Capítulo 23
—Entonces Paulo y Osorio son cómplices
—Eso parece Elisa –dijo mirando su taza de café humeante –me llevó engañada a su apartamento, porque si hubiera sabido me habría negado
El sábado Julieta fue con Elisa a una cafetería cercana a la residencia y ahí le relató la entrevista que tuvo con su marido
—¿Crees que Paulo sepa dónde está?
—No lo sé y tampoco me importa –confesó Julieta –por mí puede quedarse donde está todo el tiempo que quiera, solo me gustaría que me diera el divorcio, no quiero seguir casada con él, estaba tan sonriente, mirándome como lo hacía antes parecía como si me llamara para saludar durante un viaje de negocios en vez de su escondite, mientras mi hijo y yo hemos pasado miserias y hambre
—Hablando del niño, ¿le contaste?
—No, ¿por qué todo el mundo me pregunta eso?
—Pues porque él es el padre –dijo Elisa
—Talvez lo engendró, pero no ha hecho nada por él desde entonces, perdió su oportunidad al meterse en esos negocios y no me molesta ser madre soltera, puedo sacar a mi hijo adelante con la venta de la repostería y el Caterin de Mariana
—¿Y Aurelio? –preguntó inquisitiva
—¿Qué pasa con Aurelio?
—Él puede ser la figura paterna de tu hijo –Elisa apoyó sus manos sobre la mesa –y tu bebé lo quiere también, acabas de contarme que se movió cuando te tocó el vientre, los niños desde el vientre saben quién los ama
—No Elisa, eso es imposible
—Nada es imposible en el amor amiga, se nota que ese hombre está enamorado de ti, hasta te dedicó una canción el día de su cumpleaños
—Sí, me la dedicó pero lo desprecié después
—¿De qué hablas?
—Esa noche en el jardín de la azotea, me dijo que me amaba y nos besamos
—¿Qué? –Elisa gritó tan fuerte que se escuchó en toda la cafetería
—Elisa baja la voz –la regañó Julieta
—Perdona pero no pude evitarlo amiga –dijo feliz –yo lo sabía, él no te es indiferente, ¿tienes un romance secreto?
—Claro que no Elisa, al día siguiente le dije que lo mejor era seguir siendo amigos y hacer de cuenta que ese beso nunca ocurrió
—¿Cómo es posible? –exclamó indignada Elisa –él te abrió su corazón y tú se lo rompes
—Elisa, Osorio podría perjudicarlo, lo hago para protegerlo, además no te preocupes, ya lo superó
—¿Cómo lo sabes?
—Hoy salió con Cassandra, una compañera suya a almorzar
—¿La rubia que estaba con él en la fiesta?
—Ella
—Te duele, ¿verdad? Estás celosa
—Por supuesto que no Elisa
—Julieta a mí no me engañas, estás celosa, seguro estás pensando en qué están haciendo en este momento o si se irán a otro lado después de la comida
—Elisa cállate, sí, estoy celosa, Aurelio me gusta o eso creo, puede que sea el embarazo, al final no me amaba tanto como decía –dijo con ironía –estará bien
—Es cierto que esa mujer se muere por Aurelio, pero él no creo
—Tú no conoces a Aurelio
—Tanto como tú no pero apuesto a que ella le ha insistido una y otra vez que vayan a comer y quizás lo haga para distraerse, seguro Aurelio le dijo que sería una salida de amigos, lo que debes hacer es decirle que lo amas de verdad tanto como él a ti, luchar para que Osorio te de el divorcio y asumir una relación con Aurelio
—Lo dices como si fuera tan fácil
—En el amor y nada que valga la pena es fácil amiga
—Lo pensaré, ahora, ¿podríamos cambiar de tema?
—Está bien, ¿cómo te va con el trabajo en la repostería?
—Muy bien gracias a Dios, tengo un pedido la próxima semana –dijo cogiendo un pudín
—Oh por Dios –exclamó Elisa viendo a la puerta sin que Julieta la viera
—No es nada
—No es eso, será mejor que nos vayamos
—¿Por qué?
—Habrá un escándalo sino nos vamos –dijo recogiendo sus cosas
Elisa había visto a Susana Adonato y Fani Priscelli, ellas eran esposas de dos empresarios que se habían quedado en quiebra por los actos de Osorio y su empresa, no se caían muy bien y ahora mucho menos, vieron a Elisa y Julieta en cuanto entraron y se acercaron a ellas, dispuestas a discutir
—Vaya miren a quién tenemos aquí –dijo Susana –Julieta Sampaio, la esposa del ladrón Osorio Bittencourt
—Hola Susana –saludó Julieta
—¿Cómo te ha ido? ¿Ya has gastado todo el dinero que tu marido se robó?
—Susana ya basta –dijo Elisa
—Tú cállate Elisa que es con ella –dijo Susana sin importarle que los demás clientes las estuvieran observando
—No soy culpable de nada Susana
—Claro y ahora nos dirás que Osorio es inocente –acusó Fani
—No lo negaré, porque es cierto, me avergüenza decir que es culpable, pero no tuve nada que ver, no sabía nada, si hubiera sabido habría sido la primera en intentar detenerlo
—¿En serio no sabías nada? Me extraña, siempre los vi tan enamorados, me sorprende que te haya dejado, siempre alardeaba que te amaba y ahora estás sola, preguntándote dónde está –dijo Susana –y sin saber cómo te mantendrás hay rumores de que no terminaste la universidad y dejaste que tu marido te mantuviera por 8 años –se rio junto a Fanny
—Al menos yo sí la comencé, no como tú que nunca has estudiado
—¿Qué?
—Todos saben que no has estudiado nunca, además al menos yo sí sé hacer algo no como tú que tienes sirvientas en tu mansión, no sabrías hacer nada sin ellas ni cocinar
—¿Cómo te atreves? –dijo entre dientes
—Eso mismo te digo yo, ¿cómo te atreves? Tú no sabes nada y no tienes derecho a juzgarme ni a criticarme y tú tampoco Fani, ustedes no tienen ese derecho –dijo Julieta dejándolas sin palabras
—Hay un dicho que dice, ''el que dice lo que no debe escucha lo que no quiere'' –dijo Elisa
—¿Algún problema señoras? –preguntó un camarero
—No –dijo Susana resoplando –ya nos íbamos
—Sí –dijo Fani –debe tener cuidado con quien acepta en su restaurante –y se fue siguiendo a Susana
Elisa las siguió con la mirada victoriosa, orgullosa de que su amiga las enfrentara; sin embargo, escuchó un lamento detrás suyo, Julieta había vuelto a sentarse y estaba llorando.
—Julieta, ¿estás bien? Tranquila amiga, ya se fueron, no te alteres puede hacerle daño al bebé
—Siempre creerán que soy cómplice –sollozó Julieta
—Por supuesto que no, yo sé que no lo eres, Darcy y Aurelio, no escuches lo que Susana y Fani dijeron
—No –dijo enjugando sus lágrimas –nunca más volveré a llorar por nada de lo que digan, voy a ser fuerte, por mí misma y mi hijo, formaré una cadena de restaurantes que extenderé por todo Brasil y por qué no, alrededor del mundo
—Así se habla mi amiga –dijo abrazándola -¿quieres irte o nos quedamos?
—Quedémonos, no hay razón para irnos
Elisa volvió a sentarse frente a Julieta y siguieron con su tarde de chicas, la mente de Julieta pensaba en Aurelio en donde estaría en ese momento con Cassandra, si la estarían pasando bien y lo que harían después de ir a comer y sentía un dolor en su corazón.
Aurelio y Cassandra fueron a almorzar al restaurante favorito de ella, había ido a buscarla en su auto, la profesora se puso muy linda para la ocasión, se sentía victoriosa al haber conseguido que la invitara a salir y desde ahora no se le escaparía, ya lo tenía asegurado, o al menos eso pensaba, ahora estaban frente a frente, comiendo platillos italianos.
—¿Ves? Te dije que no mordía –dijo comiendo su espagueti
—Nunca dije que lo hicieras –contestó sonriendo
—Entonces, ¿por qué nunca quisiste salir conmigo?
—Sabes la razón, no quería ilusionarte y estábamos muy ocupados
—Bueno, pero entendí, no puedo obligarte a estar conmigo si no quieres y en cuanto al tiempo tenemos toda la tarde para nosotros y si quieres después de comer podemos pasear por la ciudad –dijo sonriendo mientras lo miraba con pasión -¿qué te parece? No estaría mal para quemar calorías
—¿Te da miedo engordar?
—Un poco sí, las profesoras gordas no tienen el respeto de sus alumnos, prefiero verme esbelta, gorda nunca conseguiré novio
—Al indicado no le importará si tienes unos kilos de más
—Eres tan dulce Aurelio, por eso me agradas tanto
—Tú también me agradas mucho Cassandra
—¿Para ti cuál es tu mujer ideal?
—Bueno –dijo evocando la imagen de Julieta en su mente –debe ser inteligente, noble, muy segura de sí misma, con deseos de superarse
—No eres muy exigente, no te importa si es fea o linda
—Eso es lo de menos Cassandra
—Entonces tengo oportunidad si no le importa lo físico –pensó -¿y te importaría si no puede darte hijos?
—Adoptamos –dijo sonriendo –no dejaré de amarla solo por esa razón
—La mujer que consiga conquistarte será muy afortunada
—Al contrario, yo seré el afortunado
Siguieron comiendo, mientras hablaban de trivialidades, alumnos y sobre lo que aspiraban a ser profesionalmente, Cassandra lo estaba pasando de maravilla hasta que llegó el turno de pedir el postre, ella pidió una Panna Cotta y Aurelio un tiramisú, ahí fue donde surgió el problema
—Está delicioso ese Tiramisú
—¿En serio?
—Sí, aunque el de Julieta es mejor
—¿De verdad? –preguntó Cassandra aburrida
—Sí, ¿no probaste su cheesecake en la fiesta?
—No, yo no soy muy fan del cheesecake, prefiero postres con sabores más fuertes
—Ah no sabes de lo que te perdiste, ella hace unos postres sabrosos, puedes ir a la cafetería Marianne's Café , hace poco la contrataron como proveedora
—Lo tendré en cuenta –dijo dando otra cucharada a su postre
—Me alegro mucho por ella, lo merece ha pasado por tanto
—Eso es lo que dice ella
—¿A qué te refieres? –dijo mientras comía un pedazo de su postre
—No sé, pienso que podría no estar siendo totalmente sincera contigo y tu familia inventar que está sola en el mundo con su hijo para generar lástima
—¿En serio lo piensas?
—Sí, hay mucha gente falsa en el mundo, ella no sería la primera ni la última, yo en tu lugar la investigaría para saber quién es en realidad, ¿y si es una estafadora o peor una criminal?
—Es obvio que no la conoces, Julieta es una de las personas más nobles que conozco Cassandra, ella sería incapaz de hacerle daño a nadie, voy a pedirte que no hables mal de ella
—Debe interesarte mucho para que la defiendas así
—Sí me interesa, se ha convertido en una amiga muy querida para mí y no me gusta que hablen mal de mis amigos
—Está bien –dijo levantando las manos en señal de rendición –no volveré a hablar del tema, me ahorraré los comentarios respecto a ella
—Te lo agradezco
—Si antes me caía mal ahora me cae peor –pensó molesta Cassandra –necesito saber de una vez por todas quién es
No fueron a caminar después de la comida pues la última parte de la conversación amargó la salida, luego de salir del restaurante Aurelio dejó a Cassandra en su casa y él volvió a la residencia, como era temprano, subió al jardín y ahí se encontró con Julieta quien aprovechaba el calor de la tarde, estaba con los ojos cerrados, acariciando su vientre, con una sonrisa en los labios, Aurelio se disponía a irse, pero en ese momento ella abrió sus ojos y lo vio.
—¿Aurelio?
—Hola, no quería interrumpir ese momento con tu bebé
—No te preocupes, no interrumpes
—Te gusta estar aquí, ¿verdad?
—Sí, además debo aprovechar porque en unos meses cuando mi vientre esté más grande no podré
—Te cargaré –dijo provocando una risa en Julieta
—Qué cosas dices
—Es la verdad
—Tienes tu trabajo de profesor
—No sería impedimento
—¿Cómo te fue con Cassandra?
—Bien, gracias por preguntar, fuimos a un restaurante italiano, comimos pasta y postres, no estuvo mal
—Me alegra escucharlo –dijo con desgano
—Pero parece que a ti no te ha ido bien
—No es eso es que, pasé un mal rato hace unas horas
—¿Qué pasó?
—Estuve con Elisa en una cafetería y en un momento llegaron dos mujeres, Susana Adonato y Fani Pricelli, esposas de algunos socios de la empresa y empezaron a insultarme, exigían la devolución de su dinero
—No es justo –suspiró indignado Aurelio –tú no hiciste nada, ¿cómo pueden juzgarte?
—Osorio los estafó también, odian todo lo relacionado con él incluyéndome
—Pero tú no hiciste nada
—Lo sé y decidí que no dejaré que eso me derrote, seguiré con mi vida y lucharé por mi hijo, su felicidad y la mía
—Te ayudaré con la universidad
—No hablo de eso, sino de esto
Sin que Aurelio lo esperara, Julieta lo besó en los labios, él correspondió de inmediato, estaba encantado por volver a sentirlos, pero al recordar su última conversación se apartó.
—¿Qué te pasa Julieta?
—Me pasa que te amo Aurelio y no quiero seguir callándolo ni negándolo
—Julieta, ¿estás segura de lo que me dices?
—Sí claro, ¿por qué no lo estaría?
—La última vez me pediste que no te hablara de amor
—Lo sé, pero fue sin querer, deseaba decirte que sí, pero quería protegerte de Osorio, no quisiera que te lastimara si se enterara de tu existencia
—Yo no le tengo miedo, me enfrentaré a él si es necesario, te protegeré a ti y a tu hijo
—Lo sé, perdóname por herir tus sentimientos y por favor, te pido una oportunidad, encontraré la manera de divorciarme y acepto que seas el padre de mi bebé, ¿qué dices?
Aurelio se acercó, tomó su rostro entre sus manos y dijo:
—¿Cómo podría decirle que no a la mujer de mis sueños?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro