Capítulo 16
Aurelio narrando:
—Aurelio, ¿a ti te gusta alguien?
Esa pregunta de Julieta me tomó por sorpresa y no sabía qué contestar, porque sí había alguien quien me gustaba y era ella, Julieta, esa mujer por la cual di dos reales y rescaté la misma noche y por quien despierto todos los días; sin embargo no me atrevía a confesarle mi amor pues era imposible que estuviera interesada en mí y tampoco quería alejarla por esa razón
—¿Por qué lo preguntas? –dije en cuanto pude hablar
—No sé, curiosidad, perdona si fui entrometida
—No te preocupes no es ninguna intromisión y voy a contestarte sí Julieta estoy enamorado, es una chica increíble, pero no me atrevo a decírselo porque no sé cómo reaccionaría
—¿Son muy cercanos? –dijo mientras probaba su refresco
—Sí, muy cercanos, nos conocimos este semestre y simpatizamos, nos volvimos amigos en poco tiempo
—Si la quieres, lucha por ella y dile lo que sientes, quizás te sorprendas, aunque no te prometo que acepte
—Está bien seguiré tu consejo, se lo diré en mi cumpleaños
—¿Y cuándo es?
—En tres semanas
—Tal vez sea tarde
—No lo creo, porque estoy convencido de que ella siente lo mismo que yo
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Por la forma en que me mira
—Debo ir al baño enseguida vuelvo –dijo levantándose
—Claro aquí te espero
La observé alejarse mientras pensaba en cómo era linda, ni imagina que es ella la mujer de mis sueños, esperaba su aceptación sería el mejor regalo que pudiera recibir en mucho tiempo.
Pasamos un momento agradable, intercambiamos información el uno del otro, infancia, adolescencia, trabajos, intenté hacerla sonreír para hacerla olvidar por un momento la situación que hubiera vivido, aprendí mucho de ella, sus padres se llamaban Luis y Regina Sampaio, después de morir él y cuando Julieta se casó ella con su marido la ayudaron a inaugurar una soda: Sabores de Juju
—Entonces un restaurante se llama como tú
—Sí, mi madre dijo que era su inspiración
—¿Y tuvo éxito?
—Sí claro, los habitantes de Recife aman su comida, abre todos los días de 11 a 8, tiene dos ayudantes y casa mes le envío dinero en caso de un gasto imprevisto
—¿Podías hacerlo?
—Tenía bastante en la cuenta personal para seguir haciéndolo, al menos por ahora, quizás no pueda enviarle el dinero este mes
—Algún día quisiera ir a conocerla
—Quizás cuando mi hijo nazca
—¿Ya sabe que va a ser abuela?
—No, no se lo he dicho
—¿Y puedo preguntar por qué?
—No la he visto desde que me casé, ella nunca estuvo de acuerdo con mi boda, siempre pensó que Osorio no era quien decía ser y tenía razón, por eso no quiero decirle, tengo miedo de su reacción al saberlo y que rechace a su nieto por ser hijo de quien es
—¿Sería capaz?
—No lo sé, pero no quiero arriesgarme
—No creo que suceda, los abuelos quieren a sus nietos por ser hijos de sus hijos, escucha, te devolveré un consejo que me diste hace poco, quizás te sorprendas seguro la extrañas y querrás tenerla cerca cuando ese chiquitín decida nacer
—Gracias Aurelio, lo pensaré –dijo sonriendo
Si alguna vez llevan a una mujer embarazada a comer afuera deben saber que comerá mucho, yo con cuatro pedazos y refresco estaba satisfecho pero Julieta aparte de eso, comió ensalada y postre, pero seguro era por su estado, en los próximos meses debía comer por dos
—Nunca comí tanto en mi vida –dije mientras íbamos en el auto hacia la residencia
—Me sorprendió y tenía miedo de que te comieras toda la pizza
—Yo jamás te habría dejado con hambre Aurelio
—Lo sé, solo bromeaba pero me sorprendió
—A mí también, nunca había tenido tanto apetito
—Tal vez no seas tú y sí tu bebé
—No ha comido bien en estos meses por las razones que ya sabes, pero a partir de ahora comerá muy bien –dijo acariciando su vientre
—¿Cómo comías en Vila Magini?
—Una inquilina supo que estaba embarazada y no podía comer y un día llegó con un diario de compras y los ingredientes para una feijoada, amé a esa señora porque llevaba cuatro días sin comer, fue muy duro, no te imaginas cómo es ir a la cama con el estómago vacío –dije derramando una lágrima que al contrario de las derramadas en el consultorio eran de tristeza
—No Julieta, hoy no debes estar triste, acabas de saber que tu hijo está bien, no hay cabida para las tristezas
—¿Y cómo se llama esa chica? –dijo después de un momento de silencio
—¿Qué chica?
—De quien estás enamorado, no me dijiste su nombre en la pizzería
—Cassandra, da cálculo
—Comparten su pasión por los números, es un buen punto
—Sí, ojalá no esté equivocado y compartamos amor también –dije mientras pensaba en cómo declararle mi amor
Julieta narrando:
En un momento mi corazón se rompió, pero no podía esperar que fuera diferente, Aurelio amaba a una mujer, Cassandra, era su colega y seguro era inteligente y muy hermosa, cuando me contó sobre su interés amoroso fui al baño con el pretexto de lavarme las manos, cuando llegué, me lavé la cara y respiré hondo y me repetía que no debía afectarme que estuviera enamorado él era libre de estar con quien quisiera, pero en el fondo deseaba que esa mujer no le correspondiera.
Después de la conversación en el coche seguimos el trayecto en silencio y cuando llegamos a la residencia, Aurelio fue a la sala mientras yo subí a mi cuarto para descansar, me acosté y al tiempo que frotaba mi vientre, pensaba en la conversación con Aurelio, no tenía duda, me gustaba, no existía otro motivo para mis celos ni desear que esa mujer no le correspondiera, claro que podría ser las hormonas del embarazo pero lo dudaba, pensé en alejarme otra vez hasta aclarar mis ideas pero no volvería a poner a mi hijo en riesgo, él era mi prioridad y con una sonata tocada por Jane me quedé dormida.
—Gracias a Dios tu bebé está bien querida –me dijo doña Victoria ese día más tarde mientras estábamos sentadas en la sala
—Sí, Mariko me simpatizó, es una buena doctora, se molestó un poco cuando le dije que no fui a las consultas el primer trimestre
—¿Le contaste sobre tu situación?
—Solo en parte y como Aurelio entró conmigo lo regañó diciendo que era un mal padre, pero no se preocupe, él desmintió, jamás haría que Aurelio afrontara una responsabilidad que no le corresponde
—¿Él estuvo en el ultrasonido?
—Sí, lloró de la emoción así como yo
—Aurelio es muy sensible y una ocasión así tiene mucho sentimiento, si se emocionó con tu hijo ya imagino cuando tenga a sus hijos
—Fue hermoso doña Victoria, Aurelio me hizo pasar un día muy agradable
—¿Le tienes mucho cariño a mi hijo, ¿verdad?
—Sí doña Victoria, él se convirtió en un gran amigo
—Aurelio también te aprecia, nunca se había portado con ninguna mujer como lo hace contigo, es obvio que le importas
—Me ha ayudado desde que lo conozco
—Lo sé y me alegra que la vida te sonría al fin
—Todo gracias a que Dios los puso en mi camino doña Victoria
—Lo hicimos con el mayor gusto linda, tu hijo y tú lo necesitaban
—Aurelio me comentó que en unas semanas es su cumpleaños
—Sí, acostumbramos organizar una fiesta aquí en la residencia con los inquilinos y algunos compañeros de la universidad, Mercedes y yo cocinamos, Brandão aporta el pastel, ponemos música, bueno lo verás cuando llegue el día
—Doña Victoria, ¿qué postres le gustan a Aurelio?
—Para serte sincera no es muy fanático del dulce, pero de vez en cuando le gusta el tres leches y el cheesecake, los disfruta, ¿por qué lo preguntas?
—Es que como su cumpleaños quisiera prepararle un postre y como usted conoce sus gustos
—Por supuesto, Aurelio es amante de tu cocina y no es alérgico a nada así que puedes preparar cualquier postre
—Gracias, tengo bastante tiempo para pensar el postre o quizás prepare ambos
—No debes esforzarte Julieta, piénsalo y no puedes, descuida Julieta
—No en serio, voy a hacerlo, quiero hacerlo, en serio por placer y para pagarle la consulta aunque sea en su paladar ya que insiste en rechazar mi pago
—De nada sirve insistir cuando Aurelio decide no se puede hacer que cambie de opinión
—Sí, es muy insistente y le agradezco por haberme acompañado al consultorio y por todo lo ocurrido antes
En los siguientes días pensé en el postre y después de pensarlo bien decidí preparar un cheesecake de fresa y para comprar los ingredientes sin aumentar mi deuda con Aurelio y su familia fui a una casa de empeño para dejar una pulsera que mi padre me regaló cuando cumplí 16 años, era muy valiosa tanto material como sentimentalmente, esperaba recuperarlo pues era el único recuerdo que me quedaba de él, pues para sobrevivir, debí vender varias de mis pertenencias, lo poco que pude tener, gracias a Dios me dieron el dinero suficiente para ir al supermercado y comprar la galleta y demás materiales para cocinar el postre.
Caminé hasta el centro hacia una tienda y compré todo, incluso me alcanzó para un helado de vainilla, me parecía extraño llevar bolsas de compras cuando hace tres meses no me alcanzaba ni siquiera para una lata de conservas, lo ocurrido me enseñó las vueltas que puede dar la vida y que nada puede darse por hecho excepto la muerte.
Faltando unos minutos para llegar a la residencia vi una tienda donde vendían artículos para bebé, era un poco más grande que a donde fui cuando supe mi embarazo, pero solo miraría, pues gasté todo, debí dejar las bolsas en la entrada ya que era prohibido ingresar con ellas.
Ese lugar debía de ser el epicentro de las ropas de bebé, era muy hermoso, había zapatitos, ropita, juguetes, medias, libros de primer año, lo que más deseaba era llevarme la tienda entera, fui a la sección de cunas, para verlas y de inmediato me enamoré de una cunita de madera, tenía detalles de pájaros, era perfecta y por un momento, me imaginé con mi hijo en brazos, acostándolo ahí después de haberlo dormido, sonreí encantada.
—¿Puedo ayudarla? –dijo la dependiente sacándome de mis sueños
—Sí, es que estoy embarazada, tengo 4 meses y ya quiero ir viendo los muebles y la cuna para adelantar
—Felicidades, ¿y qué va a ser?
—Lo sabré el mes que viene pero no importa, lo querré igual –dije tocando el borde de la cuna –¿cuánto cuesta?
—1000 reales
—¿1000? –exclamé sorprendida –¿por qué tan cara?
—Es hecha de madera y los detalles fueron esculpidos a mano
—Entiendo –dije apartando mi mano desilusionada –por el momento es imposible pagarla
—Si gusta podemos apartarla
—No gracias, aún es muy pronto para comprarlo, quizás vuelva después, hasta pronto
Antes 1000 reales me parecían 100, con la tarjeta que tenía habría podido comprar dos cunas iguales a esa y parte del ajuar, no poder comprarla me hizo recordar mi situación, lo mucho que sufrimos al sentir necesidad y cómo afecta a quienes tenemos a nuestro alrededor, incluso un niño inocente, pero no me daría por vencida, me esforzaría para poder darle a mi hijo todo lo necesario, amor, una buena escuela, un hogar y las herramientas para enfrentar la vida sin trampas y no dejara a otra mujer llorando como su padre hizo conmigo
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