Capítulo 14
Aurelio narrando:
Cuando Julieta me contó que era la esposa de Osorio Bittencourt por un momento no puede articular palabra pues no me lo esperaba, Julieta era mujer de un prófugo, tenía varias hipótesis sobre lo sucedido con ella pero jamás se me hubiera podido ocurrir que era esa, fue una sorpresa muy grande, ahora entendía por qué había salido de esa manera tan abrupta de la sala, lentamente me levanté y me senté a su lado pero seguí asegurando su mano.
—Vaya Julieta, no sé qué decirte, estoy sorprendido
—No te lo hubieras imaginado, ¿verdad?
—Pensé que ibas a decir que eras amiga de su esposa o un antiguo amor o tu jefe quizás
—Pues te equivocaste, es más complicado y doloroso que eso, tengo la desgracia de ser la mujer de un delincuente –dijo secándose las lágrimas –de un hombre que prometió cuidarme y en el momento en que más lo necesitaba se fue dejando que cargara con todo sola, sin despedirse, sin importarle nada
—Ni siquiera un bebé en camino
—Él no sabe que estoy embarazada, lo descubrí ese día y pensaba decírselo en la cena, cuando lo supe me sentí la mujer más feliz del mundo, estaba tan ilusionada y ansiosa por contarle que por fin un pedacito de nosotros crecía en mi vientre, el primero de los cinco hijos que queríamos tener
—¿Cinco?
—Sí, pensábamos tener cinco, desde niña quise ser mamá, tener alguien a quién cuidar y darle mi amor –dijo tocando su vientre –y ahora que llegaba quería celebrarlo y que cuando lo supiera fuera especial e inolvidable, así que fui a comprar unos zapatitos de bebé y luego compré en el supermercado todo lo necesario para una cena inolvidable, creí que íbamos a celebrar el inicio de una vida que cuando lo supiera me abrazaría fuerte y me prometería que me cuidaría y sería el mejor padre del mundo y fue lo contrario, ese día mi vida empezó a desmoronarse, tuve la más grande decepción de mi vida, creía estar casada con un hombre maravilloso y no era cierto, a veces me pregunto si no viví engañada todos estos años y recién estoy conociendo al verdadero Osorio.
—Talvez sí te amaba, pero la ambición lo cegó y se volvió egoísta
—Su abogado me dijo que lo hizo para darme comodidad y continuar con nuestro estilo de vida, pero habría preferido vivir en la miseria a que cometiera esos delitos
—Julieta no estarás pensando que tuviste la culpa del fraude que cometió tu marido
—No, pero pienso que si hubiera sabido habría podido persuadirlo para no hacerlo y que mientras estuviéramos juntos no importaba el dinero
—Tú no podías imaginar que estaba sucediendo
—Debes de ser el único porque todos los demás piensan lo contrario, la prueba está en lo que dijo Cecilia hace un rato
—Ella no conoce la historia
—El día en que nos conocimos fui a una entrevista para el puesto de secretaria y la gerente me dijo que no iban a correr el riesgo de que cometiera un fraude y los llevara a la ruina y mi único delito fue amarlo durante 8 años, dedicarme a él
—Si lo hiciste sinceramente, no tienes nada de qué arrepentirte Julieta solo él
—¿Puedes imaginar enterarme y pasar por todo sola? No me refiero solo al juicio, las búsquedas de la policía, sino a las murmuraciones, no sabes cómo es llegar a un lugar y que todos comiencen a verte como si fueras una criminal y yo no hice nada, fue él quien cometió el fraude
—No necesito decírmelo Julieta, en estos días he aprendido a conocerte y sé que serías incapaz de lastimar a nadie, eres una buena mujer no necesito una vida para saberlo
—Además la noticia que recibí cuando terminó el juicio, Paulo, su abogado me llevó al apartamento y me dijo que tenía que dejarlo en tres días porque necesitaban rematarlo para pagar la deuda de la constructora, yo dije que el apartamento era mío porque Osorio me lo regaló y Paulo dijo que nunca lo puso a mi nombre y sí como garantía por si había problemas en la empresa –dijo sollozando –fui una tonta
—No, no fuiste una tonta, solo estabas enamorada, eso no es un crimen Julieta cuando nos enamoramos, confiamos en esa persona ciegamente sin imaginar que puede fallarnos
—Aurelio, tú que eres hombre explícame, ¿qué lleva a un hombre a dejar a su esposa en la calle, sin un techo cuando esa mujer le ha dedicado su vida? Dímelo porque he tratado de encontrar una respuesta y por más que la busco no la encuentro
—Yo tampoco lo entiendo porque nunca lo haría, si tú fueras mi esposa, preferiría morir antes de hacerte sufrir y verte derramar una lágrima por mi culpa y que en esa boca siempre haya una sonrisa –dije dibujándosela –ven aquí
La abracé fuerte, mientras ella lloraba y sentía las lágrimas mojando mi camisa tenía una profunda rabia por Osorio que deseaba tenerlo en frente para darle una paliza y luego llevarlo ante la justicia, Julieta había sufrido mucho por su culpa se entera de que su marido es un delincuente, la echan de su casa, nadie le da trabajo por estar embarazada y encima la acusan de cómplice, era una carga demasiado grande para ella, con razón había actuado de esa manera cuando hablaban de Osorio.
—No debes sentirte mal, aquí el único culpable es él, no te des por vencida tienes un motivo muy grande para seguir adelante, ese niño que llevas en el vientre él sentirá mucho orgullo de que seas su madre
—Mi hijo, él es lo único que me ha mantenido con vida en estos meses porque ha sido difícil mantenerme en pie y pensar que no se lo he podido retribuir –dijo estrechando el abrazo
—¿De qué hablas? Has continuado luchando sin importar las carencias
—Sí pero no he podido cuidar de él como quisiera, cuando estaba en Vila Magini había días que no comía nada por eso estaba tan delgada cuando llegué todos estos meses he tenido antojos de dulce, un día pasé por una pastelería quería entrar y no lo hice porque sabía que no podía comprar nada, ni siquiera he podido ir a las consultas médicas, mi hijo podría estar mal y yo sin saberlo
—Eso tiene solución, mira con tus consultas podemos pedirle a Rómulo que recomiende algún colega o a Mariana que te dé el contacto de su doctor
—No Aurelio no –dijo separándose del abrazo –ya han hecho bastante por nosotros y no quiero abusar
—Julieta tú no puedes seguir así, debe revisarte un doctor, tienes que saber cómo está tu bebé
—¿Con qué dinero Aurelio? Los costos de un hospital son altos yo no puedo pagar ya te dije, además todavía debo pensar en la deuda con tu madre
—Yo pago los gastos y no recibo un no por respuesta y no tienes que devolverme ni un centavo, ¿está claro?
—Está bien –dijo dándose por vencida
—Ya aclarado ese punto, contéstame, ¿qué has querido comer en estos meses? Dímelo y en este momento voy a buscarlo
—Ah no, eso sí olvídalo, no tiene caso
—¿Por qué no?
—Me da pena –dijo bajando la cabeza
—Pena debería darle a tu marido por dejarte aquí sola, esperando a su hijo, tú no así que habla, ¿cuál es tu antojo? –dije levantando su cara
—Pastel de chocolate, estos tres meses lo que más he querido comer es un trozo de pastel de chocolate con dos bolas de helado de vainilla y sirope de caramelo –dijo mientras le brillaban los ojos imaginando el postre
—Muy bien tus deseos son órdenes y no te preocupes, no le diré a nadie sobre lo que hablamos, no le diré nada a nadie tu secreto está a salvo conmigo –dije besando su frente y levantándome pero Julieta tomó mi mano llamando mi atención
—Aurelio
—¿Sí?
—Gracias
—Por nada, espérame en tu cuarto
Bajé las escaleras para cumplir el deseo de embarazada de Julieta aún impresionado por lo que me había contado, cómo un hombre podía marcharse y dejar a una mujer a su suerte, me parecía un acto tan cobarde, seguramente estaba en un escondite con todas las comodidades mientras la pobre Julieta y su hijo estaban pasando necesidad, me daban repulsión los hombres así, pero ahora tenía una nueva misión: hacer todo para que Julieta y su hijo estuvieran felices y a salvo
—¿Aurelio? ¿Qué pasa? ¿Cómo está Julieta? –dijo mi madre cuando llegué al primer piso
—Ella está bien, solo se sintió indispuesta, subió al jardín a tomar aire, ahora está con antojos debo ir a la cafetería de Brandão
—¿Para qué? ¿Qué quiere?
—Pastel de chocolate, con helado de vainilla y jarabe de caramelo
—Ay qué rico, hoy cuando Mariana estuvo aquí mencionó que tuvo antojo de comida dulce pero por alguna razón la vi un poco triste, quizás no ha encontrado el postre –dijo mientras recordaba la verdadera razón y mi rabia renacía
—Pues parece que lo encontró, ¿tenemos helado y el jarabe?
—No, tendremos que ir a comprarlo, le pediré a tu padre que lo haga
—Mientras tanto iré a la cafetería
—Está bien pero llama a Brandão para ver si tiene el pastel porque ya casi cierra para no tener que ir inútilmente
Brandão no había cerrado la cafetería y tenía un solo pedazo de pastel que corría el riesgo de ser llevado pronto así que corrí con suerte, como estaba de salida y como su casa queda cerca de la residencia se ofreció a traerlo él mismo, cuando lo trajo y se fue, me dirigí a la cocina y me dispuse a preparar el postre, era un pedazo hermoso y se veía apetitoso, esperaba que a Julieta le gustara, cuando mi padre llegó con el helado y el jarabe preparé una bandeja y subí al cuarto de Julieta, estaba ansioso por mostrarle el pedazo y verla comiéndolo
—Julieta, ¿puedo pasar? –dije cuando estuve frente a su puerta
—Sí pasa
—Entrega especial para la señorita Julieta Sampaio, pastel de chocolate con dos bolas de helado de vainilla y sirope de caramelo, ¿es usted?
—Sí señor Delivery –dijo sin apartar la vista de la bandeja –eso se ve tan delicioso
—Lo sé, espero que te guste, mi madre te envió un vaso de agua por el dulce
—Gracias
Coloqué la bandeja frente a ella y de inmediato comenzó a comer, fue tan satisfactorio verla comiendo su pastel como si fuera su última comida, mientras la observaba comer me preguntaba, ¿cómo pudo dejarla aquí solita y largarse así como si nada? Ese había sido su peor crimen, no el fraude ni el lavado de activos
—¿Está bueno? –le pregunté
—Sí, uno de los mejores pasteles de chocolate que he probado
—Se nota, tuviste suerte, solo había ese pedazo, Mariana lo hace
—¿Quieres?
—No gracias, es todo tuyo
—¿No te gusta el dulce?
—Sí, pero no tanto como lo que estás comiendo, es muy empalagoso
—Talvez el dicho "eres lo que comes" no sea cierto
—¿Por qué lo dices?
—Bueno porque eres muy dulce y cariñoso y no te gusta el azúcar
—¿Crees que soy cariñoso?
—Me has ayudado desde que me conoces, acabas de escuchar mis confidencias con paciencia y me acogiste y ahora acabas de traerme este pastel ¿acaso eso no es ser cariñoso?
—Fue un placer y si otro día necesitas desahogarte con alguien puedes contar conmigo siempre, tú y este angelito también –dijo llevando la mano a su vientre
—Lo sé y gracias –dijo cubriendo mi mano con la suya
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