Capítulo 12
—Ay bendito sea Dios –dijo Victoria
—¿Qué pasa mi amor? –dijo Afranio
—Aurelio encontró a Julieta
—Gracias a Dios, ¿y dónde estaba?
—No dijo, solo que ya venían y llegarían pronto es todo, el pobre estaba tan angustiado cuando supo que se había ido que de inmediato salió a buscarla y dijo que no volvería hasta encontrarla
—Aurelio se ha encariñado mucho con esa chica, ¿no te parece?
—Sí, pero no es solo cariño
—¿De qué hablas?
—Hablo de que nuestro hijo se ha enamorado
—¿De Julieta?
—Sí, ¿de quién más?
—Pero si solo lleva unos días conociéndola
—En materia de amor uno no decide de quién enamorarse Afranio y se nota a kilómetros que Aurelio está enamorado de Julieta, se nota por la manera en que la trata y la mira
—Tienes razón mi amor, cada vez que la menciona le brillan los ojos, eso nunca le había sucedido con nadie más
—Sí, solo espero que sea correspondido y que nuestro hijo no sufra por amor porque es evidente que le encanta Julieta
Julieta narrando:
Anduve otra vez por las calles de São Paulo sin rumbo definido y esta ocasión sí tendría que dormir en la calle, lo presentía porque dudaba que otra persona fuera a acogerme como lo hicieron en la residencia, sería un milagro si se repitiera de nuevo, los extrañaría
—Hola guapa, ¿a dónde vas? –me dijo un hombre que estaba apoyado en una pared, lo ignoré, pero no sirvió porque empezó a seguirme, yo estaba nerviosa y apresuré el paso pero él también
—¿Qué te pasa? ¿Por qué me sigues? –dije encarándolo
—Calma nena, solo quiero acompañarte, no tienes que ser agresiva –dijo sonriendo
—Pero a mí no me interesa su compañía, así que déjeme en paz
—Tranquila, solo quiero pasarla bien contigo, así que por qué no nos ponemos cómodos –dijo tocando mi brazo provocándome náuseas
—Suélteme –dije nerviosa
—Tu brazo es muy suave, me pregunto si el resto es igual
—Mi amor aquí estás, te estaba buscando, ¿todo está bien? –inesperadamente Aurelio apareció a mi lado y me rodeó con su brazo -gracias por hacerle compañía a mi novia, ya puedes irte –dijo dejándome atónita al decir que era su novia, me llenó de confusión y de un poquito de alegría, el tipo se dio por vencido y se fue, dejándome aliviada y a solas con Aurelio.
—¿Estás bien?
—Sí, gracias por salvarme de ese hombre –dije sonriendo
—De nada y disculpa por decir que era tu novio pero fue lo que se me ocurrió para que se alejara más rápido
—No te preocupes Aurelio, está bien
—¿Cómo no voy a preocuparme? Te fuiste sin despedirte, todos están muy preocupados por ti sobre todo mi madre, quedó muy afligida cuando supo que te habías ido
—No quería que nadie se preocupara discúlpame
—Calma, todo está bien, ella no está molesta contigo y le dará mucho gusto saber que estás a salvo, ahora volvamos a la residencia
—Yo no voy a regresar
—¿Qué?
—Yo dejé la residencia Aurelio y nunca regresaré
—Pero, ¿por qué?
—Tengo mis razones
—¿Alguien te trató mal?
—No, todos han sido muy buenos conmigo, empezando por ti
—¿Entonces? El padre de tu hijo...
—Él no tiene nada que ver en esto, simplemente no puedo volver Aurelio
—Ya lo sé, la pregunta es por qué, Julieta, confía en mí
—No quiero que vuelvan a humillarme –dijo después de un momento
—¿De qué hablas? ¿Quién va a humillarte?
—Tu madre
—¿De qué hablas? Mi madre no ha hecho más que portarse bien contigo
—Aurelio, ¿qué hace tu madre cuando un inquilino no puede pagar un cuarto?
—Le da dos avisos y si no paga lo echa
—¿Ves? Esa fue la razón por la que me fui,
—¿Qué quieres decir?
—Que no tengo ni un centavo Aurelio es la verdad, no puedo pagar el cuarto ni la comida que tu madre me ha dado y sé que le caigo bien pero no iba a tardar en preguntarme cómo le voy a pagar, ni siquiera sé cómo voy a mantener a mi hijo –dije comenzando a llorar –el día en que nos conocimos llegué a mi casa, la dueña me estaba esperando con mis pertenencias afuera y dijo que debía irme porque debía dos meses de alquiler, fue tan humillante que no quiero volver a pasar por lo mismo de nuevo Aurelio
—Habla con mi madre, estoy seguro de que llegarán a un acuerdo
—Lo mismo me dijo la dueña del departamento
—Cómo se ve que no conoces a mi madre –dijo tomando mi rostro en sus manos y limpiaba mis lágrimas dijo –calma, todo estará bien, volvamos a la residencia y hablemos con mi madre, ya es tarde y debes descansar estás embarazada
—Gracias Aurelio y otra vez perdón –dije abrazándolo fuerte, sintiéndome segura en esos brazos
—No tienes nada que agradecer, ahora vamos a la residencia antes de que ese hombre decida regresar
—Tienes razón, vamos
—Háblame de ti mientras llegamos
—Ya te conté todo lo que necesitabas saber
—Solo sé que te gusta leer y la música clásica, pero no has dicho si hay algo más
—Supongo que te refieres a lo que me sucedió antes de llegar a la residencia
—Si quieres contarme hazlo, no te estoy presionando, no te voy a negar que tengo curiosidad pero si no nos has contado, lo respetaré
—Gracias, ¿y qué quieres saber?
—Lo que te gusta, lo que no, tu fecha de cumpleaños, los nombres que has pensado para tu bebé, tu infancia, lo que sea que quieras contarme, claro que si no quieres hablar podemos caminar en silencio, como quieras
Le agradecía la comprensión que Aurelio tenía, no me sentía preparada para hablar de mi tragedia y no sabía si un día lo estaría, talvez no sería capaz de contarle a mi hijo la clase de padre que tenía, pero me esforzaría para que se sintiera orgulloso de mí, pero me sentía en la necesidad de contarle algo sobre mi vida a ese hombre que en los últimos días me había ayudado tanto, así que le dije:
—Me gusta cocinar
—¿Cocinar? ¿Y qué cocinas?
—Desde algo tan simple como arroz hasta platos más complicados como risottos y postres
—¿En serio? ¿Y cómo aprendiste a cocinar? ¿Fuiste a una escuela?
—No, mi madre, es una excelente cocinera, aprendí todo lo que sé de ella
—Pues me gustaría probar alguno de esos platos algún día, estoy seguro de que lo haces bien
—Todos los que la han probado me dan comentarios positivos
—Y se van a añadir más, cuando en la residencia la prueben y además estoy seguro de que a tu hijo le va a gustar, claro que habrá que esperar a que crezca ¿qué te gustaría que fuera? Niño o niña
—No lo sé, solo quiero que nazca bien y tenerlo en mis brazos
—Ya verás que sí, ¿y dónde vive tu madre?
—En Recife
—No me malinterpretes pero, ¿no podías irte con ella?
—Si no tengo dinero para pagar el alquiler y para comer, mucho menos para un boleto de avión
—¿Ella sabe de tu situación?
—No, es que no quiero preocuparla
—Eres su hija, es obvio que deba preocuparse
La verdadera razón era que no quería escuchar su sermón, a mi madre nunca le simpatizó Osorio, siempre decía que ocultaba algo y tenía razón y no quería que me dijera: "Te lo dije", ya tenía suficiente con todo lo que sucedía, cuando mejorara mi situación le diría todo, pero para eso, necesitaba conseguir un empleo pronto, así que le dije a Aurelio,
—¿En la universidad no necesitan una conserje?
—No, además es un trabajo pesado para una mujer embarazada
—¿Cómo lo sabes?
—Hubo una época en la residencia donde la situación financiera era difícil, entonces mi madre se empleó como conserje en la escuela donde yo estudiaba, todos los días la veía, recogiendo basura, limpiando pisos, la admiraba por eso muchos desprecian a los conserjes, pero si no fuera por ellos los lugares estarían sucios
—Sí, muchos no lo valoran, pero no me importaría trabajar en lo que sea
—No pienses en eso ahora, enfoquémonos en volver a la residencia, estoy seguro de que hay un empleo esperándote y lo obtendrás cuando menos lo esperes
—Ojalá tengas razón Aurelio –dije frotándome los brazos por el frio
—¿Tienes frío?
—Un poco –dije y para mi sorpresa, se quitó el saco y me lo puso sobre los hombros para calentarme y continuamos así el resto del camino
Aurelio y Julieta volvieron a la residencia y fueron recibidos por doña Victoria y el señor Afrânio, que se quedaron esperando a su hijo, en cuanto la vio, Victoria corrió para abrazarla y ella se sintió bien al percibir la preocupación que la mujer demostraba hacía mucho que nadie lo hacía, estuvo tan sola en los últimos meses.
—Julieta querida, gracias a Dios estás bien, tenía tanto miedo de que te pasara algo
—Estoy bien doña Victoria de verdad
—¿Por qué te fuiste linda? Te dije que podías quedarte todo el tiempo que quisieras
—Lo sé, y en serio le pido una disculpa, nunca fue mi intención preocupar a nadie pero ya no podía seguir aquí
—¿Por qué?
—Mamá, papá, tenemos que hablar con ustedes
—Claro, ¿sobre qué?
—Su estadía aquí en la residencia
—Vamos, hablaremos en tu habitación
Los cuatro subieron al cuarto de Julieta, Aurelio se sentó en una silla, Afranio en la puerta y las mujeres en la cama
—Bien, ¿de qué quieres hablarnos? –dijo Victoria
—Doña Victoria, debo ser sincera con usted, me fui porque no tengo cómo pagar todo lo que me ha dado en estos días, ni el hospedaje, ni la comida, mucho menos su gentileza ni la de todos ustedes –dijo viendo a Aurelio –además ustedes saben la circunstancia en la que llegué aquí y conocí a su hijo
—Y te fuiste antes de que te echáramos, ¿no es así? –preguntó Afránio
—Sí, así es señor
—Julieta, ¿por qué creíste que te echaríamos?
—Porque el día que conocí a Aurelio me echaron del apartamento donde vivía, precisamente por falta de pago, fue muy humillante doña Victoria, además él me explicó, lo que hacen con los que se atrasan en el pago de la mensualidad y no quiero pasar por lo mismo
—Y me imagino que nadie te da trabajo por estar embarazada
—Sí, doña Victoria, nadie me lo da y conforme vaya avanzando el embarazo será más difícil, dicen que es muy difícil que me adapte a su ritmo y que en unos meses tendrían que darme licencia
—Por lo visto, la has tenido difícil los últimos meses –dijo Victoria tomando las manos de Julieta entre las suyas
—No tiene idea, solo he seguido viva por mi bebé, él es lo único que tengo en este momento
—Y ahora a nosotros –dijo Aurelio
—Mi hijo tiene razón, no sé por lo que has pasado, pero sea lo que sea, lo has soportado hasta ahora y seguirás así porque tienes una razón muy importante, ese bebé que llevas en el vientre y por el que te sentirás capaz de todo, lo digo por experiencia –dijo viendo a Aurelio
—Así me siento doña Victoria, pero necesito una oportunidad para demostrarlo, necesito asegurarle un futuro a mi hijo
—Y nosotros te la daremos, vamos a hacer lo siguiente, puedes quedarte aquí sin pagar hasta que encuentres un trabajo
—No doña Victoria, no puedo aceptarlo
—Claro que sí Julieta, necesitas ayuda y nosotros queremos dártela, no seas orgullosa y acéptala
—Además –dijo Afránio -¿dónde pretendías dormir si no tienes cómo pagar?
—Francamente no lo sé, quizás en una casa de beneficencia o en otro lugar donde pueda estar sin correr el riesgo de que me echen porque no puedo pagar la estadía
—De ninguna manera Julieta, te quedas aquí y se acabó, vas a estar muy bien aquí, ya lo has visto en los días que te has quedado
Julieta vio a Afranio, Victoria y Aurelio que la observaban expectantes y después bajó la mirada a su vientre y pensó en el futuro de esa criatura, debía recordar que ya no estaba sola, que tenía un ser indefenso dependiente de ella a quien debía sacar adelante, entonces debía aceptar ayuda para lograrlo, así que levantó la mirada y les dijo:
—Está bien, voy a quedarme, pero con una condición
—¿Cuál? –preguntó Victoria
—Que me dejen colaborar con las labores de la casa, para no sentirme una inútil y por favor no me lo nieguen
—Está bien Julieta –dijo Victoria -¿alguna otra condición?
—No
—Entonces está decidido, te quedas aquí, ahora trata de dormir, debes estar cansada
—Sí y otra vez gracias
—Gracias a Dios la encontraste hijo, tu madre estaba a punto de salir a buscarla –dijo Afranio cuando salieron del cuarto
—¿Cómo la encontraste?
—Iba caminando por un barrio más o menos peligroso y entonces la vi y gracias a Dios la encontré porque un tipo empezó a molestarla
—Pues gracias a Dios la encontraste
—Yo les dije que no iba a descansar hasta encontrarla –dijo Aurelio –gracias papá, mamá, por dejarla quedarse
—Yo sabía de la situación de Julieta –dijo Victoria
—¿Qué?
—El día que llegó la escuché hablando con su bebé diciendo que la echaríamos en cuanto supiéramos que no tenía dinero, no dije nada porque de ninguna manera la echaría en su condición y también porque es una buena persona, solo que no ha tenido el apoyo necesario
—Yo también pienso lo mismo –dijo Aurelio
—¿Qué habrá sucedido con ella? –preguntó Afránio
—Todos nos hacemos la misma pregunta querido –dijo Victoria –tarde o temprano tendremos la respuesta
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