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Capítulo 7

    Salí de la cafetería comiendo el rollo sin saber muy bien lo que había sucedido hace un momento, ese hombre me ayudó sin ninguna razón, estuve a punto de decir que ese dinero no era mío pero no tenía certeza de eso ya que quizás se me había caído y no lo noté y sinceramente se lo agradecía porque tenía mucha hambre y el rollo estaba delicioso

—Qué bueno fue ese hombre con nosotros mi amor –dije acariciando mi vientre mientras hablaba con mi hijo –pudimos comer gracias a él, ha sido una de las pocas personas que nos ha ayudado en este tiempo, ojalá te haya gustado el rollo porque yo lo disfruté, ahora vamos a casa porque estoy cansada y mañana tengo que volver a buscar trabajo

Tomé el autobús hacia mi vecindario con el poco dinero que quedó, mis pies me dolían y el hecho de estar embarazada lo empeoraba, vivía en el tercer piso de un edificio modesto y sin ascensor así que debí usar las escaleras y quedé más cansada todavía, llegué a la puerta de mi apartamento y busqué la llave para abrir.

Pero cuando la encontré no pude entrar, la llave no servía y no sabía por qué, funcionaba bien esta mañana

—Hola Julieta

Me volteé y vi a la encargada del edificio Lourdes Da Silva, una señora de 58 años y no me miraba con buenos ojos

—Doña Lourdes, gracias a Dios que está aquí, tengo un problema, no puedo abrir la llave de la puerta

—Lo sé, mandé a cambiar la cerradura esta mañana en cuanto te fuiste

—Pero ¿por qué?

—Julieta ya no puedes quedarte aquí, ya debes tres meses de alquiler y no puedo seguir esperando

—Ya le dije que estoy buscando trabajo y que cuando lo consiga le pagaré

—Lo siento Julieta, de verdad no puedo, no lo hagas más difícil y márchate –dijo extendiéndome una bolsa con mis cosas

—Doña Lourdes yo no tengo a dónde ir y ya casi es de noche –dije derramando una lágrima –por favor

La vi sacar unos billetes de su blusa y dándomelos dijo

—Esto te alcanzará para quedarte en un hotel

—No gracias, prefiero dormir en la calle que aceptar su lástima –dicho esto me fui del edificio llorando

Me sentía la persona más triste del mundo, sentía tanta rabia, tanto dolor mucha soledad también, me sorprendía lo rápido que puede cambiar la vida, hace tres meses vivía en un apartamento lujoso y ahora me encontraba vagando sola por Sao Paulo, sin un rumbo definido, caminé horas, tenía frío y ya no aguantaba los pies ni las piernas, caminaba solo por inercia, llegué a un edificio y en ese momento seguro de tanto desgaste mi pie derecho no aguantó más y se me torció, me quité los zapatos me senté apoyada contra la pared y lloré

—Dios mío, ya no aguanto más, ¿por qué me está pasando esto? Mi hijo va a nacer y no tengo nada que darle, ayúdame

—Señorita, ¿está bien?

Levanté la mirada y me sorprendí, era él, el hombre que me ayudó en la cafetería, por un momento me perdí en sus ojos azules tan lindos que no aprecié en la tarde

—Por favor ayúdeme –y todo se puso negro

—Rómulo, ven pronto

Cogí a la chica en mis brazos y entré a la residencia llamando a Rómulo, ella necesitaba ser atendida, se veía muy mal, cuando llegué a la sala, estaban todos reunidos, la primera en hablar fue mi madre.

—¿Qué pasa Aurelio? ¿Quién es esta mujer?

—La encontré en la puerta de la residencia

—¿Está herida? ¿La asaltaron?

—No dijo nada, cuando la socorrí se desvaneció en mis brazos, Rómulo, ¿puedes examinarla?

—Claro, que sí, pero necesito una habitación para hacerlo

—La 10 está desocupada, pueden llevarla ahí

Subí con ella en los brazos hasta las habitaciones, entré en la que me dijo mi madre y la coloqué sobre la cama, después salí para que Rómulo pudiera atenderla, sin creer que estuviera ahí, estaba feliz de que mi deseo de volver a verla se hubiera realizado tan rápido, pero a la vez preocupado porque mis sospechas podrían ser ciertas y estaba pasando por una situación difícil.

Esperé media hora abajo con los demás y después Rómulo bajó y todos nos acercamos

—¿Y bien? ¿Cómo está?

—No tiene golpes graves, solo tiene un tobillo lastimado por lo que deberá permanecer en cama, pero eso no es lo que me preocupa

—¿Qué es lo que te preocupa?

—Está muy delgada y eso no es bueno en su estado

—¿Qué estado?

—Está embarazada, tiene aproximadamente 3 meses, como dije está delgada quizás anémica, la razón puede ser que no se esté alimentando bien y necesita estar fuerte para el momento del parto

—Dios mío –dijo Jane

—¿Podemos hablar con ella? –preguntó mi madre

—No, le administré un relajante muscular muy fuerte así que seguramente dormirá hasta mañana, aunque quizás sería recomendable que alguien se quede con ella para que no se asuste al verse en una casa extraña

—Yo lo haré –dijo mi madre –y así puedo conversar con ella y saber lo que le sucedió y saber cómo podemos ayudarla

—¿Qué habrá sucedido con ella? Esperemos que nada grave

—Sí, yo también, por ella y su bebé –dije –me alegra saber que Victor se equivocó al juzgarla

—¿De qué hablas Aurelio? –preguntó mi padre

—Es que ya la había visto antes hoy, en la cafetería de Víctor, iba a comprar un rollo de canela y un café, le faltaban 2 reales y yo se los di, alegando que eran de ella cuando en realidad eran míos

—Fue un gesto noble de tu parte Aurelio

—Gracias mamá,

—¿Por qué dices que Víctor se equivocó al juzgarla? –preguntó Emma

—Porque dijo que fingía estar embarazada para dar lástima

—Muchas personas se inventan historias para dar lástima y salirse con la suya

—Pues si no tiene anemia como dice Rómulo no lo creo

—Yo tampoco, confío en mi intuición y ella dice que es una chica en apuros y es nuestro deber ayudarla –dijo mi madre –tarde o temprano sabremos si fue coincidencia o no que haya aparecido en la puerta de nuestra residencia

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