CAPITULO 24
SARA
-¡Vamos Nomi que llegaremos tarde a clase! - por Dios con esta mujer nos expulsarán algún día por retrasarnos tanto.
-¡Ya voy! ¡Tranquilízate! ¡Que mira que desde acá tengo una preciosa vista! - mi mejor amiga se había quedado a dormir en mi casa la noche anterior y ahora estaba pegada en la ventana de mi dormitorio viendo no sé qué, pero de seguro era algo bueno ya que está babeando, así que me dirigí hacia ella y haciendo un poco más de lado la cortina para poder ver que era.
Ahí se encontraba el, aunque eran finales de Marzo, estaba todo sudado y sin camisa, mi padre seguro le había asignado cortar la leña para el invierno que se aproximaba. Al momento que levantaba el hacha, los músculos de su espalda se marcaban aún más. Desde que tengo uso de razón me ha gustado Julio, desde pequeños, pero él me llevaba unos años de diferencia, tal vez por eso siempre me vio y me trato como una hermana menor, aunque en los últimos tiempos me demostraba que algo había cambiado o al menos eso creía yo, pero no quería ilusionarme.
Debió notar como la intensidad de mi mirada devoraba su espalda ya que se giró y su mirada penetrante cayó directo en mí, sus labios mostraron una de las sonrisas más sexis que jamás había visto, en ese instante mi cuerpo comenzó a experimentar una sensación extraña, algo que nunca antes había sentido, todo mi cuerpo latía y un ardor sofocante recorrió lugares hasta entonces dormidos en mí.
-¡Sara por Dios como babeas por él! - Se burlaba mi amiga - ¡ese hombre de verdad te gusta, pero ten cuidado no es para ti mi morenita!
-¡Lo sé, lo sé! Es mayor que yo, es empleado de mi padre y toda esa misma mierda que me dices siempre, pero me gusta Nomi que puedo decir - dije tirándome en la cama, a la vez que cerraba los ojos y podía sentir sus caricias en mi cuerpo.
-¡Ya mujer déjate de soñar y vamos que de verdad ahora sí que no tenemos tiempo ni de desayunar y debemos correr para poder llegar a la hora a clases! - así que tomamos nuestras mochilas y salimos corriendo escaleras abajo donde se encontraba mi mami preparándonos algo para poder comer en el camino hacia el liceo, cada vez que se quedaba mi amiga en casa nos pasaba lo mismo así que ya estábamos acostumbradas a desayunar en el coche, pero hoy no estaba mi papi así que nos tocaba irnos a pie
-¡Buenos días mamita! - la saludé con un dulce beso y un abrazo.
-¡Buenos días mi niñita! - ella siempre tan cariñosa, lo mejor en mi vida era mi familia.
-¡Hola tía! - la saludo también Nomi
-¡Hola cariño! - La quería también como una hija más y la abrazo como tal - ¿De nuevo se quedaron despierta hasta tarde? Ustedes no tienen remedio - dijo moviendo su cabeza de un lado a otro.
- Bueno si tía, lo que pasa es que teníamos mucho que estudiar, el profesor de Castellano, no bien empezado el año, nos está llenando de materia para leer - dijo mi amiga levantando su hombros y poniendo cara de niña buena.
-Claro hija, si ya este es su último año en el liceo y de seguro que no será nada fácil, así que a estudiar y ahora váyanse que las espera Julio para llevarlas - Dios mío, ¿él nos llevaría hoy? ¿Cómo podré evitar mirarlo para que no se me note la calentura que me da?
Al salir de la casa ahí se encontraba el, con las manos en el bolsillo y su sombrero de paja tapándole casi la mitad de la cara, no se había dado cuenta de que nosotras íbamos hacia él y pude apreciarlo de pies a cabeza, usaba una camisa de cuadros rojos, blanco y azul, un vaquero bastante desgastado con un ancho cinturón negro y unos botines negros que llegaban hasta las gambas.
Era un hombre muy sexy y de seguro que no se fijaría en mí, cuando llegamos a su lado pareció sorprendido, ¿estaba tan perdido en sus pensamientos, que ni siquiera nos sintió? ¿Tendrá novia y estará pensando en ella?
-Buenos días señoritas - nos saludó tocándose el sombrero y abriéndonos la puerta del coche.
-Buenos días Julio - lo saludo entusiasmada Nomi, dándole un beso en la mejilla antes de subir, dejándolo sorprendido, lo puedo notar en su cara; de seguro mi amiga lo hizo simplemente para incomodarlo.
-Buenos días - dije yo, cuando estaba a su lado era algo extraño lo que sentía, no me salían las palabras, así que abordé sin más. El trayecto hasta el colegio fue muy tranquilo y nosotras comiendo en todo el camino así que no podía conversar, pero veía por el espejo retrovisor como él no apartaba su mirada de mí, cada vez que daba un mordisco él se pasaba la lengua por sus labios, al principio me pareció una coincidencia, pero al fin se hizo un juego, de vez en cuando él se removía en su asiento como si algo le incomodara.
Al llegar, Julio se bajó para abrirnos la puerta como todo un caballero, al momento de salir, me sujeto del brazo y me dijo:
-Señorita Sara, no se le olvide que vendré yo a buscarla a medio día.
-No te preocupes para nada - dijo una voz que conocía demasiado bien, en el momento que me envolvía por la cintura y tomaba mi mentón para besarme - la llevaré yo a casa - le dijo sin siquiera mirarlo, Mauricio Reyes era mi novio en el liceo, aunque muchas veces había querido que tuviéramos relaciones más íntimas, yo todavía no me había sentido preparada.
- Mauricio no seas tan imbécil - le dije sin siquiera importarme quien estaba presente - si Julio, no te preocupes, estaré esperándote en este mismo lugar - vi cómo se despedía con un movimiento de su sombrero y una preciosa sonrisa en sus labios. Al darme la vuelta vi a un Mauricio que echaba humos, pero no tenía para nada ganas de que me armara una escena de celos así que lo deje solito mientras entraba en las salas, pero no alcance a dar un paso más, cuando sentí que me jalaban del brazo y me arrastraba hasta el patio.
-¡DEJAME, SUELTAME ME HACES DAÑO! - Le gritaba pero él no me hacía caso para nada, hasta que sentí como me daba contra una muralla y mi cabeza daba un sonido brutal haciéndome por un momento sentir que la tierra se movía a mis pies - ¿Mauricio que te pasa? - logre decir.
-Me acabas de dejar en ridículo frente a tu empleado y todavía me preguntas ¿QUE ME PASA? - no era la primera vez que se pasaba con migo, ¿Pero en el liceo si lo era y si nos viera algún profesor y se lo fuera a contar a mis padres?
-¡Por favor, perdóname, no fue mi intensión! - Tenía que hacerlo reaccionar - Mauri cariño, por favor - dije acariciándole los labios para poder distraerlo de alguna manera, vi de inmediato como sus ojos que eran café se convertían en un negro por la excitación, pegó su cuerpo lo más que pudo a mí y me beso brutalmente, le di paso libre a su lengua para dejarla pasar y que hiciera lo que quisiera. Comenzó tocándome el pecho y después descendió su mano hacia mi vagina y apretándola con toda la palma de la mano, me dijo:
- Esto será mío y de nadie más - exigió, ya me estaban empezando a dar ganas de vomitar, pero tenía que aguantarme hasta salir de ahí. Dándole mi mejor actuación le dije apartándome un poco de sus labios.
-De acuerdo, pero no aquí ni ahora en la noche me escapo de la casa y nos encontramos cariño, yo también lo deseo tanto como tú - le dije en el momento que yo pegaba su mano más a mi centro para que el pudiera creerme - pero ahora vamos al curso o si no tendremos problemas con la asistencia.
-De acuerdo mi pollita - me dijo en el momento que me daba un beso más dulce, pero a mí me daba el mismo asco que hace un momento, tendría que encontrar la forma en que en la noche no sucediera nada.
Al llegar el medio día le pedí a mi amigo Erick, que retrasara a Mauricio y apenas tocaron el timbre salí lo más rápido que pude y me sentí feliz al ver que Julio ya me estaba esperando, corrí lo más rápido que pude, aunque escuchaba a mis espaldas como él me gritaba para que lo esperara y que no se me ocurriera irme sin él.
-Julio sácame de acá, pero por favor no me lleves a casa - me miró sorprendido, se tardó un poco en reaccionar hasta que vio que el imbécil de mí ya ex novio corría hacia nosotros. Encendió el coche y nos fuimos, me llevo al lago, donde habíamos pasado todo el verano disfrutando en familia.
Deje mis zapatos y los calcetines al borde, me empecé a introducir al agua hasta las rodillas, tenía que tranquilizarme o si no cuando llegara a casa se darían cuenta de que algo sucedía
-¿Sara te encuentras bien? - era la primera vez que me nombraba solamente por mi nombre y mostraba algo de preocupación
-Sí, no te preocupes que no ha pasado nada - respondí, tratando de no darle importancia al asunto.
-Confía en mi ¿Qué te hizo ese desgraciado? - era sincero con migo, de verdad que estaba preocupado. Poco a poco comenzó a acercarse a mí - ¿Sara me puedes decir que ha sucedido? - me preguntó, note la preocupación en su voz. Sentí el calor que salía de su cuerpo. El escuchar por primera vez solo mi nombre salir de su boca hizo reaccionar todas las células de mi cuerpo.
-Nada - le respondí y trate de esconder mi rostro.
-Mírame- demando. Lo único que pude hacer fue obedecerlo, toda yo lo único que quería era hacer lo que él quisiera.
Con sus manos tomó mi cara y me beso sin más, él sabía, ya se había dado cuenta de mis sentimientos, así que no necesitó pedir permiso, mi boca le abrió paso de inmediato, en el segundo sentí la diferencia entre él y Mauricio.
Julio era un hombre, estaba haciendo que perdiera mi cabeza solo con el beso, su lengua tratando de conocer todo el interior de la mía, este beso era mucho mejor de lo que había tantas veces soñado, el lugar creo que era de lo más romántico, los dos dentro del lago y el atardecer llegando, nuestras respiraciones se fueron acelerando, yo quería más, si dijera que me haría suya en ese lugar, en ese preciso instante lo dejaría, me sentía segura, estaba preparada para él. Pero para mi gran sorpresa el paro bruscamente el beso y se fue alejando, al llegar a la camioneta me dijo:
- Señorita Sara será mejor que la regrese a casa - ¿qué? ¿Cómo había sucedido todo esto, acaso se arrepentía de haberme besado, no le habrá gustado?
Salí del agua tomé mis zapatos en las manos y aborde el coche sin siquiera dirigirle la mirada. En todo el trayecto no nos dijimos una sola palabra, llegamos a casa y en el momento que abrí la puerta, me sujetó de la mano y se disculpó.
- Perdone por lo sucedido, no fue mi intención incomodarla - ¿cómo podía estar arrepentido?, ¿acaso no se había dado cuenta de que yo lo deseaba?
-La cosa Julio no es que me hallas incomodado, al contrario lo deseaba y quería hacerlo, pero párese que a ti fue a quien no le gustó y se arrepintió - ya comenzaba a sentir que la sangre subía por mi cabeza y conociéndome en cualquier momento explotaría. Veía como él me miraba sorprendido, de seguro nunca pensó que le fuera tan directa.
- No es eso - era como que luchara con algo.
- ¿Entonces que es Julio?
- ¡Sólo que no puede ser!, tú eres hija de mis jefes y no sería correcto - era como sí en su interior luchara con sus sentimientos.
-No es necesario de que se enteren - de nuevo lo tenía al frente mío mirándome sorprendido - a las diez te espero en los establos.
- ¿Perdón?
- Sí, me gustas desde que recuerdo, he soñado demasiadas veces con tus besos y que estamos juntos; estoy segura de que tú también tienes sentimientos por mí. Así qué a las diez en los establos.
- Está bien - si, había ganado esta batalla, quería más que nada volverlo a besar, pero no lo haría afuera de mi casa donde corríamos el riesgo de ser vistos, por lo menos no ahora. Me baje y sin más nos despedimos.
A las diez me escape de casa con la excusa de que iría donde Nomi, ya nos habíamos puesto de acuerdo, lo bueno es que mañana siendo Sábado no tendríamos que madrugar, así podría quedarme hasta tarde con Julio.
Estaba sentada en la paja que se encontraba en el suelo del piso superior del establo, era mi escondite secreto, donde siempre venía para lo que fuera, triste, feliz pero era mío, cuando quería perderme de todos, este era mi mundo; no sé por qué, pero creo que él me encontraría donde fuera.
Perdida en mis pensamientos sentí como llegaba y se sentaba a mi lado
-¿Cómo sabias donde estaba? - quise saber.
-Siempre se dónde estás, siempre estoy preocupado de ti - respondió muy firme.
-¿Por qué no dijiste nunca nada?
-Por la simple razón de que soy un empleado y bastante mayor que tú.
-Eso a mí no me dice nada.
-Sara yo no quiero jugar, la verdad es que lo quiero todo contigo, pero tú todavía eres una niña y eso a mí me asusta.
-Julio, es que no lo ves, ya no soy una niña, - esa era la verdad era mucho más madura que las chicas de mi edad
-Lo se mi negrita y por eso estoy acá, diciéndote todo esto - dijo mirándome directamente a los ojos,
- Julio, ¿Qué haremos?
- Seguir con lo que comenzamos en la tarde - y ataco directamente mi boca, sentí su lengua como adoraba la mía, cortaba el beso solamente para darme pequeños mordiscos en mis labios, una de sus manos estaba en mi nuca, la otra me acariciaba el cuello y descendía cada vez más, llevaba puesta una jardinera de jeans y por adentro un top de color rosa. Llego a los tirantes y los desabrocho, no me opuse en nada, lo deseaba tanto que creía que estaba soñando. Me seguía besando, sentía como su respiración se aceleraba. Para ser primera vez, íbamos demasiado rápido, pero para mí no era verdad, había esperado demasiado tiempo. Sentí como se alejaba de mí, una vez más.
-¿Estas segura? - me preguntó entre jadeos.
-Completamente - no fue necesario nada más volvió a asaltar mi boca, pero esta vez fue dejándome besos húmedos por todo mi cuello y acariciaba haciendo pequeños círculos sobre mi pezón derecho, haciendo que este se pusiera tenso de excitación, siguió dándome pequeños mordiscos en mi pecho izquierdo, todo por encima del top que llevaba puesto. Me recostó para seguir disfrutándonos. Abrió todos los botones hasta quedar expuesta ante él solo con mi top y mis braguitas de color rosa, coloco su mano por encima y comenzó a jugar con mi intimidad, pasando su dedo por encima
-Puedo sentir tú humedad, aun por encima de tu ropa interior, ¡Dios estás tan mojada! - no podía creer lo que estaba sintiendo y quería más, lo deseaba todo - déjame verte - me pidió, me daba un poco de vergüenza pero no le iba a negar nada. Me desvistió totalmente, aunque no estábamos en el mejor lugar para perder mi virginidad, a mí no me importaba para nada se colocó entre mis piernas y sentí como comenzaba a darme pequeños lametazos - me encanta que no estés totalmente depilada acá - sentí como introducía un dedo en mi interior y con el otro acariciaba mi clítoris, sentí que todo subía. Aún pérdida en todas esas nuevas sensaciones, vi cómo se colocaba un preservativo y situaba su gran miembro, mis ojos se abrieron en sorpresa, él de inmediato noto mi miedo y me dijo:
-Mi morena no tengas miedo, estas tan preparada para mí que no habrá problema, además voy a ser muy cuidadoso, lo último que quiero es lastimarte. - Sin más se introdujo en mi interior, la verdad que me dolió un poco, pero me olvide de inmediato; pero él debe haber notado otra cosa, de repente él se quedó como una piedra mirándome a los ojos- ¿Sara, soy el primer hombre con el que has estado? - No pude responderle, solo afirme con la cabeza - ¡Oh Dios, cariño! Te merecías algo mucho mejor.
- ¡Te equivocas! - Apenas me salían las palabras - ¡ha sido el lugar perfecto, tú eres el indicado, por favor muévete, no me tortures más!
- ¡Claro que no! ¡No quiero torturarte! Quiero que lo disfrutes a lo máximo, eres mía desde hoy, siempre te hare disfrutar cariño - comenzó a moverse, preocupándose siempre de no lastimarme. Así llegamos los dos a un maravilloso orgasmo...
UN AÑO DESPUES
Por fin hoy vuelvo a casa, veré a mi amor, después de bastante tiempo, mañana cumplimos un año juntos desde ese día, no ha sido todo de color rosa pero lo amo y él a mí, por eso hoy no iré directo a casa sino que en la noche tengo que trabajar en el Bar, nadie conoce mi secreto solamente Julio que fue quien me lo encontró para poder comenzar a juntar un dinero para nuestro futuro, el no gana mucho y yo todavía con mis estudios, tengo que ayudar de alguna manera y esta fue la más fácil, canto y bailo para los borrachos, muchos de ellos tratan de meterse entre mis piernas pero gracia a Dios mi jefe se las arregla para que me dejen tranquila, pero han sido bastantes las veces que han alcanzado a tocarme algún pecho o robarme algún beso. Julio lo sabe pero me pide que tenga paciencia y es eso lo que hago.
Más de una vez me han pedido para cantar en algún negocio de nombre en la capital, pero mi Amor no quiere que me aleje de él.
-¡Felicidades Sarita! ¡Hoy ha sido una noche genial! - me dice la mujer de mi jefe.
-¡Si,había mucha gente Marta! Me alegro - tengo sueño, quiero irme a dormir no doy mas pero Julio no ha llegado todavía, así que no me queda otra que esperarlo.
-Sara cariño, sé que me dirás que no, pero tengo que decírtelo y bueno tú decides - esto no me gustaba para nada.
-¿Qué sucede?
-Hay un joven con dinero y está pidiendo tu compañía.
-¡No, olvídate! - en ese momento llegaba mi amor, me preguntó que sucedía, porque eran los gritos, cuando ella le informa lo que está pasando se le queda viendo y le pregunta.
-¿Paga bien? - no podía creer lo que estaba escuchando.
-¡Julio, ni se te ocurra! - Con un movimiento de cabeza le dio la señal a Marta a que saliera de la habitación. Tan rápido como ella salió, él se abalanzó sobre mí tomándome por el cuello y pegándome al muro
-¡Nunca más! - Me dijo entre dientes - vuelvas a negarte a algo que te exijo, así que iras como una buena niña y le harás compañía a ese gilipolla, mientras más dinero ganes mar rápido podremos casarnos mi amor - agrego y me dio un beso que me hizo olvidarme de todo.
Así fue lo que hice, salí de la habitación y me indicaron cual era el joven que pedía mi compañía. Era un hombre guapo, rubio y con un color de ojos impresionante casi transparente, nariz y boca bastantes masculinas, unos hombros mucho más cuadrados que los de Julio "¿Cómo podía hacerme esto?" apenas me vio dirigirme hacia él, se levantó como todo un caballero y me invito a sentarme. Debería de medir más de un metro noventa, sus manos eran tan grande que envolvió totalmente la mía, al llegar a su lado me dio un beso en la mano, esto lo había visto solo en las películas, su toque fue agradable, por lo menos no pasaría una mala noche.
Jonathan Ahumada, ese era su nombre, me dijo que era un empresario de Santiago que venía por trabajos y estando solo, buscaba a alguien con quien pasar una hermosa velada, fue agradable su compañía, me dijo que debería perseguir mi sueño de ser una cantante profesional, que era un desperdicio estar en ese lugar y menos servir de acompañante de hombres, se ofreció a ayudarme e impulsar mi carrera si así lo quería ya que estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en sus manos. Nos despedimos ya muy entrada la madrugada no sin antes reiterarme una vez más su ayuda.
Al volver a la habitación dónde sabía que me esperaba Julio, no alcancé a entrar completamente, cuando sentí que jalaba de mi brazo y me tiraba a un sillón donde caí de golpe.
-¡Eres una maldita perra! - me dijo furioso entre dientes.
-¿Amor que sucede? No te olvides que tú me mandaste hacerle compañía - nunca lo había visto tan enfadado.
- ¡Compañía, maldita sea! Pero tú estabas babeando por ese tipo - fue ahí donde sentí el primer golpe como impactaba en mi rostro - ¿te gustó cierto? ¿Lo deseabas? - Vi cómo se dirigió hacia la puerta y la cerró con pestillo - Ahora amor veremos quién es más hombre, para que te quede claro - sentí como tiraba de mis braguitas y se bajaba su pantalón, fue la primera vez que me sentía violada, me sentía sucia, sentía que tenía la culpa por haberle sonreído a Jonathan. Lagrimas comenzaban a descender por mis ojos, sentía el dolor entre mis piernas y de la boca del que pensaba que era el amor de mi vida solo salían insultos, ese fue una noche horrible el comienzo de mi infierno con él, silenciosamente pedía que llegara a su final, lo cual sucedió al alcanzar su liberación y terminar recostado sobre mí, acaricio las lágrimas que todavía descendían y dijo:
-Amor, perdona, pero tú tienes la culpa, esto es para que no te olvides nunca de quien es tú hombre y a quien le perteneces.
Cada vez que sucedía, trataba de esconder las marcas, me había alejado de todos para que no se dieran cuenta, me colocaba cremas para disimular el color, -aunque casi siempre los golpes eran en partes del cuerpo donde no se veían, yo siempre le justificaba y lo perdonaba, me daba vergüenza contar lo que me hacía por temor a lo que pensarán de mi pues hasta yo creía que me lo merecía.
Así pasamos casi dos años más, cada vez que acompañaba a alguien volvía hacerme lo mismo, siempre haciéndome sentir que yo tenía la culpa. Jonathan volvió a venir unas cuantas veces más y cada vez la reacción de Julio era peor, un día ya no aguantaba más sus maltratos y estando en el establo escondida me puse a llorar, era tanto el dolor y la impotencia, estaba sola en esto, ya que ni mi hermana en quien tanto confiaba sabía algo de esto.
Estaba perdida en mi mundo con las rodillas en mi pecho, cuando escuche los paso de alguien, de seguro que era Julio, de solo pensarlo mi cuerpo comenzó a temblar, no había ido al trabajo así que de seguro se enfadaría. Pero mi sorpresa fue mayor cuando la vi a ella, mi hermana, mi esperanza, mi salvación.
-¿Mi negrita que sucede? - me preguntó muy preocupada.
-Nada - le respondí, lo único que no quería era que viera mis marcas en la cara, pero no fui tan afortunada. Me tomó del mentón y vi cómo se le llenaba los ojos de lágrimas.
-¡Ese maldito fue, cierto! - no era una pregunta sino que era una afirmación. No tuve que responder, lloramos las dos abrazadas por un gran momento hasta que escuchamos las dos los gritos de Julio buscándome y maldiciendo. Mi hermana noto mi miedo.
-¡Ese desgraciado no te volverá a tocar! - no cabía duda que mi mayor error fue no decirle nunca nada. Nos paramos en el momento que entró
-Tengo que hablar contigo -dijo entre dientes.
-Tú no tienes que hablar nada con ella y si te le vuelves a acercar te llevo derechito a prisión.
-No puedes hacer nada - se burló él - ella es mía, así que vete Karla.
-¡Ni una mierda Julio! ¿Has escuchado lo que te dije? - Era una guerra entre dos titanes - si no quieres que mis padres se enteren de todo y te manden a matar te alejaras de ella.
- Creo que si haces eso, a la que no querrán volver a ver será a tú hermanita, así que vete.
-Sea lo que sea ella lo hizo por ti, así que ten cuidadito imbécil que con mi familia no se juega - diciendo esto, me tomó de la mano y salimos de ese lugar que un tiempo atrás tanto adoraba.
Por bastante tiempo, venía por mi casa con amenazas y que les contaría a mis padres toda la verdad. Se enfureció mucho más cuando se enteró de que había dejado el trabajo y ya no podía hacerme lo que él deseaba, no me tenía en sus manos. Hubo veces que lo encontré afuera de la Universidad esperándome, pero nunca estaba sola, siempre me acompañaba más de un amigo, así llego un día que no aguanto más y viéndome sola con una amiga se acercó y dijo:
-¡Ven, tenemos que hablar! - comenzó a jalarme del brazo y como pude le dije a mi amiga que necesitaba ayuda. Me llevo a una esquina que no nos veía nadie.
-¡Déjame tranquila Julio! ¡YA DESPERTE! - debía entender que ya no me sostenía en sus manos.
-¡Mi amor! No te olvides que eres mía - mientras más hablábamos más me apretaba el brazo y me dolía bastante.
-Julio, suéltame me estás haciendo daño.
- ¡Daño es lo que tú me hiciste, yo te amo eres todo para mí y tú eres mi razón de ser todo lo que paso fue tú culpa, tú me provocaste!
-Yo no te he hecho nada, por favor déjame tranquila - alcance a terminar cuando dos de mis compañeros llegaron y me lo quitaron de encima. Le dieron un par de golpes y lo amenazaron de que si volvía a acercase a mi seria mucho peor. Me dio pena verlo de esa manera yo lo amaba y eso no podía borrarlo de un día para otro, pero no volvería a caer en su encanto....en ese momento me amaba más a mí misma...
Al terminar de contar su historia y al ver que no obtenía ninguna respuesta de su acompañante se giró y pudo ver la cara de Arturo que no tenía ningún sentimiento, todo lo que escuchó fue demasiado para él estaba blanco como si alguien le hubiera dado un puñetazo en el estómago y había quedado sin aire.
Arturo no podía creer todo lo que había salido de la boca de la chica que quería, le dolía porque ella no había confiado tanto en él para contárselo, tenía que pensar, en estos momentos no podía conversar con ella estaba demasiado dolido y enfurecido con todo lo que le había dicho, asqueado con el desgraciado de Julio y esta vez estaba seguro que si lo tuviera delante de él no saldría vivo.
Tenía que irse porque si decía lo que quería en estos momentos de seguro haría las cosas peor y no era que ella tuviera la culpa, así se dio la media vuelta, como había llegado así desapareció.
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