CAPITULO 22
Sus miradas se encontraron y ahí lo supo, reconoció que no sería nada fácil volver a ganarse a Sara y obtener su perdón, aunque esto no le impediría luchar por ella, su mirada era tan distante, algo no estaba bien.
-Sara ¿cómo te sientes? - Le preguntó acercándose hasta ella - ¿te duele? - le dijo señalándole la cabeza donde tenía el golpe.
-Un poco pero me han dado unos analgésicos y en estos momentos me encuentro bien - le respondió con sus palabras tranquilas e indiferentes.
-Bien - dijo moviendo su cabeza, se encontraba nervioso no le gustaba esa distancia que mantenían los dos, pasó sus manos por el pelo se sentía frustrado tenía que decirle lo que sentía y lo arrepentido que se encontraba.
-No te puedes imaginar lo que sentí al verte ahí tirada en el suelo sin reaccionar, me quería morir y todo esto por mi culpa - sus ojos se llenaron de lágrimas que no corrieron - como pude ser tan imbécil, discúlpame por el haberme comportado de tal manera, por haber sido un canalla y haberte hecho sufrir perdón, perdón.
La joven tuvo que contener todas las ganas de insultarlo y de decirle tantas cosas, pero si lo hacía se iría todo el plan a la basura así que tenía que seguir en el camino que había decidido tomar aunque también le daba pena el cómo se encontraba él y lo mal que se veía pero no podía dejar que la volvieran a lastimar de tal manera.
-¿Estuvo en el accidente? - Preguntó demostrando sorprendida - ¿Aca... acaso es usted el que me golpeo con el coche?
-No, claro que no.
-¿Entonces usted vio quien fue?
-Sí, él había parado para darte los primero auxilios se quedó hasta que llego la policía y la ambulancia, el vendrá hoy a verte - le explico el joven un poco aturdido por la reacción de ella y por la manera en que le hablaba.
-Entonces ¿por qué me pide perdón si no fue usted quien me golpeo? - le preguntó en el momento que ella trataba de acomodarse en la camilla y sentarse mejor, así también poder evitar por un momento la mirada de Arturo.
-Sara por favor grítame, repróchame todo lo que he hecho pero por favor no hagas esto.
-¿Hacer qué? No entiendo lo que me quiere decir.
-Por favor mi ángel, dame una oportunidad más de hacer las cosas bien, pero no me trates tan indiferentemente - le pedía en el momento que se le acercaba para tomarle las manos - sé que fui un desgraciado pero no hagas como que no me conoces.
Sara tenía que reaccionar y alejarse de él todo esto no le hacía nada de bien, entonces en ese momento reaccionó y se alejó bruscamente.
-¡No! - Le dijo en el momento que aparto las manos para que él no se las tomara - ¿me puede decir por fin quien es y por qué me pide perdón? - con los ojos llorosos porque esa pregunta si que era verdadera, ¿Cómo podía haberse comportado de esa manera? Él ya no era el chico del cual se había enamorado, él era un hombre que la había lastimado demasiado haciéndola caer a la oscuridad sin querer regresar.
- Sara ¡por favor! - pero no alcanzo a seguir con las preguntas ya que en ese momento se escuchó la puerta abrir los dos se giraron para ver a un Jonathan muy preocupado y con cara de malos amigos.
-¿Me puede decir quien le dio el permiso para ingresar a la habitación?
-¡Soy su novio y tengo todo el derecho! - le dijo con mucha seguridad Arturo.
-¿Quién eres? - le preguntó una vez más la joven un poco más tranquila por tener al médico a su lado y sabiendo que el la ayudaría en cada momento - pero si yo no te conozco, hace unos minutos fue la primera vez que te vi cuando entraste por esa puerta - dijo señalando la entrada de la habitación
-Por favor doctor me puedes decir ¿quién es él? - miro a Jonathan con ojos tristes pero reconocía que en ellos estaba la decisión.
-De inmediato hablamos pero ahora tengo que hablar con él - dijo señalando al joven - tú familia ya me esta esperando afuera ¡¿Me acompaña?! - le dijo al joven que no quería dejar sola a la chica pero tenía que averiguar qué era lo que sucedía con su paloma no podía hacer nada más.
- Sí, claro. Mi paloma ya regreso - le dijo a la chica pero no recibió ninguna reacción por parte de ella ni la más mínima, como que nunca había escuchado que él la llamara de esa forma.
Los dos jóvenes salieron del lugar dejando a una Sara por fin respirar tranquila, se recostó en la cama y las lágrimas comenzaron a caer solas por sus mejillas. Como habían cambiado las cosas en su vida en tan poco tiempo.
Afuera ya se encontraba toda la familia de Sara y también los Coelho junto a Erick y Noemí que estaban demasiado preocupados por todo lo sucedido.
Al ver acercarse al médico junto a Arturo todos se quedaron sorprendidos. Juan estaba seguro que su hermano no se habría quedado tan tranquilo y que se hubiera ido sin ningún problema, tenía que preguntarle si había hablado con Sara pero en estos momentos otras cosas eran las más importantes.
Jonathan no les dio la oportunidad para que dijeran algo si tenían algún problema tendrían que arreglarlo solos sin él presente y sobre todo sin que Sara se angustiara mucho más.
-Buenos días a todos - los saludó muy amablemente.
-Buenos días hijo - le respondió con un apretón de mano el padre de Sara.
-Buenos días Samuel.
-¿Cómo se encuentra Sara? ¿Ya despertó?
-Sí, ella ha despertado pero tengo algo que decirles así que por favor tomen asiento - todos se sentaron con excepción de Samuel y Arturo que se quedaron de pie ansiosos a lo que el medico tenía que anunciarles.
-Bueno hijo por favor habla - le pidió Diana quien se sostenía de la mano junto a Karla.
- Bueno, le hemos hechos bastantes exámenes desde el momento que despertó, sobre todo por el golpe que obtuvo en la cabeza en lo que hemos encontrado por algún shock o por el golpe tiene algunas "lagunas de memoria" y ha perdido los últimos recuerdos más frecuentes.
-¿Qué quieres decir con eso? ¿No nos reconocerá? - le preguntó una muy angustiada Karla al escuchar las palabras del joven doctor.
-No exactamente - les aclaró - a los que están desde siempre en su vida siguen esos recuerdos pero los que han entrado últimamente puede que no los reconozcan pero por eso ya hemos hablado con un especialista para que veamos si es algo permanente o temporal, así que les pediré a todos que sean paciente con ella y que no la presionen porque puede que le hagan más daño.
-Entonces de verdad que no me reconoció - anunció un Arturo muy alterado y nervioso pasando sus manos por el pelo, paseándose de un lugar a otro.
-¿Qué quieres decir? - le preguntó Noemí que se le acercaba como un león enjaulado.
-Cuando entre a verla después de esperar que estuviera sola - si las miradas quemaran, Jonathan de seguro estaría hecho ceniza - la noté distante pero pensé que era por lo sucedido, pero luego me preguntó que "quien era"
-Si has entrado ahora último en su vida de seguro que puede que sea así, tengan paciencia con ella que todo volverá a la normalidad pronto pero hasta que no tenga los resultados de los exámenes no podré decirle cuando sucederá eso - les dijo Jonathan muy firme en sus palabras - Samuel tengo que irme pero lo que necesiten no duden en avisarme.
-Señora Diana - se agachó a la altura de la mujer que se había quedado perdida en sus pensamientos, le tomó las manos como había hecho momentos atrás con Sara - tiene que estar tranquila ella está bien y vera que quedará como nueva y como le dije a Don Samuel lo que quieran, yo siempre estaré a su lado - le dio una dulce sonrisa.
-Gracias hijo de verdad - y le dio un cariñoso beso en su mejilla, él le devolvía a su pequeña.
Arturo los miraba enfurecido algo no le gustaba en ese médico para nada y más como se ganaba a los padres de la joven.
-¿Podríamos verla? - le preguntó Samuel ansioso por ver a su pequeña princesa.
-Por supuesto, pero por favor no la agoten emocionalmente y no todos adentro en la habitación.
-Claro hijo tranquilo que es hora de poner un orden acá - dijo el hombre mirando directo hacia Arturo, reconocía que él tenía que ver algo con todo lo sucedido con su hija, no dejaría a ningún hombre que lastimara a sus ángeles.
-Entonces me disculpan les dirán cuando podrán pasar para verla- dicho esto último saludo a todos con la cabeza y se alejó de todos y sin que nadie lo viera se fue de nuevo donde se encontraba Sara.
-¿Sara puedo pasar? - preguntó abriendo un poco la puerta y colocando su cabeza en el espacio.
-Claro, pasa - dijo débilmente todavía no había parado de llorar, tenía los ojos bastantes rojos, se sentó en la cama y esperó al joven que llegó a su lado.
-¿Te encuentras bien?
-Aparte de sentirme como una maldita perra por engañar a mi familia, si estoy mejor - dijo con un acento un poco más cínico.
-¡Ey! - la regañó - no hables así de ti ¡Por favor! - Se sentó a su lado y le limpió las lágrimas que corrían con su dedo pulgar - todo pasará pero tienes que estar tranquila y segura de lo que estás haciendo.
Puso la cara entre sus manos y moviéndola de un lado a otro y con sus palabras ahogadas por las manos dijo:
-Ya no sé qué hacer, quiero desaparecer y borrar todo lo que ha pasado y comenzar desde el cero, te juro que me dolió peor que el golpe, tenerlo frente a mi sin poder sentirlo o amarlo como lo había hecho hasta ayer y más haciendo que no lo recuerdo - sintió como el joven tiraba de sus manos para poderla mirar.
-Todavía puedes dejarlo todo acá y seguir, darle una nueva oportunidad y comenzar desde el cero, claro no haciéndoselo fácil pero puedes hacerlo.
Esas palabras habían sido lo que necesitaba para tomar su decisión.
-¿Sabes algo Jonathan? Siempre decía lo mismo de Julio "vamos a darle una oportunidad más" y ¿sabes qué? Siempre volvía a suceder lo mismo, tengo que saber si de verdad es que ha sentido nunca algo por mí, así por favor seguimos con lo que habíamos dicho.
-¿Estás segura? - le preguntó un Jonathan un poco preocupado por ver esa mirada tan fría y decidida.
-¡SI! - era eso simplemente ella ya había decidido ser una mujer fuerte y decidida y no dejaría a nadie más que la lastimara.
-Está bien, como tú quieras yo siempre estaré a tu lado si me necesitas.
-¡Gracias de verdad! No sé qué habría hecho si no te hubiera encontrado de nuevo.
-Alguien te hubiera ayudado, pero ahora tranquila que daré el anuncio para que entre tu familia ¿Bien? Ahora para hacer que todo funcione a todos los que conociste en el mismo momento que tu novio no tienes que reconocerlos ¿De acuerdo?
-Está bien, aunque es demasiado difícil sobre todo con su hermano mayor que se ha portado tan bien conmigo - le explicó un poco arrepentida.
-Lo siento pequeña pero si queremos que te crean...
-Lo sé, lo se perdóname es que no estoy acostumbrada a estas cosas.
-Tranquila que todo estará mejor - dijo esto y se dirigió hacia la puerta - ¿Lista?
Ella solo le afirmo con la cabeza y él se perdió de su vista. Momentos más tarde entraron sus padres.
-Mi vida ¿Cómo te encuentras mi niña? - le preguntó su madre sentándose a su lado y tomándola en sus brazos.
-Bien mami, tranquila estoy bien - trató de tranquilizarla la joven, por el otro lado llegaba su padre para tener a las dos mujeres en sus brazos.
-Mi palomita que susto nos diste, pero estoy feliz de que te encuentres bien - el padre se notaba bastante afectado por todo esto pero trataba de hacerse el fuerte, era el hombre que las protegía siempre y ahora no lo había logrado.
-Papito tranquilo que estoy bien por lo que me dijo el médico en unos días nos iremos a casa así que eso quiere decir que estoy bien - Sara trataba de ser escuchada con ánimo, no le gustaba ver a sus padres tan preocupados y siendo todo esto por su culpa.
-¿Tienes hambre?
-Si papi demasiado.
-Bueno voy a traerte algo para comer y regreso - le dio un dulce beso en la frente y se fue.
Madre e hija se quedaron por bastante tiempo las dos solas conversando de diferentes cosas y en ocasiones la mamá le hacía algunas preguntas para ver hasta donde recordaba. Sara se sentía una desgraciada por hacerle eso a su misma madre pero no podía hacer nada más. De repente tocaron la puerta y apareció su hermana quien corrió hasta sus brazos y por detrás llegaba Juan un poco incómodo por no saber si lo reconocería o no.
-Hermanita, hermanita perdóname por favor - Karla lloraba en los brazos de su hermana, toda la angustia que tenía desde la noche pasada salía al aire ahora - perdóname por dejarte sola mi vida no sé qué haría si te pasara algo.
-Ka. Tranquila a todos le puede pasar algo así, por favor deja de llorar - le pedía Sara acariciándole el pelo.
-¡Pero te dejé sola!
-¡Que quieres decir que me dejaste sola! ¿Dónde, Cuándo?
-Anoche te dejé.
-¿Pero dónde estábamos anoche? - le preguntó sabía exactamente la respuesta pero tenía que hacerlo que se notara verdadero, le dolía ver que su hermana se culpara pero, ella no tenía la culpa de nada todo esto era por culpa de Arturo.
Karla levantó la cara para mirar a su hermana, podía ver lo angustiada que se le notaba por todo lo sucedido, tenía que tranquilizarse para no preocuparla más de lo debido y hacerle daño de alguna manera.
-Déjalo mi vida cuando salgamos de acá te lo contaré todo ¿está bien? - le dijo ya mucho más tranquila, al levantarse llego Juan a su lado y entrelazo sus dedos. Sara los miro a los dos luego a su madre luego de nuevo a la pareja, miro sus dedos y mirando a su hermana con una ceja levantada le preguntó.
-¿Tienes algo que decirme Ka?
-Puede que no te acuerdes de mi pequeña pero tenlo por seguro que te quiero como mi hermana desde el día que te conocí - le explicaba Juan mientras se acercaba a ella - un día te prometí algo y te prometo que siempre estaré donde me necesites y bueno esto - le dijo levantado su mano entrelazada con la de su chica - ¿qué puedo decir? me robó el corazón desde el primer momento y te digo un secreto - se acercó hacia el oído de Sara y le susurró - me vuelve loco pero la adoro.
-¡Eso lo escuche! - se quejó tratando de soltarse del agarre del joven haciendo un puchero. Todos la miraron y se pusieron a reír a carcajadas.
De repente Sara se llevó la mano a la cabeza le acababa de dar un pinchazo en donde tenía el golpe, su madre se percató y le pidió a los chicos que se fueran para que ella pudiera descansar.
-Descansa mi negrita vendré después a verte - le dijo a su hermana dándole un beso y el abrazo que tanto necesitaba.
-Pequeña nos vemos - dijo a su vez Juan dándole un beso en la cabeza y lo único que pudo dar la joven como respuesta fue una sonrisa sincera en el momento que se le nublaba la vista por las lágrimas que se negaba dejar salir.
Al salir de la habitación Karla se abrazó a Juan y comenzó a llorar, después de unos minutos se les acerco Arturo.
-¿Cómo se...? - no alcanzo a terminar ya que sintió la mano de Karla golpeando su rostro y apuntándolo con un dedo le dijo:
-Ni se te ocurra volverte acercar a ella o te juro que te mato - diciendo esto se fue sin más donde se encontraban los demás para contarle todo lo sucedido con su hermana.
-¿Juan que sucede? ¿Cómo se encuentra Sara?
- Peque el doctor tenía razón Sara no me ha reconocido - El joven estaba demasiado preocupado por la chica, pero también por su hermano le dolía que por ser tan imbécil todos estuvieran sufriendo tanto y sobre todo ella que estaba lastimada y con esos recuerdos olvidados - me parece que tendrás que dejarla por un tiempo Arturo, ella está bastante lastimada y no hablo solamente de su pierna y su cabeza, sino que también estoy seguro que todo esto ha sido por causa de todo lo sucedido.
-¿Pero cómo quieres que haga algo así? - le preguntó en un tono un poco elevado a lo normal - ahora menos que nunca, ella me necesita tanto como yo a ella, tengo que ayudarla a recordar y que me perdone Juan no me pidas que haga semejante cosa como irme de su lado.
- Peque no seas cabeza dura y piensa de una vez, ella no nos reconoce y en vez de ayudarla harás las cosas peor ¡por favor! Si la amas tanto como dices le darás su espacio, ella lo necesita. Todos la ayudaremos pero tú tienes que alejarte de ella.
-¡Juan me están matando con lo que me estas pidiendo! No puedo dejarla, la quiero y sé que he sido un desgraciado que no me he comportado bien pero te aseguro que arreglare las cosas, hare todo lo posible para que me perdone, me muero por saber que todo esto es mi culpa...
-¿COMO QUE TU TIENES LAS CULPA DE LO QUE LE SUCEDE A MI HIJA? - le preguntó un muy enfurecido Samuel que había escuchado toda la conversación de los dos hermanos.
-¡Papi tranquilo no grites que te puede escuchar Sara desde adentro y no le hará bien! - le dijo Karla llegando a su lado y tomándolo del brazo para que se alejara de los chicos, no quería que llegara a más.
-Tranquila hija tu vete y llévale el desayuno a tu hermana - la joven dudó un momento pero vió que Juan le hacía seña de que todo estaba bien, así ella se fue donde su hermana un poco más tranquila.
Al ver el hombre que su hija ya había entrado a la habitación y que se habían quedado los tres solos pero con la atenta miradas de las enfermeras que habían escuchado como levantaba la voz.
-Señor Samuel déjeme explicarle... - pero no pudo seguir ya que el hombre no se aguantó y le dio un puñetazo haciendo que el joven cayera al suelo.
Estando en casa Juan preparó un desayuno para su hermano con un café bien cargado ya que sabía que no había dormido en toda la noche y de seguro lo necesitaría, mientras Arturo se fue a dar un baño para después tener una conversación muy seria los dos, no habían podido conversar de lo sucedido, tendría que confesar a su hermano hasta donde había llegado con esa tal "amiga", no podía dejarlo pasar así.
"Como no ha podido madurar todavía, Dios mío que tan estúpido puede ser, ¿acaso no ha aprendido con tantas cosas que nos han sucedido? Y por fin encontró a una chica que lo quiere o quería, no, pero de seguro Sara sigue queriéndolo aunque no lo recuerde estoy seguro que pasando el tiempo volverá a recordarlo todo y ¿ahí?"
Más angustiado que antes Juan pasó la mano por el pelo y mirando por la venta volvió a preguntarse.
"¿Cómo volverá a reaccionar al recordar lo sucedido con Arturo? ¿Lo podrá perdonar y darle una segunda oportunidad? Se quieren, de eso no tengo la menor duda pero ¿podrán volver a juntar los pedazos de su corazón que se han roto?
Juan no podía estar tranquilo, iba de un lugar a otro en el salón, si alguien lo viera de seguro pensarían que había alguien con él, porque sus pensamientos salían en voz alta pero no, él discutía consigo mismo.
"Mi pobre gatita tan angustiada que la deje en el hospital y tan enfurecida, si mi hermano logra que Sara lo perdone no creo que pase lo mismo con Karla de seguro que le dará una guerra a no dar más ay ¿por qué a mii? Dios no me hagas volver a elegir entre los dos, no puedo simplemente es imposible y sé que todo esto nos afectará, la necesito y no la dejaré sola aunque sé que tendré que hacerla entrar en razón y me volverá loco"
Ese último pensamiento hizo que le brotara una dulce sonrisa solo al recordar a su pequeña gatita que tanto adoraba besar y tenerla entre sus brazos, esa sonrisa se hizo más grande al recordar las palabras que había dicho a Sara y como ella hacia sus pucheros.
"Si, no todo está perdido".
Arturo por su parte se encontraba bajo el chorro de agua y dejando que esta corriera por todo su cuerpo no podía dejar de pensar en su ángel, en la chica que tanto hizo sufrir por su estúpida cabeza.
"Como podía siquiera haber pensado en hacer algo con esa mujer teniendo a Sara a los pocos metros de mí, como había podido besarla ¿tan jodido estaba? Ahora todos sufrían por mi culpa"
Sin pensarlo dio un golpe con su puño en la pared olvidándose que la tenía todavía lastimada sacándole un grito el cual ahogó en su brazo, pero no le importó para nada, le daba lo mismo si se lastimaba o no ya había destruido el corazón de la chica que se había enamorado, se arrodillo en la ducha y lloro, lloro como nunca, sentía que su vida desaparecía por el desagüe.
Sara le había removido todo su mundo y de nuevo no logró mantenerse alejado de otra mujer. Después de bastante tiempo en la ducha y después de haber llorado como un crío, porque eso de que los hombres no lloran no era más que una jodida mentira, además a él le daba ya lo mismo, sin lágrimas que llorar salió tomó una toalla y comenzó a secarse con ella, limpió el espejo por la humedad que estaba cubierto y pudo aprecia uno de los golpes que le había proporcionado Samuel, ya estaba rojo de seguro que durante el día cambiaría de color, estos días sí que había recibido golpes pero el que más le dolió fue el de Sara, que era el más grande y fuerte para él.
Vestido y preparado paro lo que se venía se acercó donde se encontraba su hermano, pudo notar lo tenso que este estaba y no era para menos conocía como pensaba Juan y lo que seguro pasaba ahora por su cabeza.
- Ni se te ocurra pensar que tendrás que tomar lugar por alguno de nosotros Juan, este es mi error y solo yo lo solucionaré.
Juan lo miraba sin poder entender lo que decía, bueno si podía entenderlo pero como podía decir que no tendría que tomar su lugar.
-No me mires con esa cara hermano, sé que estas angustiado y piensas que tendrás que estar o de mi parte o de parte de Sara, por Karla que si me ve querrá... mejor ni lo pienso - dijo moviendo su cabeza para evitar ese pensamiento horroroso que le vino a la mente, se fue hacia la cocina.
-Arturo déjate de decir estupideces, tenemos que hablar.
Los dos se dirigieron hacia la mesa, una vez sentados tomaron sus respectivas tazas y se sirvieron café, ninguno dijo nada por bastantes horas, cada uno perdido en sus pensamientos el primero en romper el silencio fue Juan quién ya no podía soportar la situación.
-Arturo, Sara no se encuentra bien - le dijo pero sin mirarlo en ningún momento.
-¡Lo se Juan! No es necesario que me lo recuerdes, no te olvides que la vi y hable con ella y más encima... - pasó sus manos por la cara - todo esto es mi maldita culpa.
-Si, en eso tienes razón no te lo niego, pero ella había querido quedarse sola y pensar ¿cierto? - le preguntó Juan dejando su taza en la mesa y prestándole toda su atención a las palabras de su hermano.
-Así pensé yo también Juan pero cuando salí a buscarla el conserje me entregó una carta que iba dirigida a Karla la cual dentro de muchas cosas anunciaba de que se marchaba y que no la buscáramos, mira tómala - sacó un sobre que tenía en el bolsillo de su pantalón, se notaba maltratado, arrugado, lo más seguro era que Arturo se pasó la noche entera leyéndola una y otra vez.
Cada parágrafo de esa carta se la conocía ya de memoria, el sobre quedo sobre la mesa, Juan no sabía si leerla o no, era algo que no le pertenecía pero sería la única manera de poder ayudarlo.
La tomó entre sus manos, nervioso porque no conocía lo que leería.
Se notaba todo el dolor de Sara en esas letras, al terminar de leerla dejó el aire que no sabía que sostenía en un gran suspiro, olvidándose de que aún lo sostenía en sus manos las cuales se convirtieron en dos puños y golpeo con toda su fuerza en la mesa.
-Dime Arturo ¿"ESA" valió la pena para que hicieras tanto daño? - le preguntó entre dientes - ¿tanto lo disfrutaste que no te importó que Sara estuviera a pocos metros de distancia? - mientras no obtenía ninguna respuesta de su hermano, más se le nublaban sus pensamientos.
-De verdad que nunca pensé sentirme tan defraudado de uno de mis hermanos y en este momento ¡no sé cómo debo sentirme por tu maldita culpa!
-Juan por favor... - trató de pedirle perdón y también su ayuda pero no lo logró, ya que su hermano lo tomó del cuello y lo levantó de un solo tirón golpeándolo en la pared.
-Ni por favor, ni nada - dijo sosteniéndolo con una mano el cuello y con un dedo de la otra apuntándolo - ¡Ya no! No volveré a ser tu cómplice ni nada, si no lo arreglas todo este desastre te olvidas de mí.
-Juan ¿Qué haces? ¡Suéltalo hombre por favor! - Ninguno de los dos se había dado cuenta de que habían llegado Stefano con su mujer a casa - a ver ustedes dos, me pueden decir ¿qué mierdas se traen, que sucede acá y que es todo esto?
- Que te lo explique él yo ya no puedo más necesito estar solo - lo empujó una vez más contra la pared - te lo advierto arréglalo - se dio media vuelta y desapareció siendo seguido por una Mirian muy angustiada por todo lo que sucedía pero no había logrado alcanzarlo antes de que saliera de la casa.
Por otra parte Stefano se quedó conversando con su hermano pequeño, necesitaba saber que era todo lo que había sucedido y por qué Juan había reaccionado de tal manera, Juan siempre había sido el más racional y el más tranquilos de todos nunca lo había visto de tal manera.
Al terminar de contarles su historia con todo lo que había sucedido desde la noche anterior, a Stefano no le salían las palabras, no podía decir nada, conocía a su hermano pero nunca se había esperado algo tan estúpido de su parte.
Mirian por su lado, lo había escuchado todo desde lejos y no podía dar cuenta de lo que hablaban, a Arturo siempre lo había considerado su hermano desde el mismo día en que se enamoró de Stefano y no podía creer que él hubiese actuado de esa forma con quien tanto decía amar, pausadamente y con lágrimas recorriendo sus mejillas se les acercó, dirigiéndose a Arturo le plantó una bofetada y sin decir nada desapareció de su vista.
- Hermanito lo tienes muy, muy complicado porque si el perdonarte Sara es difícil, de ver la reacción de Juan y mi princesa, no quiero ni imaginar la reacción de los demás, sobre todo Karla y Noemí que por lo poco que las conozco, te harán vivir la guerra mundial - diciendo eso se levantó y lo dejo solo, se fue al encuentro de su mujer ellos pasaban por su momento feliz en su burbuja pero no podían disfrutarlo con todo lo que sucedía, darían su noticia cuando estuviera toda la familia reunida pero como iban las cosas eso parecía imposible.
Al entrar Stefano al dormitorio encontró a su mujer llorando acostada en la cama en postura de feto, esto lo hizo sentirse miserable, se acercó, arrodillándose al lado de la cama y comenzó a acariciarle el pelo con una mano y con la otra tomó sus dos manos.
-Mi princesa tranquila que esto no les hace bien - sí, ellos se habían enterado unos días antes de que serán padres y estaban esperando que estuvieran todos reunidos en familia para dar la noticia, pero con todos estos acontecimientos sería muy difícil que eso sucediera.
-¿Cómo es posible que haya hecho algo así a Sara? - Trató de soltar sus manos de Stefano pero este no la dejaría por ninguna razón - ¿después de todo lo sucedido en la fiesta él la trata de esta manera?
-Tranquila mi vida sé que no sonara muy lindo lo que diré pero me importa una mierda lo que haga mi hermano en este momento lo único que me importa son ustedes dos, ustedes son lo más importante que tengo en mi vida y por ustedes haría lo que fuera - dijo colocando su mano en el vientre de la joven - así que ha tranquilizarse porque no quiero que mi hija salga más nerviosa que la mamá.
-¡Que no soy nerviosa ni nada! - Stefano no la dejo seguir por que le ataco de inmediato sus labios, por fin tenía lo que tanto deseaba sería padre de un hijo o hija que le daba la mujer que amaba con locura.
-Gracias amor por hacerme el hombre más feliz en la tierra, sé que es egoísta por todo lo que sucede pero lo soy y ustedes son mi mundo te amo, te amo ¡TE AMO! - le repitió para que quedara grabado por siempre en su mente y así entre besos, caricias y jadeos se perdieron haciendo el amor.
En la clínica Sara había pasado un día agotador, todos la habían ido a visitar y sus padres no la había dejado un momento sola, estaba agradecida por que Arturo no había vuelto aparecer pero no sabía si lo haría por la noche que estuviera sola.
-Mami váyanse a descansar - le volvía a suplicar a su mamá, llevaba como una hora diciéndole lo mismo pero su madre se negaba a dejarla sola.
-Ni se te ocurra mi vida que te dejaré sola - le dijo dándole un beso en la frente para tranquilizarla - mandaré a tu papá a que se vaya a descansar y yo me quedaré contigo.
-Pero mami ¡por favor! Yo solo quiero dormir estoy bien vete y vienes mañana temprano.
-¡Que no! - y no alcanzó a decir nada más ya que un golpe en la puerta las interrumpió.
-¡Buenas noches! - Saludo un Jonathan muy respetuosamente.
-Hola hijo - lo saludo Diana - ¿todavía trabajas?
-No señora - dijo mientras se acercaba más a ellas - terminé en la tarde y ahora regresé para quedarme con Sara y ustedes se vayan a descansar.
Las dos mujeres se quedaron sorprendidas por las palabras de joven, Diana no podía creer que un hombre que recién habían conocido se preocupara de tal manera por ellos.
-También para avisarles que mis padres los están esperando para que vayan a cenar juntos - agregó al ver como lo miraban las dos mujeres.
-¿Estás seguro hijo? ¿Cómo trabajarás mañana?
-No se preocupe que desde hoy estoy de vacaciones por dos semanas así que no trabajo y podré hacerle compañía a Sara.
-¿Hija que dices tienes problema? - Diana no quería hacer nada que incomodara a su princesa.
-Con tal que te vayas a descansar no tengo ningún problema - dijo levantando sus hombros.
-Está bien, voy a buscar a tu padre y nos vamos - le respondió tomando sus cosas y dándole su beso de buenas noches a su hija y en el momento que se despidió de Jonathan con un beso en la mejilla le susurró al oído.
-¿Cómo podre agradecerte todo lo que haces por ella?, te lo deberé toda la vida - lo único que pudo darle el joven como respuesta fue negarle con la cabeza y darle una bella sonrisa.
Antes de salir de la habitación la mujer se dio la vuelta y los vio junto conversando, esa imagen le pareció muy familiar pero no podía ser, ellos se habían conocido ese día en la mañana solamente.
-¿Qué haces acá? - le preguntó una Sara un poco molesta.
-Vine a que no pasaras la noche sola y sabiendo como son los padres estaba seguro que tu madre no te dejaría sola y ella probablemente estaba demasiado cansada.
-Tienes razón no quería irse por nada - dijo apartando su mirada del joven, él estaba en lo correcto - gracias, pero si quieres puedes irte, yo estoy bastante agotada y lo más seguro es que dormiré toda la noche.
-Ni se te ocurra volverlo a decir mientras estés en el hospital las noches las pasaremos juntos - de repente se dio cuenta de cómo se había escuchado eso y trato de corregirlo - trataré de hacerte compañía mejor dicho.
Sara había quedado con los ojos tan abiertos por las palabras que habían acababan de salir de la boca del joven y al ver que él también se había dado cuenta y había tratado de corregirlo se sonrojo.
-Te traje estos - dijo dándole un bolsa de papel.
Ella la tomó y al abrirla pudo oler lo que había adentro de inmediato, ella era adicta al manjar y le había traído unos exquisitos dulces de la ligua llenos de manjar y azúcar en polvo, los ojos le brillaron de inmediato y lo miró ¿cómo podía él conocer cuáles eran sus dulces preferidos?
-Solo escuché en la mañana a tú padre que decía que no había encontrado estos que a ti realmente te vuelven loca y como tengo unos amigo que los preparan... - dijo quitándole importancia y respondiéndole la pregunta que no le había hecho.
Pasaron toda la noche conversando de diferentes cosas, él quería que ella se relajara y que se olvidara de todo lo vivido en el día y ella se lo agradecía.
En ningún momento se dieron cuenta de que alguien los miraba desde la puerta y escuchaba pocas cosas de la que decían.
"¿Qué mierda sucede acá? ¿Por qué ese doctorcito esta con mi ángel en cada momento? Dios ella se ve tan bien con él, se nota tranquila hasta sonríe, como le pude hacer algo así y ahora otra persona tratará de ganársela pero no lo dejaré, ese medicucho tendrá que escucharme y tendrá que alejarse de ella, será difícil pero me la ganaré"
Pensando esto se fue a sentar donde había pasado toda la noche anterior esperando que el hombre que se encontraba adentro saliera en algún momento, pero para su mayor sorpresa no salió nunca y en la mañana se fue cuando ya habían llegado sus padres con Karla, él conocía que ahí ya no lo aceptaban pero tenía que ganársela así que decidió mandarle un ramo de rosas rojas con una tarjeta que decía:
"Un día conocí a una Paloma preciosa que me hizo querer volar con ella desde el primer momento"
Se la entregaron después de pocas horas, al verlas lo único que sintió fue una punzada en el estómago, las rosas nunca fueron las flores que le gustaban y menos cuando se las regalaban Julio y ahora Arturo. Al leer la tarjetita se le llenaron los ojos de lágrimas pero no las dejo correr por que ya nadie se las merecía.
Karla al ver las rosas y sabiendo que a su hermana no le gustan le preguntó
-¿Mi negrita quien te las mandó?
-No lo sé - mintió entregándole la tarjeta - y más encima me llama así.
Al leerla Karla y entender de quién provenían soltó entre dientes sin querer ser escuchada por su hermana.
-idiota.
-¿Qué dijiste Ka? - le preguntó Sara.
-Nada mi vida, no sé quién será pero lo averiguáremos - le respondió muy segura.
-¡Está bien! - dijo dejando la nota aparte y olvidándose de ella, no quería nada que le recordaran ni a Julio ni a Arturo.
Así pasó toda una semana, en la noche siempre a la misma hora llegaba Jonathan a hacerle compañía siempre llevando sus dulces con él. Se fueron conociendo poco a poco y cada vez el joven la admiraba mucho más y Sara siempre se sentía mucho más tranquila teniéndolo cerca sabía que esto era peligroso para los sentimientos de Jonathan hacia ella pero era imposible que sucediera algo, ya que estaba demasiado lastimada.
Arturo seguía yendo todas las noches y siempre era lo mismo, siempre se encontraba con el médico y nunca pudo entrar a ver a la chica, por una semana no había podido acercarse a ella, pero seguía mandándole las rosas con sus tarjetas.
La segunda decía:
"El estar a tú lado me hizo sentir importante y por primera vez querido".
La tercera.
"Me hizo querer cuidar y amar a una sola mujer"
La cuarta.
"Yo sé que tú amor por mí no ha muerto, aunque el daño que cause lo tenga en agonía, permíteme intentarlo otra vez"
La quinta.
"Tengo tatuado en mi memoria nuestras platicas nocturnas, mi ángel".
La sexta.
"Daría mi vida entera por no haberte hecho daño, aunque en estos momentos está no valga nada. Eres, fuiste y serás mi ángel".
Eso era cada día hasta que le dieron de alta.
El día que le dieron de alta Karla y Noemí ayudaban a alistar sus cosas cuando entraron Juan y Paulo quienes venían a buscarlas para llevarlas a la casa donde se quedarían.
-¿Cómo están mis chicas favoritas?..... - preguntó un Paulo muy animado.
Era raro el interactuar con ellos fingiendo que recién los conocía, aunque después de la plática que tuvieron en donde ellos le mostraban su apoyo y comprensión por la "situación" que ella estaba viviendo, fue mucho más fácil, aunque tenía que poner mucho empeño en frenar sus sentimientos, después de todo ellos no tenían la culpa de nada de lo que le pasaba, por lo contrario ellos siempre han tratado de protegerla, ellos no eran los causantes de su "situación" no podía verlos como los hermanos del hombre que había destrozado su corazón, sino que siempre serían los galanes de sus chicas.
-Bien, aunque estas dos me están volviendo loca, pues no me dejan hacer nada - dijo haciendo un puchero lo que hizo a los demás romper en una carcajada, por fin todo estaba volviendo a la normalidad.
Juan no había vuelto a ver a su hermano desde el día de la discusión pero sabía por Karla sobre las flores y las tarjetas que le mandaba a Sara, no conocía que era lo que pasaba por su mente pero nadie sabía algo de él con excepción de Paulo que vivían en el mismo departamento pero a él tampoco le decía nada.
Lo bueno era que todo volvía a la normalidad y por fin Sara lograba estar tranquila y en eso la había ayudado demasiado Jonathan con el especialista que le había presentado para poder hablar de sus problemas y le hacía muy bien.
La chica se sentía extraña, el joven que pasaba acompañándola todas las noches no se había aparecido para poder despedirse y de seguro que ya no volverían a verse cada día como lo habían hecho por durante toda la semana que había pasado en el hospital y eso la entristecía, pero había logrado tener un muy buen amigo de seguro que volverían a verse.
De repente la puerta se abrió y apareció Jonathan arrastrando una silla de ruedas para poder llevarla hasta el coche.
-Buenos Días - saludo a todos, ya todos se conocían y se habían caído muy bien.
-¿Qué haces acá? - le preguntó la chica dudosa por la silla.
- ¿Pues que pensabas? Que te irías sin despedirme y más encima tenía que traer tu transporte hasta la salida - le dijo con una preciosa sonrisa en sus labios.
-Ni se les ocurra que yo me iré en eso.
-Lamentablemente mi pequeña - le dijo Juan - tienes que hacerlo por el bien de tu pie, así que te sientas tranquilita como una buena niña y te dejas de tonterías - y le señalo la silla para que se sentara.
Sara miro a todos los que se encontraban en la habitación y se dio cuenta de que no podía hacer nada para salir de esa, así que hizo lo único que podía, se sentó de malas ganas y todos rieron al verla comportarse como una niña mal criada.
Al salir Juan la ayudó a acomodarla en el coche y una vez sentada se le acerco Jonathan y le susurró al oído.
- Nos vemos en la noche - le dio un beso en la cabeza.
Sara no pudo decir nada más porque él cerró la puerta y el coche partió del hospital dejando al joven perdido en sus pensamientos hasta que fue interrumpido.
-Tú y yo tenemos que hablar y tendrás que darme unas cuantas respuestas...
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