CAPITULO 27
"Siento como el humo llega a mis pulmones, trato de taparme con una mano para poder entrar a la habitación, todo está en llamas hace demasiada calor, siento como el fuego roza mi cuerpo pero me da lo mismo tengo que encontrarla, mi paloma me necesita pero no la veo por ningún lugar no está en su cama, apenas puedo ver mi camino, me tropiezo con un pedazo de madera pero trato de mantener la tranquilidad para poder encontrarla.
Al respirar me duele todo, ¡Dios ayúdame a encontrarla! No te la lleves contigo, ahí está por fin la tengo delante de mis ojos corro a su encuentro está tirada en el suelo trato de hacerla reaccionar pero es imposible no me responde, debe de haber intentado de ir hacia el baño pero no lo logró tengo que hacer mis movimientos rápidos, corro y humedezco mi camisa y se la coloco en la cara la tomo en mis brazos y empiezo a caminar hacia la ventana pero cada vez esta parece más lejana mis manos comienzan a adormecerse y siento que ya no la puedo sostener, me pongo a gritar como loco para que alguien venga ayudarnos, por favor alguien que la saqué ¡Dios permite que Sara salga bien, yo no importo, pero ella necesita estar a salvo!
Comienzo a perder la noción, no sé si ya he logrado salir, me siento más liviano, todo está negro a mi alrededor y se me dificulta moverme, está totalmente oscuro llamo a Sara pero no la puedo ver y tampoco escucho nada, odio que esté todo tan tranquilo, pruebo caminar pero mis pies no responden. De repente, de la nada me veo acostado sin poder mover ni un solo dedo y decido que ya es hora de dejarme ir, tengo sueño estoy muy cansado.
Escucho a alguien sollozar pero no logro saber quién es, su voz cada vez se acerca más a mí, súplica por algo pero no puedo entender el porqué.
¡Es una voz de mujer me parece un canto angelical, solo ella puede ser pero no puedo llegar a verla quiero tocarla saber que se encuentra bien!"
Sara está sentada al lado del hombre que le salvó la vida, no ha despertado desde que los bomberos lo sacaron de la casa después de ella.
Estaba negro lleno de ceniza, ella había tomado un pañito pequeño que humedeció y paso por su cara para poder limpiarlo, no era su trabajo pero se negó a que la enfermera que estaba a cargo lo hiciera.
-¡Hija por favor, tú también tienes que descansar! – se quejó su madre muy preocupada.
-¡No se les ocurra pedirme que me vaya! – Dijo con ojos llenos de lágrimas - ¡Él me salvó la vida y yo no lo dejaré!
-Pero mi niña si él se encuentra bien, solo necesita tranquilidad y se recuperará.
-¡Mami no, Por favor, entiéndeme! – le suplicó.
-Mi amor vamos, que sabes que tu hija sacó tu carácter, así que será imposible que la muevas de acá – le dijo Samuel a su esposa dándole un cariñoso beso en la cabeza.
La mujer frustrada por que reconocía que su hija se parecía demasiado a ella, hecho la cabeza hacia delante hundiéndose en sus hombros, se sentía derrotada pero ella hubiera actuado de la misma manera por el hombre de su vida.
-¡Está bien, está bien! Pero prométeme que luego descansarás.
-¡Esta bien mami! – le prometió la joven dándole un fuerte abrazo a su madre.
-¡Gracia hija por lo que haces por él! – le dijo la madre de Arturo en el momento que la abrazaba dándole un cariñoso beso.
-No tiene nada que agradecerme – le respondió Sara un poco avergonzada apartando su mirada hacia donde se encontraba su Héroe – él casi muere por mi culpa – se explicó con dificultada por la emoción – no puedo estar en ningún otro lugar que no sea a su lado.
-Hija no fue tú culpa, conozco a mi hijo y sé que no se perdonaría nunca si algo llegará a pasarte, lo vi con lo de tu accidente – tomó las manos de la chica – estaba destrozado, lo está todavía y por eso se va – sigue secándose unas lágrimas que caen por su mejillas – espero que una vez que despierte puedan solucionar sus problemas.
-Lo mismo espero yo también – susurro Sara.
Ya sola en la habitación sentada justamente a su lado acariciándole la mano con la cual había entrelazado sus dedos se quedó dormida hasta que sintió que alguien le daba pequeños apretones a sus dedos sin poder reaccionar de inmediato fue incorporándose en su asiento y al darse cuenta que Arturo trataba de despertar decidió ir a buscar a los médicos pero el joven apretó mucho más su agarre.
-¡No! – dijo el apenas siendo escuchado por la chica - ¡No me dejes!
-¡Tranquilo shhhh! No te dejo pero tiene que verte un medico yo estoy acá – le dio un beso dulce en los labios y fue en busca de alguien para que lo atendiera.
Sara se quedó a un lado para que lo pudieran revisar y asegurarse de que se encontraba bien.
-¡Listo! – Dijo el doctor – creo que si sigues así mañana se te dará de alta.
-¡Gracias! – respondió Arturo, no podía hablar demasiado ya que todavía le molestaba la garganta.
Al quedarse los jóvenes solos un incómodo silencio se produjo hasta que Sara lo rompió.
-¿Eres un imbécil o qué? – dijo demostrando molestia y dirigiéndose lo más cerca de él, el joven sin poder creer la reacción de la chica abrió los ojos como plato – Una cosa es que quieras hacerme feliz – siguió la chica con los ojos llenándosele poco a poco de lágrimas aun no derramadas – pensar que marchándote lejos es lo correcto y otra cosa totalmente diferente es ¡poner tu vida en peligro! – dijo esto último levantando los brazos al cielo y sentándose de golpe en la silla, cubrió su rostro entre sus manos y no pudo aguantar más y lloró como llevaba horas queriéndolo hacer.
El miedo a perderlo por completo le había abierto los ojos y no lo soportaba, estaba decidida a que aunque él no quisiera luchar por su amor ella no lo dejaría tan fácilmente, haría todo hasta lo último.
-¡Ven acá! – Le pidió el joven tendiéndole la mano.
La joven separó la cara de su manos y al mirarlo por uno momento para ver que hacía, sin pensárselo demasiado fue a su lado entrelazando por una vez más sus dedos.
-No llores por favor – le suplico estirando su otro brazo para poder limpiarles las lágrimas – no me merezco que vuelvas a llorar por mí.
-¿Acaso eres tonto o qué?
-¿Qué quieres decir?
-Lo dije eres tonto, no has querido luchar por nuestro amor y has decidido irte del país para hacerme feliz y tú crees que poniendo tu vida en peligro por mi ¿lo harías, me harías feliz?
-¡La daría con gusto por ti! Mi vida no tiene sentido si algo te llegara pasar, no sé qué haría – dijo con total seguridad de sus palabras.
-¿Entonces por qué te vas y no luchas con migo para ser feliz? – le preguntó la joven mirándolo entre sus pestañas esa mirada llena de amor y esperanza – La vez pasada no me dejaste hablar así que ahora seré yo la que hable y tú el que escuche.
El joven sorprendido la miraba pero no podía negar que le encantaba ver a Sara de esa manera, ella era una mujer fuerte y podía reconocer que ella todavía tenía sentimientos hacia él.
-Sé que cometiste errores y yo también, todo comenzó muy rápido entre los dos y los sentimientos fueron demasiado fuertes, puedo entender que te hayas asustado y será difícil que te perdone muy pronto lo sucedido con Valentina – dijo ese nombre haciendo una mueca de dolor – pero el verte casi muerto y todo por mi culpa para salvarme a mi – siguió dando un gran suspiro – no lo puedo soportar. Mi vida sin ti no tendrá sentido no puedo y no quiero hacerlo.
-Pero... -el joven no alcanzó a terminar lo que quería decir y fue interrumpido de inmediato por Sara quien le colocó un dedo en los labios.
-Sé que es difícil, pero también sé que me amas y todos me lo han dicho y tú me lo has demostrado poniendo tu vida en peligro no te digo que seremos desde el primer momento novios pero me gustaría conocerte como mi amigo, mi cómplice y cuando veamos que los dos estamos seguros de que podremos estar juntos sin que te importe demostrar a nadie ni a ti de que por quererme solo a mi, serás meno hombre y cuando veas que puedes y vuelvas a obtener mi confianza ¿Quién sabe? – terminó dándole una hermosa sonrisa que para él fue como volver a la vida.
Sara reconocía que le había pedido demasiado pero se las tenía que jugar todas por si quería que en un futuro no muy lejano pudieran tener una relación.
Arturo no podía creer todo lo que su ángel le había dicho tenía miedo a volver a cometer esos errores que los llevaron a este desastre pero quería, deseaba estar con ella, solo cuando se encontraba con Sara era en verdad feliz.
-Cometeré errores – le dijo con sinceridad.
-Yo también y te aseguro que no seré nada de fácil y por eso te digo que cuando salgas de este lugar seremos solo amigos o bueno lo que éramos antes pero sin...- la joven se avergonzaba y no podía decir lo que pensaba pero Arturo comprendió de inmediato.
-No te preocupes lo entiendo – dijo soltando una pequeña risa burlona por lo nerviosa que se había puesto Sara después de todo lo que habían hecho juntos.
-¿Entonces? – le preguntó impaciente.
El chico sabía la respuesta mucho antes que ella se lo preguntara pero quería hacerla sufrir un poquito, solamente para verla nerviosa, le encantaba como daba vuelta el pelo en sus dedo y se mordía el labio inferior, eso significaba que ella también lo deseaba tanto como él.
-Vale, aunque se me hará bastante difícil estar a tu lado y no poder tocarte o besarte.
-¡Arturo!
-¡Está bien, está bien! no digo más me conformo por tenerte así, aunque sea solamente como amiga pero te juro que te haré que vuelvas a confiar en mí.
-¡Lo veremos! – le respondió con una sonrisa que iluminaba toda su cara.
Pasadas unas horas que se habían quedado conversando de diferentes cosas, como que había hecho Arturo en el viaje, o ella con la rehabilitación, de repente la joven se levantó y sorprendiéndolo, le dio un beso dulce en los labios no fue nada grande solo un toque pero él sintió que su corazón volvía a latir y al separarse la chica junto sus frentes todavía teniendo los ojos cerrados y le susurró.
-Gracias, gracias por haberme salvado – él de la única manera que pudo responderle fue solamente abrazándola sin dejar que se apartara hasta que fueron interrumpidos por Juan quien había entrado a la habitación y ninguno de los dos se había dado cuenta hasta que carraspeo su garganta.
-¿Quieren que me vaya? – les preguntó levantando una ceja y cruzando sus brazos en el pecho.
-Si por favor – le dijo Arturo sin haber dejado ir todavía a Sara quien se apartó de inmediato y se fue hacia donde se encontraba su amigo.
-Quédate, yo voy por un café para mí y un té para tu hermano ¿quieres?
-Sí, por favor necesito urgente un café ha sido una noche horrible – le respondió este pasando las manos por su pelo.
-Está bien, míralo, no ha sido nada, los dos estamos bien y todo esto ha sido mi culpa – dijo ella colocándole una mano en la mejilla para dirigir la mirada del joven hacia ella – Juan perdóname por favor.
-No pequeña, nada de perdonar – le dijo tomándola entre sus brazos – estoy feliz porque los dos estén bien.
-¡Pues no se te nota!
-Ve a buscar los café y te cuento. – le dijo dirigiéndose hasta donde se encontraba su hermano.
-¡Está bien! – le dio un cariñoso beso y se fue dejando a los dos hermanos viéndola salir por la puerta.
Al girarse Juan pudo ver como su hermano había quedado hipnotizado y todavía su mirada estaba pegada en la puerta, él fue y se sentó a su lado observando como su cara estaba llena de felicidad aunque hubiera pasado hace pocas horas casi el umbral de la muerte.
-¡Al fin y al cabo estás súper colgado de ella! – dijo de forma casual al momento que se estiraba en la silla.
-¡Y no solo eso! Juan la amo y ella a mí, nos daremos una oportunidad aunque al principio seremos solo amigos para podernos conocer y todo eso hasta estar seguros los dos que lo podremos lograr – dijo de una todo esto sin respirar hasta que fue cortado por el ataque de tos, sus pulmones todavía no estaban del todo bien, su hermano se paró y le puso agua para que bebiera, tomó un trago y se tranquilizó.
-Me alegro por ustedes hermano – le dijo dándole unos golpecitos en el hombro - ya es hora que sientes cabeza.
-¿Qué sucede Juan?
-Nada.
-¡Oye! Puede que esté medio mareado por el humo, pero todavía puedo comprender cuando le pasa algo a uno de mis hermanos.
-¡Vamos, nada déjalo ya pasar! – le respondió el chico ya molesto.
-A mí no me mientes, dímelo ¡YA! – le grito pero volvió a ser cortado por la tos, cada vez que o hablaba fuerte o demasiado la garganta se le secaba y comenzaba con ese ataque.
-¿Bueno que quieres que tenga? – respondió nervioso y pasando su manos por la cara – casi pierdo a mi hermano menor y a una amiga que quiero mucho ¿te parece poco? – le preguntó levantando una ceja.
-Tienes razón pero tranquilo que estamos bien los dos y no fue para más – le respondió mucho más relajado y dándole una sonrisa que llegaba hasta los ojos.
-Claro y ahora estás feliz.
-¿Pero cómo no estarlo? Si ya ha quedado todo atrás y comenzamos desde cero – le respondió el joven aún más relajado que antes y quitando la importancia a los hechos.
-Sí, pero la angustia que vivimos fue demasiado grande – se levantó de su asiento y con un dedo le golpeo en el pecho y siguió – Como que se te ocurra volver hacerme sufrir de esta manera, te lo juro que seré yo quien te mate – le dijo dándole un fuerte abrazo el cual fue respondido de inmediato.
Se quedaron por casi una hora esperando que Sara volviera con sus bebidas pero desde el momento que se había ido no había dado señales de vida.
-Creo que se ha demorado demasiado – dijo Arturo para sí mismo pero siendo escuchado por su hermano.
-¿Qué sucede peque?
-Sara no ha vuelto, ¿crees que se arrepintió y no querrá volverme a ver?
-Ella no es así, si no ha regresado es por algo ¿quieres que vaya a ver qué sucede?
-¿Puedes? No quiero que se aparte de mí sin decir nada y si se arrepintió quiero que ella me lo diga directo, mirándome a los ojos.
-Está bien, espera y regreso en cinco minutos.
Arturo se quedó mirando como su hermano se iba de la habitación por su mente pasaron demasiadas cosas pero esperaba que Sara no se hubiera arrepentido de todo lo que le había dicho y que por fin lo perdonara.
Al salir Juan se encontró con una escena que lo dejó congelado.
Unos minutos antes:
Sara acababa de dejar a los hermano en la habitación y se preparaba para ir en busca de sus desayunos pero antes de poder llegar se encontró con su hermana quien la estaba esperando, le dio un gran abrazo y comenzó a escanearla con la mirada para ver que de verdad se encontraba sin ningún problema.
-¡Hay mi negrita como nos has asustado! Casi me muero – le dijo Karla llena de emoción y tristeza en su voz.
-Perdona hermanita pero no sé cómo sucedió – no pudo seguir, se puso nerviosa al recordarlo todo.
-Bueno tranquila ya está todo bien – le dijo su hermana dándole de nuevo un abrazo muy tierno - ¿Para donde ibas?
-A buscar algo para desayunar para los tres ¿Me acompañas?
-Pues vamos por que me muero de hambre.
Pero antes de poder llegar, se quedaron las dos congeladas al ver quien se acercaba hacia ellas corriendo desesperada.
No podía creer que su "amiga" se encontraba ahí ¿acaso se había preocupado enserio por ella? Pensó pero apenas escucho con su voz angustiada decir.
-¿Cómo esta él, se encuentra bien? – las dos la miraron muy sorprendidas no podían creer que no le importara nada de cómo se encontraba su amiga de toda la vida.
-¿Me puedes decir que mierda haces acá? – le preguntó furiosa Sara.
-¿Cómo que qué hago acá? Me enteré de lo sucedido y vine a ver como se encuentra Arturo.
-¡TE LARGAS AHORA MISMO DE ACA! – Le exigió Karla – has hecho a mi hermana infeliz y te vale una mierda.
Valentina miró con cara de superioridad a las dos hermanas y dijo.
-Ustedes no son nadie para mandarme, ya sé que lo suyo – dijo señalando a Sara – con Arturo se terminó y ahora yo haré lo que esté en mis manos para tenerlo.
-¡Tú no sabes nada! – la joven se le acercó y le planto una bofetada a Valentina que le dejo los cinco dedos de la mano marcados en su mejilla – Tú no has significado nada para él y te puedo decir que me contó todo lo sucedido y lo he perdonado – la verdad no era exactamente esa pero no le daría explicaciones a esa perra – así que te advierto, te quiero lejos de todos nosotros.
-Eso no es verdad y lo sabes que apenas me vea caerá de nuevo a mis pies.
-Haz lo que quieras, pero de mi cuenta corre que no lo veras – dijo Sara muy segura.
-¡Claro que lo haré, no eres quien para darme ordenes! – les dijo en el momento que las empujaba para pasar pero no se esperaba que Sara le volviera a pegar y tirándola del pelo la arrastrara hacia afuera.
-¡Suéltame, suéltame! No sé qué pudo ver en ti ,no eres nada más que una mujerzuela – le dijo llena de odio Valentina en el momento que llegaba Juan a su lado.
-¿Me pueden decir que sucede aquí? – al escuchar la gruesa voz del joven las tres se dieron la vuelta para mirarlo.
-No me dejan ver a Arturo – le explicó la desgraciada poniendo cara de inocente – yo solo me preocupo por él y estas – dijo señalando a las hermanas – no me dejan ir a su lado.
-Primero que nada Sara suéltale el pelo – le pidió con media sonrisa a la chica que de inmediato obedeció dándole una mirada de odio a su "amiga" – segundo, no tienes nada que hacer acá él no quiere nada contigo él está y estará siempre enamorado de Sara y no volverá a cometer errores como el anterior y si pensaste que podrías tener alguna oportunidad te puedo decir que simplemente lo que tienen ellos dos es mucho más grande como para tirarlo a la basura por alguien como tú, así que no te rebajes más y vete. – dijo sin más Juan que en todo momento no había quitado la mirada de las reacciones de Karla y Sara por su palabras.
Valentina los miró con reproche, derrotada pero sin demostrarlo se dio media vuelta y se alejó pero no sin antes decirles.
-¡Volverán a tener novedades de mi esto no se queda así! – diciendo esto desapareció de la vista de los tres.
Juan abrazó a Sara y le susurró.
-Sabes que mi hermano te quiere, no le hagas caso a esa serpiente. – le besó cariñosamente en la cabeza – ve que te espera, nosotros iremos a buscar algo de comer.
Sara se dirigió hacia la habitación de Arturo dejando la pareja sola.
- ¿Que sucede acá? – preguntó Karla.
-Vamos y te lo contaré todo.
Los dos caminaron hasta un local y compraron todo lo que necesitaban pero antes de pedir Karla, interrumpe al joven y le pregunta.
-¿Me puedes explicar que es todo eso lo que le dijiste a esa maldita perra? –preguntó muy molesta ella.
-¿Qué cosa? – preguntó el un poco confundido y tratando de recordar que era lo que le había dicho a esa mujer.
-"Que lo que tienen ellos dos es mucho más grande para tirarlo a la basura" – dijo haciendo su voz parecer a la de Juan – es que acaso ¿no te has dado cuenta que tu hermano ya lo hizo?
- A ver preciosa, ¿qué Sara no te dijo nada, no ha hablado contigo?
-¿Qué cosa tenía que decirme?
- Verás, seguramente ella te lo contará, pero la cosa es que ella ha decidido darle una nueva oportunidad a Arturo y él luchará con todo por su amor, así que no se irá del país como lo había dicho.
-¡Qué, no puede ser! Tú hermano no se la merece – le dijo muy molesta – después de haberla hecho sufrir como lo hizo debería desaparecer y dejarla ser feliz con Jonathan.
-Tranquilízate mi amor, por favor – le dijo tratando de abrazarla, a lo cual ella se negó - ¿Qué te pasa amor? Creo que ellos ya son mayorcitos y tienen derecho a decidir lo que quieren para sus vidas y ni tú ni yo podemos entrometernos – siguió quitándole importancia al asunto.
- ¡Claro a ti te da lo mismo porque no será tu hermana a la que veras sufrir por las estupideces de él, no serás tú quien esté a su lado tratando de levantarla cuando la lastime!-ya estaba bastante desesperada y las lágrimas corrían por sus mejillas.
Juan no entendía la reacción de su chica, claro que quería a Sara y se preocupaba por ella y no dejaría que su hermano la volviera a lastimar pero podía ver como ellos dos se querían y los apoyaría cien por ciento en esta relación.
- Karla, cariño creo que estas exagerando un poco las cosas, ellos tienen derecho a intentarlo – dijo el joven tratando de mantener la paciencia – hemos pasado una noche difícil y sé que estás angustiada pero ahora tenemos que apoyarlos.
-¡NO! Todos son iguales, les importa una mierda lo que sentimos y él volverá a hacerla sufrir, pero sabes qué, no dejaré que eso pase y si tú estás de acuerdo con eso, mejor será que no me molestes más – en el momento que ella pasaba por su lado para irse Juan la tomó del brazo y la pegó a su cuerpo.
-Mi gatita me puedes decir ¿Por qué estas así? – le preguntó acariciándole el rostro y levantándole el mentón para que lo mirara a los ojos mientras ella hacia lo posible por apartarse y que la dejará tranquila.
- Desde que ustedes llegaron y ellos se conocieron mi hermana no ha parado de llorar y ya no soporto más, déjame por favor.
-No digas tonterías, sabes muy bien que tu hermana está enamorada de Arturo y ellos decidirán que harán – soltándola de su agarre y pasando su mano por el pelo – Sabes se me está agotando la paciencia, reaccionas como una niña malcriada – diciendo esto se giró en sus talones y se fue dejando a una Karla dolida que no podía parar de llorar.
En el hospital, antes de entrar a la habitación de Arturo, Sara trató de relajarse para que él no se diera cuenta de lo que había pasado, cosa que no logró porque apenas él la vio, la interrogó.
-¿Qué sucede?
-Nada, ¿qué va a suceder? ¡Todo bien! – respondió tratando de darle una sonrisa para tranquilizarlo lo cual no salió nada bien.
-Sara dijimos que no volveríamos a mentirnos y sé que pasa algo porque tu sonrisa es medio fingida, no me miras a la cara y más encima, has regresado sin nada para comer – le dijo el joven haciendo una mueca con la boca.
-Lo que pasa es que tuviste una visita pero no la dejamos pasar y eso puede que te moleste – siguió ella quitándole importancia y sentándose al lado de él.
-¿Qué quieres decir? ¿Quién era? – preguntó sorprendido.
-Tú amiga, Valentina – respondió ella cerrando los ojos, estaba agotada no quería ver como reaccionaba él al escuchar quien lo buscaba, porque si veía en sus ojos que se desilusionaba por no haberla visto ella no podría soportarlo. En ese momento sintió como alguien le tomaba las manos y al abrir los ojos se perdió en el azul de los ojos Arturo quien la miraba hipnotizado y había entrelazado sus dedos.
-¿Te encuentras bien? – Le preguntó preocupado, ella solo asintió con la cabeza – Sabes que ella no significa nada para mí, solo fue un error, el peor que he cometido, he hicieron muy bien en echarla de acá, no quiero verla por nada del mundo.
-¿Por qué Arturo acaso tienes miedo de volver a caer a sus pies? – y de inmediato apartó su mirada porque no quería que viera lo dolida que se sentía.
-Sara mírame por favor – le suplicó tomándole la cara – no es por eso, ella solo fue nada, créeme cuando te digo que solo te quiero a ti en mi vida y me da lo mismo que si me encuentro con ella donde sea, no volveré a cometer el mismo error te lo juro – se acercó tanto que ella podía sentir su aliento en sus labios cuando él siguió hablando – mi vida entera la dedicaré para que me perdones y te olvides de todo lo sucedido, que en algún momento puedas volver a confiar en mí.
La joven podía sentir que su palabras eran verdadera pero tendría que trabajar demasiado para que por fin pudiera perdonarlo, el momento fue interrumpido por un médico que entró a la habitación para darle de alta ya que se encontraba en muy buen estado.
Después de esperar por bastante hora a que sus hermanos regresaran, cosa que no sucedió y aunque se sorprendieron pensaron en que los dos se perdieron entre besos y abrazos cosa que después de seguro se lo harían pagar.
Avisaron a sus padres para que fueran a buscarlos y se separaron afuera del hospital ya que Arturo se iría a su casa y Sara con su padre se quedarían en su rancho hasta que pudieran arreglar los daños provocados por el incendio.
Al llegar la noche por fin Juan dio señales de vida, Arturo sin saber nada de lo sucedido comenzó con la tortura que se había propuesto.
-¡Parece que lo disfrutaste hoy! – dijo el joven mirándolo con una ceja levantada los brazos cruzados en su pecho y aquella media sonrisa que le aparecía cuando quería molestar a alguien – y la verdad espero que lo que hayan hecho valiera la pena de quedarse sin comer.
-¿Qué estabas haciendo? – se entrometió Paulo que llegaba en ese momento junto a Stefano y su mujer.
El joven no estaba de humor así que se preparó para alejarse de todos e irse a su dormitorio, pero su escapada fue interrumpida por Mirian, que lo miraba muy preocupada.
- ¿Que sucede cariño, porque estás así? – al tomarlo del brazo notó su tensión y su tristeza, de inmediato al escuchar eso, todos los hermanos se le acercaron para poder ver lo que sucedía.
-¿Viejo que pasó? Si es por lo del incendio y mi estupidez ya lo hablamos en la mañana, pensé que lo habíamos solucionado – le dijo Arturo dándole un golpecito en el hombro.
- ¡No es eso! Solo estoy cansado, sí, ahora déjenme tranquilo – trató de zafarse del agarre de la chica pero no contó que los demás lo empujaran hasta sentarlo en el sillón del salón.
-Ahora habla por que te aseguro que de acá no te mueves – exigió la joven poniendo sus brazos en forma de jarra.
-¡Lo que pasa es que me cansé! – les explicó juan recostándose en el asiento echando su cabeza hacia tras cerrando los ojos y colocando los puños en ellos para evitar que los demás pudieran ver en el verdadero estado que se encontraba – Discutí con Karla.
- ¿Bueno pero ya lo hablaron, y arreglaron las cosas? – preguntó despreocupado Paulo.
-Esa es la cosa hermano, que no terminó muy bien y creo que se acabó – dijo al momento que se le rompía la voz.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro