder, que sexy está! Lleva un vestido de flores que le llega hasta las rodillas, las piernas de esta mujer me hacen perder la cabeza y ya empieza a darme calor... El tiempo es muy bueno ya, y mi mujer comienza a vestirse con ropa más... menos tapada y me encanta. ¡Vaya que sí me encanta! Se ve tan guapa cuidando las flores de nuestro jardín...
El jardín está casi completo de orquídeas, sé que es la flor que más le gusta porque todavía recuerdo la preparación de la boda.
SIETE AÑOS ANTES
-¡Joder Sara, me estás volviendo loco! – tiene la mesa del comedor llena de papeles, telas, y no sé cuántas mierdas más para la decoración de la boda. No entiendo nada de lo que me está diciendo, y por si fuera poco aquí están Mirian y Noemí dando su opinión. ¡Cómo si a mí me importara lo que piensen! Pero las mujeres son así, ya me dijeron que tenían que estar presentes a como diera lugar para opinar de los preparativos. ¡Fue el cabrón de mi hermano! Es su manera de vengarse por todas las bromas que le hicimos en su boda – Yo me largo de aquí, no tengo nada que hacer porque es cosa de chicas.
-Mira Arturo Coelho, si tú sales por esa puerta y me dejas sola con todo esto... ¡Te juro que no me caso! – se queja ella poniendo esa carita de pena. ¡Mierda! Ella sabe que no puedo negarme a nada de lo que me pida si pone esa cara.
-Mi paloma, estás nerviosa y necesitas tranquilizarte. Elijas lo que elijas a mí me gustará igual.
-Pero amor, yo quiero que todo lo hagamos juntos, es nuestra boda; tuya y mía – me dijo poniendo sus brazos alrededor de mi cuello y pasando su lengua por mis labios.
-¡Me cago en mi tía, la de Londres! Mi paloma no sigas haciendo eso, últimamente soy un hombre con poca paciencia y muchas ganas de fo... de ti – le susurré al oído solo para que ella me escuchara.
Mi susurro le provocó una risita nerviosa. Lo sabía, yo sí sé cómo poner a mi paloma nerviosa y... ¡Joder, me encanta hacerlo!
-Sara, déjense de tonterías y vamos a terminar esto que quiero ir a ver a mis bebes – nos aclaró molesta Mirian.
Me estaba mirando con cara de mala leche pero me daba igual, ella acababa de interrumpir un momento entre Sara y yo así que estamos empate... tú no vas con tus bebes y yo no hago el amor con mi paloma. ¡Mierda no, quiero acariciarla un poco más! Solo un poquito... Me la llevé conmigo y la senté en mis rodillas, ella sabe que haría todo lo que esté en mi mano por hacerla feliz, aunque estoy más que seguro que luego me lo cobraría.
Estuvimos viendo telas, decidiendo que color y de que calidad sería el papel que usaríamos para las invitaciones que se mandan a la gente. ¿En serio? ¿Pero eso también hay que elegirlo? ¡Por mí se lo mandaría en el cartón de los cereales! ¡Qué más me da! Lo único que quiero es casarme, punto. Al menos el lugar para la boda lo habíamos decidido el mismo día que le pedí que se casara conmigo. ¿Os imagináis a Mirian y Noemí eligiendo también eso? ¡Qué puta locura!
Me aburría como una ostra entre tantas idioteces, así que decidí hacer algo para que el rato fuera más agradable y llevadero. Mi sexy futura esposa llevaba un vestido con manga larga, pero la tela no le cubría ni las rodillas así que aproveché que la mesa tenía un mantel que tapaba sus piernas. Coloqué como el que no quiere la cosa mi mano encima de ella, pero estuve quieto, no hice nada más... de momento. Pero mi chica es demasiado inteligente, también cuenta que me conoce bastante bien así que me miró de reojo y me negó con la cabeza.
¡Ya claro nena, cómo si eso me fuese a parar! Comencé a subir mi mano por debajo del vestido, trataba de removerse pero ni por todo el oro del mundo iba a dejar eso así, la apegué más a mi cuerpo y le susurre al oído.
-Amor, déjame disfrutar el momento que paso contigo.
No se niega. ¡Bien! Sabía que con mi voz de pena no se iba a poder negar. Seguí mi camino como el que corre una maratón, hasta que llegué a la meta y comencé a acariciar con mi dedo por encima de su braguita. ¡Mierda! Se me estaba poniendo dura al notar como ella se humedecía a la vez que trataba de no gemir delante de las chicas. Mordía su labio inferior y yo solo rezaba porque algo pasara, se tuvieran que ir las chicas y poder estar dentro de ella. Sentía su deseo, sabía que lo que más quería era tenerme en su interior pero eso era algo que tendría que esperar.
-¿Sara que flores tendrás?
-Rosas – sabía perfectamente que no eran sus flores pero tenía que decir algo para que por fin me dejarán ir, aunque estuviera a gusto con mi mujer así, no era buen momento para mí ir por ese camino.
¡La he cagado! Sentí de inmediato la mirada de las tres mujeres y parecía que me querían matar.
-Vale, está bien me callo – levante mis manos rindiéndome.
-Sabes que esas flores a mí no me gustan – dijo Sara más apenada que molesta.
-Lo sé mi vida y perdóname – le traían recuerdo del accidente que nos separó y yo mandándole cada día rosas. ¡Soy un idiota! Reconozco que mi boca muchas veces no estaba en conexión con el cerebro.
-Está bien. Si de verdad no estás a gusto ayudando con los preparativos vete, yo seguiré con las chicas – dijo y se levantó de mi regazo.
Pude ver que lo había jodido así que sin más que pensar dije sabiendo que era lo que ella quería y le gustaría.
-Las flores serán orquídeas de color blancas y violetas. Todo será adorando de esos colores y ahora me perdonan que tengo que aclara unas cosas con mi futura esposa – pude ver por un momento como habían quedado con la boca abierta por las cosas que había dicho y mi chica como sonreía al ver que si conocía exactamente qué era lo que a ella le gustaba. ¡Punto para mí! Sin más que hablar la tomé como un corderito y la subí a mi dormitorio.
Todavía estábamos en casa de mis padres porque la de nosotros estaba en construcción en este momento.
Subimos las escaleras entre risas y con ella pidiéndome que la bajara, estaba loca si pensaba que lo iba a hacer. Bueno lo hice, pero para dejarla en nuestra cama, sus pies tocaban el suelo y yo me arrodillaba ante ella.
-Mi paloma, a mí me da lo mismo que este adornado o no el lugar, sabes que lo que más quiero es que seas mi mujer y me da lo mismo si llevas traje de baño o un vestido de novia, o si estamos los dos solos o con nuestras familias.
-Lo sé, pero quiero que sea todo perfecto y que todo lo hagamos juntos.
-Lo sé mi vida pero viste que al tenerte a mi lado lo único que no puedo hacer es apartar mis manos de ti – le dije y comencé a subir mis manos por sus piernas – yo quiero estar dentro de ti en cada momento que pueda y estar con las locas – me gané un manotazo por eso pero seguí, haciéndome el dolido – me saca de quicio y ves que se exactamente lo que quieres y lo que te gusta – llegué a su ropa interior y ella levantándose me ayudo a que se la sacara.
VUELTA AL PRESENTE
-¿Me puedes decir que estás pensando que te has quedado ahí parado y no has venido a besarme todavía? – Como siempre mis recuerdos me dejaban con una sensación que nunca he podido expresar, algo que sólo ella logra en mí.
Con una sonrisa me acerco a ella y la tomo por la cintura pegándola a mi cuerpo para que pueda sentir como me ha puesto. Es hora de que entienda que siempre estoy así al verla.
-Nada, solo miraba las flores – le dije oliendo como siempre el perfume de su piel y luego dándole unos besos húmedos por su cuello – sólo estaba recordando el día que las elegimos para nuestra boda.
-Si claro, no me mientas Arturo, que te conozco – podía sentir como trataba de no reír y gemir por mis caricias.
-Pero mi paloma si es la verdad, solo que estaba pensando en el día que las elegimos para nuestra boda y todo lo que sucedió después, ¡Auch! – y me volví a ganar un manotazo de mi querida fiera.
-Tranquilo que no estamos solos – y ahí escuché lo más bonito que mis oídos escuchaban las últimas horas.
-¡Papiiiiii mi mano no me deja jugal! – ahí está la segunda mujer que más loco me ha vuelto y a la que de seguro después tendré que andar protegiendo con pistola en mano, amenazando a los imbéciles que pretendan acercarse a ella. ¡Oh, sí! Que mi hija tenga por seguro que no se va a acercar nadie a ella hasta que cumpla veinte años. ¡Qué digo veinte! ¡Por lo menos hasta que tenga cincuenta!
Vanessa va cumplir los seis años y es una réplica de su madre solo que tiene mis ojos claros, su pelo negro y un poco de rizos, crece tan rápido que da terror pero la verdad es que yo cada día me enamoro más de ella.
-¡Papi hablo! – me tira sus manitas para que la tome en los brazos y me hace pucheritos.
-Perdón mi princesita – comencé a hacerle cosquillas en su barriguita que sé que tanto le gusta.
-¡Ay papi me das cosquillas! – reía sin poder parar.
Veía como mi preciosa mujer nos contemplaba a un lado pero no decía nada y de repente siento un peso en el pie que me hace que casi me caiga, miro y ahí está mi bestia personal que parece siempre un perrito.
Está completamente embarrado y miro como ensucia mi pantalón, pero me da lo mismo. Me agacho a su altura con mi niña aun en los brazos, lo tomo a él también pone sus dos manitos en mi cara y me hace mirarlo.
-¡Hola mi príncipe! – le beso su cabecita todavía huele a bebe aunque ahora con algo más a tierra, miro a Sara para que me venga a ayudar pero ella solo ríe y mueve la cabeza dándome a entender que me las arregle solito y así lo hago. ¡Me encanta domar a mis fieras!
-¡Papi Luben no quiele que tomemos el té! – me dijo mi niñita haciendo pucheritos y comenzamos a caminar hacia su dormitorios. Menos mal que mi paloma no era exagerada con el asunto de la limpieza y dejaba jugar a los niños como correspondía, aunque después lo hacía todo ella y quedaba agotada.
Al llegar a la habitación de mi hija, su mesita estaba llena de súper héroes porque mi hijo había llevado todos sus muñecos para jugar con ella pero mi niña se molestaba porque sus princesas no tenían espacio para jugar, problemas que tienen los niños.
Limpié un poco a Rubén y nos sentamos los tres a tomar té, esto era lo mejor del día, quedarme y tomar mi descanso con ellos.
Pasada la noche y con los niños dormidos por fin tengo para mí solo a mi mujer, ella se está bañando mientras me acerco donde hay una foto de nuestra boda. Este año cumplimos siete años de casados y no ha cambiado nada en absoluto nuestra relación, cada día estoy más loco por ella y nunca podré olvidar lo que sentí ese día que por fin seria mía para siempre.
BODA
-¡LEVANTATE HOMBRE! – siento que alguien me grita pero los ojos me pesan y no los puedo abrir, mierda por que tomé tanto ayer – Arturo te advierto si no levantas ese culo de tu cama ahora mismo no te gustara la manera en que lo haga yo – no podía escuchar, me dolía la puta cabeza y me tapé la cabeza con la almohada, me di vuelta pero no sirvió de nada porque alguien me la quitó.
-¡Por la misma mierda! ¿SON IMBECILES O QUE? – los muy desgraciados de mi hermanos me tiraron un balde con agua congelada y hasta mi amigo fiel lo sintió, los cabrones no paraban de reír al verme saltando de un lugar a otro para poder calentarme un poco. ¡Mierda como esta de frío!
Me metí de inmediato a la ducha, tenía que dejar correr el agua caliente en mi cuerpo para volver en mí, después de unos quince minutos ya sintiéndome mejor pude salir y me encontré con los tres imbéciles de mis hermanos y el tarado de mi amigo, claro el muy cabrón quería "Aprobar o probar" a mi prometida como el muy desgraciado me había dicho algo a lo que le respondí "Tú la tocas y yo te corto las pelotas" así que quedaba bien claro que con mi mujer no haríamos lo que tantas veces habíamos disfrutado juntos a Dulce, pero Sara era solamente mía de mi persona y ni siquiera me imaginaba que otro hombre la mirara.
-¿Ustedes me pueden explicar que mierda están haciendo en mi dormitorio a estas horas y no me dejan dormir?
-Peque si es que no recuerdas hoy es tu boda – me dijo Juan pasando un brazo alrededor de mi cuello y con los nudillos de la otra mano pasándomelos por mi cabeza, me hizo sentir como si me estuviera quemando – ¿No creo que te gustaría dejar plantada a Sara y tener que enfrentarte después a todos? – dijo soltando una carcajada ya que sabía muy bien que a la primera que tendría que enfrentarme sería a su queridísima esposa y eso no lo haría por nada en el mundo que Dios me libre de ese mal pero yo mismo no me podía imaginar mi vida sin mi ángel.
Tres días han pasado desde que no la veo y me siento totalmente solo, aunque ayer me escape de mis hermanos y la vi por unos momentos a lo lejos no era lo mismo, más encima porque usaba un traje de baño que me dejó una gran erección, era diminuto de un color negro que resaltaba en su piel y podía apreciar cada lugar de ese cuerpo que me pertenecía pero estoy seguro que se dio cuenta de mi presencia porque sus movimientos comenzaron a ser mucho más sensuales y hasta cuando se agachó para levantar su toalla me dio la espalda y me tendió su precioso culo que tanto adoraba. De seguro que mi pene ya estaría azul por contenerme pero aguantaría para que ella pagara cada minuto de su tortura.
-Vamos Ar no babees y comienza a prepararte que la boda es en dos horas – me dijo mi amigo riendo.
-Deja de joderme Hernán que eso no es verdad – no podía ser que fuera verdad ¿a qué hora me había dormido? y si era así como decía él serian pasadas las cuatro de la tarde – son pasadas las cuatro – respondió a la pregunta que no le hice y mierda sí que había dormido demasiado así que como pude comencé a prepararme frente la atenta mirada de los muy jodíos que se reían sin parar y no ayudaban en nada.
Dos horas después ya estábamos en la playa, ahí estaba toda nuestra familia y nuestros amigos, Hernán y Dulce habían llegado unos días antes para acompañarme en este momento tan importante para mí. Él sería mi padrino y Noemí la madrina de mi princesa, al principio no me quería cerca de mi amiga pero luego comprendió, ya que sabe que no puedo ver a otra mujer como la veo a ella.
Tengo mis pies metido en el agua y estoy perdido en mis pensamientos hasta que siento una mano en mi hombro y al girarme ahí está mi apoyo incondicional, mi hermano que siempre ha estado a mi lado en todo.
-¿Cómo te encuentras peque?
-Bien.
-¿Nervioso? – y el muy imbécil sabe que lo estoy pero igual quiere hacerme sufrir.
-¡No, para nada! – miento, estoy más nervioso que la misma mierda pero no se lo diré.
-Sí, claro esa no te la crees ni tú, pero tranquilo que es normal – ríe – acuérdate que estuve así hace como un año atrás.
Miro mi reloj y ya lleva media hora de retraso, me estoy poniendo nervios más de lo que estoy y le hago la pregunta que tanto temo.
-¿Crees que se ha arrepentido? – no lo miro tengo miedo es la verdad y no me avergüenzo de admitirlo. Se queda en silencio y no me responde levanto mi cara y veo al muy estúpido aguantando no reírse.
-¿Ves cómo molesta que se burlen de ti en estos momentos? – Dijo ya riendo a carcajadas – eres un tonto hermanito si crees todavía que ella podría arrepentirse después de demostrarte cuanto te ama y ahora vamos, que te está esperando en el coche.
-¡Imbécil ha llegado y no me has dicho nada! Corre – le grito yo ya llegando al altar que está decorado en la arena un poco antes de donde rompen las olas.
Me ubico en mi lugar con mi amigo a mi lado, quien no para de decirme que aún es hora para salir corriendo, él muy jodío cuando se enamore me comprenderá pero antes no.
Me suda todo desde la nuca hasta los pies, mis manos tengo que pasármela constantemente por mis pantalones para poder secarlas, los nervios me están ganando y siento como los pies me tiemblan tengo que cambiar mis pensamientos y comienzo a mirar a mi alrededor.
Todo adornado como mi paloma lo deseaba con sus flores y los colores que tanto le gustan, no es nada grande pero puedo decir que no podría ser mejor, en los primeros asientos se encuentran mis padres con mis sobrinos y a su lado mis hermanos todos vestidos de negro y sin zapatos, nos vemos cómicos pero eso era lo que las mujeres deseaban y ellas de blanco todas ya que mi futura mujer como siempre no quería ser la única que llevará ese color y ser el centro de la atención de todos así que les pidió a todas que usaran el mismo color que su vestido.
De repente escucho una melodía y me giro hacia la entrada y ahí se encuentra "¡Mierda Arturo coge aire, bota aire!" me tengo que recordar parece un ángel listo para llevarme al paraíso, esto sí que será difícil.
Va del brazo de mi suegro se ve preciosa no puedo ver muy bien su cara porque la cubre un velo largo el cual se une con su vestido.
Luce hermosa en un vestido blanco que me dejó sin aliento, era un corsé con escote de corazón que resaltaba a la perfección su increíble figura, la falda era un poco amplia sin caer en lo exagerado parecía una princesa medieval, los pequeños diamantes bordados en su vestido brillaban como si miles de estrellas se posarán sobre ella y llevaba en sus manos su ramo de orquídeas blanco y violeta no podía ser más perfecta.
Llegan a mi lado y me giro para saludar a mi suegro como corresponde aunque la verdad es que me muero por llevarme a mi mujer y ver que lleva debajo de ese vestido "¡Tranquilízate amiguito no es el momento de despertar!" Me remuevo incómodo para que no se den cuenta.
-Arturo, hace muchos años yo estaba en la misma situación en que hoy te encuentras, esperaba ansioso la llegada de la que hasta hoy es mi mujer y cuando la vi, pensé que ese era el día más feliz de mi vida pero sabes, estaba muy equivocado porque ese era solo uno de los muchos que la vida me daría, tuvimos dos hermosas bebés, las vi nacer, crecer y convertirse en preciosas mujeres, hoy estoy aquí entregándote a la más pequeña de mis tesoros, ha pasado por muchas cosas unas realmente duras pero hoy tengo la seguridad de que quedaron atrás, un día le pedí a Dios que hiciera realmente feliz a mi niña y hoy me contestó contigo aquí, quiérela mucho, cuídala, apóyala y protege su corazón como un día me prometiste, sé que juntos lograrán formar una hermosa familia.
-Tenga por seguro que dedicaré mi vida para hacerla feliz cada día – me dio un apretón de mano y colocó la de Sara en las mías.
Después de muchos días por fin me sentía completo, al echarle su velo hacia atrás y al destaparle su rostro pude ver lo hermosa y emocionada que se encontraba, sus ojos estaban aguantando las lágrimas no derramadas por las palabras de su padre, sé que para ella significaban mucho.
El sacerdote comenzó dando la bienvenida a todos y diciendo un montón de cosas a las cuales no podía prestarle atención lo único que podía escuchar, sentir y ver era el ángel que tenía delante de mí.
Llegó el momento de decir nuestros votos y comencé, la verdad es que yo no había escrito nada porque solo le diría lo que en realidad sentía en ese momento y así lo hice.
-Mi paloma sabes que no soy de aquellas personas que sepa expresarse muy bien con palabras y las mayorías de las veces meto la pata, soy un hombre que ha cometido demasiados errores, un hombre que se dejaba ir por el placer solamente – le di una sonrisa de lado y ella se sonrojó de inmediato pensaba en lo mismo que yo y eso me gustaba – pero al conocerte desde el primer momento fue algo mucho más, me enamoré de ti a primera vista, cometí mis errores – agacho mi mirada todavía me da vergüenza aunque conozco que todo haya quedado ya en el pasado así que de inmediato la vuelvo a mirar – cada día será para enamorarte cada vez más y para hacerte feliz, eres mi amiga, mi amante y mi cómplice. Estaré en cada paso que des, cada día daré gracias a Dios por el regalo que me dio al tenerte a mi lado. Te amo como nunca pensé que podría hacerlo y tengo testigos de eso – escucho como todos ríen – ¡ves te lo dije! – sonríe pero no logra mantener sus lágrimas y de inmediato la limpio y no la dejo seguir su camino – Te amo y con este anillo le muestro al mundo entero que te pertenezco por completo.
Trata de tranquilizarse para poder comenzar con sus votos.
-Llegaste un día y pusiste mi mundo patas arriba, había jurado no volver a enamorarme ni amar pero tú desde el primer momento hiciste que rompiera ese juramento, en el momento que estos ojos – pasó su dedo por encima de mis ojos – se encontraron con los míos sabía que estaba perdida. Te amé, te amo y te amaré por el resto de mis días por que el amor de verdad se da solamente una vez en la vida y tú eres el mío, lo que tenemos es algo más que piel, eres mi amigo, mi consejero, mi amante y mi cómplice te apoyare en cada decisión que tomes y con este anillo le demuestro al mundo completo que te pertenezco.
En el momento que el sacerdote pregunta si alguien se niega a esta boda siento que se me corta la respiración, no sé a qué le tengo miedo, si a que Jonathan decida que la quiere para él o que se aparezca esa perra que había decidido arruinarnos pero nada pasa y en el momento que dice.
"¡Los declaro marido y mujer, puede besar a su esposa!"
Esas palabras han sido las más preciosas que he escuchado de otra persona, me acerco lentamente hacia ella quien está inmóvil en su lugar le tomo la cara entre mis manos y le doy un beso suave dulce porque si comienzo como en realidad quiero sé que no lograré apartarme y nos queda la fiesta, pero como me conozco hago algo que la hace reír y sé que me necesita, la tomo de la mano y salimos corriendo de ese lugar le grito a mi hermano que nos veremos en la fiesta y me desaparezco con mi esposa.
VUELTA AL PRESENTE
-¿De qué te ríes mi vida? – me pregunta mi mujer enredando sus brazos alrededor de mi cuello y mirando la foto que tengo en mi manos.
-De nuestra boda – dejo la foto en su lugar y me giro sin que ella me suelte – y lo bien que la pasamos antes de la fiesta – tomo un poco de su pelo y echo su cabeza hacia tras para que me de espacio y hacer lo que me enloquece siento su olor le doy un pequeño mordisco y de inmediato paso mi lengua por encima y la siento gemir – si creo que algo así comenzó...
DÍA DE LA BODA
Llegamos a la habitación como pudimos, los dos nos necesitábamos porque llevábamos tres malditos días el uno lejos del otro y ya era demasiado. No me lo pensé ni un segundo y llevé su mano por encima de mi pantalón para que sintiera lo duro que estaba y lo que siguió me sorprendió, me empujó a la cama para quedar sentado y ella se arrodilló delante de mí con su precioso vestido derramado en el suelo.
Me abrió las piernas y se colocó entremedio me bajó el cierre, tomó con su mano mi miembro que estaba demasiado duro, nunca se había comportado de tal manera sin vergüenza y eso me encantaba, comenzó a jugar con él a subir y bajar hasta que se lo llevó a la boca ¡Mierda! Tuve que pescarme de las sabanas para poder aguantar de no tirarle el pelo y despeinarla, en estos momentos ella me estaba follando como nunca y lo único seguro era que no aguantaría demasiado así que después de un lametazo más que le dio a mi pene la tomé de los hombros y la puse de pie frente mío, subí de apoco mis manos por sus largas piernas sin dejar de mirarla ni un solo instante quería ver lo excitada que se encontraba y al llegar a su centro pude notar lo húmeda que estaba hasta por encima del encaje de sus bragas y sin pensármelo la cogí y se las arranque sin importarme nada jugué un momento con su clítoris mientras la sostenía por la cintura para que no se moviera le introduje un dedo y luego otro, sus gemidos cada vez más ansiosos.
-¡Vamos mi ángel demuéstrame cuanto me necesitas y déjate ir ahora! – le exigí, quería demostrarle que yo mandaba aunque la verdad fuera que ella hacía conmigo lo que quería. Pero su cuerpo estaba de mi parte, reaccionaba a mis peticiones y pude sentir como sus piernas se humedecían por sus jugos así que la tomé de la cintura y con un solo movimiento la senté encima de mi miembro, cada vez me sentía más dentro de ella, estaba apretada y me necesitaba lo mismo que yo.
-¡Amor no puedo más! – una vez más estaba lista para mí, pero yo quería más me levanté con ella haciéndola que envolviera sus piernas en mi cintura y la acorralé entre la muralla y yo. Me enterró sus uñas por encima de la camisa que llevaba puesta, era algo maravilloso vernos follando completamente vestidos.
-Eres mía por fin, solamente mía y esto – le dije acariciándole su clítoris – me pertenece solo a mí mi vida, haré que cada vez me necesite más, como te necesito yo a ti.
-¡No puedo más mi amor! – Dijo sollozando – ¡Voy a terminar!
-¡Qué esperas mi amor, dámelo! – y me enterré una vez más en su interior donde me derrame por completo. Esa era la primera vez que no teníamos protección y nada que nos separará, y joder que satisfacción, porque esa sensación era única.
Trataba de componerme para poder sostenerla, había quedado sin fuerza pero teníamos que ir a la fiesta donde nos esperaban.
Cuando por fin recuperamos la respiración fui al baño, tomé una toalla, la mojé y con ella limpie a mi paloma con mucho cuidado, aún estaba muy sensible pero teníamos que ponernos presentable para nuestros invitados – lista Sra. Coelho está usted como nueva – la tomé de la mano para dirigirnos a la recepción, me encantaba saber que mi mujer iba sin ropa interior ya que se la había roto, quería jugar nuestra primera noche de casados...
VUELTA AL PRESENTE
-No cambiaras nunca mi amor – estamos relajados después de haber recordado nuestra primera noche y contemplo su cuerpo desnudo a mi lado – tengo algo que decirte – y veo como se levanta de la cama, va hacia donde se encuentra su bolso y saca un sobre, mientras yo admiro su cuerpo que a pesar de haber tenido dos embarazos no tiene ningún defecto, pero hay algo raro, su pecho está más hinchado de lo normal y sin querer me humedezco los labios, así estaban ¡Espera un momento si ese sobre es lo que pienso!
Me tiende el sobre para que lo abra pero no es necesario, ya sé lo que dice.
-¡Estas embarazada! – le afirmo y ella me mira sorprendida.
-¿Cómo lo sabes si no lo he dicho a nadie todavía? – dijo sentándose a mi lado con una sonrisa enorme mirando con ilusión.
-Resulta amor que me lo acaba de decir tu cuerpo, recuerda que lo conozco mejor que nada – le dije atrayéndola a mí - ¿Lo estás?
-Sí mi amor, volveremos a ser padres.
Me puse en pie y la tomé en mis brazos, esta mujer lo era todo y cada vez me hacía más feliz si es que eso fuera posible comencé a girar con ella y no paraba de reír hasta que me di cuenta que eso le podía hacer mal y la dejé en el suelo pero sin apartarla de mi lado.
-¿Estas contento mi vida? – enserio puede preguntarme algo así después de todo el show que le hice.
-¡¿Tu qué crees mi amor?! ¡Soy el desgraciado con mayor suerte en el mundo!
La recosté en la cama e hicimos el amor por toda la noche y mimándola como se lo debía.
Los días pasaban y las cosas no podían ir mejor, quedaba unas semanas para celebrar mi cumpleaños y el de mi princesa que era el mismo día; veintinueve de Octubre, porque ella era mi regalo de Dios y Sara había decidido que sería el momento perfecto para anunciar la llegada del nuevo miembro.
Es veinte de Octubre en la mañana y estoy en la oficina cuando suena el teléfono y me indican que es de la casa. La que llama es Gabriela, la chica que ayuda a Sara con los niños y de inmediato me pongo alerta. Algo debe haber ocurrido para que me llame ella así que pido que me la pasen de inmediato.
-¿Don Arturo?
-Si Gabriela soy yo ¿qué sucede?
-Señor resulta que la señora Sara se cayó de las escaleras – mi corazón paró de latir y yo de sentir – queremos llevarla al hospital pero ella se niega.
-Cuelga, voy de inmediato – no sé si cerré el teléfono, si me llevé mis cosas, no tengo ni idea de cómo llegue a casa, al llegar corrí de inmediato a nuestra habitación y la encontré acostada con los niños.
-¿Qué sucedió mi vida? – me arrodillé a su lado sin meter bulla ya que los niños dormían.
-¡Nada mi amor solo que me maree y caí pero estoy bien tranquilo!
-Amor vamos al médico a que te revisen y así quedamos más tranquilos.
-No es necesario ya vino el médico y vio que estaba bien así que no hay por qué ir a ningún lugar y más encima a mis bebes no los dejaré solos por una tontera.
-Lo de cabezota no se te pasará nunca – le dije abrazándola y recostándome a su lado sin despertar a mi princesa, si pudiera los metería en una burbuja para que nada les pasara pero sé que eso no es posible.
Pasaron unos días de su caída pero ella no se mejoraba, cuando estaba yo en casa ella trataba de disimular pero la conocía demasiado bien como para saber que no lo estaba, además veía como de vez en cuando tocaba su barriga o le daban algunos mareos, pero ella estaba segura de que era por el embarazo.
Un día comenzó con un poco de fiebre y dolor de estómago, le insistí en llevarla al médico pero ella se negó no quería dejar a los niños solos en casa aunque estuviera Gabriela con ellos.
La fiebre de apoco iba aumentando y su color se convertía cada vez más amarillo.
Sara hoy despertó con fiebre y sin poderse mover, estaba blanca así que ya estaba bien de tonterías. Sin esperar nada la llevé al hospital, la tuvieron examinando por horas y nadie me decía nada.
La última vez que le tomé la temperatura decía cuarenta y su cuerpo no reaccionaba muy bien.
A cada enfermera o médico que pasaba le pedía información pero nadie sabía decirme nada, en ese momento escuché a Karla preguntar por su hermana y me acerque a ellos.
-Llegaron.
-Lo más rápido que pudimos ¿Arturo que pasó?
-No lo sé, hoy despertó con fiebre demasiado alta y como está embarazada no sabía qué hacer y la traje acá.
-¿Está embarazada mi hermana? – preguntó Karla sorprendida y feliz a la vez.
-Sí, se los diríamos en la fiesta, pero ahora no sé qué sucede – me hundí en mis hombros y me deje caer en una silla llevaba cuatros horas esperando y no tenía ninguna novedad, hasta que salió un médico y preguntó por los familiares de Sara.
-Yo, soy su marido – respondí de inmediato.
-Lo siento de verdad.
-¿Lo siente, perdimos al bebe? – como le diría eso a mí paloma aunque ya tenemos dos niños y trataríamos luego de tener otro pero ella estaba tan ilusionada.
-La señora estaba embarazada, pero por alguna razón que todavía analizamos cual puede ser o por algún golpe o algún virus el bebe había fallecido en su interior hace unos días y por eso la fiebre que presentó hoy.
-¿Pero ella se encuentra bien, cierto? – pregunta mi cuñada porque yo ni siquiera puedo hablar, algo me dice que nada está bien.
-Lamentablemente no señora. Esto afecto demasiado su interior, si hubiera acudido algunos días atrás podríamos haber logrado algo pero ahora no podemos hacer nada es demasiado tarde.
No escucho nada más, todo se oscurece a mi alrededor y no entiendo que es lo que pasa, quiero verla, sentirla a mi lado y sin que me den permiso entro a la habitación donde la tienen.
Esta acostada en una camilla llena de tubos y maquinas a su alrededor, no puede ser ella. Me niego, me acerco y la miro asustado, estoy muerto de miedo de perderla.
Abre poco a poco los ojos y me ve, trata de sonreírme pero está demasiado débil.
-Tranquila mi vida, ya estoy a tu lado – trata de sacarse el oxígeno pero no la dejo y ella lo hace igual.
-Amor sabes que te amo – sus palabras apenas puedo escucharlas – siempre has sido mi vida y mi todo y ahora te quedas con dos pedazos de mí.
-No mi ángel, yo me quedo contigo y con nuestra familia, pero no me dejes – como puede estar tan tranquila y decirme estas cosas.
-Siempre estaré a su lado más que nunca, pero... - no pudo seguir por que le faltaba la respiración.
-Tranquila mi vida, te pondrás bien y nos iremos a casa.
-Mi amor, escúchame por favor – me suplicó y no pude más que callar – Gabriela ama a los niños así que no la apartes de ustedes, cuídalos y por favor que siempre estés a su lado, te necesitarán... no los dejes solos.
-¡Y Yo! Que haré sin ti mi vida ¡No Puedo! – no me podía imaginar mi vida sin ella no lo lograría.
-Lo harás mi vida – tosió – por mí volverás a rehacer tu vida y darás a nuestros hijos una familia.
De repente un pitido comenzó a sonar primero en una máquina y luego en la otra, llegaron los médicos y me sacaron a tirones de su lado aunque gritara que quería estar ahí.
Karla llegó a mi lado y me abrazó, los dos lloramos como niños, no podía ser que estuviese ocurriendo esto, tenía que ser una pesadilla, todo esto era mentira y quería golpear a alguien, insultar a alguien. Tenía que explicarme porque Dios me había castigado de tal manera llevándose de mi lado a la única mujer que amé con toda mi alma.
Nos sentamos sin separarnos con mi cuñada y ya han llegado todos al hospital junto a mis suegros, esperamos, esperamos no sé por cuantas horas hasta que una voz me saca de mis pensamientos.
-Señor Coelho – me dice el médico y lo comprendo de inmediato – lo siento mucho pero no logramos hacer nada, su corazón al final le falló.
Siento como todo se derrumba a mi alrededor no tengo suficiente aire para respirar, me ahogo, quiero despertar y que a mi lado este ella, escucho llantos y gritos de desesperación pero no puedo hacer nada tengo que irme a mi único escondite, ese lugar donde solo hay amor.
Tengo que recordarla como era y sus palabras "Cuidar de nuestros hijos" sin más desaparezco del hospital, siento como me llaman pero me moriré si no los tengo pronto a mi lado.
Después de un camino sin fin por fin llego a mi casa y Gabriela me abraza dándome el pésame. Sin dejar de llorar le pregunto dónde están los niños y me dice que duermen en mi habitación así que corro a su encuentro y al abrir la puerta ahí están los dos abrazados durmiendo sin saber nada de lo que sucedía a su alrededor.
Me dejo caer en mis rodillas y por fin dejo salir todo lo que se me venía encima y lloro sin vergüenza ni nada.
Perdí la razón de vivir, mis hijos perdieron a su madre y no sé cómo se los explicaré, todavía pienso que es una pesadilla que no tiene fin.
Como puedo me acuesto con ellos y no me doy cuenta como me quedo dormido.
Es un sueño donde está lleno de oscuridad y no veo nada, pero en algún momento aparece una luz y está ella; mi mujer, mi ángel está vestida de blanco, se ve tranquila cuando llega a mi lado y la abrazo sin querer dejarla ir.
Nos besamos como nunca antes, poniendo todo mi amor en ese beso y demostrándole cuanto la amo.
Al separarse me siento completamente vacío, me mira y limpia las lágrimas de mi rostro.
-Eres un gran hombre Arturo, ahora tendrás que cuidar a nuestros hijos porque ellos son pedazos de mí y de ti, cada cosa que hagas piénsala porque los afectaran a ellos primero – era ella como siempre, diciéndome exactamente lo que tenía que hacer – confío en ti mi amor – y comenzó a alejarse, traté de seguirla pero ella se convirtió en una paloma blanca y voló lejos pero antes de desaparecer completamente me dijo:
"Siempre qué me busques estaré a tu lado, Te amo Arturo"
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