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Capítulo 3

—No, es más, pensé que venían a decirme que lo encontraron, hace unas horas llamé a la delegación preguntando si lo habían visto

—Lo sabemos, encontramos su dirección gracias a esas llamadas, ¿iba a salir? –dijo viendo mi vestido

—No, solo estaba esperando a Osorio para cenar, se suponía que vendría a las 8 pero tardó y como no contestaba las llamadas decidí dar aviso a las autoridades pero aún no me han dicho, ¿por qué lo buscan?

—Señora, me temo que su esposo no vendrá esta noche ni en los próximos días

—¿Por qué? ¿Podrían ser claros y decirme lo que sucede?

—Hicimos una redada en la constructora Bittencourt Company, arrestamos a tres funcionarios pero su esposo el que más nos interesaba escapó y necesitamos encontrarlo

—¿De qué acusan a mi marido?

—Él y esos tres funcionarios Rodrigo Álencar, Thiago Sousa y Tiao Pereira son acusados de lavado de activos, fraude y empleo de artículos de mala calidad en la construcción de tres edificios

—¿Qué? Eso no puede ser, es imposible Osorio sería incapaz de estafar a alguien, yo conozco a mi marido

—Sé que es difícil creerlo señora, pero tenemos pruebas contundentes en su contra, vuelvo a preguntarle, ¿sabe dónde está?

—Como ya les dije no lo sé, le he marcado cientos de veces y no me contesta, si quieren vuelvo a llamarlo para que se convenzan –dije marcando el número en el teclado del teléfono

—No hace falta señora –dijo interrumpiéndome -su esposo sabe que lo estamos buscando y seguro también sabe que vendríamos aquí a preguntar por él y no quería involucrarla porque usted no estaría de acuerdo, ¿o sí? –dijo analizándome como investigando si estaba enterada

—Claro que no, jamás sería cómplice de un crimen, si supiera en dónde está sería la primera en decirles

—Le agradezco su sinceridad señora Bittencourt, si llega a saber algo por favor avísenos

—Por supuesto

—Buenas noches señora

—Buenas noches

Cerré la puerta lentamente y me apoyé contra ella mientras mi mente trataba de procesar lo que estaba pasando, sentía como si estuviera en un sueño, teniendo la certeza de que mi mundo había cambiado de manera radical y no del modo que pensaba, los policías se habían ido, dejándome con más preguntas que respuestas, no podía ser, Osorio no podía ser culpable de lo que decían, él era un hombre recto, nunca haría negocios deshonestos, quería creer que sus socios lo habían utilizado y que él no sabía nada, caminé hacia la mesa y me quedé ahí observando los platos, las fuentes con los platos, intactos, deberíamos estar celebrando que íbamos a ser padres, felices y en vez de eso, estaba en mi apartamento, sola y muy confundida, Osorio me debía una explicación entonces volví a marcar su número y como las otras veces buzón de voz

—Osorio, soy Julieta, por favor, ¿puedes explicarme qué sucede? Vinieron unos policías a buscarte y dicen que eres culpable de lavado de activos y fraude dime que no lo hiciste por favor, llámame y sácame de esta incertidumbre –dicho esto colgué después, busqué los zapatitos dentro de la gaveta donde los había guardado, los apreté contra mi pecho, deseando que eso fuera una pesadilla y que en cualquier momento Osorio entrara por esa puerta y me dijera que todo era un malentendido, pero algo dentro de mí me decía que no sería así, besé los zapatitos que en unos meses usaría mi niño o niña, guardé toda la comida, acomodé la cocina y me fui a mi cuarto, con los zapatitos, porque estaba exhausta y a pesar de las emociones dormí profundamente.

A las 6 de la mañana desperté con el timbre del apartamento, fui apresurada pensando que era Osorio o alguien que pudiera sacarme de mis dudas, abrí, era Paulo Ferreira, el abogado de Bittencourt Company desde su fundación

—Paulo

—Hola Julieta, estas no son horas de venir pero necesitamos hablar, ¿puedo pasar?

—Sí claro –dije apartándome -¿quieres café?

—No gracias, ya desayuné

—Paulo, dime que está pasando, ayer vinieron unos policías a buscar a Osorio, dicen que él, Álencar, Sousa y Pereira son acusados de lavado de activos y que hicieron una redada anoche

—Sí, es cierto

—Paulo, dime que no es verdad

—Desgraciadamente Julieta, lo que te dijeron los policías anoche es cierto, Osorio es culpable, al igual que Álencar, Sousa y Pereira

—No, eso no puede ser Paulo –dije sentándome en el sillón

—Yo tampoco podía creerlo, hace unos meses la empresa estaba un poco inestable, fue empeorando y de pronto se recuperó, sin más, milagrosamente, le pregunté a Osorio cómo había sido y simplemente dijo que había surgido un buen negocio, ya supimos cuál es

—¿Cómo está la situación de la empresa?

—Fatal, los dueños de las empresas estafadas quieren demandarnos y por cantidades millonarias seguramente Álencar, Sousa y Pereira serán condenados, tendremos que liquidar la empresa para pagar las deudas y repartir lo que quede entre los socios si es que queda sino habrá que embargar las pertenencias externas, se llevarán a las familias con ellos y a todos nosotros, habrá muchos desempleados –dijo sentándose a mi lado

—Paulo, ¿Osorio se ha comunicado contigo?

—Sí, en la madrugada, no me contó donde estaba, solo dijo que te dijera que te amaba y que en cuanto pudiera se comunicaba contigo

—¿Cómo que en cuanto pudiera? –exclamé indignada –él no puede irse así sin más, yo necesito una respuesta ya Paulo

—Julieta, no sé cómo decirte esto pero...

—¿Pero qué? habla Paulo

—Osorio se fue de Brasil 

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