CAPITULO 2
Al llegar a la puerta del negocio donde harían sus compras las chicas Karla se dio la vuelta para poder despedirse de los jóvenes que iban un poco más atrás que ellas.
-Bueno chicos, acá nos separamos.
-¿No quieren que las acompañemos?- preguntó Juan.
-No para qué molestarlos, si solo haremos unas compras para la cena. ¿Ustedes no tendrán muchas ganas de hacer esto, envés de irse a tomar algo y darse alguna vuelta por el pueblo?- dijo Sara con una cara que decía que ella tampoco tenía muchas ganas de estar haciendo las compras.
-¡Qué va! Mejor les ayudamos con las compras y así terminan más rápido, nosotros cargamos las bolsas - dijo Juan levantando sus brazos en señal de fuerza- y después nos vamos a tomar algo juntos ¿Qué les parece?-dijo con una sonrisa llena de entusiasmo.
Las dos hermanas se miraron sin saber qué hacer y después de unos segundos Sara respondió mirando a Arturo.
-Bueno, pero conste que ustedes van a cargar con las bolsas - dijo señalándolos con un dedo.
-Pero por supuesto, si para eso Dios nos hizo tan fuerte y bellos – al oír estas palabras de la boca de Juan se miraron los cuatros y se pusieron a reír a carcajadas. Se notaba que ellos se harían muy buenos amigos y como esperaba Arturo también algo más. Pero él no sabía nada de esta chica, no sabía si estaba en una relación o se había acostado con alguien. ¿Pero qué estupideces piensas? Se dijo Arturo a sí mismo.
En ese momento entraron todos al negocio, era un mini Marquet, a esas horas había bastante gente así que se pusieron manos a la obra; Juan había agarrado un carrito y las chicas lo llenaban con las cosas que necesitaban. En ese preciso instante Karla paró de golpe, era como que si viera un fantasma, trato de disimular para que los demás no se dieran cuenta, pero para su desgracia Juan se percató que algo le sucedía y se acercó a ella, haciendo como que algo quería de donde se encontraba Karla y le preguntó muy despacio y cerca de su oído.
-¿Qué le sucede?
-¡Nada!- casi no le salían las palabras, estaba claro que algo le sucedía.
-¿Cómo que nada, si no tiene color en su cara, es como si hubiera visto un fantasma?
-¿Ve a ese tío de ahí?
-¿Cuál, el que ha entrado al negocio?
- ¡Si, ese!-
En la puerta del negocio entrando estaba Julio el ex de Sara, el cual era un maldito imbécil que no sabía respetar a las mujeres y sobre todo a Sara. Había llegado a levantarle la mano y golpearla, su hermana estuvo a punto de denunciarlo pero Sara le suplicó que por favor no lo hiciera y que no dijera nada a nadie ya que ella decía que había sido su culpa. Pero eso no era verdad y por supuesto que su hermana la ayudo a mantener el secreto pero con la condición de que no volvería a verlo. Claro que él no lo entendió ni con la primera advertencia, ni con la segunda y estuvo atormentándola por bastante tiempo, ya hace unos meses la había dejado tranquila. Él era muy guapo, moreno, siempre su pelo estaba un poco largo y despeinado, tenía unos labios que a todas las mujeres del pueblo les gustaría probar y unos ojos negros muy penetrantes, su cuerpo bien formado, por su trabajo en los establos, en pocas palabras era un hombre que toda mujer quisiera tener en su cama.
Al entrar en el negocio él se fijó de inmediato en Sara y se quedó mirándola por bastante tiempo. Karla no apartaba su mirada de Julio, pero viendo que su hermana no se había dado cuenta de su presencia no sabía qué hacer, así que le dijo a Juan.
-Él es el ex de mi hermana, ese estúpido la trató muy mal y no es bueno que se encuentren, más aún ella estando sola.
-¡Pero si no está sola! Estamos nosotros también- respondió Juan un poco molesto.
- Sí, lo sé, pero no es eso lo que quiero decir. No tiene pareja para que este desgraciado la vea y la deje tranquila, va a empezar a molestarla de nuevo- en ese momento se les acercó Arturo.
-¿Qué sucede con ustedes dos? Sara ya está terminando.
-No sucede nada- respondieron los dos en una voz.
En ese momento Sara se fijó en Julio y todo su cuerpo se tensó, no sabía qué hacer, como reaccionar. Él comenzó a caminar hacia ella con paso firme y seguro, sin dejar de mirar cada reacción que ocurría en el cuerpo y la cara de la joven, lamentablemente el conocía muy bien su cuerpo y sus reacciones, él le había enseñado muchas cosas. Ella empezó a temblar, no quería tener nada que ver con él y de seguro no quería hacer una escena dentro de ese negocio.
Arturo se fijó en las reacciones del cuerpo de Sara y se dio cuenta que algo no estaba bien.
-Karla ¿Qué sucede?
Ella ya sin saber que hacer le contó a Arturo sobre Julio y a este ya le hervía la cabeza con las cosas que escuchaba y como veía que todo esto afectaba a su Ángel Moreno. Justo en ese instante Julio llegaba cerca de Sara.
-¡Hola cariño! – le dijo el hombre con su voz seductora, llevándole un mechón que tenía suelto por detrás de su oreja, mientras ella trataba de apartarse.
-¡Hola!- respondió ella tratando de escaparse de su toque que alguna vez la había hecho sentirse tan mujer.
-¿Cariño por qué tan fría y distante, no me has echado de menos?
-¡Julio por favor déjame tranquila!
-Pero si cariño, nosotros somos el uno para el otro.
-Nosotros no somos nada para nada, me has hecho daño, demasiado daño y no quiero tener nada que ver contigo- trataba de mostrarse tranquila y que todo esto no le afectaba para nada, pero si seguían por ese camino no lograría controlarse y derramaría las lágrimas que ya se estaban acumulando.
-Si ya te he dicho de que no volveré a lastimarte, que fue un error y es algo de lo que me arrepiento cada día- le dijo el tratando de escucharse arrepentido y triste.
-Por favor, déjame tranquila, no estoy sola y en cualquier momento va a llegar mi amigo y no quiero tener problemas- ella quería darle a entender de que no estaba sola y que había logrado rehacer su vida, pero lo único seguro era que él no la dejaría tan fácil, y volvería a intentar a hacerla suya.
Pero en ese momento paso algo que no se esperaba, cuando Julio empezó a acercarse para tenerla más a su alcance y tratar de besarla, alguien llego por detrás de Sara tomándola por la cintura y acercándola a su cuerpo, poniendo su quijada en el hombro de la chica y habló como si estuvieran muchos tiempos juntos.
-¿Mi negrita, por qué te has demorado tanto? – preguntó dándole un apretón en la cintura para darle a entender de que estaba con ella y que sabía lo que sucedía.
-¡Nada amor ya iba para allá, solo estaba saludando a "un amigo"! – dijo esto asentando la palabra amigo.
-¿Y no me vas a presentar amor?- le dijo haciendo puchero y con carita de perrito triste que daba pena, simulando una pequeña sonrisa- si ya sé que no quieres presentarme a nadie, soy tan feo que te da vergüenza- le dijo en forma de broma.
-Ay amor que tontito que eres- ella también con tanta tranquilidad y normalidad que quien los viera diría que estaban años juntos, pero ella no sabía cuánto tiempo duraría todo esto y si ella lograría estar bien hasta el final.
Julio los miraba con cara de pocos amigos y con desprecio al tipo que tomaba por la cintura a su Sara, por la manera que la tocaba y la pegaba a su cuerpo, él era quien tenía que disfrutar de sus caricias y de sus besos, ningún otro hombre tenía ese derecho. Julio con un gesto de cabeza muy cabreado preguntó a Sara señalando al chico que había recién acababa de llegar.
-¿Y este gallo quién es?
-Por favor sé un poco más educado y respetar a mi pareja – Sara se puso tensa no quería que se armara alguna pelea, su acompañante al ver todo esto se metió entre los dos.
-Amigo a una mujer no se le habla de esa manera y menos si es "MI MUJER"- dijo esto ya bastante cabreado.
-Pues yo no te estoy hablando a ti sino a Sara, quien fue y será siempre mi mujer- dijo Julio furioso.
-Pues creo que no debes haberte portado muy bien para haber perdido a mi belleza – dijo esto atrayéndola mucho más a su cuerpo, quedando Sara un poco recostada en su pecho y tomándolo también ella por la cintura – y más te vale que si la vuelves a ver mejor que ni le hables porque puedes estar seguro – ya estaba cansado del comportamiento de julio así que pasando su brazo por los hombros de Sara en señal de protección y con el dedo de la mano que le quedaba libre daba en el pecho de este estúpido – que no está sola y con que me entere que de alguna manera la has molestado, me encontrarás delante de ti. Porque yo defiendo lo que es mío, así que más te vale que estés bien lejos de ella.
Diciendo esto tomó de nuevo a Sara por la cintura besándola en el cuello y dijo – Amor vamos que tenemos cosas que hacer – y cerrándole el ojo de modo sexy, siguió – y quiero pasar mucho, pero mucho tiempo a solas contigo – mirando con cara de desprecio a Julio caminaron hacia la caja a pagar sus compras y se fueron.
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