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Capítulo 4

   ¿Qué sentirían si la persona en quien más confían y han compartido su vida un día decide irse sin dar explicaciones ni despedirse dejando un recado con otra persona cuando prometió defenderte, ante testigos y ante Dios, de cualquier peligro? Es una mezcla de emociones, dolor, indignación, rabia y más que todo decepción total de saber que por unos billetes esa persona decidió hacer negocios ilícitos, que su ambición pudo más que su amor por mí, Osorio me había traicionado de la peor manera, parecía una pesadilla, me había negado a creerlo pero con las palabras de Paulo terminé de convencerme

—¿Qué? ¿Cómo que se fue? –pregunté incrédula

—No me dijo, solo sé que se marchó en su avioneta a las nueve de la noche

—¿Qué? No, él jamás me dejaría sola Paulo

—Tuvo que hacerlo Julieta

—¿Te parece bien? –exclamé indignada –Paulo, Osorio es un fugitivo, los cargos de los que se le acusan son muy graves

—Es mejor que un preso y deberías rogar que nunca lo encuentren porque sería su fin, son muchos años que le esperan si lo encuentran, mínimo 20

—Su fin comenzó cuando se involucró en esos negocios

—Precisamente por ti lo hizo, para darte comodidad, te dije que la empresa estaba en una mala situación y aunque duela con ese negocio todo siguió igual

—Pues habría preferido quedarme sin dinero a que Osorio cometiera ese fraude Paulo, ese no es el marido que conocí

—No sé qué decirte Julieta, lo lamento

—Pues yo lo lamento más Paulo, no te imaginas el dolor que estoy sintiendo

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Si no te ofendes quisiera quedarme sola y pensar, por favor Paulo

—Claro Julieta, te mantendré al tanto de todo, con permiso

Cerré la puerta, me volteé y apoyé mi espalda contra la pared, mientras venían recuerdos a mi mente de lo que viví con Osorio en esos 8 años de matrimonio y que ahora no valían nada, avancé hasta una mesa donde estaban unas fotos de Osorio y mías, llenas de recuerdos, vacaciones, fechas importantes, recordaba cuando se tomaron.

Entonces perdí el control

Comencé a gritar como una loca, sin importar que me escucharan, tiré las fotos al piso, el vidrio se hizo añicos, eso pareció aumentar mi ira, fui a la mesa y arrojé el florero contra la pared y caí al piso llorando amargamente, acariciando mi vientre, pidiéndole a mi bebé perdón por los errores de su papá y aclarándole que no tenía la culpa de sus errores, mi visión se nubló, y después todo se puso negro.

Desperté horas después en una cama de hospital, Elisa, una de las ejecutivas estaba a mi lado

—Julieta, ¿me escuchas? ay amiga gracias a Dios estás bien

—¿Qué me pasó?

—Te desmayaste, un vecino escuchó un alboroto y pidió que abrieran el apartamento, el administrador del edificio derribó la puerta y te encontraron en el piso en medio de un montón de vidrios rotos, de inmediato llamó a emergencias, vinieron por ti y te trajeron al hospital, a mí me llamaron porque encontraron mi número en tu celular

—Mi bebé... -dije apretando mi vientre con fuerza

—Ambos están bien, puedes estar tranquila, ¿Cuándo pensabas decirme esa hermosa noticia? Felicidades –dijo abrazándome

—Gracias –dije mirando al techo sin ninguna emoción

—Julieta, me imagino que ya sabes lo que pasó ayer en la empresa

—Sí, Elisa tú no puedes mentirme, es cierto que Osorio...

—Aún es muy pronto para saberlo Julieta, pero todo parece indicar que sí, él, Sousa, Álencar y Pereira son culpables y ya están definiendo la fecha para el juicio

—Es que no lo puedo creer Elisa, ese no es el Osorio que conozco, mi Osorio él nunca estafaría a nadie, ¿tú pensarías que Darcy sería capaz de estafar a alguien?

—No, jamás, nunca lo creería

—Es que preparé a una cena para contarle sobre nuestro hijo, me esmeré en que fuera inolvidable y todo para qué, ¿para que su abogado me diga que es culpable y que salió del país?, es muy injusto Elisa, muy injusto –dije llorando -¿qué va a pasar Elisa, qué?

—No lo sé, pero no el futuro no se ve muy bueno, talvez muchos nos quedemos sin empleo

—Sí eso me dijo Paulo, pero Osorio tiene que darme una explicación

—Julieta no debes alterarte, piensa en tu hijo, puedes perderlo si no estás tranquila, él debe ser tu prioridad

—Lo sé Elisa, pero será muy difícil que esté tranquila, porque en este momento estoy tratando de adivinar en dónde está metido Osorio.

Los días que siguieron fueron muy ajetreados, no se hablaba de otra cosa en los noticieros, seguían muy de cerca todo el proceso, yo prefería seguir el caso de lejos no me sentía capacitada para enfrentar a los periodistas, además debía pensar en mi hijo, en esos momentos era lo único que tenía.

Dos semanas después

—Declaro a Rodrigo Álencar, Thiago Sousa y Tiao Pereira, autores responsables de lavado de activos y fraude y daños y perjuicios por la destrucción de tres edificios y los condeno a 40 años de prisión a cada uno, misma que deberá ser descontada en la prisión de Sao Paulo, adicionalmente, la constructora Bettancourt Company deberá pagar una indemnización de 22 millones de reales más intereses

Esas fueron las palabras del juez, yo veía todo desde una silla del público, aún sin creer lo que pasaba, Bittencourt Company era una empresa sólida, exitosa y por un error estaba arruinada, también seguía sin tener noticias de Osorio, era como si se lo hubiera tragado la tierra, ya me estaba haciendo a la idea de que no volvería a verlo y criar a mi hijo sola, pero no me importaba, lo haría porque amaba a esa criatura y la defendería a toda costa.

Cuando todo terminó Paulo me llevó de vuelta a mi casa, había sido muy atento conmigo desde que todo esto comenzó, él y Elisa, seguramente quería compensarme por lo que su amigo había hecho, en realidad no sabía el motivo.

—Gracias por traerme Paulo, ¿quieres comer algo?

—No, necesito hablar contigo es importante

—¿Qué pasa?

—Julieta, tienes que dejar este apartamento

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