CAPITULO 25
Sin pensar nada tomó su coche y comenzó a conducir, sabía que era cobarde por no quedarse y conversar lo sucedido con Sara pero no podía, se sentía vacío, dolido y muy enojado, pero no con ella más bien con el modo de enterarse, con el hecho de saber que no pudo ganarse su confianza para que le contará, tenía todas las palabras atoradas, ¿qué le diría? ¿Cómo hacerlo sin cargar más la situación?
Viajó durante horas sin ningún rumbo en particular, no sabía hacia donde se dirigía sólo sabía que debía estar lejos de todos y solo, en donde nada le recordara todo lo que había vivido los últimos días, tenía que decidir qué hacer.
De repente se dio cuenta que se encontraba en el aeropuerto tenía que regresar a sus raíces y poder decidir, ver qué es lo que verdaderamente quería y pensar en su futuro, sin dar más vueltas se comunicó con Juan le anunció sobre su partida le explicó el por qué y le pidió que no se preocuparán por él, volvería pronto.
El viaje fue agotador y le pareció que no llegaba nunca a su destino después de catorce horas de vuelo se comunicó con su amigo para que fuera a buscarlo y le llevara ropa ya que había salido de Chile sin ropa adecuada para el clima que ahí hacía.
Al llegar Hernán pudo ver que su amigo no se encontraba nada bien.
-¿Viejo que sucede? ¡Tienes una cara de mierda! - le decía el joven en el momento que le daba uno de esos abrazos con los que suelen saludarse los hombres y le entregaba una mochila con ropa para que se cambiara.
-Deja abrigarme y te lo contaré todo con un trago - le respondió dirigiéndose hacia los servicios de hombres y poder colocarse lo que el joven le había entregado.
Por el cambio de horario y las horas de vuelo ya era tarde así que al salir del lugar se fueron directo a un restaurant donde Arturo le contó a su amigo, desde cómo habían sucedido las cosas con Sara, sus sentimientos hacia ella y la estupidez que había cometido con la primera mujer con la que se había encontrado en el país como lo atraía y se olvidaba de todo por demostrarle que era hombre, pero por sobre todo lo mierda que se sentía por haber traicionado de tal manera a su chica.
Hernán lo escuchaba todo esto sin poder creer que su amigo se encontraba así por una mujer, Arturo era de los hombres que podía estar con varias mujeres a la vez y nunca sentirse culpable, pero ahora era diferente, su amigo se notaba diferente.
-¿Viejo me quieres decir que te has enamorado?
-No sé si esto se llama amor o no, pero me muero por volverla a tener a mi lado y cuidar de ella y me siento un miserable desgraciado por haberla hecho sufrir de tal manera - respondió el joven pasando las manos por el pelo.
-¡Estoy sorprendido! - se burló su amigo.
-No seas idiota.
-Como no serlo cuando tú me dices esas cosas.
-Lo sé, soy patético o por lo menos así lo vería yo en otra ocasión, pero ahora me da lo mismo.
-Pero dime, es que no logro entender, hiciste tan grande viaje ¿porque la engañaste? ¿No podías pedir perdón y listo?
-¡No es eso! Solo que cuando sucedió estábamos juntos y se enteró, lo conversamos y bueno ella decidió irse de donde nosotros nos alojábamos y regresar a su casa, pero no logro llegar ya que la golpeo un coche...
-¡No me digas...! - le corto su amigo sin él poder seguir también su frase, le parecía muy doloroso.
-No, menos mal que aparte de un golpe en la cabeza y un pie fracturado no fue para más - le explicó Arturo.
-Bueno entonces ¿dónde está el problema? - preguntó ya confundido Hernán, no podía entender a su amigo.
-Lo que pasa - comenzó nervioso refregándose los ojos con sus manos, estaba cansado esta última semana no había dormido nada de bien y ya le estaba pasando una mala jugada en sus pensamientos y estado de ánimo - es que por el shock de todo lo sucedido ella ha olvidado sus últimos recuerdos y bueno en ellos estoy yo también - dijo más agotado aun.
-Bueno pero esos recuerdos se pueden recuperar ¿no?
-Creo que sí, pero no es solo eso.
-Mierda Arturo me estas matando, me contaras que es lo que sucede de una puta vez - dijo ya comenzando a enfadarse Hernán.
-Tú eres el imbécil que no me deja seguir y me hace preguntas.
-Si porque me estás desesperando hombre.
-Entonces déjame hablar.
-Termina entonces.
-Bueno la cosa es que estuvo toda esta semana en el hospital y tenía como compañía al médico que la atendía por ser amigo de la familia, pero todo eso me parecía muy extraño tanto interés que le demostraba ese hombre y que se pasara todas las noches junto a ella y bueno la noche que le dieron de alta a ella y se fue a casa, que por casualidad me entere que es la de él, lo pille en el momento que se preparaba para besarla pero los interrumpí y pude escuchar que ellos ya se conocían de antes y lo peor - ya su voz comenzaba a quebrarse - es que en el momento que ese imbécil nos dejó solos ella me contó de donde y el porqué de esa amistad.
-¿Entonces por eso estás así?
-Si, el desgraciado de su ex le exigía que trabajara en un club, ahí ella cantaba pero también si los clientes lo pedían era su acompañante por la noche y bueno yo a eso no tuve respuesta ¿lo entiendes? - Le dijo ya frustrado y cabreado con su persona - en vez de pedirle perdón arrodillado y suplicarle que comenzáramos de cero no me salieron palabras que decirle, solo sentía enojo con ella, conmigo, por no confiar lo suficiente en mí, por no saberme ganar su confianza y que me platicara todo lo que había vivido, por hacerla sufrir una vez más.
-¡Mierda que fuerte! - exclamó Hernán sorprendido por todo lo que había escuchado.
-No sé qué hacer, todo esto es mucho más de lo que estoy acostumbrado.
-Mira, primero que nada iremos a mi casa para que descanses y mañana con más tranquilidad y con la mente despejada podrás encontrar una solución.
-Sí creo que tienes razón, ya son muchos días sin poder dormir y creo que un buen descanso me ayudará a poner las cosas en claro - dijo Arturo recostándose en la silla.
-Siempre la tengo, vamos - le respondió el amigo y le hizo señas para que se levantaran y se fueran.
Al día siguiente Arturo comenzó a sentir la luz del Sol en sus ojos, pero no quería despertar, él estaba soñando que nada había sucedido y que todavía su chica se encontraba entre sus brazos pero de repente sentía como ella se alejaba, todo se convertía en negro, se quedaba solo, la llamaba pero ella no respondía.
- Arturo despierta hombre - su amigo trataba de despertarlo desde hace bastante rato y el no reaccionaba, era como si se negará a despertar de ese sueño - reaccionará de una buena vez.
Al ver el joven que no reaccionaba se fue y regresó con un vaso de agua que lo vació en la cara del chico haciendo que este reaccionara de una sola vez.
-¡Pero que mierda! - dijo tratando de secarse la cara con las sabanas.
-No reaccionabas y esto - dijo señalando el vaso - era lo único que me quedaba por hacer - le explicó su amigo tratando de no reírse.
-¡Eres un desgraciado idiota! - respondió Arturo casi tratando de escucharse enfadado.
-Veo que te has despertado de mejor humor.
- Descansé ¿Qué hora es?
-Son las dos de la tarde hombre, levántate que quiero ir a almorzar y luego nos espera Dulce.
-Olvídate Hernán, no tengo gana de juegos.
-¿Qué? - Preguntó el hombre sorprendido - Tú nunca te habías negado a ellos, de verdad hombre que estas mal.
-Déjate de joderme - le dijo y se dirigió hacia el baño, se ducho y por fin sentía su cabeza más despejada. Después de quince minutos ya estaba listo para enfrentar el día y encontrar solución (o "soluciones") a sus problemas.
Almorzaron los dos tranquilos en uno de los locales que frecuentaban cuando Arturo vivía en la ciudad, cuando alguien llego por detrás y le tapo sus ojos, al principio el joven se asustó pero luego comenzó acariciar las manos y pudo notar que eran de mujer, era de dedos largos y suaves como seda, las uñas eran largas y pudo recordar esas uñas clavándose en su piel y se estremeció completamente.
-¡Mi Dulce hermosa! - dijo con seguridad Arturo.
-¡Hola guapo! - respondió la chica dándole un beso en el cuello.
-No me mires con esa cara amigo, solo le avise que estas acá y que necesitábamos una reunión urgente de los tres - le explicó Hernán quitándole importancia.
-¿Qué sucede Ar No te veo bien? - Le preguntó la chica preocupada acariciándole la mejilla - Nacho me dijo que no estabas bien pero no pensé verte así.
-¡Resulta que se enamoró! - exclamó Hernán.
-Pero cariño ese no es problema - dijo mirando directo a los ojos del joven.
-La e cagado Dulce, he sido un desgraciado con ella y ahora no sé qué hacer.
-¿Pero me dirás que es lo que sucede? Porque si esperas que este - dijo señalando al otro hombre - me haya contado como han sucedido las cosas creo que no lo conoces - lo miraron los dos y se pusieron a reír de inmediato.
-Oigan y ahora ustedes que se creen riéndose de mi - trato de sonar también enojado y haciendo pucheros pero lo único que logro fue, que se rieran mucho más fuerte.
Así eran sus amigos le podían alegrar el momento sin más, eran ellos mismos, no se juzgaban pero si sabía que de la chica todavía no lo había escuchado todo.
Al terminar de comer se dirigieron todos a la casa de Dulce era el único lugar donde podrían conversar tranquilamente sin que nadie los interrumpieran.
Llegaron, Hernán les preparó un trago a cada uno y la chica algo para picar mientras tomaban su bebida.
Arturo y Dulce se sentaron en el sillón mientras que Hernán se acomodó en la mesita de salón para poder quedar los tres de frente.
Arturo les relató toda la historia sin que nadie lo interrumpiera, no dejó nada afuera tenía que sacarlo todo de su cabeza y de su corazón aunque le doliera tenía que ser sincero con sus amigos y con sigo mismo primero que nada, al terminar Dulce se giró y le planto una bofetada que a los dos hombres los dejo más que sorprendidos.
-No me miren así, estoy segura que Sara no lo hizo - dijo la chica mirando a Arturo que sostenía su mejilla colorada por la mano de la joven y afirmo que estaba en lo correcto, su ángel no había hecho nada de eso - te lo merecías así que no te quejes.
-Oye pero si acá también hacía lo mismo y tú nunca hiciste eso - le dijo molesto Hernán.
-Nacho no seas imbécil, acá nunca dijo estar enamorado de alguna chica o sentir algo especial por ella, ¿estoy en lo correcto Ar? - Su amigo no podía responder ya que su amiga tenía razón así que volvió de nuevo solo a afirmar con la cabeza.
-¡Mírame! - le ordenó la joven y le tomó la cara entre sus manos, lo miro directo a los ojos - por lo que puedo ver es la primera vez que te enamoras de esa manera de alguien y siento que eso te dio un poco de miedo, digo un tipo como tú que siempre ha estado rodeado de chicas espectaculares y las ha tenido como y cuando has querido de repente el darte cuenta que ahora tu vida solo pertenece a una sola mujer, es fuerte, tu corazón ya estaba atrapado pero inconscientemente tú te resistías, te sentiste perdido luego esa tal Valentina se aparece poniéndose en charola de plata tal cual tú acostumbrabas y sentiste que tenías que demostrarte que podías tener a la mujer que quisieras sin que los sentimientos hacia Sara cambiaran.
Los dos jóvenes miraban a su chica sorprendidos por como ella hablaba y que todo lo que decía era exactamente lo correcto.
-La cosa es Ar que tú tienes que decidir si puedes vivir con y solo para ella ¿estás preparado para dejar de ser tú?
-La verdad es que muchas veces lo he pensado, viendo como Stef y Juan pueden ser fieles y ya uno de ellos ser padre - tomó su cabeza entre las manos y se volvió a perder en sus pensamientos.
-Guapo creo que ya tienes tú respuesta y ahora solo queda que tomes tu decisión - dijo dándole un dulce beso en la mejilla.
-¿Me pueden decir cuál fue su respuesta y que decisión? Porque yo no entendí nada de nada - dijo levantando las manos hacia el cielo derrotado.
La pareja de amigos lo volvieron a mirar divertidos, de verdad que le habían hecho mucha falta, Arturo amaba sus padres y hermanos, pero con sus amigos podía ser el mismo sin avergonzarse de nada.
La decisión ya estaba tomada por una parte sentía tranquilidad y seguridad, por la otra no sabía si sentir temor y perder completamente a Sara eso sería lo que más dolería.
CHILE
La chica se encontraba en su habitación mirando hacia el patio, no tenía ganas de nada no dormía bien y menos comía, habían pasado tres días desde que Sara le había contado toda la verdad sobre su pasado, desde el último día que lo miro a los ojos y no pudo encontrar una pisca de sentimientos.
" Seguro que él estaba confundido, pero si me amaba como él decía debería haberse quedado ahí gritarme enojarse pero reaccionar, hacer algo pero nada el simplemente se fue, desapareció y me dejo sin saber qué piensa de mi"
Mientras piensa todo eso la joven no para de llorar está derrotada y le duele demasiado su corazón.
Sin darse cuenta en la puerta se encontraba Jonathan quien venía a buscarla para llevarla a realizar su terapias, al joven le dolía ver a la chica en ese estado y no sabía qué hacer, aparte de ser una mujer que le había quitado el sueño hace bastante tiempo, desde siempre él había sido su amigo y ahora era cuando más lo necesitaba así que sería solamente eso hasta lograr verla feliz, cerró la puerta y se acercó hacia ella arrodillándose a su lado para poder quedar a su altura.
-Pequeña no sigas así, por favor - le suplico.
-Déjame Jonathan por favor hoy no tengo ganas de nada, quiero estar sola - en ningún momento lo miró, ella seguía con su mirada perdida.
-¡A no! A mí no me vienes con esas pataletas, ahora me escucharas te guste o no - la llevo cerca de la cama donde se sentó y la dejo exactamente al frente de el para que lo pudiera mirar fijamente a los ojos.
-Déjame tranquila por favor- le suplicó.
-¡Olvídate! Y ahora te quedaras tranquila y prestaras mucha atención a lo que te digo - tenía que mostrarle que él estaba hablando muy enserio le tomó su rostro entre las manos y con sus dedos le limpio las lágrimas que corrían por sus mejillas - Te ayudé con todo esto porque pensé que te haría bien y podrías estar más tranquila, podría dar tiempo a tu dolor y poder pensar mejor las cosas tomar por fin una decisión que te hará feliz pero veo que a cambio de eso hay solo dolor y rencor dime la verdad ¿querías que apenas le contaras la verdad el corriera a tus brazos y te digiera que todo ya pasó, los hombres no somos así lamentablemente necesitamos nuestro tiempo para pensar y poder ver que es lo que sucede en realidad.
El hombre se queda por un momento callado para poder poner sus pensamientos en orden y que Sara no reaccione mal a sus palabras.
-Si tú estuvieras realmente enamorada de él y lo amaras como dices hacerlo nunca lo harías sufrir de esta manera, como lo has hecho desde el día que según nosotros perdiste la memoria, lo hubieras afrentado, habrías discutido con él, pero buscaste el camino más fácil, estar lejos.
-No podía seguir luchando - dijo en un susurro la chica entre el llanto.
-¿Luchar contra que pequeña? Él no era ni tu primer novio ni el desgraciado de Julio, a cambio él fue alguien que se enfrentó a ese imbécil por ti, para estar contigo y que tú estuvieras protegida.
Jonathan se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación no podía creer que le estuviera dando la razón al estúpido de Arturo pero lamentablemente para él todo lo que decía era verdad.
-Sí, estoy de acuerdo contigo que has sufrido mucho, pero él se veía todo este tiempo arrepentido y muy mal y no quisiste verlo ni una vez aparte del primer día en el hospital, nunca le dijiste tu pasado no confiaste en él, Sara si lo hubieras amado como dices le hubieras dado esa oportunidad, si estuvieras enamorada no te habrías escondido sin decir lo que sientes.
La joven lo miraba pero no podía decir nada, no podía hablar, su amigo estaba en lo correcto y no le podía llevar la contraria, él tenía que tomar una decisión para que pudieran ser los dos felices o juntos o por separados, tenía que pensar.
-Bueno ahora deja de llorar y tranquila tienes hoy cita con la psicóloga, espero que ella si pueda ayudarte - dijo el joven sintiéndose derrotado, se sentía que de ninguna manera podía ayudarla y preparándose para salir del cuarto escucho la voz de Sara decirle.
-Gracias por ayudarme y estar a mi lado, necesitaba un amigo - el no pudo responderle y salió de ahí como pudo, al cerrar la puerta se apoyó a esta como si estuviera a punto de caerse y pensó.
"AMIGO siempre eso seré un amigo, pero mientras ella este feliz no lo puedo negar"
Pasaron unos días, Sara cada vez asistía a su cita con la psicóloga y a sus fisioterapias así que ya no usaba su silla, caminaba con muletas, ya estaba mucho más tranquila y había vuelto a su normalidad. La doctora con sus consejos la habían ayudado demasiado así que ya tenía su decisión tomada solo esperaba que todo saliera bien y que nadie fuera lastimado con todo esto.
No había tenido ninguna novedad de Arturo, se había enterado que había vuelto a Portugal pero no le habían dicho cuando volvería, si es que volvía.
Estaba preparándose para salir, Juan la había invitado a comer y como Karla tenía clases irían los dos y así podrían conversar tranquilos.
Escuchó como tocaban la puerta, tomó sus cosas y se dirigió abrirla ahí se encontraba como siempre un muy guapo hombre con una sonrisa que deslumbraba a quien tuviera por adelante.
-Sí que mi hermana debe estar loca.
-¿Por qué lo dices eso? - preguntó el sorprendido por las palabras de la joven.
-No sé cómo pudo fijarse en ti si no tienes nada de guapo - le dijo ella burlándose.
-A si claro, pero le gusta mi manera de hacerla reír así que tendrás que aguantarme porque pienso quedarme por bastante tiempo - dijo ayudándola a caminar con las muletas.
Todo el trayecto era entre risas y bromas ese hombre aparte de muy guapo, inteligente era muy dulce y la quería mucho y por eso hacía lo que hacía aunque no sabía si la chica podría perdonarlo pero no había otra manera.
Al llegar al restauran ayudo a bajar a Sara le dijo que entrara y que anunciara su apellido y ahí le darían de inmediato su mesa.
Así lo hizo, entró y en recepción le pidió a la joven que estaba de encargada la mesa que tenían reservada en el nombre Coelho.
-Sígame por favor.
Sara obedeció a la chica, pero no se fijaba donde la llevaba ya que admiraba su alrededor era unos de los restoranes más caros de la ciudad pero de repente volvió a la realidad al escuchar a la joven decir.
-Señor llegó la señorita.
-Gracias - respondió él...
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