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CAPITULO 12

Por fin todos habían tomados sus correspondientes asientos. De chofer se lo daba Juan como era él el mayor tenía siempre la responsabilidad de los coches de la familia y cuando estaban todos juntos él siempre era el que se ocupaba de manejar.

Sentado a su lado iba Paulo, que llevaba un ánimo de los mil demonios, lo único que le hacía soportar todo esto era que Noemí estaba sola, sin su novio. "¿Qué habrá pasado con ellos dos?" se preguntaba el joven, sabía que algo no andaba bien, pero lo investigaría. Quería pasar tiempo con ella y poder conocerla más aunque fuera una "señorita mal hablada".

Atrás iban sentados Arturo, Sara y Karla. El joven no lograba tener las manos apartadas de su Ángel, un brazo lo tenía pasado por arriba de sus hombros y llevaban sus dedos entrelazados. De vez en cuando la acercaba más a él para poderle besarle el cuello, poder sentir ese olor que tanto le gustaba y le daba esa tranquilidad que hace mucho no sentía.

Karla iba perdida en sus pensamientos y por momentos se perdía en los ojos de Juan, que la miraban por el espejo retrovisor, el reflejo de su mirada la cautivaba. En el instante que puso sus ojos en ese bendito retrovisor, le hizo plantearse cosas que jamás había querido expresar, se imaginó mil cosas y ninguna a la vez. Sus ojos eran de un azul que podría decir que no hacía falta tocar el cielo porque en ellos se encontraba. Cada vez que trataba de analizar lo que él le causaba llegaba a la misma conclusión, pero tenía tanto miedo de decirlo, de asumirlo; digamos que solo podría decir que le gustaba tanto que cuando simplemente lo veía nada existía a su alrededor, que solo quería besar esos labios que la incitaban al pecado, que solo anhelaba sentir sus brazos rodeándola por completo. Pero sentía que eso la llevaría a saltar a un vacío al que no estaba preparada, a un vacío al cual no quería saltar sin paracaídas, pero era la única opción que le quedaba y lo peor es que estaba dispuesta a hacerlo con él, solo por él, ni ella entendía lo que sentía, pero lo que sí conocía, es que se estaba enamorando de Juan y no sabía cómo decirle a su corazón que no fuera tan de prisa... Se estaba metiendo en un lio con el joven, pero ya había caído hechizada por su encanto. Él lo era todo: caballero, lo había demostrado más de una vez, bromista de primera y un muy buen hermano. Este hombre le estaba removiendo toda esa creencia de que el Príncipe Azul no existía.

Al parecer su hermana se dió cuenta de lo que estaba sucediendo y quiso saber más, así que le susurró al oído y solo para que la oyera ella:

-¿Me podrías decir, que sucede con ustedes dos?

-Nada, no sé de lo que estás hablando.

-Sí, claro y yo soy rubia de ojos celestes – se burló Sara, conocía demasiado bien a su hermana para saber que algo estaba pasando entre ellos dos.

-¡Ha, mira tú! No, me había dado cuenta – le respondió Karla sacándole la lengua y se carcajearon las dos. Ellas eran así, en su mundo no podía entrar nadie – hablamos después – terminó diciéndole a la vez que le cerraba un ojo.

-¿Qué sucede? ¿De qué se reían ustedes dos? – quiso saber Arturo.

-¡No sabía que era usted metiche, Taz! – le respondió la joven con una sonrisa burlona al momento que el joven abría los ojos de par en par por lo que había salido de esa boca que tanto le encantaba disfrutar.

-¿Cómo me has dicho? – quiso saber, porque de verdad lo había llamado de esa manera, claro estaba que lo de metiche se lo cobraría luego.

-Taz, mi amor, eso es lo que eres. Llegaste a arrasar con todo mi mundo en un momento, pero también eres como un pequeño animalito que me gusta tener en mis brazos – le respondió Sara solo para que la escuchara él, en el momento que le daba un tierno beso en la nariz - ¿acaso te molesta que te llame así?

-¡No, por supuesto que no, mi palomita! Solo que me sorprendí, ya que aparte de mis hermanos nadie me había puesto un apodo, siempre decían solo mi nombre, pero me encanta escucharlo venir de tu boca, es algo diferente – le explicó el joven en el momento que la atraía más a su cuerpo, para sentirla y que ella lo sintiera – pero te juro que lo de metiche me lo pagarás cuando lleguemos – agregó dándole un pellizco en las costillas que la hizo dar un grito de sorpresa.

Todos se giraron para ver lo que le había pasado, pero lo único que pudieron ver, fue a una Sara roja de vergüenza, que de inmediato reaccionó y le plantó un codazo a su chico, quien de inmediato se puso a reír, le encantaba como era ella, cada vez conocía más sus reacciones, de seguro que le tendría muchas sorpresas, sería todo un desafío.

-¡Por Dios, se comportan como dos niñitos! – los acuso Juan riendo.

-Pero si lo somos, somos dos niñitos que disfrutan de su juventud, no como tú, que eres un viejo amargado hermanito – le respondió Arturo burlándose de su hermano mayor.

-Viejo o no igual te puedo patear el culo, así que compórtense.

-¡SI, PAPI! – gritaron todos a la vez, carcajeándose.

-No tienen remedio. Tengan cuidado de no hacer alguna estupidez y que nos saquen de patitas del hotel, porque estarán jodidos – dijo al momento que paraba el coche en el estacionamiemto de una Parrillada con el nombre "Bariloche", un lugar espectacular rodeado de naturaleza, con mesas en su terraza rodeada de grandes árboles que daban una exquisita frescura – vamos a comer algo y seguimos ya no puedo más, tengo hambre y calor – estas dos palabras hicieron que Sara recordara lo que habían hecho hace pocas horas con su chico, empezó a subirle la temperatura de inmediato y a ponerse colorada de lo cual se percató su hermana en el momento que salía del coche.

-¿Te encuentras bien mi negrita?

-Sí, sí, solo que tengo calor no debí traer esta chaqueta puesta – mintió – vamos a tomar algo que tengo sed – pero antes de dar un paso más, Arturo la sujetó para susurrarle.

-Yo también tengo hambre – dijo esto y le dio un beso en los labios que de inmediato hizo que se perdieran en su burbuja.

-Ya busquen una habitación – les gritó Nomi, que hasta ese momento no había hablado para nada – y caminen que quiero salir de acá adentro, me estoy asando – la pareja se separó y le dio el espacio que necesitaba la joven.

Todos ya se habían sentado a la mesa en un lugar apartado de la terraza, antes de hacerlo Sara le pidió a su amiga que la acompañara al baño (como siempre el sitio de confesión) necesitaba refrescarse.

Al entrar al local quedaron encantadas con su ambiente cálido, el cual se reforzaba con una decoración que desbordaba en madera y los trasladaba a sentir una cierta brisa de campo.

-¿Me dirás por favor que te está pasando? – la acosó sin ni siquiera cerrarse la puerta del baño, no era muy grande ni lujoso pero estaba bastante limpio, para poder estar un momento y lograr tener esa conversación que tanto le comía, por no saber qué le sucedía a su mejor amiga, el porqué su semblante tan triste se lo decía – vamos cariño dímelo, desahógate y después no lo volveremos hablar – le rogaba tomándole la cara con sus manos.

-¡Terminamos, Antonio y yo terminamos! – dijo desesperada.

-Vamos Nomi, que otras veces también han discutido y después de unos días están de nuevo juntos, no te pongas así.

-¡Que no! ¿No lo entiendes? Terminamos, me engañó Sara, tiene otra, mientras estaba conmigo, ¡ÉL TENÍA OTRA! – dijo, sin poder aguantar sus lágrimas - ¿lo entiendes ahora?

-¡EL DESGRACIADO! – Grito furiosa Sara, en el momento que acurrucaba en sus brazos a su amiga que tanto la necesitaba – ¿estas segura Nomi? Quiero decir ¿Cómo te diste cuenta? – preguntó un poco más tranquila.

- El muy imbécil me lo dijo, cuando le pregunté por una foto que había encontrado en su bolso, de una mujer besándolo, ¿sabes cuál fue su maldita respuesta?

"Noemí estamos bastante tiempo separados por la Universidad, yo estoy bastante tiempo solo y resulta que Daniela es mi compañera y bueno sucedió. Sabes que lo nuestro hace mucho se ha enfriado y que no somos la misma pareja que fuimos hace un tiempo atrás, nos queremos, de eso no cabe duda pero ya no nos amamos y te mereces a alguien que te adore y te ame de verdad, no es justo todo esto para ti así que mejor será que terminemos"

-Tan fácilmente votó nuestra relación después de casi ocho años, sin importarle nada, y encima, terminamos anoche y se fue de la casa dejándome sola con los hermanos de Arturo, menos mal que estaba Erick y Karla, porque la verdad es que no sé qué hubiera hecho – se sostuvo del lavamanos, bajo la cabeza entre los hombros derrotada y siguió – ¿ahora entiendes, por qué no podía decir nada antes, delante de todos ellos? Me verían como la mujer más estúpida del planeta – seguía sin poder para de llorar, a su amiga se le rompió el corazón por verla de esa manera, no podía creer todo lo que había escuchado, como podía Antonio haberse comportado de esa manera con ella que tanto lo quería, la tomó por los hombros y la giro para poder verla directamente a los ojos.

-Pues lamentablemente para él, será el único que perderá en todo esto, ya que estoy segura de que encontraras a una persona que de verdad te ame Nomi, así que arriba los ánimos, NO más llantos por desgraciados y hombres imbécile. Estos días disfrutaremos de nuestra compañía, de seguro que algún rubio se estará muriendo por dentro para conocerte mejor – dijo a la vez que le guiñaba un ojo y le daba una sonrisa traviesa.

-Sara por favor no digas tonteras, ese es peor, se cree la muerte, cuando quiere te trata bien y cuando no, bueno, como basura – la regañó su amiga, que se lavaba la cara con agua fría para poder disimular con los demás los ojos rojos por el llanto – así que por ahora nada de hombres para mí, por favor. ¡Ha! Y antes de que se me olvide no le he dicho nada todavía a mi hermano así que te quedas calladita hasta que pueda decírselo y eso no será en este viaje, ¿estamos de acuerdo? – la encaro poniendo sus brazos en forma de jarro.

Poniendo los ojos en blanco ya que estaba segura de que no le habría contado nada a Erick si no estuvieran las dos amigas juntas, por que de seguro necesitarían de todos sus encantos para que su hermano y amigo no fuera a romperle la cara a Antonio.

-Sí tranquila que sé, cómo es Superman, así que se lo diremos un día estando juntas, pero ahora a disfrutar y tú a olvidar ¿Vale?

-Eso tenlo por seguro, lo único que deseo es relajarme y disfrutar.

-Bueno y si tienes a un Rubio guapetón a tu lado, mejor por ti.

-Ay Dios Sara, me estas sacando de mis casillas mujer, que "ese hombre" – dijo haciendo con sus dedos comillas en el aire – lo único que puede sentir por mí es desprecio, por su forma de tratarme.

-Yo, creo que te equivocas, ¿pero por lo que veo a ti no se te es tan indiferente? – le preguntó Sara levantado su hermosa y bien delineada ceja.

-Bueno, sí tendría que estar ciega para no fijarme, los hermanos Coelho son uno por uno – le respondió la chica, burlándose de su amiga por la cara que tenía puesta.

-¡Por Dios, Sara! Disimula un poco cariño, te corre la baba por ese hombre.

-La verdad amiga es que sí, me ha dado fuerte, ¡es tan, tan, tan! Que no puedo ni encontrar la palabra correcta para expresarlo, lo que sentí anoche y hoy en la mañana, no lo he sentido nunca antes – dijo ruborizándose de solo pensarlo.

-¡Bueno ya basta! Que acá está empezando hacer mucho calor y no tendré como desahogarme después, en cambio tú, sí – las amigas se quedaron un momento en silencio, solo mirándose, hasta que no pudieron más y rompieron a reír al instante que se daban un abrazo con tanto significado para ambas, sin decir palabras las dos estaban mucho mejor y se refrescaron.

Al salir del baño, se encontraban de mucho mejor ánimo de cómo habían entrado, pero no duró mucho ya que sin fijarse chocaron con alguien y a Noemí se le cayó el bolso, al instante que se abrían y salían todas las cosas de su interior, enseguida empezó a maldecir mientras recogía sus cosas hasta que escuchó unas palabras que la detuvieron de golpe.

-Por Dios, ¿siempre hablas tan mal? – le preguntó el joven, en el momento que ella levantaba la vista y se perdía en sus ojos.

- Definitivamente, nuestros encuentros nunca serán normales – trato de bromear, no quería darle a entender, que la ponía nerviosa, no lo dejaría disfrutar de eso.

-No, realmente creo que, eso es lo que me gusta... - paró de inmediato, no le iba a decir lo que sentía por ella, o a demostrarle algo más de él, no sin antes saber que había sucedido con su novio – de la vida, que las cosas no sean normales y así disfrutamos de cada momento – trató de arreglarlo, al momento que le daba una de sus hermosas sonrisas seductoras que hizo que la joven casi perdiera el equilibrio - ¿Te encuentras bien? – la pregunta no era solo por lo que había recién sucedido, sino que también veía sus ojos rojos, lo que le daba a entender que había estado llorando y eso lo descolocó mucho más.

-¡Lo estaré! – trató de responderle lo más sincera que podía. El joven solo asintió con la cabeza y la ayudó a levantarse del suelo cuando terminó de juntar todo lo de su bolso.

-Pero al fin no me has respondido – quiso saber el joven. Noemí trataba de acordarse de qué pregunta le había hecho y no se la había contestado.

-¿Qué cosa? – le preguntó un poco intrigada.

-¿Siempre hablas tan mal? – le preguntó con un pequeño tono de burla.

-¡Claro! Es lo que mejor se me dá y sobre todo si algunas ciertas personas me lo provocan – le respondió mirándolo mientras levantaba una ceja esperando su respuesta, la cual no obtuvo ya que Paulo se carcajeaba, "¿cómo esa chica podía ser tan delicada y hermosa por fuera y por dentro ser una mujer que no se dejaba arrastrar por nadie?" pensó el joven.

Ella toda mal hablada pero con una boca que invita a besarla, con un cuerpo que incita a venerarlo con caricias besos y mucho más, con una manos dignas de ser mágicas y unos ojos que lo encarcelaban sin decir ni siquiera una sola palabra. Era como el manantial del cual quisiera beber día a día, pero el único problema era que a pesar que desde el primer instante lo cautivó, ella tenía novio y aunque él siempre había sido un maldito bastardo con todas las mujeres, jamás se metería en medio de una relación. Por eso estaba más que cabreado con ella, con su novio o en realidad consigo mismo porque la única mujer que realmente había querido tener a su lado no estaba ni a un mínimo de su alcance.

"Es estúpido verla aquí sentada frente a mí y ni siquiera poder hacer nada para que me vea realmente. Necesito de ella de una manera incomprensible, verla llorar me ha derrumbado me ha vuelto más idiota de lo que soy, ha hecho despertar en mí el instinto de querer asesinar a la persona que la ha hecho sufrir. Son sentimientos encontrados que no sé cómo explicar ¿será que conseguí la orma de mi zapato?" pensó Paulo, mientras seguía riendo para no delatarse delante de Noemí.

-¿Me puedes explicar de qué mierda te ríes? – le preguntó furiosa por la reacción del joven.

-O sea, ¿quieres decir, que yo te provoco que hables mal? – Le preguntó al momento que no podía parar de reír.

Noemí se le quedó mirando por un instante, él tenía razón, eso producía en ella ¿pero, por qué? Es bello sí, bueno bello no, lo siguiente. Él era tan antipático con ella que le provocaba matarlo, pero lo que de él la había cautivado era precisamente eso, puede que tuviera una sonrisa encantadora, pero lo que realmente le bajaba los calzones era verlo con esos maravillosos ojos con betas de enojo, era ver ese ceño fruncido que indica que algo lo tenía cabreado, aunque le enojaba que se riera con otros y con ella no.

"Es un engreído, claro, tiene porque serlo está que mata, que envenena y atraganta mi mente ociosa; la he descubierto pensando de más en él. Pensando en cosas que no debería, como en tenerlo desnudo a mi lado para contemplar cada parte de piel que se marca con la ropa que usa. Hay algo en él que no sé cómo explicar, que realmente no sé cómo tomármelo, él es diferente. Es sólo Paulo porque siempre regreso a él, no importa lo que piense siempre regreso al hecho de que es él.... No se quizás deba alejarme un poco no estoy preparada para nadie, me encuentro destruida y hasta un poco fracasada después de ocho años de noviazgo tirados al retrete.... Quizás Paulo es lo que yo, mi vida y mi corazón estaban esperando... Ven se los dije no importa en lo que piense siempre regreso a él...." Pensó ella y se le unió a su risa, estaba de acuerdo con Paulo pero a la vez la hacía sentirse tranquila y así entre risas y sin responder su pregunta se encaminaron hasta la mesa. Cuando se acercaban a la mesa todos los quedaron mirando, pero no les dieron más importancia, con excepción de Sara que ya lo venía venir, y si fuera pondría su manito para ayudarlos. Los jóvenes tomaron asiento en las dos sillas libres que habían quedado y que estaba una al lado de la otra, así que Paulo podría conocer un poco más de Noemí, durante de la comida.

El momento de pedir la comida, fue todo un caos, todos hablaban a la vez, hasta que de nuevo "el papi" (Juan) puso todo en orden y fue nombrando a las chicas para que decidieran que querían de plato principal.

Sara y Karla decidieron pedir: El Salmon Bariloche que estaba bien cosido y acompañado con palta, tomates y papas al romero. Ellas eran amantes de la comida sana, por eso muy pocas veces comerían algo que no les hiciera bien.

Mirian y Noemí por su parte optaron por Pechuga de Pollo a lo Bariloche que llevaba la pechuga asada pero para nada seca, verdura salteada y papas al romero y todo esto bajo una salsa Mingón.

Entre los jóvenes decidieron por una parrillada de Bariloche que llevaba todo tipo de carnes, era bastante grande como para seis personas así que era exactamente lo que necesitaban y Juan, como siempre, haciendo su rol de "papi" pidió extra dos ensaladas una Cesar y la otra Griega, dos Mix de empanadas para degustar antes que les trajeran la comida. Para beber las hermanas se decidieron por un vaso de agua, Paulo y Stefano, tomarían unas cervezas y los demás por unas Coca – Colas bien frías, los chicos no podían tomar nada mas ya que uno manejaba y el otro todavía tomaba unos medicamentos para el dolor, también podría necesitarlo su hermano para que manejara, pero eso sería por si algo sucedía, ya que Juan estaba acostumbrado a este estilo de viajes.

Arturo quedó sorprendido de la forma en que Sara cuidaba de él, ya que apenas llegó su almuerzo en vez de dedicarse a comer, lo primero que hizo fue prepararle un plato para él y cortarle la carne, para que el joven pudiera comer cómodamente, aunque claro estaba que él se estaba aprovechando un poco, después de todo vendada tenía solo la mano, nada más ¡hombres!. Pero le encantaba lo que hacía ella por él y sin que él lo pidiera.

-Gracia mi palomita, de verdad – le dijo el joven besándola tiernamente, viendo como todos los miraban y ella se volvía a ruborizar.

-No tienes por qué darlas – le respondió a la vez que le acariciaba su rostro – cualquiera lo haría.

-¡Si, claro cómo no! Primero que nada mira como todos ellos se preocupan – dijo señalando a los demás con el tenedor, mientras todos se reían – segundo, atacó acercándose más a ella para que fuera la única en escucharlo, – tú no eres cualquiera mi ángel, me demuestras a cada momento como te preocupas por los demás, gracias por hacerme el honor de estar conmigo – guiñándole un ojo volvió a besarla, pero esta vez, este beso demostraba muchas más cosas, en el momento que le colocaba una mano encima del muslo de la joven y subía cada vez más hacia su parte intima.

-Ni se te ocurra seguir – lo regañó por encima de sus labios – si no quieres que me levante y me vaya a sentar a otro lugar y tenlo por seguro de que lo haré – lo amenazó.

El joven no podía creer la reacción de su ángel, cada vez conocía una parte nueva de ella y eso le encantaba; pero como él era el macho que solía ser no la dejaría que se sintiera con el poder de hacer con él lo que fuera.

-Mi palomita – dijo parando la mano de donde ascendía – esta vez no lo sigo, pero ya verás que llegará el día que suplicarás, y no me vuelvas a amenazar porque verás que yo puedo ser muy cabezota – dijo esto y se dio la vuelta para seguir comiendo con una sonrisa triunfante en sus labios, quería ver hasta dónde podía llegar con su chica y sabía que lograría lo que quisiera.

Sara por su parte había quedado asombrada por todo lo que había salido por esa boca que tanto deseaba volver a besar, empezaba a conocer a su chico y de verdad que la sorprendía cada vez más, cada vez se fijaba que le quedaba mejor el apodo de Taz y de seguro que cambiaría toda su vida.

Todo el almuerzo transcurrió muy divertido y todos riendo y haciéndose bromas. Paulo y Noemí conversaban de todo un poco, él sentía que por fin la joven se sinceraba con él y cuando salió por la boca de ella aquello que tanto deseaba oír, "hemos terminado con Antonio", quiso levantarse de la mesa y empezar a bailar de la enorme alegría que sentía. Pero tenía que disimular y comportase como el caballero que era, eso era lo que al parecer hacía que Noemí le demostrara más confianza.

A la hora del postre Arturo pidió la torta de la casa y Sara una pequeña copa de helado de Chocolate y piña una combinación que le encantaba, dulce con un poco ácido, así era ella, su hermana nunca había podido entender sus gustos.

Stefano había pedido un helado Astral y Mirian una copa pequeña de helado porque cuidaba siempre su figura mientras que su marido siempre se burlaba de ella.

-Mi vida, ¿quieres probar una cucharadita? – le decía Stefano, haciendo un avioncito con su cuchara.

-¡Claro, como a ti no te importa engordar! Pero si yo gano unos kilos de más de inmediato empiezas a molestar – le regañó Mirian – así que déjate de tonteras y mira que deberás de comenzar tu haciendo dieta así como vas – esto último lo dijo en voz un poco más alta, para que lo escucharan sus hermanos los cuales no esperaron nada para empezarlo a llamar con nombres como gordito, chanchito y cosas por el estilo, a la vez que todas las chicas se carcajeaban por lo que sucedía en la mesa.

-Estas me las cobro mi princesa – le dijo dándole una sonrisa muy traviesa.

Por su parte Karla había pedido un helado Tiramisú, que le encantaba, desde pequeña era casi a lo único que le tenía debilidad, muy pocas veces compartía de su postre con otra persona y de seguro que esta vez no sería la excepción (bueno eso creía ella).

A Juan, quien estaba sentado a su lado tomándose solo un café helado ya que no era muy amante de lo dulce, le resultaba que ese helado que estaba degustando Karla se veía tan apetecible, así que no le importó lo que dirían sus hermanos, o como se lo tomaría ella delante de los demás, pero no tenía nada que perder, bueno si tenía, pero de seguro que no se quedaría con las ganas. Así que se lanzó por lo grande.

-¿No vas a compartir conmigo? – le preguntó a Karla. La cual lo miro entrecerrando sus ojos y le respondió.

-Claro... - se quedó pensando – ni que lo sueñes, yo no comparto mi helado con nadie y menos contigo – y volvió a meterse la cuchara a la boca haciendo un gemido de placer, cerrando los ojos completamente, dando a saber al joven que estaba totalmente excitada por lo que estaba saboreando.

Juan había quedado con los ojos totalmente fuera de sus órbitas, por la sorpresa que le causaron las palabras de Karla y bueno con la escena que había admirado después, estaba teniendo problemas con su pantalón en un lugar específico. Se removió un tanto incomodo en su asiento y atacó de nuevo, esto no podía dejarlo solo así, en el momento que ella volvía a introducir la cuchara a su boca, el logro captarla y hacerla que se la diera a él. La cara de Karla era todo un poema, por la sorpresa y por la reacción que obtuvo su cuerpo al escuchar el mmm.... Que salió desde lo profundo de la garganta del joven.

-¡Delicioso, tenías toda la razón! – decía mientras abría los ojos los cuales había cerrado para poder hacerla sufrir. La cosa fue que él también sufría y cuando se perdió en la mirada de la joven y se fundieron en una, todo fue mucho más difícil, quería tomarla y besarla.

No habían logrado tener esa conversación que tanto hubiera deseado y no haría algo que la hiciera sentir mal así que después de un momento pudo hablar

 – pero eres egoísta mi gatita por no querer compartir con alguien de tu postre, pero tienes que estar segura que lo disfruté mucho aunque fuera tan poco - se le acercó un poco más a ella, vió como se le aceleraba la respiración, se pasaba su lengua por el labio inferior y se lo mordía, él estaba seguro de que ella estaba nerviosa y no la quería poner peor – tranquila, no hemos tenido nuestra conversación y no te pondré en alguna situación vergonzosa para ti – le dijo en un susurro para que solo ella escuchara – pero tenlo por seguro que si fuera otra la situación, todo sería totalmente diferente – terminó diciendo con una enorme y traviesa sonrisa que era tan, tan, tan Coelho, todos los hermanos tenían algo de travieso.

La joven por una parte se sintió decepcionada pero también le agradeció que fuera tan caballero.

Al girarse vio a su hermana que la estaba mirando con una cara que lo decía todo: "Ella lo sabía" ¡por Dios! ¿En que se había metido? pero de inmediato el semblante de Sara cambió a una enorme sonrisa de oreja a oreja y asintiendo con la cabeza le dio a conocer que estaba de acuerdo con todo y simplemente se sintió feliz.

-Bueno, vamos a seguir con nuestro viaje, quiero de una vez llegar a la playa – anunció Juan pagando la cuenta y al levantarse como todo un caballero ayudo a Karla a que lo siguiera, les quedaban como dos horas de viaje solamente, así que disfrutarían del día...

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