Capítulo 15
Haberle contado a Aurelio mi secreto, me quitó un peso enorme de los hombros y me provocó un gran alivio, necesitaba desahogarme después de lo sucedido en la sala de la residencia, cuando vi las noticias y lo que decían sobre Osorio fue demasiado para mí y tuve que salir corriendo, mientras subía, mis ojos se llenaban de lágrimas, para todos, era una cómplice y no era cierto, era tan víctima como todos los desempleados de la constructora y talvez más, llegué al jardín de la azotea, me senté en una de las bancas, sintiéndome sola y triste.
—Ay mi amor, lamento no poder ser tan fuerte, pero esta situación me rebasa, dicen que los bebés sientes lo que las madres y no quiero involucrarte en mis problemas siendo tan pequeño, no te lo mereces, es que no puedo creer que tu papá nos haya hecho lo desconozco –dije hablando con mi hijo –a veces pienso que si hubiera sabido que venías no se habría ido
—Julieta
Levanté la mirada y vi a Aurelio, traté de disimular pero se dio cuenta de que estaba llorando, se arrodilló ante mí y me inspiró tanta confianza que acabé contándole todo y él supo consolarme como nadie lo había hecho hasta ahora y al haber cumplido mi antojo, me causó una enorme dicha, estaba confundida con mis sentimientos hacia él, era una mezcla entre amor y amistad, no estaba segura, talvez eran las hormonas del embarazo.
Mariana le dio a Aurelio el dato de la doctora que siguió su embarazo y el fin de semana me llevó al consultorio, estaba emocionada porque al fin mi embarazo sería monitoreado y le pedía a Dios que nada le estuviera pasando a mi bebé por no haberme atendido en los primeros tres meses, porque nunca me lo perdonaría y jamás se lo perdonaría a Osorio.
—No te preocupes, todo saldrá bien –dijo Aurelio sentado junto a mí –Mariana dice que Mariko es una buena doctora y muy simpática
—Y no lo dudo, estoy preocupada por otro motivo
—¿Cuál?
—Tengo miedo Aurelio, ¿qué tal si la doctora encuentra una malformación?
—Eso no va a pasar, tu bebé está bien estoy seguro, mereces esa tranquilidad, ya has sufrido bastante –dijo apretando mi mano
—Aurelio quiero que sepas que en cuanto pueda voy a pagarte las consultas
—Julieta ya hablamos sobre esto, no me debes nada y jamás te aceptaría dinero por tus consultas médicas considéralo un regalo para ti y tu hijo
—¿Por qué eres tan bueno conmigo?
—Porque lo mereces, desde aquella tarde en la cafetería pude percibir que eres una mujer digna de amor
Nos quedamos viendo como la primera noche en la residencia, donde su sonrisa me cautivó, jamás podría terminar de agradecer todo lo que había hecho por mí, juntamos nuestras frentes y con ese simple toque, recibí toda la confianza y seguridad que necesitaba en ese momento y la certeza de que siempre contaría con Aurelio, habríamos estado así por horas sino fuera porque escuché a la doctora llamándome:
—Julieta Sampaio
—Suerte –me dijo Aurelio
—¿Cómo suerte? ¿No vas a entrar conmigo?
—¿Te gustaría?
—Sí, no estaría aquí si no hubieras pagado la consulta por favor Aurelio, ¿sí? –le supliqué
—Está bien
—¿Julieta Sampaio se encuentra?
—Estoy aquí
Nos levantamos y fuimos hacia el consultorio, cuando entramos la doctora estaba en su escritorio y nos pidió hacer lo mismo, la analicé con la mirada, era una mujer china y se veía muy profesional
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlos?
—Buenas tardes, me llamo Julieta y vengo a mi cita mensual, estoy embarazada de tres meses
—Felicidades, ¿es su primer embarazo?
—Sí y estoy muy emocionada y nerviosa porque no sé qué sucederá cuando nazca
—A todas nos pasa, cuando estuve embarazada tenía todas esas inquietudes y ya era doctora –dijo sonriendo –pero aprendemos en el camino
—Eso espero
—¿Con cuál ginecólogo estuvo antes de venir aquí?
—Con ninguno
—Disculpe, ¿dijo ninguno?
—Sí
—Debió venir, el control prenatal es muy importante en el embarazo para monitorear al bebé, fue irresponsable
—Y sé que está mal, créame yo soy la primera en haber querido venir antes pero no pude, no tenía cómo pagar las consultas
—¿Y su esposo aquí presente no podía pagarlas? –dijo mirando acusadoramente a Aurelio
—Jamás dejaría a Julieta sin sus consultas médicas, pero sucede que yo no soy su marido ni el padre de su hijo, Julieta está viviendo en la residencia de mi familia y como no se ha atendido me ofrecí a traerla, nos recomendó Mariana Benedicto, soy amigo de su esposo, no volverá a ocurrir, yo me encargaré de que siga viniendo a las consultas descuide
—Eso espero –dijo levantándose –ahora Julieta, acuéstese en la camilla para examinarla y súbase la blusa hacia el estómago
Hice lo que me pidió, ella se colocó unos guantes y colocó gel sobre un aparato y mi vientre, al lado de la camilla había una pantalla, la cual estaba toda negra; pero, en el momento cuando puso el aparato sobre mi estómago, se proyectó una imagen en blanco y negro, trataba de distinguir a mi bebé, pero solo veía manchas, Aurelio se acercó y tomó mi mano, como infundiéndome valor
—Todo saldrá bien –me dijo
—Muy bien, aquí está tu hijo –dijo señalando la pantalla –aquí está la cabecita, las manitas y los piecitos
—Mi amor –dije extendiendo mi mano hacia la pantalla como saludándolo –aquí está mamá mi amor -¿él está bien?
—Él está bien, se está desarrollando favorablemente, no veo ninguna malformación
—Gracias a Dios, ¿y ya puedo saber si es niño o niña?
—Aún no, hasta el próximo mes
—¿Cuándo podría comenzar a moverse?
—Es difícil saberlo, cada bebé es diferente pero por lo general en el cuarto o quinto mes
—Ay ya quiero que empiece a moverse
—¿Quieres escuchar su corazón?
—Sí, por supuesto –dije emocionada
La doctora presionó un botón y de pronto el ambiente se llenó de un sonido parecido a un trenecito, pero que para mí era el sonido más hermoso del mundo: el corazón de mi bebé, viendo la pantalla y escuchando el sonido terminaba de convencerme de que estaba ahí, sin poder controlarlo, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos de tanta emoción, aún no había nacido y ya se había convertido en mi todo, vi a Aurelio quien también tenía lágrimas en sus ojos
—Aurelio, ¿estás bien? –dije pasando mi mano por su rostro
—Sí, es que nunca había visto un ultrasonido, es asombroso pensar que la vida comienza así y que todos estuvimos ahí alguna vez
—Lo entiendo –dijo Mariko, la doctora –en todos mis años de ginecóloga, esta vista nunca deja de sorprenderme, bien Julieta –dijo al terminar y dándome una servilleta para que me limpiara –afortunadamente la gestación va bien hasta el momento, pero no podemos saber si hubiera seguido así durante toda la gestación sino vienes a consulta, te voy a recetar ácido fólico, vitaminas, que comas bien, sin cigarros ni alcohol y nos vemos el mes que viene, ¿está bien?
—No se preocupe doctora, volveré –dije sonriendo
—Así lo espero, nos vemos el próximo mes, pasen con mi secretaria para programar la cita
—Está bien
Salí del consultorio, feliz de saber que mi bebé se encontraba bien y que de seguir así en seis meses tendría a mi hijo en brazos y me dedicaría a él por completo, me dolía el hecho de criarlo sola, pero haría lo posible para ser padre y madre a la vez
—Ay Aurelio, estoy tan aliviada, mi bebé está bien
—Yo también Julieta, Mariana y Victor dicen que Mariko es una excelente doctora y cuidó muy bien de João y me garantizaron que cuidaría de ustedes
—Me inspiró confianza, se nota su preocupación por sus pacientes, la mirada de desaprobación que puso cuando dije que no me atendí en el primer trimestre me impresionó, espero que no te hayas sentido incómodo al acusarte de padre irresponsable
—No, en cierta forma me gustó
—¿Por qué?
—Porque pude fingir que era tu marido por unos instantes
—Pero luego dijiste que no lo eras
—No me gusta mentir Julieta, siempre es mejor decir la verdad
—Tienes razón
—¿Y a dónde quieres ir a almorzar? –dijo al ver que era mediodía
—No lo sé, ¿tienes alguna sugerencia?
—Bueno, conozco un lugar donde venden pizzas muy sabrosas, podemos ir si quieres
—Sí, está bien, no recuerdo la última vez que comí pizza
Aurelio me llevó a una pizzería, donde según él, cocinaban pizzas muy sabrosas, deseaba que fuera cierto porque moría de hambre y mi hijo solo lograba aumentar ese apetito, pedimos una suprema y dos vasos de fanta, después que nos tomaron la orden vi a una pareja con su bebé, instintivamente llevé la mano a mi vientre mientras imaginaba haciendo lo mismo con mi niño, jugando con él, alimentándolo, durmiéndolo, no pude evitar sonreír
—Estás pensando que en unos meses estarás así, consintiendo a tu bebé, llevándolo a pasear
—Sí, fue tan hermoso escuchar el corazoncito de mi bebé, fue lo más hermoso que he escuchado –dije emocionada –ahora sí siento que mi embarazo va por buen camino y que todo estará bien
—Te creo, yo también estuve ahí, nunca había escuchado el corazón de un bebé en el vientre, fue increíble, gracias por la oportunidad
—Pensé que te había molestado
—¿Por qué me molestaría?
—Porque el bebé no es tuyo
—Al contrario, fue un honor participar en este momento –dijo tomando mi mano –y si me permites, quisiera venir a las demás consultas
—Ya te nombraste mi acompañante a las citas, no puedo hacer nada
—Gracias de verdad, ¿Ya pensaste en nombres?
—Si es niña, Julieta o Julia y si es niño todavía no lo sé –dije suspirando
—Iba a llevar el nombre de su padre, ¿cierto?
—¿Es tan obvio?
—Dijiste que si es niña la llamarías como tú, no se necesita ser sabio para adivinar
—Sí, habíamos quedado en que nuestro primer hijo llevara el nombre de alguno de los dos
—¿Tienes alguna idea de donde pueda estar?
—No y la verdad no quiero pasarme cada minuto pensando en él, tengo otras prioridades, la primera mi bebé –dije frotando mi vientre –y la segunda tratar de conseguir empleo, necesito trabajar cuanto antes, debo pagar mis gastos de la residencia y mantener a mi hijo
—Podrías hacer tu propio Caterin, cocinas muy bien, es más, deberías estudiar gastronomía, puedo conseguir el programa de la universidad
—De hecho sí estaba estudiando gastronomía cursé cuatro semestres, la mitad de la carrera y no es por presumir pero era una de las mejores y a mis profesores les gustaba mi comida
— Si sabía como el Cordon Bleu no los culpo¿Y por qué no seguiste estudiando?
—En esa época mi padre murió y tuve que dejar la universidad para trabajar y mantener a mi madre
—¿Y en qué trabajaste? ¿Quieres contarme?
—Fui camarera en un restaurante, decidí que si no podía ser chef al menos iba a trabajar en el mundo de la cocina, todos los días me levantaba e iba al restaurante, me esforzaba por ser la mejor y que me dieran buenas propinas y resultó, aunque cuando iba a la cocina a recoger los platos y veía al personal cocinando me sentía un poco mal porque quería estar ahí, al frente de una estufa y no podía
—¿Por qué no ahorraste para poder seguir?
—Todo el sueldo lo gastaba en la casa debía pagar la luz, agua, alquiler no porque nuestra casa era propia, en las compras y con eso se iba el sueldo, después me casé y como teníamos una buena posición no veía necesidad en retomar los estudios, hasta ahora
—Podrías volver a estudiar si quisieras
—Ay sí como no
—Es en serio Julieta, no habría problema si quisieras estudiar
—Aurelio tengo 30 años y estoy embarazada, sería extraño
—No, yo tuve una alumna el semestre pasado que estaba embarazada, no tienes pretexto
—Sí tengo uno, tendría que empezar desde cero
—No, puedes convalidar las materias que ya llevaste y retomar la carrera desde ahí sería fácil, tendrías que hacer el examen de admisión pero aquí tienes a tu profesor particular
—¿De verdad me ayudarías a retomar los estudios?
—Por supuesto Julieta, ya lo he hecho en temas más difíciles
—A veces me siento extraña
—¿Por qué?
—Los últimos tres meses he estado sola y el hecho de que alguien me apoye es un poco extraño y no sé cómo retribuir
—No debes retribuir nada –dijo tomando mi mano –yo soy quien debe agradecer por haber tenido el privilegio de ayudarte
Tenía una pregunta rondando en mi cabeza desde la conversación que tuve con doña Victoria y debía decirla o si no enloquecería
—Aurelio, ¿a ti te gusta alguien?
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