Capítulo 5
Me volteé incrédula a verlo, tratando de fingir que no había escuchado lo que dijo y esperando que estuviera bromeando, pero estaba muy serio
—¿Cómo? No, este apartamento es mío, Osorio me lo regaló cuando nos casamos
—Julieta, él nunca lo puso a tu nombre, además lo puso como garantía si la empresa quebraba, se liquidaron todos los activos, solo queda una parte para saldar la deuda y el valor de este apartamento es lo que falta y tienes que irte en tres días
—¿Tres días? Pero Paulo, yo no tengo a dónde ir, necesito más de tres días
—Ese es el plazo que el juez dio Julieta y debes acatarlo, sino, te sacarán a la fuerza
—No será necesario, me iré por mi propia voluntad, pero talvez podrían darme más tiempo, una semana quizás
—Lo veo complicado pero veré qué puedo hacer, otra cosa, no puedes llevarte nada que esté a nombre de Osorio, ya que todo se usará para la indemnización mañana vendrá el notario con un equipo para llevarse todo, a partir de mañana corren los tres días.
—Eso es demasiado Dios mío, ¿en qué hombre se convirtió Osorio?
—Lo siento, estamos buscando a alguien con experiencia y por lo que puedo ver aquí, usted no tiene –dijo la gerente
—Pero aprendo rápido
—Eso dicen todos, pero no es suficiente, además puedo ver que está embarazada y tendríamos que darle licencia en unos meses, así que gracias por venir
—Si supiera la situación en la que me encuentro me daría una oportunidad
—He escuchado esa frase cientos de veces en las entrevistas que he hecho y no han tenido éxito, además con su historial
—¿Mi historial?
—No crea que no sé que es la esposa de Osorio Bittencourt, no nos conviene que nos asocien con ese apellido, no nos vaya a perjudicar, así que retírese
Esa fue mi segunda entrevista y la décima en lo que llevaba de ese mes, esta ocasión como secretaria, y como las demás fue un desastre, había hecho otras en restaurantes, tiendas, pero de todas esta fue la peor, al parecer en el mundo de los negocios estaba marcada por el fraude que cometió Osorio, ese miserable que al parecer se había olvidado que tenía una esposa, a veces me preguntaba que si hubiera sabido que sería padre habría considerado la idea de irse, pero lo dudaba.
Había pasado dos meses y medio desde que me echaron del apartamento que yo creía mío, desde entonces vivía en una vecindad humilde y ahora buscaba trabajo porque se me estaba acabando el dinero, para alquilar el departamento usé los ahorros que tenía en una cuenta, me sobró un poco, pero lo gasté la semana pasada comprando comida la cual se había acabado ayer necesitaba trabajar, para poder mantenerme a mí y al hijo que esperaba, él era lo único que me mantenía de pie.
Eran las cuatro de la tarde y no había comido nada, estaba cansada, lo que quería era irme a dormir, al menos tenía un techo, aunque no sabía por cuanto tiempo.
Pasé frente a una cafetería y miré la pantalla de menús, todo se veía delicioso revisé mi monedero, tenía varias monedas, pedí al cielo que me alcanzara para comprar al menos un café y entré.
—Buenas tardes señorita, ¿en qué puedo ayudarla? –me preguntó el empleado
—Hola, me gustaría un café y un rollo de canela
—7,20
—Está bien –dije buscando en el monedero pero me faltaban dos reales
—Aquí tiene
—Disculpe es que, me faltan dos reales
—En ese caso no puedo venderle el rollo y el café
—Por favor, no como nada desde el almuerzo
—Lo lamento, pero no damos crédito por los productos, cuando tenga la cantidad completa con mucho gusto le doy su pedido
—Estoy embarazada necesito comer por mi bebé
—Disculpe pero de verdad no puedo
—Por favor
—Hola Brandao, perdón por interrumpir, aquí están los dos reales de la señorita se le cayeron cuando entró a la cafetería –dijo un hombre extendiendo su mano con el dinero
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