Capítulo 9
—Me parece que mi sol ya está a punto de salir –dije sonriendo -¿qué pasa? –dije al ver que me veía deslumbrado?
—Es que te ves muy linda sonriendo, es todo
—Gracias, es que no he tenido motivos para sonreír, aparte de mi bebé
—Pues si quieres, yo puedo darte muchos motivos, junto con todos de la residencia, si aceptas
—Sí –dijo mientras inspiraba el aire –huele delicioso
—Sí, es mi madre y Mercedes preparando la cena, estará lista en unos minutos
—Sea lo que sea seguro está muy sabroso, ¿puedes decirle que me traiga un poco?
—¿No te gustaría bajar a cenar al comedor? -le pregunté
—No lo sé-dijo tímida
—¿Porqué?
—Es que no sé cómo van a reaccionar los demás
—Nadie va a despreciarte ni agobiarte con preguntas, te doy mi palabra, además, no puedes quedarte encerrada en este cuarto para siempre en algún momento tendrás que salir
—Señor Aurelio no, aunque quisiera no podría mi tobillo está lastimado y no puedo caminar
—Pues te llevo en brazos, por eso no hay problema, ya lo hice anoche cuando te encontré y puedo volver a hacerlo
—Gracias por su gentileza de verdad -dijo apretando mis manos
—No tienes que agradecer
Me enternecía su timidez, parecía que tenía miedo de que la creyeran una vividora o que estuviera fingiendo su dolencia, pero estaba convencido de que no era así, al verla indefensa anoche, me convencí de que Julieta estaba a punto de desfallecer y si no la hubiera encontrado, ella y su bebé habrían muerto, sabe Dios lo que había tenido que pasar antes de llegar aquí.
—Entonces, ¿qué dices? ¿Bajamos?
—Sí
—Bien, deja que le diga a mi madre y a Mercedes que ponga un lugar más ahora vuelvo
-De acuerdo
-Otra cosa, no me digas señor, somos casi de la misma edad -dije mientras ella sonreía
-Bien... Aurelio
Bajé al comedor de la residencia donde todos se estaban preparando para cenar pedí su atención un momento y les dije:
-Necesito que pongan otro lugar en la mesa porque Julieta bajará a cenar con nosotros
-¿En serio Aurelio? Es una buena noticia -dijo mi madre -aunque de todas formas yo iba a subirle la cena pero es mucho mejor que baje y coma con nosotros
-Yo también lo creo
-Además podríamos tratar de averiguar cómo llegó a la residencia y ver la forma de ayudarla -dijo Cecilia
-Precisamente de eso quiero hablarles necesito que me hagan un favor, ella está un poco insegura de venir, teme la reacción de ustedes
-¿Por qué si no mordemos? cuestionó Jane
-Sí lo sé, pero ella no, así que les pido que actúen con naturalidad, como si hubiera llegado a la residencia normalmente como ustedes, hagámosla sentir como en su casa, se los pido
-Sí por favor chicos, ustedes saben las circunstancias en las que Julieta llegó a la residencia, debemos acogerla -dijo mi madre
-Sin mencionar que está embarazada y debe estar tranquila por su bien y el de su hijo -añadió Rómulo
-No se preocupen, en nombre de todos los habitantes de esta residencia aseguro que pasará una linda cena -dijo Olegario
Julieta
Cuando Aurelio se fue, me senté en la cama y respiré hondo, conocería a los demás habitantes de la residencia, hasta ahora conocía a doña Victoria y Mercedes, se habían portado bien conmigo pero como eran las propietarias de la residencia debían mostrarse amables y cálidas con los inquilinos para que se quedaran y seguro daba resultado porque yo no quería irme, pero un día tendría que hacerlo no pasaría por la humillación de ser expulsada otra vez por falta de dinero
—Hola, ya está todo listo en la mesa, mi madre puso otro lugar en la mesa, ¿vamos?
—No estoy muy segura todavía
—Te va a gustar en serio, todos son muy agradables aquí, confía en mí, ¿sí? Mi madre y yo estaremos a tu lado en todo momento y si en algún momento no te sientes cómoda te regreso al cuarto
—Está bien
Él me tomó firmemente en sus brazos y salimos del cuarto, me sentía segura a su lado, mientras bajábamos me fijé en sus rasgos, eran muy lindos, su cara, su boca, su barba pero definitivamente lo que más me gustó fueron sus ojos cristalinos que me recordaban el océano, me preguntaba de donde los había heredado pues doña Victoria tenía los ojos café, seguro de su padre o algún pariente, por un momento me pregunté si tenía novia, pero no tenía por qué importarme, era una mujer casada, por más que Osorio me hubiera abandonado a mí y a mi hijo a nuestra suerte.
Cuando llegamos al último peldaño, escuché risas provenientes del comedor, se escuchaban felices como si fueran una familia, sentía que en cierto modo sí lo eran, siempre me pregunté cómo sería vivir en una residencia, pues ya lo estaba descubriendo, aún me sentía insegura de querer ir y seguro sintiéndolo, Aurelio paró de caminar y me preguntó:
—¿Todo está bien?
—Sí, es solo que se escuchan felices
—Toda la cena es igual, compartimos después de un día de trabajo, es relajante hablar con los demás miembros de la residencia, ya lo verás, ¿lista?
—Sí –dije después de suspirar
—Julieta, qué bueno que decidiste acompañarnos –dijo doña Victoria con una sonrisa al verme
—No iba a hacerlo pero Aurelio insistió tanto que acabó convenciéndome
—Mi hijo es muy persuasivo cuando quiere –dijo un hombre sentado junto a doña Victoria que al parecer era el padre de Aurelio –bienvenida a la residencia Cavalcante, soy Afránio el padre de Aurelio, mucho gusto
—Gracias
—Aurelio acomoda a Julieta junto a Jane,
Aurelio hizo lo que su madre le indicó, junto a una mujer rubia, con una trenza, sentía las miradas de todos en mí y me intimidó un poco, pero respiré hondo y actué natural.
—Habitantes de la residencia, ella es Julieta Sampaio, nuestra nueva huésped, Julieta él es Rómulo, el doctor que te atendió cuando llegaste –dijo sentándose a mi lado
—Mucho gusto Julieta, espero que ya te sientas mucho mejor
—Sí así es, gracias
—Ernesto un empresario de café
—Mucho gusto Julieta
— Cecilia, una dependiente de una librería,
—¿En serio? A mí me encanta leer
—Pues cuando quieras algún libro te lo conseguiré, mucho gusto Julieta –dijo sonriendo
—Olegario, un cajero de un banco
—Mucho gusto Julieta
—Jane y Emma unas maestras de piano
—Escuché una canción en la mañana, ¿eran ustedes?
—Solo yo –dijo la chica que estaba sentada a mi lado –Emma da clases en una escuela de música, mucho gusto Julieta, soy Jane
—Mucho gusto
—Mucho gusto Julieta –me dijo Emma
—Mercedes la autonombrada chef de la residencia
—Hola Julieta, y descuida, si tuvieras algún antojo por tu embarazo pídemelo
—Gracias Mercedes
—Y ya conociste a mis padres, Afránio y Victoria, los dueños y fundadores de la residencia
—¿Y qué me dices de ti? –dije mirándolo - ¿a qué te dedicas?
—Soy profesor de matemáticas en la universidad de Sao Paulo
—¿Profesor de matemáticas?
—Sí
—Pensé que ibas a decirme que eras ingeniero o algo así
—Oh no, te equivocaste, estoy en el campo de los números
—Siempre le pasa lo mismo cuando le preguntan –dijo Victoria –yo todavía no puedo creer que haya escogido esa carrera, porque no le gustaban las matemáticas cuando estaba en la escuela
—¿De verdad? –pregunté mirándolo
—No sabíamos eso de ti Aurelio, ¿nos quieres contar?
Aurelio nos contó toda la historia de su profesión y fue muy interesante, el resto de la cena fue muy divertida, hacía mucho tiempo que no me sentía como en casa
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