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Capítulo 20

Julieta no durmió bien esa noche, la sensación de los labios de Aurelio contra los suyos la acompañó toda la noche, gustó su toque pero se sentía asustada, se había besado con un hombre que no era su marido, jamás pensó que haría algo así, siempre creyó que estaría casada hasta el fin de sus días y solo besaría a sus marido, no quería ver a Aurelio, entonces esperó a que se fuera a la universidad para salir del cuarto, sabía que no podría evitarlo por siempre pero lo prolongaría cuanto pudiera hasta definir sus pensamientos y saber qué decirle.

Cuando el reloj dio las nueve no quiso seguir en la cama, entonces se levantó, fue a ducharse y cuando estuvo lista bajó, no había mucha gente en la residencia todos ya estaban trabajando, solo Jane, quien estaba preparando sus clases de piano se encontraba en la sala, debido al buen trabajo que hicieron la noche anterior, no quedaba evidencias de la fiesta, salvo en la mente de los inquilinos.

Se dirigió a la cocina para desayunar, Victoria y Mercedes ya estaban ahí:

—Buenos días

—Buenos días a los dos –saludó Victoria y Julieta se encantaba con ese saludo -¿qué quieres para desayunar?

—No se preocupe yo me sirvo –fue a la cocina, tomó una sartén, dos huevos, preparó tostadas y café, después fue a hacerles compañía a las dos mujeres

—Ay cada vez que Julieta cocina el aroma es delicioso, si no hubiera desayunado pediría una porción –dijo Mercedes

—Ayer todos querían una segunda porción del cheesecake y a Mariana le encantó

—Gracias a Dios doña Victoria, estoy tan aliviada, en cuanto tenga el pago le daré una parte de lo que debo

—Enfócate en ti, en tu bebé y el trabajo de Mariana, arreglaremos ese asunto más tarde, ¿está bien?

—No doña Victoria, usted me dijo que cuando consiguiera trabajo comenzara a pagarle y ya lo conseguí en cuanto tenga mi primer pago lo haré

Victoria no dijo más y dio un sorbo de café mientras observaba a Julieta, necesitaba hablar con Aurelio pues él debía hablar con Julieta al respecto.

—¿Qué postres te pidió Mariana? –preguntó Mercedes

—Pie de limón, si todo sale bien me pedirá más, dijo que me daría los ingredientes

—Mariana siempre ha sido justa

—Quisiera que ustedes me ayudaran, como nos fue tan bien en la comida de anoche

—Por supuesto, cuenta con nosotros –dijo Victoria -¿verdad Mercedes?

—Claro, cuenta con nosotras Julieta

Julieta quería pedirle a Victoria que le enseñara a tejer, pero tenía vergüenza ya había pedido demasiado en la residencia, decidió que cuando recibiera su pago se inscribiría en clases de costura, pero Aurelio había arreglado todo pues sabía que Julieta no se atrevería a decir nada por lo cual Victoria le dijo:

—Julieta, después de desayunar quisiera que me acompañes al centro

—¿Para qué?

—Es una sorpresa, no para ti sino para tu bebé, me imagino que querrás hacerle muchos regalos

—Sí, de hecho me gustaría tejer alguna ropita para mi bebé, pero no sé

—Sí, ¿qué has pensado tejer?

—No lo sé, un abrigo, unos zapatitos y un gorrito –habló mientras sus ojos brillaban –si se pudiera el guardarropa completo

—Cuando estaba embarazada de Aurelio también quería tejerle su guardarropa pero no sabía tejer, mi mamá me enseñó

—La mía también sabe, pero nunca tuve la necesidad de aprender, hasta ahora

Julieta deseaba tener a su madre con ella, la extrañaba, desde niña la escuchó decir que quería ser abuela y seguro disfrutaría ese momento, pero siempre había una voz que le decía:

—Te despreciará al saber que tenía razón sobre Osorio –le daba terror escucharlo de sus labios, la haría sufrir mucho, por esa razón no se atrevía, por más que Aurelio y Elisabetta se lo aconsejaran.

Cuando terminaron de comer, Victoria y Julieta salieron, el destino era un misterio para la joven, pues la madre de Aurelio no quiso decirle nada, caminaron alrededor de cinco minutos hasta que Victoria se detuvo frente a una tienda, Julieta la siguió dentro, lo primero que notó al entrar fueron los kilos de lana que había en los estantes, de todos los colores, debía ser el palacio de la lana

—Doña Victoria –se acercó a ella -¿qué estamos haciendo aquí?

—Bueno, esta es la sorpresa, para tu hijo y para ti, voy a enseñarte a tejer, aquí venden todo lo necesario para hacerlo en cuanto lleguemos a la residencia

—¿En verdad va a enseñarme?

—Claro, ahora escoge las lanas y los ganchos

—Doña Victoria no sé cómo agradecerle

—Siendo una buena alumna –dijo frotando un brazo de Julieta cariñosamente pero ella la abrazó

—No, en serio gracias por todo, ustedes han sido mi salvavidas

—De nada querida –dijo retribuyendo el abrazo

Al final salieron de la tienda con bolas de lana blanca, amarilla, roja y azul, un gancho 0.5 y muchas ilusiones por parte de Julieta, ya quería llegar a la residencia para comenzar, en su mente imaginaba la ropita ya terminada y su bebé usándola, años después podría decirle con orgullo que se la había tejido.

Cuando llegaron a la residencia, Victoria llevó a Julieta al cuarto que compartía con Afranio, sacaron lo que compraron y comenzó la lección con la confección de un abrigo, el tejido era más difícil de lo que Julieta pensaba pero no importaba, su hijo lo valía, por él valía todo.

—El punto alto es algo complicado

—En tu defensa para ser tu primera vez tejiendo no lo haces mal, tejer es relajante

—Sí, te hace olvidar los problemas y ves la vida diferente

Julieta dio un vistazo a su alrededor, el cuarto tenía la misma distribución que el suyo pero tenía calor de hogar, fotos de Victoria, Afranio y Aurelio, toda una vida en esos muros, cuántas vivencias habían experimentado antes de que ella llegara

—Doña Victoria, ¿desde hace cuánto tienen la residencia?

—40 años, los mismos que tenemos de casados, al principio quisimos una pequeña pensión pero cada vez venía más gente pidiendo posada, entonces decidimos construir un segundo piso y más adelante un tercero y el jardín.

—Amo ese jardín y si han recibido a los demás huéspedes como a mí, entiendo por qué han tenido tantos huéspedes, ustedes son tan buenos

—Tratamos de que se sientan como en casa, han pasado mucha gente

—Podría escribirse una novela con las mejores historias

—Una de ellas sería el nacimiento de Aurelio, él nació en esta cama

—¿En serio?

—Sí, Afranio me había pedido días antes ir al hospital, pero no quise hacerle caso diciendo que no sentía incomodidades ni dolor, pero un día lluvioso sentí las primeras contracciones, solo estábamos él, Mercedes y yo en la residencia, no podíamos llegar al hospital porque hubo un choque de auto en la calle, estábamos desesperados, pero Mercedes tomó el control de la situación y asumió el papel de partera, gracias a Dios y a ella Aurelio vino saludable, cuando el tiempo mejoró nos llevaron al hospital para revisarnos

—Me alegra que todo haya salido bien con Aurelio, ojalá mi parto sea igual de bueno

—Preferiría que dieras a luz en el hospital, es más seguro

Victoria le había tomado mucho cariño a Julieta, por eso la trataba bien, imaginaba que así quería que fuera la esposa de Aurelio, queriendo saber más de ella, le preguntó:

—Cuéntame Julieta, ¿qué hacen tus papás?

—Mi papá murió hace 15 años y mi mamá vive en Recife, tiene un pequeño restaurante

—Ya veo de dónde sacaste los dotes culinarios

—Sí, con ella aprendí a cocinar, me enseñó algunas recetas que preparo

—Entonces son cercanas

—Antes, ahora ya no

—¿Puedo preguntar la razón?

—Ella no estuvo de acuerdo con que estuviera con el padre de mi hijo, decía que había algo en él que no la convencía

—Las madres tenemos un sexto sentido cuando se trata de amistades y noviazgos, los sabrás cuando tu hijo los tenga

—Ella no pudo estar más acertada, como él vivía aquí me mudé, no he visto a mi madre en 8 años y la extraño, quisiera que me dijera cómo fue su gestación, sus antojos

—Ve a Recife y búscala, hay vuelos todos los días o Aurelio puede llevarte

—Tengo miedo de su reacción al saber que tenía razón sobre el padre de mi hijo y lo rechace

—¿Cómo es ella?

—La mujer más fuerte y dulce que conozco, salimos adelante juntas cuando mi padre murió

—Escucha –Victoria tomó las manos de Julieta entre las suyas y le dijo –quizás no pueda opinar, pero tengo la sensación de que ella te extraña tanto como tú y le daría mucha felicidad enterarse que va a ser abuela, inténtalo

—Deberé pensarlo doña Victoria, pero gracias por el consejo

—Cuando quieras, ¿seguimos?

Aurelio no se pudo concentrar en la universidad, cometió errores a la hora de explicar algunos puntos de la clase, varios alumnos debieron corregirle, estaban preocupados por él, nunca se había portado de esa manera, decidieron hacer una investigación y le preguntaron a Jorge, quien se reunió con su amigo a la hora del almuerzo.

—Tus alumnos están preocupados, dices que cometiste errores en la clase, más de los que deberías, ¿estás bien?

—Sí, no me sucede nada

—Tienes razón –dijo sentándose frente a él –no te sucede nada, sino alguien, Julieta, ¿sucedió algo en la fiesta?

—Se lo dije y tenías razón, creyó que Cassandra me interesaba

—Lo sabía

—Cuando terminó la fiesta, fui al jardín de la azotea y ahí estaba ella, hablando con su bebé, me contó que consiguió trabajo, me preguntó cómo me había ido con Cassandra, si le había declarado mi amor, entonces le dije que no amaba a mi compañera, sino a ella, desde el primer momento y la besé

—¿La besaste? –casi gritó, provocando que los presentes en la soda lo voltearan a ver

—Jorge contrólate

—Perdón, pero no esperaba eso de ti

—Pues lo hice

—¿Y fue como lo imaginaste?

—Mejor

—¿No te abofeteó?

—No, admitió que tenía sentimientos por mí, pero está indecisa

—Indecisa, además embarazada, dale tiempo

—Le prometí que le daría tiempo para pensarlo y lo haré

—¿Qué harás si te dice que no?

—Resignarme, con dolor pero lo haré

—¿En serio te rendirás tan fácil?

—No voy a obligarla a estar conmigo, la amaré deseando su felicidad de lejos

—En serio no tienes remedio Aurelio

—El amor no es egoísta Jorge

Jorge estaba impresionado, si fuera él, lucharía hasta el cansancio para que Julieta le hiciera caso, pero si Aurelio decidía darle un espacio indefinido a Julieta era su decisión. Aurelio volvió a la residencia y al entrar, un delicioso aroma llegó a su nariz, supuso que era su madre cocinando, pero al asomarse, supo que no se trataba de Victoria, sino de Julieta, estaba con un delantal batiendo crema, se quedó observándola, admirando su maestría con la cuchara, amaba a esa mujer con todo su corazón, deseaba que aceptara su amor.

—Veo que estás cocinando

—Sí, mañana Dios mediante debo entregar este pie, Mariana llegó con los ingredientes en la tarde

—¿Debes llevarlo?

—Victor vendrá por él temprano

—No te esfuerces, puede hacerle daño al bebé

—Tendré cuidado, hablando del bebé, tu mamá me llevó a comprar lana y estuvimos tejiendo un abrigo, no está terminado, pero ahí va

—Qué bien, puedes enseñármelo cuando lo termines

—¿Tú le dijiste?

—Sí, sabía que no tendrías valor para pedirle a mamá, entonces lo hice por ti

—Gracias –sonrió Julieta –Aurelio me imagino que quieres una respuesta

—No te estoy obligando a nada

—Eres demasiado paciente, descuida, ya tengo una respuesta para ti

—¿Sí?

—Aurelio no quiero meterte en mis problemas, ya te has involucrado demasiado

—Porque me importa

—Aurelio por favor, te agradecería que no vuelvas a hablarme de amor y hagamos como que ese beso nunca ocurrió, pero no quisiera que se destruya la amistad que tenemos o si te molesta mi presencia puedo...

—Nadie está corriéndote, quédate lo necesitas y descuida seguiré ayudándote a ti y a tu bebé como hasta ahora, desinteresado, pero si cambias de parecer aquí estaré

Ninguna de las dos dijo más y Aurelio se fue con el corazón herido, debía revisar exámenes pero estaba seguro de que no podría concentrarse, Julieta detestaba hacerlo sufrir, habría querido aceptarlo pero no quería involucrarlo más, si Osorio decidía volver no mediría fuerzas para destruir a Aurelio y él no se merecía eso.

Días después

Los días siguientes fueron difíciles, Aurelio me trataba con cordialidad pero no era lo mismo, había cierto distanciamiento entre nosotros, solo hablábamos lo necesario, las veces que subía al jardín él no lo hacía y presentía que era intencional, no todo era malo, el negocio con Mariana iba de maravilla, aparte del pie de limón, me pidió un tiramisú debido al éxito del pie, estaba muy contenta y me sentía plena, con excepción de la actitud de Aurelio conmigo, pero lo ocurrido después de entregar el tiramisú cambió todo.

Al llegar a la residencia vi un auto parqueado frente al edificio, era lujoso y me parecía conocido, tuve la confirmación cuando el conductor se bajó y vi que era Paulo, con su traje entero

—Julieta

—Paulo –me acerqué, pero antes oculté mi vientre con mi bolso pues él no sabía de mi embarazo y no quería que le dijera a Osorio, seguro seguía en contacto con él -¿qué haces aquí?

—Le pregunté a Elisa si sabía dónde te quedabas y me dio la dirección

—Sí, pero aún no has contestado a mi pregunta

—Claro, necesito que me acompañes para resolver un asunto del caso

—¿Qué asunto?

—Me gustaría discutirlo en privado supongo que nadie sabe lo que sucedió

—Nadie, dame un momento, voy por un abrigo

Mientras subía hacia mi cuarto me preguntaba cuál asunto sería, los detalles del caso se discutieron en el juicio, solo estaban buscando a Osorio para cerrar el caso, ¿el asunto era que volvería? Rogaba que no, aún no estaba preparada para verlo.

En vez de llevarme a un restaurante, Paulo me llevó a su casa, ubicada en Pinheiros, unas cuadras del apartamento donde vivíamos, vi el edificio y sentí un nudo en la garganta, recordando mis momentos ahí, le pregunté a Paulo si la habían comprado, pero él contestó que todavía no, aunque había dos compradores ofertando.

—Es un buen apartamento, pero muy caro

—Siendo la garantía para el fraude no lo dudo –ironicé

—Todo se resolverá Julieta, no pasará mucho tiempo y podrás volver

—¿De qué hablas?

—Lo sabrás cuando lleguemos

Paulo se estacionó y nos bajamos, él me condujo adentro de su casa, me sentó frente al televisor y lo encendió, había una videollamada esperando, Paulo contestó y la mirada de Osorio se cruzó con la mía.

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