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CAÌTULO 11

La noche ya había terminado y hace poco se habían quedado dormidos el uno en los brazos del otro, habían disfrutado cada uno de su cuerpo, Arturo la había hecho su mujer muchas veces, dándole placer y llevándola hasta el mismo cielo, cada gemido, cada suspiro, cada orgasmo habían sido solamente suyo, era el único que existía en la mente y en el corazón de su Ángel, que por fin tenia desnuda en su cama.

De a poco empezaron a entrar los rayos del sol por las ventanas del dormitorio, cayendo directamente a los ojos de Arturo, el cual empezó a removerse de inmediato, pero al sentir el peso en su brazo paro de inmediato y miro a la mujer que al resplandor del Sol, mostraba a un verdadero Ángel.

Al despertar y verla dormida a su lado sintió como su corazón reivindicaba que lo que experimentaba por ella no era solamente amor, porque amarle ya era lo que sentía cuando la vio por primera vez, amaba verla despierta y dormida, adoraba admirarla ciertamente cubierta, sólo tocada por los rayos de luz que entraban por su ventana, amaba verla feliz porque contaba con él y porque estaba allí, amaba alegrarle la vida, amaba comprender que ella era lo que su vida necesitaba para decir que estaba vivo, amaba sentir que sólo tenerla a su lado lo convertía en el hombre más rico del mundo, amaba que desde que estaba en su vida, su primer y último pensamiento eran para ella.

Era extasiaste verla tumbada a su lado dormida, ver como su mirada se iluminaba cuando lo vio y lo que le provocaba el volver a estar unido a ella sin distancias, sin pensamientos que retumben más allá.

"Te amo mi Palomita porque me enseñaste que amar es más que una palabra, muchas cosas al mismo tiempo, es la liberta que me hacía falta" le dijo el joven en un susurro en el momento que se giró para quedar de lado y poder contemplar mejor a su precioso Ángel, quien estaba tapada con las sabanas hasta la cintura dejando su perfecto busto descubierto, con su respiración tan calmada, era como que lo llamaban a disfrutar de ellos y eso fue exactamente lo que hizo, con la joven todavía dormida él comenzó con la llama de su dedo índice a hacerle pequeños círculos en sus pezones, primero en uno hasta que este reaccionó ante este toque y se endureció, en ese preciso instante sintió como Sara empezaba a despertar bajo sus caricias, él siguió con su único propósito, hacerla una vez más suya; ya con sus pechos muy hinchados y ella arqueando su espalda para darle a conocer que quería, que deseaba, que necesitaba de sus caricias, al instante que él la miro a los ojos, se perdió en ellos de inmediato, se confundieron en uno solo, levanto su mano para acariciarle su rostro y sacarle el pelo que no la dejaba ver claramente, en el momento que el cuerpo de ella reclamaba por su toque;

-¡Buenos días mi palomita! – la saludo Arturo dándole un tierno beso en los labios, a la vez que ella con una sexy sonrisa le daba los buenos días

-¡Buenos días Ar! – le dijo al momento que tomaba las sabanas y se cubría un poco avergonzada

-Ni se te ocurra taparte mi amor, prohibirme de estas preciosidades – le dijo con una media sonrisa muy sensual en sus labios, de inmediato ella se sonrojó.

-Mi palomita, no me vengas con vergüenza amor, aunque me encanta verte tan vulnerable ante mí, me encanta cómo reacciona tu cuerpo ante mi toque.

-Arturo mejor nos levantamos y bajamos a comer algo que estoy muerta de hambre.

-Yo también mi amor – dijo a la vez que se apegaba más a ella, para darle a conocer que su íntimo amigo también tenía hambre, pero no de comida.

Arturo volvió a seguir con su seducción y con sus carisias que esta vez comenzó con dulces y húmedos besos en el cuello de la chica, con las caricias en sus pezones, lo cual ya la estaban volviendo loca, siguió con sus besos hasta que llego a sus senos. Empezó despacio uno lo acariciaba con la mano, el otro lo hacía con la lengua y también dándole pequeños mordisco, a la vez que los soplaba para excitarla mucho más. Siguió bajando la mano pasando por su cintura, levanto la cara para poder admirar a la vez su cuerpo bellamente esculpido.

-Todavía no puedo creer que te tengo a mi lado, en mi cama, el haber despertado de esta manera ha sido lo mejor que he vivido en toda mi vida – siguió el descenso hasta que llego a sus labios vaginales, los cuales estaban ya lubricados por su excitación.

- Como me gusta, que siempre estás preparada para mí, mi Ángel – le dijo a la vez que introducía un dedo en su interior.

-¡Por Favor mi Amor! – le suplicaba y arqueaba su cuerpo para obtener más placer de su amado.

-¿Qué quieres mi palomita? – le preguntó muy seductoramente.

-Ar. No puedo más te necesito dentro de mí – le suplico ella; al momento que él le introducía un dedo más, lo que hizo enloquecer a la joven - ¡Mi Amor por favor! – gemía, ya no podía parar. Al sentir él cómo se apretaba su interior lista para llegar a su orgasmo sacó sus dedos y se los llevó a su boca para sentir su sabor.

-¡Ho mi Ángel, que manjar más delicioso! – con esas simples palabras y ese gesto Sara alcanzo su orgasmo, tan simplemente y maravillosamente, no podía creer lo que acaba de hacer Arturo.

De inmediato el joven se colocó un preservativo y sin esperar dos segundos se perdió en ella. Sus embestidas al principio fueron muy lentas unas tras otras, al introducirse lo más profundo que podía se quedaba ahí por un instante hasta volver a salir y volverla a embestirla y así comenzaron a moverse a la par sin dejarse de mirar a los ojos en ningún momento.

-Hermosa – embestida – dulce – embestida – sexy – embestida.

-Dios mío mi Ángel que me haces que no puedo mantenerme alejado de ti ningún momento, eres mi bruja particular mi amor

- ¡Ar No puedo más! – Suplicaba Sara – ¡Dios mío, NO aguantare más!

-Vamos mi Amor, dame lo que es mío – le exigió, y Sara se dejaba llevar alcanzando una vez más el cielo, con intensas oleadas de estremecimientos.

Tres, Dos, Uno y Arturo también llegaba a su gloria, dejándose caer sobre el cuerpo de su amada, sin aplastarla demasiado. Al momento que sus respiraciones se volvían a su normalidad y con el joven dándole pequeños besos húmedos por toda su clavícula decía:

-Esta sí es forma de despertar y desayunar mi palomita.

-Estoy de acuerdo contigo mi Amor, pero creo que es mejor que nos vayamos levantando para poderme ir sin que nadie se dé cuenta que me quede a dormir contigo – le respondió Sara al momento que le acariciaba el rostro sin afeitar y dándole un pequeño y juguetón beso en la nariz.

-Creo que en algo te equivocas mi Ángel – le dijo Arturo a la vez que salía de su interior y se recostaba a su lado atrayéndola en un abrazo, Sara de inmediato sintió su falta.

-¿En qué me equivoco? – quiso saber la joven

-Que de seguro ya todos saben que te has quedado a dormir conmigo, así que tranquila y con respecto a la ropa, bueno tienes dos opciones o ponerte tu hermoso vestido de anoche que esta botado hecho una bola en el suelo o que te pongas algo mío – le dijo haciéndole un guiño de ojo y dándole una sonrisa que le dejaba ver su hermosa dentadura.

-¡Dios mío! – Se quejaba Sara al momento que se tapaba hasta la cara con las sabanas - ¡qué vergüenza, que pensaran de mí! – entraba en pánico, que dirían su hermana, y los hermanos de Arturo, qué pensarían de ella.

- Mi palomita tranquilízate por favor, primero que nada somos los adultos, nos queremos y no le hemos hecho mal a nadie – decía el joven y tiraba de la fina tela para poder mirarla a los ojos – vamos preciosa deja verte – decía mientras se carcajeaba – que pareces una niñita pequeña.

-Ar tu puedes que estés acostumbrado a traer mujeres a tu cama – dijo al momento que soltaba la sabana y lo miraba directamente a los ojos dándole a entender que empezaba a despertar su furia que el todavía no conocía – pero yo no lo he hecho nunca antes, y me parece una falta de respeto hacia tus hermanos, así que te ruego que me des algo para usar e irme – dijo esto levantándose de golpe de la cama demostrándole de que ella no era una mujer fácil y eso le encantaba, que ella no fuera de esas mujeres fáciles había sido lo que lo volvió loco por ella. Conocía que Sara era una mujer que respetaba mucho a las personas, y que le importaba siempre su opinión. Él no dejo que se alejara mucho de su lado, la tomó por la cintura atrayéndola hacia él, hundiendo su rostro en la cubertura de su cuello.

- ¡Perdóname, no quise decir algo que te molestara! Solo que para mí todo esto también es nuevo, pero puedo asegurarte que todos estarán felices por vernos juntos mi palomita – dijo y la daba vuelta para tenerla frente a él – eres mi preciosa paloma, tenlo por seguro que lo haré todo  con tal que estés tranquila – sosteniéndole la cara con las dos manos le dio un dulce beso en los labios y tirando un poco de su labio inferior a la vez que ella dejaba un pequeño jadeo.

-Quiero darme una ducha antes de bajar – le dijo Sara

- Bueno pues vamos – empezó a tirarla de la mano para llevarla hacia el baño.

-¿Para donde crees que vas? – quiso saber la joven.

-¿Qué para dónde voy? Yo necesitaré de tu ayuda ya que con la mano vendada no podre bañarme solo y no creo que tú me dejes solito, así sin más – dijo poniendo su mejor cara de niñito bueno.

-Es que no tienes remedio – dijo Sara a la vez que no podía parar de reírse – estas totalmente demente.

-Yo solo necesito de tu ayuda y tú ¿qué haces? – Dijo entrecerrando sus ojos – ¿te burlas de mi dolor? Esto no se quedara así mi palomita, se acercó a ella la tomó en brazos y se la llevo de inmediato para que se dieran esa ducha que tanto necesitaban y claro estaba que no quedaría solamente en eso.

Después de una hora más o menos bajaba Arturo, quien ya estaba vestido para ir al encuentro de Karla, Sara había decidido no bajar hasta poder tener su ropa y encontrarse con los demás en correctas condiciones. Al llegar al salón algo no andaba bien, habían muchas maletas y bulla que provenía desde el patio, al salir se encontró con su gran sorpresa, estaban todos tomando su desayuno y hablando muy animadamente, Juan, Karla, Stefano, Mirian, Paulo, Erick, María y Nomi el único que faltaba era Antonio; "estos, algo se traen entre mano" pensó de inmediato.

-¡Buenos Días! – los saludo a todos Arturo, de inmediato su hermanos se le acercaron para saludarlo y verlo como se encontraba después de lo sucedido la noche anterior.

-¿Descansaste peque? - quiso saber Mirian

-Sí, bastante – no pudo ocultar la sonrisa que floreció de sus labios. Su hermano poniendo los ojos en blanco y dando un golpecito en su hombro

-¿Dónde está mi hermana? – quiso saber Karla al momento que llegaba a su lado y le daba un cariñoso beso en la mejilla. Tomándola por el brazo se la llevo a un lado, de una manera incomoda se rascaba la cabeza y se mordía nervioso el labio inferior le susurro para que nadie oyera:

-Es que resulta que ayer andaba con el vestido, bueno ahora no quiere volvérselo a poner, ni tampoco quiere usar algo mío, por lo que dirán los demás, tú ya la conoces; al fin esa mujer es difícil – Karla de inmediato puso sus ojos en blanco y moviendo la cabeza en forma negativa le dijo entre risa.

- Más te vale cuidarla y tenerle mucha paciencia es que de verdad te importa, ella es de esta manera, así que más te vale ir acostumbrándote – le dijo a la vez que se adentraba al salón y lo llamaba – toma acá tienes.

Arturo se quedó sorprendido, Karla había sacado ropa para Sara de una maleta y al momento que iba a preguntarle, Karla le respondió lo que no había preguntado.

-Tus hermanos han reservado unos días de descanso en no sé dónde, así que anda a dejarle la ropa a mi hermana y prepárate tú también una maleta, la de ella esta lista – dijo dándole una última sonrisa. Arturo se había quedado perdido en todo lo que había escuchado.

-¿Pero cómo? ¿Por qué? – quiso saber.

-Como, no lo sé eso lo hablaras con ellos y el por qué, bueno – dijo acercándose hacia él – después de lo de anoche, creo que todos lo necesitamos y por lo que me dijo Juan iremos a algún Hotel de uno de sus clientes, así que rápido ¡Quiero irme YAAAA! – le respondió Karla empujándolo hacia las escaleras para que se apurara.

Sara estaba en la habitación, admirándola, ya que era la primera vez que lo podía hacer porque la noche anterior se habían dedicado a otra cosa y no tuvo el tiempo de verla. No era demasiado grande, pero para una persona estaba demás, tenía una cama de dos plazas la cual a su cabecera tenía un pedazo de madera que por debajo salía una suave luz, de un color plomo agradable y del mismo material salían dos mesitas de noche, con su combinación con el color blanco de sus cajones, sus sabanas de sartén negro resaltaban y mucho más con la desigualdad del color de su muralla pintada de un color burdeos, todo era moderno pero mostraba una elegancia, así como era Arturo, se notaba que este dormitorio lo había decorado él. En una muralla tenía un collage de fotos en las que salía el con uniforme, el haciendo deportes, con sus hermanos y sus padres, toda su vida en un pedazo de muro y en una esquina también se dio cuenta que estaba ella, en una foto que parece que se la había sacado en la laguna el día que habían ido por la calor que hacía, ella reía por algo que le habían dicho de seguro.

De repente alguien la tomó por la cintura haciéndola gritar de sorpresa, le dio un manotazo en el hombro al joven que la había hecho gritar.

-¡Pero Por Dios! Arturo ¿eres tonto o qué? Me has dejado sin respiración – le reprochó Sara todavía tratando de tranquilizarse.

-Tranquila mi palomita, hable, pero estabas tan metida en las fotos que ni siquiera me escuchaste – le respondió a la vez que reía y la besaba en la nariz – ¿qué es lo que mirabas tan concentrada y perdida en tus pensamientos?

-Nada solo me daba cuenta que hay muchas cosas que no se de ti y bueno acá está casi toda tu vida reducida en fotos – le explicó.

-Mi palomita tranquila, que estos días que estaremos lejos y disfrutando el uno del otro, nos conoceremos mucho mejor, así que a prepararnos para podernos ir – le dijo al momento que se apartaba de ella y le pasaba su ropa. Pero Sara no podía reaccionar con las cosas que había escuchado de la boca de su chico.

-¿Qué? ¿Cómo que irnos lejos? – quiso saber sorprendida la joven.

- ¡Ha, si pues! Resulta que mis hermanos han reservados unas habitaciones en no sé dónde, para irnos unos días a la playa creo, así que vamos preciosa a terminar de prepararnos para partir luego – así lo hicieron, ella se vistió y el preparo su maleta. Antes de salir de la puerta de su dormitorio entrelazo sus dedos con los de la joven y la atrajo tanto a él como pudo para decirle.

-Desde hoy todos sabrán lo nuestro, no dejare nada ni nadie que se meta entre nosotros mi paloma, quiero hacerte sonreír y suspirar, Así que pase lo que pase los dos estaremos juntos en todo ¿estás de acuerdo? – quería saber si su ángel estaba dispuesta dar a conocer su relación aunque sus hermanos ya lo conocieran él quería gritarlo al mundo entero.

-Si dices que estarás con migo en los buenos y malos momentos, está bien ¡que todos se enteren! – y para sorpresa del joven se le lanzó rodeando con sus manos el cuello de él, uniendo al momento sus bocas en un beso tierno de mucha demostración, él al principio no le respondió pero sin dejar de pasar dos segundo dejo caer su maleta y la envolvió entre sus brazos, levantándola del suelo.

-¡Te quiero mi palomita! Y de verdad me haces el hombre más feliz de la tierra.

-Yo soy la mujer más afortunada en la tierra por tenerte, porque tú te fijaste en mí, de verdad que no lo entiendo y no sé si quiero entenderlo, pero lo disfrutaré, eso sí lo hare tenlo por seguro – le dijo al momento que le daba una sonrisa que para él era lo más precioso que había visto nunca.

De repente se escucharon los gritos de sus hermanos que los llamaban desde abajo.

-¡Vamos tortolitos que se nos hace tarde! – gritaba Juan

- Peque trae tu culo para acá porque tenlo por seguro que si no llegas en dos segundos, te traigo arrastrando a patadas – les dio a entender Stefano que ya se había cansado de esperar (nada de paciencia).

-¡Ya, ya, que ya llegamos hombre tranquilízate! – dijo Arturo cuando llegaban a su encuentro con los demás. Al verlos todos tomados de las manos, los dos sonriendo como bobos empezaron a aplaudir y a silbar. Karla de inmediato tomó a su hermana en sus brazos; Arturo se apartó de ellas para darles tiempo y poder el con sus hermanos acomodar las cosas en el Citroën DS Station Wagon de color plateado que los llevaría a todos a sus destino con excepción de Erick y María quienes ya se habían ido en el auto del joven. En este carro cabían ocho personas así que viajarían cómodamente.

Karla tomó a su hermana y se la llevó hasta la cocina para poder conversar tranquilas.

-¿Cómo te encuentras mi morenita? – quiso saber de inmediato.

-Bien Karla, estoy muy bien, después de muchísimo tiempo, por fin siento que alguien me quier... ¡Auts! – No alcanzó a terminar ya que su hermana le otorgaba un pellizco - ¿pero por qué hiciste eso? – quiso saber Sara.

-Por que ibas a decir que solo él te quiere y sabes muy bien que eso es mentira – dijo cruzando sus brazos delante de su pecho y entrecerraba sus ojos.

-¿Pero eres tonta o qué? , sabes muy bien lo que quiero decir.

- ¡Sí! Está bien, si lo sé, me encanta verte feliz, ahora te toca disfrutar de ese hombre que te mira con tanto amor, así que nos olvidamos de lo sucedido ayer y a ¡GOZAR! – dijo Karla que abrazaba a su hermana sin poder dejar de reír. Al instante que llegaba su amiga no pudo dejar de abrazarla y las dos se pusieron a llorar ya que no habían tenido el tiempo de conversar todo lo sucedido, y habían quedado sus corazones con esa espina de dolor.

-¿Estás bien? – le preguntó Nomi con la vista nublada por las lágrimas que aún trataba de limpiar.

- Si cariño, tranquila que ya todo paso. Gracias por estar acá con nosotros, te adoro – dijo Sara al momento que abrazaba a su amiga del alma -Estoy súper bien, ya no dejare nada, ni nadie que me eche a perder esta felicidad que siento, el estar rodeada de gente que quiero y pasar unos días lejos de todo esto, creo que nos servirá a todos.

- Si, lo mismo pienso yo, claro que no sé cómo aguantare al rubio tantos días, cada vez me saca más de mis casillas – dijo exasperada Nomi.

-¿Pero por qué? Sí, es tan simpático y amable – pidió conocer Sara.

-La verdad es que no sé lo que le pasa conmigo, a veces es tan caballero y otras veces tan imbécil – Dijo Nomi levantando sus brazos desesperada.

-Amiguita ¿Qué sucede con ustedes dos?

- Nada ¿es que no escuchas lo que te digo?

-Claro que escucho y veo preciosa – dijo burlándose de su amiga.

-Morenita te lo andas buscando.

-No, no, no por favor – levanto las manos en forma de rendimiento – no diré nada más, pero hablando de hombres Antonio y Erick ¿dónde están? No los vi bajando ¿no vendrán con nosotros?

-Erick, tomó su coche y se fueron con María ya que no caíamos todos en uno, nos encontraremos con ellos allá y bueno Antonio es otro cuento – Le explicó su amiga que se daba vuelta para que no la viera, que por alguna razón estaba muy afectada.

- Nomi, a ver mírame por favor – pero no obtuvo respuesta – dime ahora que sucede osino no iré a ningún lugar – algo le sucedía a su amiga y no se quedaría tranquila hasta que le digera que era.

- Déjalo Sara, ahora vamos a disfrutar y cuando regresemos te digo – respondió Noemí lista para desaparecer de la furiosa bestia que estaba despertando ya que conocía muy bien a su amiga era como una gatita dulce y tierna, que siempre buscaba un abrazo y dormía tranquila; pero si algo la molestaba o si le hacían algo a alguno de sus seres queridos, sacaba unas uñas que todos temían ver, así que lo único que no quería era decirle lo que había sucedido con su novio ya que de seguro se armaría una grande si se enteraba de lo que le había hecho ese imbécil.

- ¡Entonces NO voy a ningún lugar! ¿Me escuchas? Yo me quedo acá váyanse solos – dijo saliendo hacia el patio.

- ¡Puedes dejar de decir estupideces Sara! – le gritó Karla.

-¡Que NO!

Los chicos empezaron a mirarse sorprendidos al escuchar los gritos que venían desde el interior de la casa, al momento que salía Mirian y les decía a los jóvenes que Sara la había mandado a avisar que no irían a ningún lugar.

-¿Qué, que? – dijo sorprendido Arturo.

-Dijo que no vendrá peque y que nos vayamos sin ella – le respondió la joven levantando los hombros de forma "No tengo idea". Al instante que Arturo salía corriendo al encuentro de su Ángel.

- ¿Qué sucede, como que nos vas a venir mi palomita?

-¡Que no iré! basta y dile a mi amiga que no me vuelva hablar – dijo casi gritándole al joven que había quedado sorprendido por la reacción de su chica. La tomó por la cintura, la atrajo hacia él y le susurro para que lo escuchara solamente ella.

-Primero que nada mi palomita no me vuelvas a gritar de esa manera delante de los demás osino tendré que ver como serás castigada – vio como la joven se tensaba por sus palabras – Tranquila. Segundo ¿pensaste que Nomi puede querer hablarte en privado y que los demás no escuchen? – Le preguntó a la vez que la daba vuelta para quedar delante de ella – y tercero ni se te ocurra volver a decir que no vendrás con nosotros porque te amarro al asiento del auto para que no te muevas – término dándole un suave y dulce beso en los labios. Sara no podía creer todo lo que le había dicho Arturo, él tenía razón en todo. Miró triste hacia donde estaba su amiga que lloraba a mares. Juntó con Arturo sus frentes y se quedó un momento en silencio.

-Perdóname, tienes razón – trató de esconder su cara en el pecho del joven.

-No me pidas perdón a mí, mi Ángel creo que lo mejor es que hablen con Nomi tranquilas, pasamos muchas cosas desde ayer, de seguro que por eso reaccionaste de esta manera, pero Amor, mírame por favor – le pidió a la joven, a la vez que le levantaba la cara y la miraba directamente a los ojos – No volverá a suceder lo de anoche, así que nos relajaremos todos y ustedes podrán conversar ¿de acuerdo?

-Está bien, espérame acá – le pidió dándole un tierno beso en los labios y se dirigió donde se encontraba su amiga – Nomi, por favor, perdóname soy una tarada por no pensar, pero sabes cómo me pongo cuando algo tiene que ver contigo, pero hablaremos después ¿De acuerdo?

-¡Está bien! apenas podamos te lo cuento todo ¿estas más tranquila ahora? ¿Podemos irnos? – preguntó Noemí ya que sabía que no ganaría nada con decirle que no. Así era su amiga y por eso la quería tanto.

-¡Por el Amor que les tengo, terminen de poner sus trasero en el auto para podernos ir de una vez por todas! – Gritaba Juan que ya estaba harto de esperar.

-Ya, tranquilo que todos estamos listos – le dijo Karla riéndose por la cara de su "amigo"

-¡Por fin, llegaremos tarde! – se quejó Juan.

-¿Por qué hombre, acaso tienes alguna cita? – le pregunto Stefano. Karla esperaba esa respuesta con cara de mala leche y una ceja levantada.

-¡Claro que NO! Sino que no quiero que sea de noche cuando lleguemos, claro que el viaje es de solo tres horas pero pararemos a comer algo ¿o no? - Todos respondieron que si – Entonces déjense de Joder y ¡VAMONOS! ...



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