Capítulo 22
Volver a ver a Julieta luego de tantos meses fue muy fuerte, mientras hablábamos vi dolor en sus ojos y un profundo resentimiento hacia mí, no puedo culparla, nunca quise hacerle daño, es mi esposa y la amo desde el primer día en que la vi en aquel restaurante por primera vez, con su uniforme de mesera y esa sonrisa tan encantadora, comencé a frecuentar el lugar y pedir que fuera ella quien me atendiera, incluso un día le pedí que me acompañara a la mesa pero se negó, una noche la esperé afuera del restaurante y la llevé hasta su casa, mientras la observaba caminando hasta la puerta pensé: esa es la mujer con quien me casaré y así sucedió, estuvimos como novios 6 meses y después nos casamos, en una hermosa boda, mi corazón latía acelerado mientras la veía caminando por el pasillo, con su vestido blanco acompañada de un madre y dedicándome una sonrisa enorme, me sorprendió mi suegra, pues desde siempre demostró su antipatía hacia mí, pero el amor hacia su hija era más fuerte para no estar presente, nos fuimos de luna de miel a Hawái y cuando volvimos nos instalamos en el apartamento de Pinheiros, para ser muy felices, solo faltaban los hijos, pero no sería exigente, daríamos tiempo al tiempo, jamás presionaría a Julieta con hijos, mi amor iba más allá, durante 8 años estuvimos bien, hasta que los malos negocios me obligaron a tomar esas malas decisiones que nos perjudicaron.
Ese día desde temprano sabía que iba a irme había recibido rumores de una redada y decidí huir antes en un helicóptero privado para no ser atrapado, pero primero recibí una prueba dura pues Julieta me llamó para decirme que tenía una noticia importante para darme, me preguntó qué sería pero seguro no era nada pues me lo hubiera dicho cuando hablé con ella esta tarde. En todos estos meses he pensado en ella, en cómo estará, me dolió hacerle esto aunque nadie lo crea.
—Sabía que esta conversación sería difícil pero no imaginé cuánto, Julieta está muy dolida –comenté con Paulo esa misma noche cuando hablamos
—¿Qué esperabas? Te fuiste y la dejaste sin dar explicaciones con todo este lío y encima se quedó sin casa
—¿Sabes dónde está viviendo? ¿Está comiendo bien?
—Mantiene la misma contextura así que está comiendo bien y está viviendo en una residencia del centro, no es exactamente un apartamento de lujo, pero se ve decente
—No, ella no puede vivir con gente extraña, por favor Paulo, consíguele un buen apartamento y cuídala hasta que regrese
—Osorio, Julieta no aceptará la prueba está en lo que pasó hace un rato
—Oblígala, haz lo posible para que acepte, no me gusta la idea de que viva en un lugar así
—¿Por qué?
—Julieta es mi esposa y muy hermosa, podría deslumbrar a un cretino y como es tan inocente puede caer
—No te preocupes, en esos lugares la gente está de paso y dudo que haya alguien en esos lugares que pueda superarte
—Espero que tengas razón porque si alguien se atreve a colocar sus ojos en mi esposa lo voy a hundir
—¿Desde Suecia?
—¿Piensas que me quedaré aquí para siempre? No Paulo, yo volveré a Brasil y tú me vas a ayudar
—¿Yo?
—Vamos Paulo, recuerda que tú también recibiste tu tajada de los trámites fraudulentos y si no me ayudas puedo enviar un anónimo a las autoridades brasileñas incriminándote y les haces compañía a mis socios en la cárcel y he escuchado que los presidiarios no son muy corteses con los abogados, entonces qué dices
—Eres de lo peor Osorio, está bien, déjame hacer los trámites y yo te avisaré
—Gracias amigo
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